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GAFCON 2018: Anglican Perspective
Canon Phil Ashey shares about the preparations for GAFCON 2018 from Entebbe, Uganda.
Economía política de las masacres
www.rebelion.org / 15-03-18
Cada año más de 30.000 ciudadanos de Estados Unidos pierden la vida a causa de disparos. Cada mes, en patios escolares, discotecas, salas de concierto, centros de trabajo y lugares públicos, personas inocentes son exterminadas por asesinos que manejan potentes armas semiautomáticas compradas legalmente. La Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas inglesas), una organización con 3 millones de afiliados, apoya y promociona el acceso libre a armamento militar. La inmensa mayoría de legisladores, presidentes y jueces de EE.UU. es partidaria de la posesión de esas mismas armas que causan las masacres.
¿Por qué
el sistema político estadounidense se lamenta de la frecuencia con que se
producen atentados masivos y sin embargo respalda el proceso político que hace
posibles las matanzas? El volumen, alcance y duración de las masacres requiere
que examinemos las características sistémicas a gran escala y largo plazo de la
economía política estadounidense.
Política bélica: Las masacres
en el exterior como símbolo del “heroísmo americano”
El
gobierno de EE.UU. ha participado en multitud guerras sangrientas en las que ha
masacrado a millones de civiles –incluyendo familias enteras en sus casas– que
no suponían ninguna amenaza para el pueblo estadounidense. Las guerras
representan el triunfo de la destrucción y la muerte como modo de promover los
programas políticos de Estados Unidos. Se rinde honores a los criminales de
guerra. Los conflictos políticos y problemas sociales internos se resuelven
destruyendo a adversarios inventados y a naciones enteras.
En una
economía política en la que las masacres perpetradas en el extranjero son
dirigidas por líderes elegidos democráticamente, ¿quién va a cuestionar el
comportamiento de un “vecino sociópata” que se limita a seguir el modo de
actuar de su presidente? Este hecho no debería sorprender a nadie: las masacres
al por mayor en el exterior promovidas por nuestros dirigentes se reproducen en
las masacres al por menor en el interior desencadenadas por el “chiflado local”.
Los medios de comunicación:
Hablan las armas, los asesinatos resuelven y los medios se enriquecen
Todos
los días, a todas horas, en todos los medios de comunicación, las armas y las
matanzas dominan las mentes, los pensamientos y las fantasías (o las
pesadillas) de los espectadores, especialmente de los millones que absorben el
“mensaje”. Las películas, los programas de televisión y los videojuegos están
plagados de conflictos que se resuelven por las armas, matando víctimas, ya
sean policías o civiles. Los problemas se resuelven mediante la violencia.
El
mensaje de los medios de comunicación es que las masacres logran victorias. Las
guerras y los asesinatos se reproducen en multitud de escenarios: hogares,
edificios públicos, escuelas, centros de trabajo, calles y plazas. Las guerras
y las masacres son un elemento esencial de este sistema político y los medios
de comunicación aseguran que penetren en la mente de las masas y se normalicen.
La economía
Las
armas que se utilizan en las masacres son un negocio muy lucrativo. Los
fabricantes, vendedores al por mayor, vendedores al por menor y clubs de armas,
así como las instituciones policiales y militares prosperan en este mercado
libre del asesinato. Los dirigentes políticos utilizan la economía que se mueve
alrededor de las armas para financiar sus campañas electorales.
Los
políticos ven con buenos ojos las guerras, la industria armamentística y las
asociaciones pro-armas, con lo que perpetúan las condiciones para que se
produzcan las masacres. Las grandes empresas están protegidas de los asesinatos
internos. ¿Por qué iban a preocuparse los ejecutivos y las élites políticas de
las matanzas que se producen en las escuelas públicas si sus propios hijos
están a salvo en sus caros colegios privados? Al fin y al cabo, están en juego
los votos y los beneficios. Solo los “fracasados” envían a sus hijos a
peligrosas escuelas públicas. Los “triunfadores” tienen alternativas más
seguras…
Soluciones
Para
hacer frente a la epidemia de matanzas masivas es esencial efectuar cambios en
la economía política.
