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Panamá: el calor de la implosión

 Por: Guillermo Castro H.

 

“La colonia continuó viviendo en la república;

y nuestra América se está salvando de sus grandes yerros

– de la soberbia de las ciudades capitales,

del triunfo ciego de los campesinos desdeñados,

de la importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas,

del desdén inicuo e impolítica de la raza aborigen –

por la virtud superior, abonada con sangre necesaria,

de la república que lucha contra la colonia.”

José Martí, 1891[1]

 

Estos son tiempos en que todos esperan explosiones sociales. ¿Qué ocurre, sin embargo, cuando el orden social y político no estalla, sino que se va desmigajando bajo el peso acumulado de las contradicciones que lo corroen? Ocurre una implosión – que como todo proceso de descomposición genera su propio calor -, de consecuencias más imprevisibles que las del gran desorden contra el que nos advierten cada día los heraldos del Estado, sus partidos políticos y aquellos que antaño se llamaban a sí mismos “las fuerzas vivas” del país.

Tal, el caso en curso en Panamá. Aquí, la restauración conservadora impuesta por el golpe de Estado de diciembre de 1989 ha venido a desembocar 33 años después en una situación de crecimiento económico incierto; inequidad social persistente; degradación ambiental; disfuncionalidad institucional creciente, y una desesperanza cada vez más amplia en la capacidad del orden vigente para encarar los problemas que ese orden ha creado.

La más cómoda y versátil de las explicaciones a estos males por parte de los grandes beneficiarios de lo que entonces fue promesa y hoy va siendo desengaño es de una simpleza ejemplar. Todo se debe, dicen, a la corrupción, que a su vez se debe a la pérdida de valores cívicos que resulta del deterioro moral de la familia y la educación, y se consolida con el despilfarro de recursos públicos en el subsidio a la pobreza y al clientelismo político.

Desde otra perspectiva, aún en formación, sectores políticos emergentes perciben, y van ganando en capacidad para expresarlo, que esos cinco problemas mayores constituyen en realidad expresiones distintas e interactuantes de un mismo problema mayor: el del agotamiento del modelo de desarrollo transitista imperante en el país desde el siglo XVI. Ese modelo combina hoy, para decirlo desde Marx, los problemas que genera el desarrollo del capitalismo con los que se derivan del carácter desigual y combinado de ese desarrollo. Así,

 

Además de las miserias modernas, nos agobia toda una serie de miserias heredadas, resultantes de que siguen vegetando modos de producción vetustos, meras supervivencias, con su cohorte de relaciones sociales y políticas anacrónicas. No sólo padecemos a causa de los vivos, sino de los muertos. Le mort saisit le vif! [¡El muerto atrapa al vivo!][2]

 

Los muertos que atrapan a los vivos aquí se nutren de las raíces de una temprana inserción en el desarrollo del mercado mundial como centro de servicios a la circulación de personas, mercancías y capitales. En su versión inicial, aún de carácter precapitalista, esa función fue organizada a partir del interés de la Corona española en garantizar el control comercial y político sobre el Istmo que la vinculaba a sus posesiones del Pacífico sudamericano. Ya en el siglo XX ese control ingresó a la modernidad mediante en el protectorado militar impuesto a Panamá por los Estados Unidos con el tratado Hay-Bunau Varilla, de 1903.

Aquel tratado, como sabemos, avaló la separación de Panamá de Colombia; le otorgó a los Estados Unidos el monopolio del tránsito marítimo por el Istmo mediante la construcción de un canal interoceánico al amparo de un enclave conocido como la Zona del Canal, y concedió le otorgó el derecho a intervenir manu militari para preservar el orden en las ciudades de Panamá y Colón. La Constitución de 1904, a su vez, amplió a todo el país el alcance de ese derecho a la injerencia, por iniciativa de los políticos que la redactaron.

Aun cuando ese régimen de protectorado, tras dar su zarpazo mayor en diciembre de 1989, se vio formalmente cancelado en diciembre de 1999, al culminar la ejecución del Tratado Torrijos-Carter, dejó un legado cultural y político que se renueva con la crisis en curso. Esto tiene su importancia cuando el enclave de servicios transnacionales creado de entonces acá en torno al Canal parece haber dado todo de sí, y el modelo transitista sólo puede garantizar el crecimiento sostenido de la economía panameña a cuenta del sacrificio de la población trabajadora, de los ecosistemas del Istmo, de una democracia eternamente frágil, y del desencuentro constante entre la soberanía popular y la nacional.

Ante ese deterioro, la solución invocada por los administradores de la cosa pública en lo económico consiste en agregar a los ingresos que genera el Canal los que genere la explotación de una gran mina de cobre y oro a cielo abierto, ubicada en la vertiente Atlántica del Istmo, que ha devastado ya miles de hectáreas de bosque tropical. Y eso además es promovido como el despegue del proyecto de hacer de Panamá una “nación minera”.

