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Panamá: transitismo y futuro



Panamá: transitismo y futuro
Por: Guillermo Castro Herrera 

Para José de Jesús Martínez, Chuchú,
que camina con nosotros.

Panamá es una sociedad transitista. El transitismo es una formación económico-social que opera en el marco del moderno sistema mundial. Ella ha sido objeto de distintas interpretaciones. Para autores como Hernán Porras, Alredo Castillero y Omar Jaén se trata de una vocación natural, que ha dado lugar a una singular organización social y territorial del Istmo. Para otros - como Ricaurte Soler, Marco Gandásegui, Olmedo Beluche y Richard Morales -, esa formación se constituye a partir de una modalidad histórica de inserción de Panamá en el sistema mundial a partir del siglo XVI. Como tal, se ve animada en su desarrollo por sus propias contradicciones internas y las del mercado mundial al que sirve.

El futuro de Panamá – y las opciones para un Panamá futuro – están directamente asociados a la comprensión del transitisimo como estructura ha cumplido y cumple funciones de servicio a la circulación de capitales, mercancías y personas en el mercado mundial. Desde su organización por la monarquía española, además, el transitismo concentra en una sola ruta interoceánica esa funciones, y garantiza el control de sus beneficios por quienes controlan esa ruta.

Esa forma de organización del tránsito ha generado un desarrollo desigual y combinado en el Istmo. Desigual, porque concentra en la región interoceánica los beneficios del tránsito: allí, en menos del 10% del territorio del país, se genera más del 80% de la riqueza que cada año producen los trabajadores de lo que ha venida a ser en el siglo XXI la Plataforma de Servicios Globales de Panamá. Combinado, porque esa Plataforma utiliza los recursos del resto del país como subsidio para sus actividades, y subordina a sus propios intereses y necesidades el potencial de desarrollo de las otras regiones del Istmo.

La contradicción entre la resistencia a la transformación de quienes controlan el transitismo y la demanda de una transformación por parte de quienes llevan la carga de su carácter desigual y combinado se expresa en la crisis de gobernabilidad que se ha venido forjando en el país de 1999 a nuestros días. Esa crisis se expresa en un crecimiento económico incierto, una inequidad social persistente, una degradación ambiental constante, y una creciente desintegración institucional, que se expresa en el colapso de los servicios públicos y la impunidad como forma de relación de los administradores de los bienes públicos con el Estado y la sociedad. Y esos factores internos, a su vez, determinan las modalidades del impacto de la crisis global en la vida interna del país.

Hoy, el mayor reto intelectual y cultural que encara Panamá consiste en repensar el tránsito y su organización, una tarea imposible de concebir en el marco de la cultura dominante. Ese reto no opera en el vacío, sino en la necesidad de dar forma y voz a las transformaciones que luchan por abrirse paso en la conciencia nacional.
Así, desde hace 30 años se viene incrementando en el país el número de vías interoceánicas alternativas, cuyo desarrollo podría beneficiar a regiones hasta ahora marginadas. Ese desarrollo es temido y obstaculizado por los sectores de la vida nacional que históricamente se han beneficiado del transitismo, en particular aquellos vinculados a la banca, el comercio y la renta inmobiliaria, que constituyen el núcleo tradicional de lo que Hernán Porras llamó en su momento “el grupo capitalino blanco”.
En esta perspectiva, cabe decir que a partir de la integración del Canal a nuestra economía interna gracias al Tratado Torrijos Carter de 1979-1999, y de esa economía al mercado global en el siglo XXI, el desarrollo de estas contradicciones internas se acerca a un punto en el que el transitismo conspira contra el tránsito. Con esto, a su vez, el país se acerca a una circunstancia en la cual, de no ser resueltas, esas contradicciones terminarán por generar conflictos regionales que podrían afectar la estabilidad política del país en el mediano plazo, y aun la viabilidad económica del tránsito.

No  fue en balde que el Presidente Ernesto Pérez Balladares (1994-1999) advirtiera a fines de su gestión que el Panamá tendría que escoger “entre desarrollar el país o subdesarrollar el Canal.” El hecho mismo de que la hegemonía cultural del transitismo no permitiera – ni entonces ni ahora – comprender el sentido profundo de esa advertencia, confirma que esa hegemonía ha entrado en crisis.

En el moderno sistema mundial solo cabe concebir un conflicto entre el Pro Mundi y el Pro Domo beneficio en la cultura forjada al calor del protectorado impuesto a Panamá por los Estados Unidos tras apoyar nuestra separación de Colombia en 1903, y renovado en los hechos – así fuera con disimulo mayor – tras el golpe de Estado con que sus fuerzas armadas resolvieran para su ventaja y beneficio la grave crisis política provocada por el militarismo panameño en la década de 1980. Hoy, un Pro Domo et Mundi Beneficio es perfectamente imaginable si se tiene la capacidad de pensar fuera del cepo mental transitista. 

Ese cepo venía siendo resquebrajado por el ascenso de las luchas populares y de sus reivindicaciones a lo largo de los últimos quice años, que hoy encuentran voces – aun sin proyecto – en el relevo generacional que ya está en curso en nuestra vida cultural y política. Gratas nuevas para la generación de quienes éramos niños cuando ocurrió el alzamiento anticolonial de enero de 1964; llegamos demasiado jóvenes a la lucha de liberación nacional de 1972 – 1977, y desde 1990 sufrimos todo el peso de la política cultural del pensamiento único neoliberal que hoy se diluye entre plegarias a ideólogos cuyas trompetas pudieron parecer de oro ayer, y se revelan hoy de indudable latón, cuando todo lo que habían proclamado como sólido se disuelve en el aire.

Hoy podemos decir que nuestra generación

se parece a los judíos que Moisés conducía por el desierto. No sólo tiene que conquistar un mundo nuevo, sino que tiene que perecer para dejar sitio a los hombres que estén a la altura del nuevo mundo.[1]

El viento del mundo, como lo llamara Aníbal Ponce, sopla aquí también cargado de futuro. De nosotros depende, dependerá cada vez más, lo que ese futuro nos depare.
Panamá, 7 de junio de 2020



[1] Marx, Carlos: La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850https://www.marxists.org/espanol/m-e/1850s/francia/index.htm

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Los Dones del Espíritu Santo.


Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +

El evangelista san Lucas, a quien se le atribuye la autoría del libro de los “Hechos de los Apóstoles” en el Nuevo Testamento de la Biblia, y escrito alrededor de los años 80 y 90 d. C., hace énfasis en tres cosas fundamentales: primero: la historia de cómo se fundó la Iglesia Cristiana primitiva, la de los apóstoles; segundo: La venida del Espíritu Santo sobre la misma y tercero: el compromiso de los seguidores de Jesucristo de llevar el evangelio a todas partes del mundo.  Es un libro apasionante de leer, pertenece a aquellos libros que cuando se inicia, no se suelta hasta que se termina su lectura.

De estas tres grandes narraciones, está la de uno de los cumplimientos proféticos que cambiaría no solo la historia de los apóstoles y seguidores de Jesucristo sino de la historia de la humanidad, y me refiero a la venida del Espíritu Santo sobre la faz de la tierra.  Después de estas cosas derramaré mi espíritu sobre toda la humanidad: los hijos e hijas de ustedes profetizarán, los viejos tendrán sueños y los jóvenes visiones. También sobre siervos y siervas derramaré mi espíritu en aquellos días; mostraré en el cielo grandes maravillas, y sangre, fuego y nubes de humo en la tierra. El sol se volverá oscuridad, y la luna como sangre, antes que llegue el día del Señor, día grande y terrible.»  Profecía esta del Profeta Joel (2,28-32), escrita probablemente entre el año 835 y el año 800 a. C.

En el acontecimiento histórico de los hechos de los apóstoles, se señala que los mismos estando reunidos en un solo sitio, durante la festividad judía de Shavuot o fiesta de las semanas, “De repente, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde ellos estaban. Y se les aparecieron lenguas como de fuego que se repartieron, y sobre cada uno de ellos se asentó una. Y todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu hacía que hablaran” (2, 1- 4).  Fue un evento maravilloso que cambiaría la vida de estas humildes personas para siempre.

Ese “advocatus “, ese “Santo Espíritu” se derramó ese día sobre cada uno de ellos y no ha parado de derramarse sobre toda la humanidad como lo profetizara Joel.  Las sagradas escrituras y el catecismo de la Iglesia nos enseñan que esa realidad se puede confirmar con la aseveración paulina que dice: “"Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu Santo" (1 Co 12, 3).  El Espíritu y su gracia, están presente en toda la humanidad y se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la Iglesia de Cristo.

Ese Espíritu que se ha derramado sobre toda la humanidad es consubstancial al Padre y al Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria como reza el Credo Niceno.  Él Paráclito coopera activamente con el Padre y el Hijo desde el comienzo del designio de nuestra salvación y será siempre así hasta su consumación.  Entonces, este designio divino, que se consuma en Cristo, "Primogénito" y Cabeza de la nueva creación, se realiza en la humanidad, por el Espíritu que nos es dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, la vida eterna (Catecismo).

Para seguir con la tarea incansable de los seguidores de Jesucristo, de llevar el evangelio a todas partes del mundo, el Dios Trino nos ha dado este regalo, este don, este carisma con sus dones excelsos que nos capacitarán y empoderará para la tarea de la evangelización del mundo. Un empoderamiento marcado por el amor de Jesucristo, es el principio de la vida nueva, hecha posible porque hemos "recibido una fuerza, la del Espíritu Santo" (Hch 1, 8).

San Pablo estaba muy claro sobre este aspecto cuando en su carta a los Gálatas señalaba “En cambio, lo que el Espíritu produce es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. Contra tales cosas no hay ley. Y los que son de Cristo Jesús, ya han crucificado la naturaleza del hombre pecador junto con sus pasiones y malos deseos. Si ahora vivimos por el Espíritu, dejemos también que el Espíritu nos guíe”.  Los dones del Espíritu son para toda la humanidad y reflejan los valores y principios del Reino de los Cielos.

Ojalá que en esta época de la festividad de Pentecostés pongamos en práctica esos dones de amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio que harán que esta nación esté más cerca de la voluntad de Dios.

Sacerdote.

Panamá: la crisis de que se trata


Por: Guillermo Castro Herrera 

El debate en torno a la pandemia de COVID 19 ha enriquecido nuestras capacidades para comprender el alcance y las formas del impacto de la crisis global en nuestra América. Hoy entendemos con mayor claridad dos elementos relevantes en esta circunstancia. Uno consiste en que la pandemia detonó una crisis generada por la acumulación de contradicciones y conflictos de orden económico, social, político y ambiental en toda la región. Otro, que esa detonación tuvo características distintas en países diferentes, asociadas al tipo de formación económico social existente en cada uno de ellos.[1]

En Panamá, esa formación tiene un carácter transitista. Ese término designa dos elementos a un tiempo. El primero es la función que Panamá desempeña desde el siglo XVI en la provisión de servicios al tránsito interoceánico para la circulación de capitales, mercancías y personas en el mercado mundial. El segundo, las formas de vida económica, social y política, y de organización territorial del Istmo, asociadas a esa función. 

A lo largo de esos cinco siglos, la formación transitista ha desarrollado rasgos característicos. Uno consiste en la organización monopólica del tránsito interoceánico a partir de una sola ruta: la del valle del río Chagres. Así, esa ruta estuvo sujeta al control de poderes políticos externos al Istmo – la Monarquía española, el Estado colombiano y los Estados Unidos de América - hasta 1999, cuando pasó a ser responsabilidad del Estado nacional de Panamá.[2]

Ese control, a su vez, ha garantizado al tránsito interoceánico subsidios ambientales y sociales – tierra, agua, energía y fuerza de trabajo, en primer término – provenientes del entorno natural, social y económico de la ruta. Esto ha permitido concentrar y centralizar la vida económica del país en torno a esa actividad, al punto de limitar el resto del país al desarrollo de actividades compatibles con esa función de subsidio.