1.
Reemplazar las políticas de guerras imperiales por el fomento de la diplomacia,
las negociaciones y la resolución pacífica de los conflictos.
2.
Reemplazar la cultura de las armas presente en los medios de comunicación por
los valores culturales de la solidaridad en comunidades seguras y comprometidas
con lo público.
3.
Reemplazar la obsesión de los civiles por poseer armas militares con una visión
de la propia vida edificada en torno a un ambiente saludable compartido por
vecinos comprometidos socialmente.
4.
Prohibir o regular los clubs de armas y las milicias. Abolir la venta del
armamento militar que se utiliza en estas carnicerías. Las armas empleadas en
tiro deportivo y en la caza son diferentes de las armas de guerra utilizadas
para masacrar a docenas de niños apiñados en sus aulas.
Planteamientos falsos y
verdaderos sobre las masacres
El
presidente Trump ha propuesto armar a los profesores para “solucionar” las
matanzas en la escuela. Se trata de una opción descabellada que solo agravaría
la proliferación de armas, estimularía nuevas carnicerías, socavaría el papel
de los maestros como educadores y crearía nuevos “modelos” para potenciales
futuros asesinos. La propuesta de Trump también pone de manifiesto el profundo
desprecio de su administración por el papel que tienen la educación pública y
los educadores públicos en la construcción de una sociedad sana. Su propensión
a culpar a las víctimas (“si los maestros estuvieran armados…”) es una muestra
del grotesco darwinismo social inherente a su ideología y de su interés por
destruir por completo el sector público. Los hijos de la élite y de los
políticos no tienen que asistir a clases de matemáticas o de francés a cargo de
profesores armados. Según la lógica de Trump y de la élite empresarial y
política, los tiroteos en las aulas de las escuelas públicas simplemente
subrayan la necesidad de disolver los Departamentos de Educación de todos los
niveles, así como los demás servicios públicos de esta nación.
Los
profesores deberían poder concentrarse en educar a sus alumnos sobre cómo ser
ciudadanos productivos y competentes que valoran la comunidad y la cooperación
por encima de las armas y la guerra. Deberían graduar estudiantes capaces de
evaluar críticamente el papel de los medios de comunicación en la promoción de
la violencia. Deberían fomentar en sus alumnos habilidades cívicas que les
llevaran a movilizarse contra líderes políticos que han aceptado sobornos
(“donaciones”) de sectas de la muerte como la Asociación Nacional del Rifle.
Para
detener la violencia, los dinamizadores comunitarios pueden boicotear a las
empresas que proporcionan apoyo político y material a quienes promueven la
guerra, a las milicias y a los extremistas armados.
Sería
necesario aprobar leyes nacionales para limitar las armas de fuego a parcelas y
eventos bien definidos, como los clubs de tiro o la caza.
Los
propietarios de armas deberían obtener los permisos de uso según estrictos
criterios psicológicos y tener que renovar dichos permisos con frecuencia. El
ejército debería informar a las autoridades civiles locales de cualquier
conducta violenta y criminal de los soldados que dejen el ejército. No pueden liberar
una “bomba de relojería” en medio de la población a la que han jurado proteger,
así como así. La enfermedad mental es un asunto de salud pública y debería
incrementarse la partida presupuestaria destinada a financiar hospitales e
instalaciones en las que identificar y tratar a los individuos que lo
necesiten. Estos enfermos no deberían entrar y salir de las cárceles o ser
arrojados a las calles.
Los
vendedores de armas y las exhibiciones de armas tendrían que estar regulados y
obligados a seguir protocolos estrictos bajo amenaza de sanciones.
Los
cazadores deberían usar armas apropiadas para el tipo de caza que practican.
Las armas semiautomáticas no son las indicadas para cazar ciervos, conejos o
pavos. Pero se utilizan para cazar y para matar a seres humanos, incluyendo a
niños desarmados en sus aulas.