 Para los sectores aquí dominantes, esa combinación de enclaves de servicios transnacionales y extractivismo resulta sumamente atractiva en su capacidad para generar ingresos sin correr los riesgos de una transformación social. Así la transferencia del Canal al Estado panameño, tras generar entre 2000 y 2020 ingresos al Tesoro Nacional por 18,700 millones de dólares, permitió a la Autoridad del Canal de Panamá invertir 5 mil millones en la ampliación de la vía interocéanica entre el 2009 y el 2016, además de los ingresos generados por esa inversión. La gran minería, por su parte, invirtió cerca de 6 mil millones de dólares entre 2012 y 2019, que para el 2021 generarían réditos por unos 2 mil millones. [3]

Con todo, la otra cara de esta economía es mucho menos halagüeña. En el lindero entre lo económico y lo social, la mitad de la fuerza de trabajo del país está en la informalidad, y los índices de pobreza permanecen contenidos por cuantiosos subsidios financiados con deuda externa, mientras los servicios públicos de educación, salud, gestión de desechos y seguridad social atraviesan por un deterioro sostenido. En estas circunstancias el sentido mismo de ciudadanía se ve erosionado por el ciclo de incompetencia y corrupción generado por el régimen política instalado en 1989, que ha sumido al país país a una situación de incertidumbre y deterioro, que por momentos recuerda a la que padeció a fines de la década de 1960.

Esta situación se ve agravada por el bajo nivel de organización de los sectores populares y de capas medias, por el prolongado empantamiento de nuestro pensamiento político en el dogmatismo neoliberal, y por el peso del legado cultural y político del protectorado. Aun así – y quizás en reacción a ese empantamiento -, el ciclo que se cierra inaugura una creciente convergencia de agrupamientos de políticos e intelectuales contestatarios, que incluye el ingreso a la vida política y cutural de un relevo generacional, que anuncia una innovación como la señalada por José Martí al saludar en su ensayo Nuestra América, de 1891 que

 

Los jóvenes de América se ponen la camisa al codo, hunden las manos en la masa, y la levantan con la levadura de su sudor. Entienden que se imita demasiado, y que la salvación está en crear. Crear es la palabra de pase de esta generación.[4]

 

            Esa capacidad de creación se expresa, hoy, en la construcción de una visión de país que trasciende la cultura del transitismo y alienta la formación de una política nueva, que rechaza aquella “importación excesiva de las ideas y fórmulas ajenas” para encarar desde nuestra realidad el conjunto de los problemas del país. Se promueve ahora el ejercicio de nuestras capacidades para pasar de la denuncia de nuestros males al estudio de las manifestaciones de nuestros problemas económicos, sociales, ambientales, culturales y políticas más relevantes, para encararlos en su conjunto – no por partes, ni mediante iniciativas dispersas y ejercicios de postergación de decisiones que puedan afectar al modelo transitista.

Ese paso de la denuncia al análisis facilita el que va de la propuesta al programa de lucha política necesaria para encarar la crisis en sus causas. Con ello, empieza a hacerse posible el ejercicio de las capacidades de nuestra gente para iniciar, al calor generado por la implosión en curso de la sociedad que hemos sido, la forja en nuestra tierra de una sociedad en la que la soberanía popular y la nacional coincidan, y cuyo desarrollo sea sostenible por lo humano que llegue a ser.

 

Alto Boquete, Panamá, 3 de mayo de 2023



[1] “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. VI, 19.

 

[2] El Capital. (1867) Prólogo a la primera edición. Marx, Karl (2019: 268)): Antología. Selección e Introducción de Horacio Tarcus. Siglo XXI editores, Buenos Aires.

 

[3] Chapman Jr., Guillermo: Hacia una nuevas visión económica y social de Panamá. Una propuesta para la reflexión. Panamá, 2021.

https://www.indesa.com.pa/wp-content/uploads/2021/04/HACIA-UNA-NUEVA-VISION-ECONOMICA-Y-SOCIAL-EN-PANAMA-GUILLERMO-CHAPMAN-JR..pdf   

 

[4] “Nuestra América”. El Partido Liberal, México, 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 20.

 

 

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La encrucijada de la economía formal

Al hablar del desarrollo de la economía formal y su integración al sistema-mundo es preciso señalar que está guarda estrecha relación a los fenómenos naturales coyunturales a la relación del hombre con el capital y su medio geográfico que lo rodea. Se refiere al intercambio con el medio ambiente natural y social, en la medida que este intercambio tiene como resultado proporcionarle medios para su necesaria satisfacción material con respecto al uso de la fuerza de trabajo y el valor del uso del bien común.