En lo social, esto estimuló la constante fragmentación del mundo de los trabajadores entre los sectores directa e indirectamente vinculados a las actividades de la ruta. Así, el subsidio al tránsito genera un retraso constante en el desarrollo de las fuerzas productivas en el resto de la economía nacional, y en la transformación de las relaciones sociales de producción y de la cultura en el resto de la sociedad. De aquí resultó una estructura económica que concentra en el sector terciario magnitudes de actividad y producción que en el resto de la región corresponden por lo general a los sectores primario y secundario.

Dentro de ese marco, el país enfrenta hoy una peculiar contradicción. La operación sostenida del Canal demanda, hoy, el desarrollo sostenible del país. Sin embargo, la cultura transitista no está en capacidad de asumir esa necesidad y traducirla en un proyecto de nación sustentado en una organización no transtista del tránsito, que multiplique la capacidad del conjunto del país para ofrecer servicios tanto al mercado mundial como a la integración de nuestra América.

El hecho de que el Estado no se haya planteado siquiera esa tarea, ni mucho menos se la haya propuesto a la sociedad como un empeño en común, debe ser objeto de una seria reflexión política. En efecto, si el Estado controla al Canal, lo que cabe discutir es quién controla al Estado, cómo lo hace, y hasta qué punto está o no está en la disposición y la capacidad de someter su gestión del bien público mayor de la Repúlica al control social de sus ciudadanos.

Los elementos fundamentales para la construcción de ese proyecto de reconstrucción nacional se encuentran dispersos, hoy, en las demandas de múltiples sectores de la sociedad panameña. Sin embargo, los sectores dominantes en la formación transitista no pueden ni quieren ir más allá de su interés en modernizar en lo tecnológico, y preservar en lo político, los privilegios de que han disfrutado desde 1903. Por su parte, los sectores populares y la nueva generación de intelectuales que buscan vincularse a ellos no se resisten al desarrollo de las fuerzas productivas generado por el tránsito tránsito, sino a preservar las relaciones de producción que constituyen el cimiento fundamental del transitismo.

Hemos llegado, así, a la más singular de las contradicciones de nuestra historia: aquella en la que el transitismo se constituye en el peligro mayor para la actividad del tránsito en Panamá. Aquí está el nudo gordiano de la crisis que nos aqueja. Cortarlo de raíz es sin duda el desafío mayor de nuestro tiempo en nuestra tierra.

Panamá, 12 de junio de 2001


[1] En el sentido de que en todas las formas de sociedad “existe una determinada producción que asigna a todas las otras su correspondiente rango de influencia, y cuyas relaciones por lo tanto aseguran a todas las otras el rango y la influencia. Es una iluminación general en la que se bañan todos los colores y [que] modifica las particularidades de éstos. Es como un éter particular que determina el peso específico de todas las formas de existencia que allí toman relieve.” / Marx, Karl: Elementos Fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857 – 1858. I. Siglo XXI Editores, México, 2007. I: 27 - 28.

[2] Por contraste, la población prehispánica había desarrollado al menos media docena de rutas de intercambio entre los litorales del Pacífico y el Atlántico del Istmo, cuyas funciones iban desde el intercambio interno de bienes, hasta facilitar el que tenía lugar entre civilizaciones situadas fuera del Istmo, en las riberas de ambos mares.
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¿Por qué la pandemia está incontrolable en Panamá?


Por Olmedo Beluche

El promedio diario de casos detectados por día ha escalado a más de 600, con un porcentaje de positividad del 30% y más de 400 fallecidos. Cuando se pensaba que la pandemia de la COVID-19 había llegado a su pico más alto, desde que se inició junio se ha dado una nueva escalada mayor que la anterior, coincidiendo con la reapertura del bloque 1 de la economía, sin que se avizore el final de esta fase.

Con justo derecho la gente se pregunta y especula qué está pasando. ¿Por qué otros países de la región están mucho mejor que nosotros?  ¿De qué ha valido ser la “Dubái de Centroamérica”, si países como Costa Rica nos están dando cátedra?

La razón de que la COVID-19 no cede en Panamá es estructural, tiene que ver con el tipo de país que se ha construido, con lo que se ha hecho y dejado de hacer en las últimas décadas y los responsables son los gobiernos de todos los partidos que han compartido el poder. Las razones son:

  1. El debilitamiento sistemático que data de hace 40 años del sistema de salud público con criterios neoliberales de privatizaciones, externalizaciones, recortes presupuestarios, liquidación de lo que fue la consigna en los años 70: “salud igual para todos”.
  2. La desviación de recursos hacia megaproyectos cuestionables e ineficientes pero aptos para la corrupción, como la “Ciudad Hospitalaria” (que se va a comer B/.9 mil millones), mientras se descuidaba lo existente.
  3. Más recientemente el recorte de 2019 hecho por Laurentino Cortizo y su ministro estrella, Héctor Alexander, de B/ 300 millones a la Caja de Seguro Social y más de B/. 100 millones al MINSA.
  4. El crecimiento económico, pero con una de las peores desigualdades sociales del mundo, donde el 10% de las familias con más ingresos ganan 40 veces lo que gana el 10% de familias más pobres.
  5. Donde la pobreza afecta a 1 de cada 4 familias, mientras el 10% de los habitantes pasa hambre literalmente.
  6. Familias con ingresos promedio que no cubren la Canasta Básica General y apenas aruñan una magra Canasta Básica de Alimentos.
  7. Porque los servicios públicos han sido deteriorados por falta de inversión, como el agua potable que está faltando cuando más se necesita en los barrios donde la COVID- se está expandiendo.
  8. El sistema ineficiente de transporte público manejado por mafias que operan al margen de la legalidad, pero en completa impunidad.
  9. También existen patrones culturales negativos, como la famosa filosofía del “juega vivo” y el “qué hay pa mí” instigadas por la política clientelista de los partidos políticos corruptos para manipular a los sectores populares.
  10. Todo lo cual ha sido empeorado por unos decretos que permitieron suspender más de 270 mil contratos de trabajo; por un  Plan Panamá “Solidario” tacaño con el pueblo y dadivoso con los banqueros, con un bono que equivale a menos de un tercio de la canasta alimenticia (uno de los más bajos de la región); por la negación de una ley de moratoria de deudas e hipotecas; donde continúan los lanzamientos  de sus casas a gente que no puede pagar por quedar desempleada, pese a la palabra hueca del presidente de la república.