Conclusión
Es
posible poner en marcha cambios culturales, políticos y económicos, pero para
ello es preciso que las luchas populares se mantengan en el tiempo. Mientras
tanto, deberían implementarse reformas a corto plazo para regular y reducir la
frecuencia y mortandad de las masacres locales.
Es
preciso divulgar y rectificar el protocolo por el cual la policía acordona el
perímetro de las matanzas, impidiendo que entren rápidamente los primeros
equipos médicos que acuden a estabilizar a los heridos al tiempo que se protege
a sí misma (un proceso que puede prolongarse durante una hora y provocar
muertes innecesarias por pérdida de sangre). Mientras los equipos SWAT* se
preparan y “aseguran el perímetro”, con una serie de maniobras coreografiadas
para asegurar la “protección de la fuerza”, (un eufemismo que significa
“proteger a la policía”), se desperdician los “minutos de oro” en que se podría
estabilizar a las víctimas. Si los heridos recibieran rápidamente primeros
auxilios y pudieran ser inmediatamente transferidos a los hospitales para someterse
a cirugía de emergencia y transfusiones de sangre, muchas de las víctimas se
salvarían. Es un escándalo la terrible tasa de mortalidad de estos tiroteos (el
100% en el caso de los niños y profesores de la Escuela Primaria de Sandy
Hook**) especialmente si tomamos en cuenta lo poco que se reflexiona sobre ello
posteriormente. Parece claro que los jueces y la policía locales y estatales
ocultan información sobre el efecto que tiene impedir la entrada rápida de
equipos médicos de emergencia. Es imprescindible que se realice una
investigación independiente sobre el retraso deliberado de la policía en
permitir la asistencia inmediata que salva vidas.
Prácticamente
todos los tiroteos producidos en escuelas que han terminado en masacres los
cometen individuos a quienes la policía o la comunidad conocen por su
comportamiento imprevisible y maltrato familiar. El hecho de que la policía
local o la familia conocieran que estos individuos dementes y homicidas tenían
acceso a armamento militar y no actuaran, a pesar de las quejas recibidas al
respecto, exige que una investigación independiente a escala estatal y federal.
Es
preciso reforzar las leyes o estatutos relacionados con la hospitalización o
detención preventivas de estos individuos inestables y violentos. Es preciso
nombrar una comisión nacional que investigue la situación de los tratamientos
de salud mental en Estados Unidos y los recursos destinados para ello. En vez
de pedir a los profesores que vayan armados, hay que mantener instituciones
cualificadas de salud mental. No basta con encerrar a los enfermos mentales en
cárceles locales por pequeñas faltas y luego volver a ponerlos en la calle sin
ofrecerles ninguna asistencia.
Es
preciso apoyar la enseñanza pública y a sus profesores. Hay que terminar con
décadas de políticas que debilitan servicios públicos como la educación, y
potencian la “libertad de elección de escuela”, —un eufemismo para decir
enseñanza privada— convirtiendo la educación en un privilegio para ricos en vez
de un derecho de los ciudadanos. En lugar de un único profesor (preferiblemente
armado, según el presidente Trump y la NRA) para dar clase a cuarenta alumnos,
cada aula debería contar con tres profesores competentes que trabajaran en
equipo para asegurar el progreso de los estudiantes en las diversas asignaturas
necesarias para llegar a ser en un futuro ciudadanos libres y productivos. Es
un escándalo que el Departamento de Educación y la Secretaria de Educación
hayan mantenido silencio y permanecido ausentes tras las frecuentes masacres de
estudiantes.
Pero
tampoco resulta extraño si consideramos las prioridades de sus altos cargos,
procedentes de la élite y, en el caso de la secretaria actual Betsy DeVos, de
la clase de los multimillonarios. Nunca han puesto un pie en una escuela
pública. Sus hijos reciben “educación en casa” con tutores privados o asisten a
elitistas academias privadas. Sus programas contrarios a la enseñanza pública
reflejan su hostilidad ideológica hacia el propio concepto de bienestar social.