 

En efecto, el análisis histórico de “la gran transformación” se inicia con la compresión de las reacciones sociales, que se dieron en el contexto de la Inglaterra de finales del siglo XVIII, a la mercantilización de las esferas de la vida social que hasta ese momento habían quedado al margen del comercio, como la tierra o la fuerza de trabajo (Rendueles, 2004).

 

Por otro lado, en la economía formal la voluntad de la sociedad es ajena a los procesos económicos en la que no existen modelos como intención previos al proceso económico. El valor fundamental en la economía formal es la eficiencia y la ética deriva de conductas coherentes vinculadas con la producción y la óptima asignación de los recursos (Polanyi, 1976).

 

En este sentido, la economía formal, tampoco explicaría un análisis de la elección racional-individual y menos la diferencia entre estas pautas de consumo que se va adentrando más y más en la periferia de la ciudad penetrando incluso en la sociedad de consumo donde la relación de mercado se vuelve más intolerante a la balanza de ganancias. Para la cultura moderna y posmoderna, existe la idea que desarrollo implica progreso, y que el progreso es un valor.

 

El objeto de la economía formal como lo define la economía keynesiana es concebir el desarrollo como un proceso histórico de transformaciones sociales y productivas operadas en el sistema capitalista, tanto en su infraestructura física, en sus relaciones sociales, y en su cultura, con el fin último de contribuir a la expansión de la riqueza (PBI) y al mejoramiento del bienestar de la población; todo ello como pilares básicos que sustentan la continuidad del capitalismo (Keynes, 1936).

 

En efecto, fuera del sistema de precios formados por el mercado, el análisis económico pierde la mayor parte de su relevancia como método de cambio del sistema económico. Hoy en día, el sistema de planificación económica ideado en el seno de las luchas de clases es producto de la informalidad, en la mayoría de los países de América Latina durante la pandemia del Covid-19, y constituye un ejemplo de crisis de la economía formal.

 

Datos generales:

Autor: Dumas Myrie S.

Profesor de historia, Universidad Cristiana de Panamá

Twitter: @dumas997 

CONVOCATORIA ABIERTA DE LA FUNDACION FORD


Les comparto la iniciativa del fondo Ford 2023, la cual está abierta para nuestro país.  Es una gran oportunidad para presentar sus proyectos y hacerlos realidad.

En la parte inferior de este correo encontrarás las especificaciones para participar.

Ford Centroamérica y Caribe te invita a que participes de la edición 2023 del programa Donativos Ambientales Ford. Si cuentas o conoces de un proyecto comunitario que impacte positivamente el medioambiente y contribuya a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, esta es tu oportunidad de amplificar su alcance. Accede ya a la página web www.donativosambientalesford.com para conocer más detalles y presentar tu propuesta. Tienes hasta el 31 de mayo para participar.
 
Para esta edición se distribuirán 56 mil dólares entre los proyectos ganadores de Panamá, Costa Rica y República Dominicana.
 
Las categorías son las siguientes:

Conservación y Recuperación de la Biodiversidad: proyectos vinculados a la protección, recuperación y conservación de los ecosistemas, su flora y fauna y el recurso agua; 
Seguridad Alimentaria: proyectos de agricultura ecológica y aquellos vinculados al manejo sostenible de ecosistemas que sean estratégicos para la disponibilidad, acceso y consumo de alimentos saludables en comunidades vulnerables; 
Gestión de Residuos: proyectos que contribuyan a reducir, reutilizar, reciclar y recuperar los residuos generados en las comunidades y generen una cultura ciudadana de manejo correcto de los desechos; y 
Energías Renovables: proyectos que promuevan el uso de fuentes de energía basadas en los recursos naturales renovables como una forma de contribuir en la lucha contra el cambio climático.     

¿Cómo participar?

1. Deberás entrar a la página donativosambientalesford.com
2. Lee las reglas y condiciones de la convocatoria y si tu proyecto cumple con los requisitos, deberás llenar la solicitud que se pide.
Para conocer más detalles sobre cómo presentar tu proyecto en la página web de Donativos Ambientales Ford, te invitamos a que te conectes al webinar de inducción que se realizará el jueves 11 de mayo a las 10:00 am (Panamá), 11:00 am (República Dominicana) y 9:00 am (Costa Rica), en donde se les brindará orientación sobre el proceso de inscripción y se aclararán dudas de los participantes.

Del agua entre los mares

Por: Dr. Guillermo Castro H.

De súbito, en apariencia, la degradación constante en las relaciones entre la sociedad panameña y su entorno natural se ha tornado socioambiental. El debate en torno a un contrato entre el Estado panameño y la minera canadiense First Quantum, que ya venía explotando una enorme concesión minera en el entorno de áreas protegidas vinculadas al Corredor Biológico del Atlántico Mesoamericano, se combinó con un gran incendio en el relleno sanitario de la Capital, situado entre la cuenca del Canal y áreas ya urbanizadas de la ciudad. A esto se sumó la protesta masiva de residentes en las ciudades dormitorio situadas en la ribera Oeste del Canal, a quienes se les han vendido viviendas sin dotación segura de agua potable mientras, por su parte, el Administrador de la Autoridad del Canal de Panamá advertía al país sobre la necesidad de atender a las necesidades de abastecimiento de agua para la vía interoceánica en el mediano plazo.

