Jorge Luis
Prosperi Ramírez
www.elblogdejorgeprosperi.com
/ 100917
La Organización
Mundial de Salud nos informa que el uso dañino del alcohol causa
cada año 2,5 millones de muertes, y una proporción considerable de ellas
corresponde a personas jóvenes. El consumo de bebidas alcohólicas está asociado
con el riesgo de desarrollar problemas de salud tales como trastornos mentales
y comportamentales, incluido el alcoholismo, importantes enfermedades no
transmisibles tales como la cirrosis hepática, algunos tipos de cáncer y
enfermedades cardiovasculares, así como traumatismos derivados de la violencia
y los accidentes de tránsito. También contribuye a aumentar la carga de
morbilidad relacionada con enfermedades transmisibles como, por ejemplo, la tuberculosis
y la infección por el VIH/sida.
En Panamá sabemos
que el consumo de alcohol es un problema de salud pública. Cada hombre panameño
mayor de 15 años en el país consume en promedio 11.2 litros de alcohol al año,
mientras que las mujeres beben 4.7 litros, superando en ambos casos los
promedios mundiales. De hecho somos el segundo país de Centroamérica con mayor consumo de alcohol per
cápita.
Esta adicción nos
está pasando una factura muy cara como lo demuestran las estadísticas que nos
ofrece el Instituto Nacional de Estadística y Censo: en los últimos diez
años fallecieron en accidentes de tránsito cerca de 4,300 personas. La mayoría
de los accidentes y las muertes fueron durante los fines de semana y días
feriados. Siguen siendo las principales causas de estos fallecimientos: manejar
bajo los efectos del alcohol y el exceso de velocidad. Además, el mismo INEC
nos informa que cada año cerca de 10,000 ciudadanos pierden la vida
prematuramente por “enfermedades crónicas no transmisibles”, relacionadas en
forma directa o indirecta con estilos de vida asociados a factores de riesgo
para la salud, y la vida, entre ellos el consumo nocivo de alcohol.
Este lamentable
panorama seguirá empeorando si no se adoptan de inmediato medidas
eficaces para promover, proteger y mejorar la salud y el bienestar de todos sus
ciudadanos por encima de los intereses comerciales, que en Panamá como nos señala el mismo INEC son de gran magnitud: en el año
2015 se produjeron 280 millones de litros de bebidas alcohólicas, las cuales generaron
a los dueños de la industria 247 millones de balboas. Las cifras de INEC
también detallan que la cerveza, el ron, el seco y la ginebra en orden de
preferencia son las bebidas que más se consumen en el país.
En ese contexto el
Gobierno de Panamá reconociendo la carga de morbilidad, mortalidad y
discapacidad asociada con el consumo nocivo de alcohol, así como la brecha
existente en el tratamiento y la atención que se brinda a las personas
afectadas por el consumo nocivo de alcohol, aprobó en el Consejo Directivo 51
de la OPS el Plan de acción para reducir el consumo nocivo de alcohol, y se
comprometió a ejecutar en el país Estrategia mundial para reducir el uso nocivo del alcohol.
Lamentablemente la página Web del MINSA no proporciona información sobre la
aplicación de la misma.
La estrategia
reconoce los vínculos estrechos que existen entre el uso dañino del alcohol y
el desarrollo socioeconómico. Representa el compromiso de los Estados Miembros
de la Organización Mundial de la Salud, en este caso, el de Panamá, para actuar
de manera contínua a todos los niveles. Asimismo, aprovecha varias iniciativas
estratégicas mundiales y regionales para la prevención y el control de
enfermedades no transmisibles, en particular el plan de acción de la estrategia
mundial para la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles.
Subraya la obligación que tienen nuestros políticos de llevar a cabo
intervenciones para resolver los problemas causados por el uso nocivo del
alcohol.
Existen soluciones
factibles y la estrategia mundial ofrece un conjunto de opciones de políticas e
intervenciones que deben tenerse en cuenta para su ejecución como parte
integral de las políticas nacionales, así como en el marco más amplio del
desarrollo.