Como dijo recientemente el Dr. Jorge Luis Prosperi (La Prensa, 30/5/20): ‘Este virus habita donde hay carencias’.

Lute Classical Music | Baroque Renaissance Instrumental Music



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00:00:00 Peschatore che va cantando
00:01:17 Saltarello chiamato Antonola
00:03:00 Saltarello ditto la traditorella
00:05:29 Fantasia
00:08:20 Peschatore che va cantando
00:08:44 Saltarello chiamato bel Fiore
00:10:12 Saltarello chiamato Rose Viole
00:11:47 Fantasia No. 22
00:13:24 Fantasia No. 9
00:16:57 Fantasie
00:20:39 Peschatore che va cantando
00:21:23 Pavana ditta la malcontenta - Saltarello de la preditta
00:24:27 Pavana chiamata la Desperata
00:28:53 Fantasia No. 21
00:32:30 Fantasia
00:36:41 Peschatore che va cantando
00:37:06 Pavana chiamata la Milanesa - Tochata da sonare nel fine del ballo
00:40:28 Fantasia No. 20
00:44:16 Tochata
00:45:05 Peschatore che va cantando
00:45:37 Pavana chiamata la Milanesa - Tochata da sonare nel fine del ballo
00:47:41 Fantasie No. 16
00:52:44 Peschatore che va cantando
00:53:15 Saltarello chiamato el Mazolo
00:53:53 Saltarello ditto el Burato
00:53:38 3 Fantasias: Fantasia casteliono
01:00:09 Peschatore che va cantando

La Festividad de la Santísima Trinidad


Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +

En la Iglesia, extendida por todo el mundo, existen los credos, que son declaraciones de “nuestras creencias básicas acerca de Dios”.  Existen en la Iglesia tres Credos oficiales que son: El Credo Apostólico, El Credo Niceno y el Credo de San Atanasio.  Iniciemos nuestra reflexión del tema con lo que señalan los credos de las personas de la Trinidad.

Veamos primero la declaración oficial de la Iglesia en el Credo Apostólico.  En este Credo solo encontraremos que tanto Dios Padre Todopoderoso, Jesucristo, su único Hijo, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y Subió a los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre y finalmente el Espíritu Santo.  Los tres reciben el mismo trato siendo los tres partes de aquello que llamamos “Dios”.  Esta confesión de fe es la que se utiliza cuando se celebra el sacramento del bautismo en la Iglesia.

En la declaración Niceno Constantinopolitano se dice: “Creemos en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas” (Declaración del Credo Niceno sobre la persona del Espíritu Santo).  Aquí, más expresamente se declara abiertamente que las tres personas son una sola divinidad y reciben por igual, adoración y gloria. Las tres personas son una sola.  Esta confesión de fe la utilizamos en las celebraciones eucarísticas en las diferentes confesiones cristianas en todas partes del mundo.

Y la tercera confesión de fe y menos conocida es la de San Atanasio, que es un antiguo documento que proclama la naturaleza de la Encarnación y de Dios en Trinidad.  El mismo señala sobre el tema: “Y la Fe Católica es ésta: que adoramos un solo Dios en Trinidad, y Trinidad en Unidad, sin confundir las Personas, ni dividir la Substancia; Porque es una la Persona del Padre otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo Mas la Divinidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es toda una, igual la Gloria, coeterna la Majestad. Así como es el Padre, así el Hijo, así el Espíritu Santo. Increado es el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Incomprensible es el Padre, incomprensible el Hijo, incomprensible el Espíritu Santo. Eterno es el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno Como también no son tres incomprensibles, ni tres increados, sino un solo increado y un solo incomprensible. Asimismo, omnipotente es el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo. Y, sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente. Asimismo, el Padre es Dios, el Hijo es Dios, el Espíritu Santo es Dios. Y, sin embargo, no son tres Dioses, sino un solo Dios” ...   Y así san Atanasio va explicando cada uno de los elementos de las declaraciones oficiales de la Iglesia sobre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.  Lo más importante de su declaración es cuando señala: “Hay, pues, un Padre, no tres Padres; un Hijo, no tres Hijos; un Espíritu Santo, no tres Espíritus Santos. Y en esta Trinidad nadie es primero ni postrero, nadie mayor ni menor; Sino que todas las tres Personas son coeternas juntamente y coiguales. De manera que, en todo, como queda dicho, se ha de adorar la Unidad en Trinidad, y la Trinidad en Unidad” … La Trinidad entonces es un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

En base a estas declaraciones oficiales de la Iglesia, tenemos que decir: “Hay un solo Dios vivo y verdadero, eterno, sin cuerpo, partes o pasiones, de infinito poder, sabiduría y bondad; el creador y conservador de todas las cosas, así visibles como invisibles. Y en la unidad de esta naturaleza divina hay tres Personas de una misma substancia, poder y eternidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo” ...  Esto es la Santísima Trinidad.

La celebración de la Festividad de la Santísima Trinidad, implica aún más para nuestras vidas cotidianas.  Jesucristo nos enseña que todos los que os sigan son templos de la Santísima Trinidad…  Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él… Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” (Juan 14,23.26).   Celebremos pues este año con alegría ser parte de este gran Misterio pues estas afirmaciones se encuentran ya en los escritos apostólicos, como este saludo recogido en la liturgia eucarística: "La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros" y con tú espíritu. Amén (2 Cor. 13,13; cf. 1 Cor. 12,4-6; Ef. 4,4-6).