Panamá ha ingresado así – y a una escala no vista antes - a una circunstancia en que grupos sociales distintos aspiran a hacer usos mutuamente excluyentes de los recursos de un mismo ecosistema. Tal es el terreno de la ecología política, que hasta ahora carecía de un lugar relevante en nuestra cultura ambiental, aún vinculada en buena medida al conservacionismo conservador norteamericano. Pero ahora puede ser que 2024 pase a ser el año en la ecología política encuentre un lugar para sí entre nosotros.

El país, por ejemplo, necesita establecer una política realmente pública en materia de gestión del agua. Dado que la política es cultura en acto, el proceso de formación y formulación de esa política deberá insertarse en otro, más amplio y complejo, de formación de una cultura del agua correspondiente al papel que ésta desempeña en la sostenibilidad del desarrollo humano de la sociedad panameña. Y esto, a su vez, demanda indagar en la manera en que las contradicciones en nuestra relación con el agua se vinculan con las que animan nuestro desarrollo social.

En lo general, sabemos que el agua es un elemento vital en el metabolismo entre las sociedades humanas y sus entornos naturales. Aquí, lo que distingue la relación de los humanos con el agua consiste en que todos los demás seres vivientes la utilizan, pero solo nuestra especie la transforma. Así, si bien para todos los seres vivientes es un elemento natural, los humanos se vinculan con ese elemento transformándolo en un recurso adecuado a sus necesidades.

En esa relación entre la especie, el elemento y el recurso destacan dos elementos. Uno, que la relación entre ambos está mediada por el trabajo socialmente organizado. Otro, que el carácter y el alcance de esa organización social del trabajo cambia con el desarrollo histórico de la sociedad, y con los cambios que en ese proceso ocurren en su entorno natural.

Así, el agua tiene tanto una historia natural como tiene una historia social, cuya combinación sustenta su historia ambiental, que hace parte de otra, más amplia: la del desarrollo humano a partir del metabolismo que cada sociedad establece con su entorno natural.  En ese sentido, por ejemplo, el historiador y sinólogo Karl Wittfogel resaltó en su momento la existencia “de al menos dos grandes tipos de civilizaciones agrarias rural - urbanas -las hidráulicas y las no hidráulicas”, destacando el peculiar potencial civilizatorio de las primeras a partir de la eficacia de su producción agrícola.[1]

Para Wittfogel, ese potencial estaba determinado por la capacidad de aquellas civilizaciones para la gestión del agua como recurso para la agricultura a partir del hecho de que -a diferencia de otros factores como la temperatura, la disposición de la superficie, la fertilidad del suelo, y el carácter de las plantas cultivables - el agua “es el único recurso que tiende a aglomerarse en bulto.” Al respecto, propuso una caracterización de las actividades agrícolas a partir de su relación con el agua.

Así, llamó pluviagricultura a aquella en la cual “un clima favorable permite el cultivo sobre la base de las precipitaciones naturales”; “hidroagricultura”, a la que recurre a la irrigación, aunque solo a pequeña escala, y “agricultura hidráulica” a aquella en que la abundante oferta de agua disponible lleva “a la creación de grandes obras hidráulicas, productivas y de protección, que son administradas por el gobierno.” Esta combinación de “una agricultura y un gobierno hidráulicos, y una sociedad organizada en torno a un único centro,” dijo, “constituye la esencia institucional de la civilización hidráulica.”

Para Wittfogel, la eficacia administrativa de ese tipo de civilización podía incluso dar lugar a la existencia de gobiernos que, sin tener funciones hidráulicas relevantes, utilizaran los métodos de administración y ejercicio del poder propios del “despotismo hidráulico” con el fin de “mantener débil a la propiedad privada, y políticamente impotentes a las fuerzas no burocráticas de la sociedad.” Tal, quizás, sea el caso de Panamá.

De hecho, el agua como recurso natural siempre es objeto de una política – implícita o explícita -, cuyos orígenes, racionalidad y posibilidades de transformación y desarrollo pueden y deben ser estudiados. En el caso de Panamá nuestra cultura del agua ha tenido dos momentos formativos. Entre los siglos XVI y XIX, fue una pluvicultura. Del XX acá, es una cultura hidráulica, ligada primero a la construcción y operación del Cana en el marco de una relación de protectorado impuesta por la mayor potencia capitalista del Hemisferio a una pequeña sociedad comercial y agraria, primero, y de una red de hidroeléctricas, después, a la que ahora se agrega la minería metálica a cielo abierto en la región más lluviosa del país.[2]

Así, los conflictos en torno al agua se expresen aquí a partir de la contradicción entre una cultura hidráulica dominante en la administración del Canal de Panamá y en el imaginario estatal, que coexiste en una relación inarmónica con la pluvicultura dominante en el resto de la sociedad. La cultura hidráulica, en efecto, hace una administración centralizada y cuidadosa del agua. La pluvicultura, en cambio, simplemente se apropia del agua donde esté disponible, la utiliza en actividades de muy limitada complejidad, y la devuelve sin tratamiento alguno a su entorno natural.