Las palabras de Trump culpando a los profesores por no ir armados en el aula
muestran claramente su desdén por la enseñanza pública y por las familias de
clase trabajadora y media que confían sus hijos a la educación pública en todo
el país.
Estos
sucesos tienen lugar en el espacio público, un espacio a disposición de todos
los ciudadanos que debería ser seguro. La escuela pública ha sido uno de los
cimientos en los que se basaba la creación de una ciudadanía libre y
productiva. No es casualidad que las masacres de jóvenes tengan lugar
exclusivamente en escuelas pública. Los valiosos hijos de la élite están a
salvo en sus hogares-fortaleza y en escuelas privadas superselectas, atendidas
por profesores altamente cualificados, que pueden dedicarse a enseñar sin
preocuparse por si alguien esconde un arma o por la aparición repentina de un
pistolero. Sus hijos tienen el futuro garantizado.
Pero la
situación de los hijos de clase media y trabajadora es mucho más incierta. El
acceso a la educación de calidad ha dejado de ser un derecho y un deber para
los ciudadanos. En el mejor de los casos, los jóvenes pueden “acceder a
préstamos para la educación” con tipos de interés usurarios que les encadenan a
décadas de servidumbre por deudas, mientras los estudiantes de clase alta tienen
libertad para seguir una carrera y desarrollar su talento. Mientras continúen
deteriorándose las perspectivas de futuro de los jóvenes, con el traspaso
masivo de riqueza nacional a las élites, estas masacres, los suicidios y las
muertes por sobredosis no pararán de aumentar. Todo esto ocurre en un contexto
sociopolítico: las decisiones deliberadas tomadas desde arriba generan horror y
caos en la base.
Existe
un sustrato de clase en las pesadillas que atenazan a los padres, profesores y
estudiantes de clase media y trabajadora de todo el país. Seguridad, educación
de calidad y sanidad de calidad son, cada vez más, dominio exclusivo de la
élite. Las políticas dirigidas por esta, que se iniciaron en el reinado del
presidente Ronald Reagan, han orquestado la disolución de las instituciones
públicas de salud mental y el alta masiva de individuos inestables y
vulnerables, al tiempo que violentos, en comunidades que no están preparadas
para ello. Quienes sufren las consecuencias de dichas políticas no significan
nada para la élite, aunque asistan a sus funerales para hacerse la foto. Las
políticas dirigidas por las élites de los presidentes Bill Clinton, George Bush
hijo, Barack Obama y Donald Trump no han dejado de promover el desmantelamiento
del sector público y la privatización de la riqueza y de las instituciones de
la nación.
La
tremenda reducción de impuestos provocada por la ley fiscal de Donald Trump
representa una ganancia inesperada de más de un billón de dólares para la clase
inversora (la élite financiera) a costa de las instituciones públicas y la red
de seguridad que dan servicio a las clases media y trabajadora. La mayor
incidencia de asesinatos en masa, así como el lugar donde se producen y la
identidad de las víctimas, no son fruto del azar: están definidas por la clase
y son reflejo de la pérdida de poder ciudadano. Los ganadores de esta lucha de
clases derraman lágrimas de cocodrilo para la foto mientras en privado
ridiculizan a las familias de las víctimas por confiar en las instituciones públicas.
Las
decisiones tomadas desde arriba que han producido esta epidemia de masacres en
las escuelas públicas, así como otras epidemias paralelas de suicidios y
sobredosis entre las clases media y trabajadora, han beneficiado enormemente a
la élite. Los multimillonarios y los donantes de ambos partidos políticos no
tienen motivo alguno para dar marcha atrás y poner en marcha reformas o
programas destinados a recuperar los derechos de los ciudadanos y el espacio
público. Solo los amigos, familias y vecinos de las víctimas de clase media y
baja, a quienes en privado se considera “fracasados que deciden enviar a sus
hijos a instituciones públicas”, pueden unirse para cambiar todo esto y
recuperar la justicia social y económica que rinda homenaje a los muertos
inocentes y ofrezca un futuro digno y justo para sus hijos.