Sacerdote

Coronavirus, Historia y Salud Pública: ¿Es necesaria una Teoría?


Por: Marcos Cueto [1]
https://www.halacsolcha.org/index.php/halac/announcement/view/28 / 2020-06-05 

El pandemonio causado por la pandemia de coronavirus en Brasil sugiere a los historiadores de la salud de la región Latinoamericana --con los que me identifico desde hace unos años—preguntas de cómo reencontrar orden e interpretaciones significativas en su trabajo. Una manera de responder a esta interrogante es analizar propuestas teóricas hechas dentro y fuera de nuestro campo. En esta breve nota quiero destacar dos fuentes relevantes: los Determinantes Sociales de la Salud y la Salud Planetaria; y agregar una menos conocida que plante junté con Steven Palmer hace pocos años: la Cultura de la Sobrevivencia. Es verdad que las dos primeras no tienen una sola versión y su intencionalidad no es solamente la investigación social. A pesar de ello, creo que algunas de sus ideas nos pueden ser útiles.
La idea de estudiar mundialmente los Determinantes Sociales surgió hacia el año 2005 en una serie de foros latinoamericanos e internacionales y se cristalizó en la Comisión de los Determinantes Sociales de la Salud; una unidad independiente de la Organización Mundial de la Salud. La Comisión, encabezada por el epidemiólogo británico Michael Marmot, fue formada por científicos, sanitarios y políticos conocidos por sus críticas al neoliberalismo.[1] Su idea central era entender y reducir las desigualdades en las condiciones de vida y las vulnerabilidades de los más pobres. Estos Determinantes se entienden como las condiciones sociales injustas en las que las personas nacen, crecen, viven, envejecen y/o trabajan, y que los hacen proclives a ciertas enfermedades. Estas desigualdades existen entre países y dentro de los países y afectan en especial a los pobres, las mujeres, a los grupos étnicos marginalizados y a las minorías sexuales. Es decir, es una propuesta que ya no solamente observa los indicadores nacionales de salud o a la cobertura de los sistemas sanitarios, sino que presta atención a las inequidades internas.

Según los defensores de los Determinantes, las tremendas desigualdades que existen en la salud y de origen social se reflejan la marcada diferencia (en promedio 10 años) en la expectativa de vida entre los indígenas de las áreas rurales y las pobladores de las ciudades de países latinoamericanos, el desigual acceso a los sistemas de agua segura en zonas urbano-marginales y las diferencias en las tasas de mortalidad materna entre áreas rurales y urbanas. Ellas son evitables en gran medida con infraestructura sanitaria, la adecuada nutrición y el acceso a los centros de salud. Los Determinantes Sociales de salud son considerados no solo el número o complejidad de los servicios de salud sino las condiciones económicas y sociales en que los individuos viven y trabajan que incluyen el salario, la educación, vivienda disponibilidad de alimentos, saneamiento básico, y la intensidad de la discriminación (que puede ser por género, grupo étnico, por orientación sexual o por raza).
Aunque es cierto que la intencionalidad de los Determinantes es política, y a veces algo ingenua porque supone que la presentación masiva de evidencias puede inducir decisiones racionales, permite orientar la recolección de datos y el análisis de los lazos entre la salud y la sociedad. Inspirados en esta propuesta podríamos estudiar las inequidades social y sanitaria, tradicionalmente no modificadas significativamente por las políticas oficiales.

Pensar los Determinantes Sociales en la epidemia actual significa estudiar las vicisitudes del pasado del crecimiento urbano sin crecimiento de servicios básicos, así como la coexistencia de sistemas nacionales de salud –formalmente universales-- con esfuerzos precarios por brindar saneamiento universal.

El segundo concepto, la Salud Planetaria, apareció como una confluencia de las preocupaciones ambientales con las urgencias sanitarias. Fue una superación de movimientos previos como One Health (también conocido como One World, One Health) que entusiasmó a un buen número de ambientalistas, veterinarios, científicos e inclusive a agencias como la Organización Mundial de la Salud. El origen de One Health fue la preocupación por enfermedades, como la influenza H5N1 que revelaban la insalubridad de los sistemas comerciales masivos de crianza de animales domésticos para el consumo humano, los daños causados por la extracción de combustibles fósiles y la deforestación. Aunque en los últimos años la Salud Planetaria ha sido apoyada por revistas médicas establecidas como The Lancet y la Fundación Rockefeller; la propuesta es apoyada por activistas y estudiosos del medio ambiente que desde los años ochenta promovían la idea de una nueva Era geológica, denominada Antropoceno. La diferencia de esta Era con las anteriores es que los seres humanos constituyen la mayor fuerza en la definición de las características del planeta o, mejor dicho, en el deterioro de los sistemas naturales que rodean a los seres humanos como el agua, el aire, la tierra, el clima y la biodiversidad.[2]

Según los partidarios de la Salud Planetaria, los mejores indicadores de salud alcanzados en muchos países a fines del siglo XX, como el aumento en la esperanza de vida y el control de antiguas dolencias infecciosas, son reversibles e inciertos porque fueron conseguidos dilapidando recursos naturales no renovables y creando un modelo urbano de existencia que crea serios problemas. Algunas investigaciones científicas sustentaron el concepto explicando que la contaminación atmosférica urbana, producida mayoritariamente por vehículos que utilizan carburantes derivados del petróleo e industrias que se alimentan del carbón, constituye la causa ambiental más importante de enfermedad y muerte prematura en varias ciudades del mundo. La Salud Planetaria fue definida como una refundación de la salud pública tradicional con poca atención a los factores medioambientales que crean las condiciones ideales para varias enfermedades transmisibles. Según las propuestas más audaces, las políticas sanitarias restringidas a la salud humana serían insustentables y hasta contraproducentes si no se combinaban con mejoras drásticas en el medio ambiente, el uso del agua, el sistema de eliminación de desperdicios y los estilos de vida de las comunidades.