De esta inarmonía proviene el hecho de que en Panamá el agua sea un elemento natural muy abundante, pero un recurso natural cada vez más escaso debido a la ausencia de una adecuada gestión de las cuencas hidrográficas, y el uso muy frecuente de los cursos de agua como vertederos de desechos. Todo ello deteriora la calidad del elemento natural e incrementa los costos de su producción como recurso para actividades complejas, como las que demandan agua potable.

En estas circunstancias, la atención a los problemas indicados demandaría un alto grado de organización social comunitaria, y una efectiva capacidad de gestión de los municipios. Ambas cosas están ausentes en Panamá, en particular la organización social de los sectores populares y de capas medias, que los condena esperar que el Estado encuentre la voluntad y los recursos para atender a sus necesidades. El Estado, por su parte, espera de esos sectores paciencia y comprensión – mientras mayores, mejor – porque en realidad carece hoy de la capacidad para comprender y atender a esas necesidades, y trabajar con los afectados en su solución.

Dicho en liberalés, Panamá requiere fomentar su capital natural mediante el fomento de su capital social, para hacer posible la protección del elemento y garantizar la disponibilidad del recurso. De ese doble fomento hace parte el proceso de formación y formulación de una política del agua sustentada en la capacidad de nuestra gente para comprender y ejercer relaciones con el agua que contribuyan a resolver los problemas socioambientales que hoy afectan su relación con ella.

Esto, naturalmente, demandará promover y facilitar la organización social y comunitaria que permita a la población construir una relación social con el agua que contribuya al desarrollo humano en el siglo XXI. Tal política nos permitiría iniciar el tránsito desde el despotismo hidráulico a la gestión democrática del agua, en el camino que nos lleve a la economía del Pro Mundi Beneficio – como lo proclama el escudo nacional -, por otra que haga de los servicios al tránsito interoceánico e interamericano la base de una sociedad que trabaje con el mundo Pro Domo Beneficio, como debe ser.

 Alto Boquete, Panamá, 10 de abril de 2023

[1] “The Hydraulic Civilizations”, en Thomas, William L. (ed  .), 1956: Man’s Role in Changing the Face of the Earth, The University of Chicago Press, 1967. Traducción de Guillermo Castro H.

 

[2] De hecho, la abundancia del agua en Panamá generó un grave problema y una innovadora solución para el tránsito interoceánico entre fines del siglo XIX y comienzos del XX. El proyecto francés de un canal a nivel, en efecto, fracasó en su intento de conquistar el agua conquistando la tierra. El canal norteamericano, logró dominar el agua trabajando con ella, para convertir el elemento natural provisto por el río Chagres en el recurso natural almacenado y administrado en el lago Gatún.

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¡No está aquí… ha Resucitado!

Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +


Este domingo 9 de abril, celebramos una la fiesta más conmemorativa de la cultura de la fe cristiana, la “festividad de la Pascua de Resurrección”.  Y es por ello que en el rito de las muchas denominaciones cristianas con tradición católica e inclusive protestantes, inicia con esta antífona: ¡Aleluya! Cristo ha resucitado. Y las multitudes responden a la misma: ¡Es verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya! ¡reafirmando la comunidad cristiana: ¡Alegría y Fe de que la vida de nuestro Señor Jesucristo no terminó en el Calvario y que ha Resucitado!

En el evangelio de Mateo, escrito en el año 70 aproximadamente d.C., en su capítulo 28: versículo 6, nos encontramos con una de las tantas narraciones sobre lo sucedido al maestro de Nazareth, después de sufrir la penosa crucifixión y haber sido puesto en su tumba sellada y custodiada por soldados romanos, gracias a la generosidad de José de Arimatea, fariseo y miembro noble del Sanedrín judío de la época. “v. 6 No está aquí, sino que ha resucitado, como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.” Señala el evangelista Mateo.

Habían ya pasado más de 70 años cuando se escribe está historia en el evangelio de Mateo.  Ya el evangelista Marcos, en los años 60 d.C. aproximadamente, había escrito con anterioridad como se puede constatar en el capítulo 15 versículos 42 y siguientes… siendo así una de las fuentes de Mateo para narrar el hecho a parte de otras más.  Lo cierto es que la vida de muchos fue impactada por la vida del maestro Jesús de Nazareth, tomando parte del proyecto de este en establecer las bases para que, un “Nuevo Reino” naciera en el corazón de todos los seres humanos.