No se
trata de armar a los profesores o de envolver a los alumnos pequeños en “mantas
a prueba de balas”, mientras la élite nos culpa de nuestro sufrimiento desde la
seguridad de sus mansiones. Comprender el sustrato de clase de esta crisis nos
ayudará a levantar los cimientos de las soluciones reales.
Notas:
* SWAT,
unidad de élite incorporada a diversas fuerzas de seguridad, especializada en
operativos de alto riesgo y dotada de equipos muy sofisticados.
**Tiroteo
masivo en la escuela de Sandy Hook, Connecticut, en diciembre de 2012, que
produjo 26 muertos (20 de ellos, niños de 6 y 7 años). Fue el más mortífero de
los habidos en escuelas primarias o secundarias en la historia del país.
Los ganadores y perdedores del #4M
Héctor
Silva Hernández
www.elfaro.net
/ 05/03/18
El
jueves pasado publiqué en este periódico una
columna cuyo
propósito era compartir información sobre los candidatos y sugerir parámetros
que permitieran al votante tomar una decisión informada y consciente en las
elecciones del domingo 4 de marzo. Cuatro días después, aun a la espera de los
resultados definitivos que entregará el Tribunal Supremo Electoral, hay ya
suficiente información para hacer un balance preliminar de los ganadores y
perdedores de las elecciones municipales y legislativas para el periodo
2018-2021.
Pierden,
para empezar, los esfuerzos anticorrupción. Los meses de campaña previos a la
elección se vieron marcados por una variedad de denuncias, provenientes de
diversos sectores y enfocadas en exponer a quienes, tras beneficiarse de un
sistema corrupto y poco transparente, buscaban un cargo público este domingo.
Muchos de ellos —diputados acusados de enriquecimiento ilícito, candidatos que se sentaron a mendigar votos con
criminales,
alcaldes que fueron condenados por omitir justificaciones por más de $1 millón—
fueron electos de nuevo. Está claro que estos políticos guardan en sus
estructuras partidarias el poder de manipular al votante más vulnerable, aquel
con escasa formación y poca capacidad crítica, o acceso limitado a información
decisiva.
Y
queda más claro aún que aquellos que estamos comprometidos con erradicar la
corrupción y promover la transparencia debemos intensificar, pero sobre todo
expandir, los esfuerzos para denunciar a los corruptos y llevar a todos los
votantes la información necesaria para que tomen una decisión consciente y más
sana para el país.
Pierden
el FMLN y Gerson Martínez. Los resultados preliminares no permiten hacer un
análisis completo de la situación del Frente ni un pronóstico afinado sobre lo
que le espera al partido de izquierda. Pero el domingo quedó plasmado en las
urnas lo que las encuestas de opinión habían venido advirtiendo hace meses:
que, después de nueve años en el poder, el FMLN ha fracasado en su intento de
enfrentar de manera efectiva los retos más importantes del país. Con su primer
presidente autoasilado en Nicaragua y condenado por enriquecimiento ilícito, y
con el actual mandatario incapaz de llegar a una calificación de seis en las
encuestas desde que llegó al poder, el Frente no debería verse sorprendido por
los resultados desfavorables.
El
domingo en la noche, mientras los resultados comenzaban a marcar la tendencia
en favor de Arena, la Directora del Instituto Nacional de la Juventud, Yeymi
Muñoz, compartió una reflexión en Twitter: “Solo diré que fomentar el odio y el
revanchismo no resolverá los problemas del país…”. Muñoz tiene razón. El rol de
Arena como oposición también ha sido sumamente reprochable y será imposible
sacar al país adelante desde una cultura de división. Sin embargo, sería
irresponsable que el FMLN y su cúpula consideren estos resultados como
cualquier otra cosa que un mensaje claro de desconformidad de la ciudadanía.