Sin embargo, no se conoce lo suficiente del impacto y las contradicciones, coincidencias y resistencias de los discursos que crearon ideales de bienestar y progreso alrededor del crecimiento descontrolado de los centros urbanos, el ideal inagotable de consumo de bienes y la destrucción de la naturaleza.

Pensar en la historia y en la Salud Planetaria en la crisis del Covid-19 actual implica analizar las condiciones por las que surgieron los mercados de animales vivos, así como la historia del uso de agua destinada al consumo humano. Los brotes epidémicos del SARS en Asia en el 2003, del H1N1 en México el 2009 y del Ébola en África en el 2014, desatados por la abusiva e insalubre producción industrial de animales domésticos como pollos y cerdos, así como la caza de murciélagos para su consumo humano, son los antecedentes del coronavirus actual y de la recurrencia de un virus que cruza entre las especies ayudado por la acción económica humana.

Hace pocos años, ensayé junto con Palmer la idea de Cultura de la Sobrevivencia para explicar las características y el legado de las respuestas sanitarias oficiales insuficientes.[3] Esta Cultura de la Sobrevivencia tuvo dos características. La primera consistía en el supuesto que controlar las enfermedades era sobre todo un asunto tecnológico; cuyo cumplimiento dependía de pocos expertos y una buena administración. Se asumía que la “racionalidad” se impondría a otro tipo de prácticas sanitarias como las medicinas domésticas, indígenas, asiáticas o afroamericanas que eran condenadas como primitivas por el Estado. La impronta tecnologicista relegaba la construcción de sistemas sanitarios sólidos y desdeñaba la participación comunitaria en el diseño de los programas de salud. Las trompetas triunfalistas de la tecnología asumían que la tranquilidad sanitaria podía alcanzarse sin la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población. Según un patrón oficial, no era responsabilidad de los trabajadores de la salud luchar por una reforma social que minimice la vulnerabilidad estructural en la sociedad; tan solo atender emergencias con los recursos disponibles.

De esta manera, buena parte de los programas sanitarios fueron paliativos y asistencialistas, con cierta verticalidad y autoritarismo, adonde los expertos y las élites sabían lo que convenia a la sociedad. Las soluciones efímeras normalizaron que algunas personas no tuvieran pleno acceso a los servicios médicos y de infraestructura sanitaria, es decir, que no fuesen considerados ciudadanos plenos. En algunos casos se exageró la eficacia de conductas higiénicas para argumentar que los pobres –que no seguían esas conductas—eran los culpables de su propia suerte en las calamidades sanitarias (sin cuestionar porqué era dificil seguir los dictados de la higiene en barrios miserables). Es decir, se fomentó una percepción limitada de la saluc pública; una salida transitoria de las emergencias. Estas actividades fugaces crearon expectativas de cortoplazo que suponían que la sanidad oficial era apenas dádivas, como fumigaciones, vacunaciones, medicamentos y hospitales, para que los menos favorecidos puedan sobrevivir. De esta manera, se fomentó una resignación hacia las enfermedades crónicas e infecciosas extendidas y la sanidad hegemónica renunció a ser una actividad que asegurase lo que se esperaba de ella en las mejores versiones del capitalismo; es decir, que junto con la educación, garantizara la igualdad de oportunidades, contribuyendo al progreso individual en base al talento y esfuerzo; independientemente de las marcas de nacimiento (como lugar, clase social, género o etnicidad).

La segunda característica de la Cultura de la Sobrevivencia fue que contribuyó a dos rasgos fundamentales de los sistemas de salud Latinoamericanos: la discontinuidad y la fragmentación institucional. Muchas programas sanitarios acabaron diluyéndose pasada la emergencia o los recursos que recibian del exterior. Ello terminó provocando confusión y un retroceso desordenado en los programas sanitarios que en muchos lugares consolidaron ministerios de salud como confederacion de programas de control semi-autónomos y desconectados entre sí. No se consideró adecuadamente la evaluación de las dificultades o los logros alcanzados y la discontinuidad se instaló como un rasgo esencial del trabajo sanitario pasados los brotes epidémicos.

Sin embargo, esta no fue la única manera de hacer salud pública. Existió un patrón alternativo de resistencia, minoritario, que tuvo una perspectiva más holística y fue apoyado por trabajadores de salud que priorizaban la participación comunitaria, reconocian que la diversidad cultural exigía la adaptación de los mensajes sanitarios y creían que las demandas por mejorar la salud eran una tribuna para luchar por reformas sociales. Los que siguieron un patrón alternativo al oficial carecieron generalmente de un marco teórico coherente, no eran parte del núcleo de facultades universitarias y tuvieron dificultades en sobreponerse a las asimetrías detendadas por el poder. Es importante senalar que es frecuente encontrar casos de compromisos e incoherencias tanto en el patrón de la Cultura de la Sobrevivencia como en el alternativo. Ello revela la inestabilidad institucional en los paises Latinoamericanos y la inseguridad de la mayoría de los empleos sanitarios que obligaron a los trabajadores de salud a sobrevivir en la adversidad.

Actualmente, la Cultura de la Sobrevivencia nos puede ayudar entender la tradición del énfasis exagerado en balas mágicas como la cloroquina, la búsqueda de chivos expiatorios como China y los imigrantes, y la fragmentación de las respuestas gubernamentales al coronavirus. Y también comprender la resistencia a las respuestas oficiales.

Ojalá que en los próximos años los historiadores de la salud encontremos una combinación creativa entre ideas como las ideas descritas en este texto, así como con otras, para orientar y potenciar nuestro trabajo e incrementar el necesario diálogo con otros investigadores.