Han pasado 2023 años y la Iglesia, que es el “Cuerpo Místico de Jesucristo”, como lo dictaminará el apóstol san Pablo de Tarso, continúa sin parar en la ardua tarea de la evangelización de los pueblos; pese a que la misma a través del tiempo, ha vivido como dice un antiguo himno cristiano: “con odio o desdén; con el error y con los cismas, siendo desgarrada en el vaivén, a través de sufrimientos, fatigas y dolor” de muchos hombre y mujeres entregados al compromiso de la Fe.

El pueblo cristiano en todas partes sigue celebrando año tras año la semana santa, en medio de situaciones verdaderamente vergonzosas para un mundo con sin fin de necesidades.  No voy a señalar las mismas pues sería llover sobre mojado, pero estoy seguro que todos las conocemos.  Ahora se nos ha sumado las Pandemias Mundiales por el Coronavirus COVID-19 y sus múltiples variantes, La Gripe Aviar, y otras.  Los grandes líderes cristianos y de otras religiones y filosofías seculares están constantemente haciéndonos un llamado a “Ser Íntegros con nuestros valores y creencias”.  Está de más señalar que, moralmente hablando estamos comprometidos con la “Verdad” y la Verdad es la que nos hará Libres como personas y pueblo.

2020 hasta la fecha, han sido años de grandes retos, de preparación para grandes eventos que tienen las características de convertirse en históricos para el mundo.  Hacemos un llamado para que todos nos dispongamos en alma, cuerpo y corazón a ser íntegros a conciencia y con el llamado y la grandiosa oportunidad que Dios nos ha dado, a través del maravillo sacrificio de su amado hijo Jesús, al que hoy día llamamos “Jesucristo.”

Que todos nuestros actos en la vida estén marcados por ese “Espíritu de la Resurrección”, que no es otra cosa que aquella verdad existencial de sabernos bendecidos por la gracia que proviene del Padre y de su amado Hijo.  Resurrección significa COMPROMISO con todo lo bueno, con todo lo que es bello, con todo lo que es mejor, con todo lo que beneficia a todos con todo lo que es Justo. Compromiso para combatir la maldad, los antivalores, las situaciones de muerte en que vive la humanidad hoy día.  Les deseo a todos “Felices Pascuas de Resurrección” y que, “Así alumbre vuestra luz”.

Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +

San Francisco, Ciudad de Panamá, Panamá

Email: rev.manningsuarez@outlook.com

Para estudiar a Martí

 Por: Guillermo Castro H.

“Y temas así, -culminantes y durables,

y de valor humano.”

José Martí, 1895[1]

Pocas tareas del campo del saber son tan complejas y demandantes como el estudio de un autor en su obra. Al respecto, Antonio Gramsci nos legó una detallada reflexión sobre las dificultades y tareas del estudio de la obra de Carlos Marx, a quien llamaba el fundador de la filosofía de la praxis.[2] Mucho de lo allí planteado tiene plena validez para el caso de otros autores de trayectoria y obra tan complejas como nuestro José Martí.

            Para Gramsci, el estudio del nacimiento “de una concepción del mundo que no ha sido expuesta sistemáticamente por su fundador (y cuya coherencia esencial [debe buscarse en] todo el desarrollo de la diversa labor intelectual, en la que están implícitos los elementos de la concepción),” demanda en primer término “una labor filológica minuciosa y llevada a cabo con el máximo escrúpulo de exactitud, de honestidad científica, de lealtad intelectual, de rechazo de todo prejuicio, apriorismo o partidismo.”

Esto requiere “reconstruir
el proceso de desarrollo intelectual del pensador en cuestión para identificar los elementos […] que han sido asumidos como pensamiento propio,” pues sólo ellos constituyen “momentos esenciales del proceso de desarrollo.” Esta selección, además, puede / debe hacerse para períodos más o menos largos, que permitan apreciar el papel “de doctrinas y teorías parciales por las que el pensador puede haber tenido, en ciertos momentos, simpatía hasta haberlas aceptado provisionalmente y haberse servido de ellas para su labor crítica o de creación histórica y científica.”

El estudioso, dice Gramsci, conoce por propia experiencia que toda nueva teoría estudiada con “heroico furor” durante cierto tiempo, “atrae por sí misma, se adueña de toda la personalidad y es limitada por la teoría sucesivamente estudiada hasta que se establece un equilibrio crítico y se estudia con profundidad pero sin rendirse en seguida a la fascinación del sistema o del autor estudiado.” Y estas observaciones, añade,

valen tanto más cuanto que el pensador en cuestión es más bien impetuoso, de carácter polémico, falto del espíritu de sistema, cuando se trata de una personalidad en la cual la actividad teórica y la práctica están indisolublemente ligadas, de un intelecto en continua creación y en perpetuo movimiento, que siente vigorosamente la autocrítica del modo más despiadado y consecuente.