Su
precandidato presidencial, Gerson
Martínez, se verá
afectado por los resultados del domingo. Aunque su campaña presidencial —de
ratificarse— navegará con el viento a favor de los privilegios que
desafortunadamente significa tener a su partido en el control del Estado, su
camino será cuesta arriba. Su mayor reto será cambiar la percepción que la
ciudadanía tiene del FMLN y de la labor que el partido de izquierda ha
realizado durante sus dos periodos en el Ejecutivo. Si el exministro de Obras
Públicas no logra distanciarse de los fracasos del Frente le será muy difícil
escapar a la onda expansiva del duro voto de castigo que su partido recibió el
domingo.
Pierden,
por último, los candidatos independientes. Pese al descontento que en el último
año anunciaban las encuestas, los primeros resultados de la elección del 4 de
marzo muestran una tendencia clara a favor de los partidos grandes. Aun con
resultados desfavorables para el FMLN, la mayoría de los votos del domingo se
concentra en las barras roja y tricolor.
Sigue
siendo muy temprano para hacer un análisis completo del rol que los partidos
pequeños jugarán los próximos tres años, pero con los datos actuales parece
casi imposible que en la legislatura 2018-2021 un candidato independiente ocupe
una curul. Los no partidarios enfrentaron dificultades en casi todas las etapas
del proceso electoral y, aunque no me atrevería a decir que el sistema
confabuló en su contra, con certeza no jugó a su favor. Pero los votantes no
parecen haber premiado el esfuerzo de aquellos que finalmente lograron
inscribir nombre en una papeleta.
Gana,
aunque suene a tópico, la democracia. La economista Carmen Aída Lazo escribió
el domingo en la noche un tweet que lee: “A pesar de todas las críticas que
suele recibir la democracia, sigue siendo una herramienta eficaz para que la
ciudadanía envíe mensajes claros a los gobernantes”. Suscribo plenamente el
planteamiento. En un país como el nuestro, donde no todos tienen el mismo
acceso a la información y donde los políticos sustituyen propuestas por
ventiladores y delantales, la democracia se convierte en una herramienta
particularmente compleja, pero no por ello menos útil.
Las
elecciones del domingo son un ejemplo claro del potencial que esconde el poder
de la ciudadanía. Luego de años de fracasos en las áreas de seguridad,
educación y economía, el electorado castigó al FMLN en las urnas. El reto es
ahora desarrollar este potencial democrático ampliando sus efectos, educando e
informando, y logrando un país con menos políticos corruptos y más funcionarios
comprometidos con el desarrollo nacional y el bienestar de los ciudadanos.
Es
importante destacar aquí la labor de las instituciones y las personas
encargadas de montar y desarrollar las elecciones del domingo. Previo a la
votación, muchos criticamos el rol del Tribunal Supremo Electoral basados en lo
que percibíamos como desorganización y negligencia sistemática de la
institución. Sin embargo, al hacer balance, y con la información que arroja la
primera noche de recuento, me parece justo destacar la labor del TSE, así como
de la Policía Nacional Civil y la Fuerza Armada, en el desarrollo eficiente de
las elecciones. Como es importante denotar el rol de todos los observadores,
vigilantes y miembros de las Juntas Receptoras de Votos y su compromiso
democrático.
Gana,
claro está, Arena. Con menos del 50% de los votos escrutados al cierre de este
artículo, ya está claro que el gran ganador en términos políticos y electorales
es Arena. A menos que algo extraordinario suceda, el partido de derecha
dominará la Asamblea Legislativa y conservará las alcaldías de Santa Tecla, Antiguo
Cuscatlán y Santa Ana. Y todo indica que, a pesar de sus reuniones con
pandilleros de la Mara Salvatrucha y el Barrio 18 en 2014, Ernesto Muyshondt
será el nuevo alcalde de San Salvador.