[1] Professor, Casa de Oswaldo Cruz, Fiocruz, Rio de Janeiro e editor de História, Ciências, Saúde– Manguinhos
[1] Michael Marmot and Richard G. Wilkinson, eds. Social Determinants of health. New York: Oxford University Press, 2006. Un artículo que destaca la experiencia latinoamericana en los determinantes sociales es: O. Solar & A. Irwin, “Social Determinants, Political Contexts and Civil Society Action: A Historical Perspective on the Commission on Social Determinants of Health,” Health Promotion Journal of Australia 17:3 (2006):180-185.
[2]  Bruno Latour. Facing Gaia: eight lectures on the new climatic regime. Cambridge: Polity Press, 2017; C. Bonneuil y J.B. Fressoz, J.B. The shock of the Anthropocene: the earth, history, and us. London: Verso, 2016; H. Frumkin, A. Haines. “Global Environmental Change and Noncommunicable Disease Risks.” Annual Review of Public Health, 40 (2019): 261-282.
[3] Marcos Cueto y Steven Palmer. Medicina e Saúde Pública na América Latina: uma história. Rio de Janeiro: Editora Fiocruz, 2016.


Los ensayos de armas bacteriológicas de EEUU sobre su propia población


www.publico.es / 16-04-2020



Operación: Sea-Spray.
Lugar: San Francisco, EEUU
Fecha: entre el 20 y 27 de septiembre de 1950.
Presidente: Harry S. Truman

Durante siete días, la Marina de EEUU lanzó, desde mangueras gigantes a bordo de un dragaminas, una fuerte dosis de bacterias Serratia Marcescens (SM) y Bacillus Globigii (BG) en forma de nube, sobre 800.000 habitantes de la bahía. El lugar fue escogido por su proximidad al mar, su densa población, sus rascacielos, y porque su propia niebla además de camuflar la masa de patógenos ayudaría a extenderla a las ciudades colindantes.

Objetivo: estudiar el impacto de dicha arma NO sobre la salud de los seres humanos, sino sobre:

+Las corrientes del viento que portaban las bacterias asesinas.
+La neblina que hacía de vehículo para extenderlas a gran escala
+El tiempo que tardarían las bacterias en alcanzar a otras regiones y la cantidad necesaria para infectarlas.
+Monitorear la vulnerabilidad de una gran urbe a un ataque biológico, su huella sobre el medio ambiente, y la forma adecuada de detenerlo.

Eligieron a la SM por dos razones:

1+ Ser una sustituta de la bacteria más letal llamada Bacillus Anthracis (BA), el ántrax, el mismo que no fue enviado en 2003 por Sadam Husein en sobres a EEUU (siendo este otro pretexto para bombardear la nación iraquí), sino por un agente del FBI llamado Bruce E. Ivins, empleado de Instituto Militar para el Estudio de Enfermedades Infecciosas durante 18 años, quien investigaba una vacuna contra esta bacteria: contagió a 22 de sus compatriotas, y mató a cinco de ellos.

Produce un pigmento rojo que lo hace fácilmente rastreable como "organismo marcador" en el mapeo de la propagación de microbios en un espacio.

El mismo año, hicieron experimentos parecidos en los condados de Calhoun (Alabama) y Key West (Florida), provocando un alto índice de neumonía.

Resultado: todo un éxito para la industria criminal de armas y sus representantes políticos, en lo que fue uno de los mayores experimentos con armas bacteriológicas la historia. Las muestras tomadas en 43 lugares de la propagación de las bacterias mostraron su efectividad: Además de la bahía, las ciudades próximas fueron contaminadas por los patógenos.

Los ciudadanos lo sabrían posteriormente gracias al periodismo de investigación del diario Longday Newsday en 1976.

Pero la Operación Sea-Spray no fue ni la primera ni la última en la que EEUU ensayó con armas biológicas.

Una inquietante cronología

Según los datos publicados en la prensa estadounidense:

+ 1920: El ejército, en un ensayo con humanos, roció con espray de SM un contingente de soldados norteamericanos, para estudiar su impacto. Pronto sabrán que la SM provoca septicemia, infecciones respiratorias, endocarditis, osteomielitis, infecciones oculares y meningitis.

+ Década de 1930: El Instituto Rockefeller de Investigaciones Médicas (fundado en 1901) utilizó a los ciudadanos estadounidenses como "conejillos de indias" -revela la revista Whiteout Press-, infectándoles con células cancerosas, de forma encubierta. Este instituto fue el descubridor del virus Zika en 1947.

+ 1942: El programa de armas biológicas de EEUU se hace oficial por orden del presidente Franklin Roosevelt.

+ 1943: El Comando Médico del Ejército en Fort Detrick, Maryland, investiga el uso de ántrax, brucelosis (que provoca la fiebre de Malta), toxina botulínica, peste, peste bovina, la bacteria Francisella tularensis, la Coccidioides (causante de la fiebre San Joaquín), la rickettsia, entre otros, y su impacto sobre el medio ambiente, como armas biológicas y utilizando organismos vivos. Este centro, entre los años 1954 y 1973, realizó la Operación Whitecoat, en la que estudiaba la fiebre Q, la fiebre amarilla, y la peste bubónica sobre cientos de monos, todos muertos tras un sufrimiento indescriptible.

Luego hicieron pruebas en al menos 2,200 personas sin su conocimiento, reclutadas a través de la Iglesia Adventista. Al igual que los monos, eran atados a las sillas a la luz del sol mientras se les rociaba con los patógenos (cabría pensar que les eligieron para castigarles por ser objetores de conciencia y repudiar la guerra). El objetivo era estandarizar el llenado de bombas de estos productos para ataques contra poblaciones con un determinado número de miembros.

+ 1945: Proyecto Paperclip (Sujetapapeles), nombre de la clave utilizada por la CIA y el Ejército para rescatar a los científicos nazis y japoneses acusados de crímenes de guerra y ofrecerles inmunidad e identidad falsa a cambio de trabajar para EEUU en proyectos de armas secretas, entre ellas nucleares y microbiológicas.