Ante estas circunstancias, dice, la labor debe incluir la reconstrucción de la biografía del autor “no sólo en lo que concierne a la actividad práctica sino, especialmente, en lo relativo a la actividad intelectual” y debe procurar el registro de “todas las obras […] por orden cronológico, dividiéndolo según motivos de tipo intrínseco: de formación intelectual, de madurez, de dominio y aplicación del nuevo modo de pensar y de concebir la vida y el mundo.” En esta tarea, la investigación “del leit-motiv, del ritmo del pensamiento en desarrollo tiene que ser más importante que las afirmaciones aisladas y casuales o que los aforismos separados.”

A lo anterior se agrega distinguir entre las obras que el autor “ha llevado a término y ha publicado y las que han permanecido inéditas por incompletas y han sido publicadas por algún amigo o discípulo, no sin revisiones, reelaboraciones, cortes, etc., es decir, no sin una intervención activa del editor.” El contenido de esas obras” dice, debe ser encarado “con mucha discreción y cautela, porque […] no se puede considerar definitivo; no es más que un material en proceso de elaboración, provisional” y no se puede excluir “que el autor repudiase totalmente o en parte o no considerase satisfactorias estas obras, especialmente si hacía mucho tiempo que las estaba elaborando y no se decidía nunca a completarlas.”

En el caso de Marx, Gramsci se refiere directamente a la edición por Engels de los tomos II y III de El Capital, tras la muerte de aquel. En el de Martí, podría remitirse tanto a sus Cuadernos de Apuntes, que incluyen el resumen, en ocasiones muy detallados, de libros sobre historia de América y filosofía que no llegó a escribir, pero que ofrecen elementos de enorme interés para abordar el proceso de formación y las transformaciones de su pensar, como a las instrucciones que dejó a Gonzalo de Quesada el 1 de abril de 1895 para el ordenamiento y publicación de sus escritos.[3]

En el caso de la correspondencia, de tan decisiva presencia en la obra martiana, Gramsci recomienda “cierta cautela” en su estudio, dado que 

             La vivacidad estilística de las cartas, aunque sea a menudo más eficaz, artísticamente hablando, que el estilo más mesurado y ponderado de un libro, puede dar lugar a deficiencias en la argumentación; en las cartas, al igual que en los discursos y en las conversaciones, se verifican con más frecuencia «errores lógicos»; la mayor rapidez del pensamiento va, a menudo, en detrimento de su solidez.

 Y a esto se agrega, en Martí, que la abundancia de su labor epistolar no tiene un verdadero equivalente en la documentación de la correspondencia recibida.[4]

Lo planteado por Gramsci tiene además especial importancia cuando el objeto de este estudio hace parte del de la formación y las transformaciones de la geocultura del moderno sistema mundial. En lo más usual, estamos habituados a considerar ese proceso desde la perspectiva en que lo prsentara el Manifiesto Comunista, de 1848. Allí, Marx y Engels, tras señalar que la burguesía, “al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita”, plantean que ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común.  Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal.[5]

            El hecho en sí es indudable. Sin embargo, hoy diríamos que si alguna vez esta observación tuvo un carácter eurocéntrico, el desarrollo del mercado mundial – y la crisis global que hoy lo aqueja – permiten entender a esa geocultura como el producto de aquella interdependencia universal de los fenómenos, que algunos han considerado como la cuarta ley de la dialéctica.

Es en esa perspectiva como mejor cabe apreciar la universalidad de Martí. Ella aparece ya expresada en la plenitud de su fulgor en 1891, cuando en su ensayo Nuestra América – que es como el acta de nacimiento de nuestra contemporaneidad – advierte que entre nosotros “No hay batalla entre la civilización y la barbarie, sino entre la falsa erudición y la naturaleza”, y que es urgente conocer esto porque

            Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es el único modo de librarlo de tiranías. […] Los políticos nacionales han de reemplazar a los políticos exóticos. Injértese en nuestras repúblicas el mundo; pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas. Y calle el pedante vencido; que no hay patria en que pueda tener el hombre más orgullo que en nuestras dolorosas repúblicas americanas.[6]

             Siendo martianos, somos auténticos, que es hoy la única forma de ser universales. De eso trata el estudio de Martí: de encontrar el camino que nos permite partir de nosotros mismos al encuentro con la Humanidad entera.