+ 1947: Código de Nuremberg, redactado tras las revelaciones de los experimentos con seres humanos en los campos de concentración nazis y japoneses, establecía normas éticas en dichas investigaciones, entre ellas, que deberían: 1) contar con el consentimiento del voluntario y 2) que éste estuviera correctamente informado sobre el proceso y las consecuencias del ensayo. Solo cuatro años después, EEUU violará el Código, realizando uno de los mayores experimentos humanos de la historia en San Francisco.

+ 1948: EEUU crea el Comité de Guerra Bacteriológica y diseña un programa de experimentación con la población. El mismo año, el Pentágono abre el Centro de Guerra Biológica en la isla de San José de Panamá, un depósito de agentes venenosos, gas mostaza y agentes nerviosos.
+ 1950: La operación Sea-Spray, antes mencionada, provoca el ingreso de once vecinos de San Francisco en el Hospital de Stanford aquejados de graves infecciones del tracto urinario. La enorme cantidad de SM en el cuerpo de los enfermos alertó a la técnica de laboratorio Anne Zuckerman, quien dio la voz de alarma. Los médicos, desconcertados, desconocían su origen. La familia del único paciente fallecido, Edward J. Nevin de 75 años, -que se recuperaba de una cirugía, y murió poco después debido a una infección en las válvulas cardíacas -, intentó, sin éxito, demandar al gobierno federal por su muerte.

La bacteria ha vuelto a aparecer en algunas áreas de la bahía, según The San Francisco Chronicle, mostrando su "inmortalidad". Este caso ha sido analizado por el experto en bioterrorismo Leonard Cole en su libro "Nubes de secreto".

+ 1951: El Ejército libera entre los trabajadores negros del Centro de Suministros Industriales de Norfolk el hongo Aspergillus fumigatus -que puede provocar enfermedades pulmonares y asma en personas con sistemas inmunitarios debilitados-, para saber si los afroamericanos eran más susceptibles a dicha infección.

+ 1954: "Síndrome del pañal rojo" fue el nombre dado a un experimento en el Hospital Universitario de Wisconsin sobre los recién nacidos contagiados con la bacteria SM. La orina de color rojo de los bebés les permitía estudiar la mutación del patógeno.

+ 1965, mayo: El ejército libera la BG en el Aeropuerto Nacional de Washington y rocía el terminal de autobuses de Greyhound Lines con la bacteria. Decenas de pasajeros la llevaron a unas 35 ciudades en siete estados.

+ 1966: En el Aeropuerto Nacional de Washington rociaron las maletas de los pasajeros, entre el 7 y el 10 de junio de ese año, y arrojaron bombonas llenas de material biológico por las rejillas de ventilación del metro de Nueva York, exponiendo a un millón de personas. "Porque hay muchos subterráneos en la URSS, Europa y América del Sur" argumentaron, y querían ver su expansión.

+ 1967: El Pentágono detona proyectiles de artillería y cohetes llenos de gas sarín (nervioso) en la Reserva Forestal de Hawai que provoca el coma y la muerte de un número indeterminado de personas. El objetivo de la prueba, llamada Red Oak, Fase 1, es "evaluar su efectividad en un ambiente de selva tropical".

+ 1969: Los investigadores informan al presidente Richard Nixon de que la capacidad de las armas biológicas de EEUU es limitada ya que no consiguen un aceptable inventario de agentes biológicos secos, o sea en polvo. Ese año, Nixon, pone fin a los aspectos "ofensivos", que no defensivos, del programa de armas biológicas de EEUU.

En esta década, el ejército dispersó sulfuro de zinc (una sal con azufre) y cadmio (uno de los metales más tóxicos que existen, utilizado, comúnmente, en baterías) sobre Minnesota y otros estados del medio oeste, y comprobó que sus partículas se extendían hasta 1.600 kilómetros. El Comité de Guerra Biológica del Pentágono se centraba en probar organismos "inocuos" en sistemas de ventilación, metro y suministros públicos de agua, en evaluar la eficacia de los agentes biológicos como armas de sabotaje, y en el uso de esos agentes biológicos en operaciones especiales.

+ 1977: Gracias al periodismo de investigación, el Congreso tuvo que estudiar los casos denunciados.

El subcomité del Senado para la investigación sobre dichas pruebas admite que entre 1949 y 1969 el ejército y la CIA realizaron al menos 239 pruebas secretas de simulación de bioguerra en el suelo de EEUU -incluido Nueva York-, y que en unos 80 casos se usaron bacterias vivas y en el resto agentes químicos. Pero, a pesar de las duras críticas de algunos políticos, como el senador Richard Schweiter, por la realización de dichas pruebas, la Armada continuó con los ensayos.

+ Década de 1990: Utilizaron a los presos de las cárceles de Tejas para probar unas nuevas armas químicas que luego lanzarían contra la población iraquí. El llamado "síndrome del Golfo" [Pérsico] se descubrió cuando los mismos soldados que esparcieron estos agentes contra otros seres humanos padecieron graves enfermedades, que incluso transmitieron a sus hijos, nacidos con espantosas deformaciones físicas. El fundador de Instituto de Medicina Molecular de California, Garth L. Nicolson, escribió:  "Miles de veteranos de la guerra del Golfo Pérsico de los Estados Unidos sufren las consecuencias de haber estado expuestos a armas radiológicas, químicas y biológicas". O sea, que las Armas de Destrucción Masiva están en manos del acusador.

1994: El informe del senador John Rockefeller revela que durante décadas el ejército de EEUU expuso intencionalmente a cientos de miles de sus propios soldados a microbios peligrosos, gas mostaza y gas nervioso, radiaciones, sustancias alucinógenos y psicoquímicas.

+ 2013: La revista Veterans Today afirma que el Pentágono había invertido 300 millones de dólares en un programa secreto de guerra biológica, en el Laboratorio Central de Referencia en Tbilisi, Georgia (Cáucaso), frontera con Rusia.

Pero, ¿acaso el ejército, los servicios de inteligencia y nuestros gobernantes no están para proteger a los ciudadanos frente a los enemigos según nos dicen?