                                                                                         Alto Boquete, Panamá, 20 de marzo de 2023



[1] “Testamento literario.” https://es.wikisource.org/wiki/Carta_a_Gonzalo_de_Quesada

 

[2] Gramsci, Antonio (1967): Introducción a la filosofía de la praxis. Selección y traducción de J. Solé Tura. Nueva Colección Ibérica. Ed. Península, Barcelona, 1967. Selección hecha sobre la Antología degli scritti de Antonio Gramsci. ® Instituto Gramsci, Roma

https://marxismocritico.files.wordpress.com/2011/11/introduccion-a-la-filosofia-de-la-praxis.pdf

 

[3] Carta a Gonzalo de Quesada, cit. El ordenamiento escogido fue temático, no cronológico. Este último es el utilizado por la Edición Crítica de las Obras Completas de José Martí – de 29 tomos ya, y aún en curso de producción por el Centro de Estudios Martianos en La Habana, Cuba.

 

[4] Al respecto, la antología Destinatario José Martí (2005), editada por Luis García Pascual y publicada por la Casa Editora Abril, La Habana, tiene el mayor interés en lo que hace a su vida personal antes que en lo relativo a su vida política e intelectual.

 

[5] Marx, Karl y Engels, Friedrich (1848): El Manifiesto Comunista. https://www.marxists.org/espanol/m-e/1840s/48-manif.htm

[6] “Nuestra América”. La Revista Ilustrada, Nueva York y El Partido Liberal, México, 1 y 30 de enero de 1891. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. VI, 17-18.

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¿Dónde estamos como sociedad en América Latina?


La expansión territorial es una de la característica más importante del desarrollo histórico de los Estados Unidos que amplio el crecimiento económico registrado en el Istmo y en todo el Caribe. Producto de la denominada fiebre de oro que trajo como consecuencia la construcción de una vía férrea la construcción representó una verdadera hazaña de ingeniería que trajo prosperidad pero choques raciales. 

A pesar de esto los Estados Unidos no han hizo otra cosa que ampliar su beneficio a costa de los demás amparados en el destino manifiesto en América Latina. 

En el mundo actual de la sociedad de la información y existiendo un nuevo movimiento de Orden Mundial, surge como alternativa al paralelismo entre mentalidad civilizadora del trópico y los temas de seguridad deconstruir los tradicionales paradigmas. 

El expansionismo que apunta a la creciente demanda de bienes de consumo o de capitales dentro del Estado busca expandirse y considera viable instaurar mecanismos internacionales de traslados de deudas de conciudadanos a los países tercermundistas. 

Es necesario aclarar que la expansión territorial norteamericana fue algo más que un simple proceso de crecimiento territorial, pues estuvo asociada a elementos de tipo cultural, político y también en un elemento vital en la historia de los Estados Unidos; presente desde el mismo momento de la fundación y considerado un elemento esencial del destino manifiesto. 

No debemos olvidar que formo parte de un proceso histórico más amplio, y que durante ese periodo se lanzaron a explorar y conquistar, dando forma a la presencia ideológica por medio del caos de la informalidad de la ocupación y la migración. 

Estos temas no deben buscar culpables en el imperio, sino trasladar los esfuerzos de la miseria humana y la persecución política en afincar la institucionalidad en América Latina.

Autor: Dumas Myrie S.

Docente

REFERENDUM PARA LA MINERÍA

Por: Miguel Antonio Bernal V.

        


         La participación ciudadana, prerrequisito en nuestros días para poder hablar de democracia, De lo contrario se está atentando contra uno de los principales derechos políticos del ciudadano, que es la fuente del poder público.

         El autoritarismo imperante, amparado en la constitución militarista impuesta desde  hace 50 años en nuestro país, encuentra sustento al mantener la errada creencia de que el ejercicio del voto es un derecho y un deber, exclusivamente para que participe en la designación de sus representantes en el gobierno del Estado: representantes de corregimientos, alcaldes, diputados, presidente.

         Se ha dejado de , en esta democracia amputada y secuestrada en la que vivimos, el derecho ciudadano a participar en la toma de decisiones de interés general, a través de medios de democracia directa que les son inherentes como ciudadano, tales comno la revocatoria de mandato, los cabildos, las consultas populares, las asambleas ciudadanas, el plebiscito y el referéndum, entre otros.

         Un instrumento básico de participación ciudadana lo es, hoy por hoy, el referéndum o referendo, que es un derecho político a través del cual los ciudadanos intervienen en forma directa, para expresar su voluntad en cualquier asunto público que pueda afectar al Estado.

         En un asunto de tamaña trascendencia, como lo es el tema de la explotación minera en Panamá y, en el caso concreto del contrato firmado por el gobierno panameño con la minera First Quantum, a espaldas de la ciudadanía, se impone entonces que exijamos la realización de un referéndum para que, a través del mismo, y en uso de nuestros derechos derechos políticos, podamos los panameños todos, decidir participativa y democráticamente lo relativo a la explotación de nuestros recursos minerales.

         Aún estamos a tiempo de redoblar nuestros esfuerzos, para lograr la participación ciudadana en la decisión que nos busca imponer el autoritarismo gobernante y que va, claramente en contar de nuestros intereses como país, como panameños.