Vistas
las encuestas previas a la elección y el rol del FMLN en el Ejecutivo, se
podría decir que la victoria de Arena era predecible. Pero no debemos perder de
vista que el partido que ganó el domingo es el mismo que tiene a un
expresidente de la República presó en Mariona por un desfalco de cientos de millones de
dólares. El partido
que ganó el domingo es el mismo que utilizó fondos destinados a las víctimas de
los terremotos de 2001 para financiar la campaña presidencial del hombre que
hoy guarda prisión en el Sector 9 de Mariona. Decir que el hombre es un
traidor, que los $10 millones de Taiwan son errores del pasado suena
conveniente, pero no significa que los ciudadanos tengamos que olvidar tan
fácil.
Arena no ha cambiado. Lo sé porque según este partido y
sus militantes, El Salvador sigue siendo la tumba donde los rojos terminarán.
Porque, aunque los eslogan y las cuñas hayan cambiado, las ideas de su cúpula
siguen siendo las mismas. Espero por el bien de todos que las personas
propositivas y responsables que han logrado colarse y permanecer en las filas
del partido tricolor logren mayor protagonismo en Arena y en las instituciones
públicas que estarán a su cargo. De no ser así, lo que hoy se percibe como una
victoria rotunda se convertirá fácilmente en una oportunidad desperdiciada.
Y
ganan, finalmente, los corruptos. Pocos días antes de la elección El Faro
reveló que Milagro Navas, alcaldesa de Antiguo Cuscatlán, había sido condenada
por la Corte de Cuentas de la Republica por no justificar, junto al resto de la
directiva de COMURES que ella presidía, más de un millón de dólares en fondos
públicos gastados en 2008.
Unos días antes, este mismo periódico hizo público que, según un testigo de la
Fiscalía General de la Republica, el candidato Ernesto Muyshondt habría
entregado decenas de miles de dólares en 2014 a
la Mara Salvatrucha.
El testigo relató, también, que ese dinero se había utilizado para comprar
cocaína. Meses antes, la Revista Factum y El Faro habían revelado que Muyshondt
no fue el único en negociar con las pandillas: el exministro y candidato a
diputado por el FMLN Benito Lara hizo lo mismo en 2014. Todo parece indicar que
tanto Muyshondt como Navas gobernarán sus respectivos municipios. Falta ver si
Lara logrará la diputación.
Seguimos
también a la espera de resultados que nos permitan confirmar la salida o no de
la Asamblea de personajes cuestionados como Guillermo Gallegos, José Luis
Merino o Cristina Lopez, por nombrar solo a tres. Por ellos no podemos preocuparnos
aun y solo nos queda esperar que su dañino rol como funcionarios públicos haya
bastado para que la ciudadanía les negara una nueva entrada a un cargo público.
En cuanto a Muyshondt, Navas y los otros políticos cuestionados que lograron
elegirse o reelegirse, no hay más camino que seguirlos cuestionando. Que seguir
denunciando. Y que dedicarnos a generar mejores opciones que prioricen las
necesidades de la ciudadanía; no de su partido, no del candidato, no del
financista del candidato, sino del ciudadano.
*Héctor
Silva Hernández es estudiante de Ciencias Políticas de la Universidad de
Massachusetts. Fue colaborador del diputado Johnny Wright en temas de migración
y salvadoreños en el exterior.
Del conocer, y del saber
El saber de la Ciudad, 18-19
Del conocer, y del saber
Guillermo Castro H.
Por la América nuestra y el mundo se
multiplican las ciudades del conocimiento, y empieza a tomar interés el hecho
de que en Panamá exista, además – y como pionera – , una Ciudad del Saber. ¿Son
lo mismo, ambas? Y si no, ¿cómo se relacionan entre sí?
La respuesta a la primera pregunta es que no son lo mismo, pues – como ciudades
- articulan modalidades distintas de vida social y desarrollo humano. Y, al
mismo tiempo, ambas se relacionan estrechamente entre sí en el marco de la
economía global, porque no hay saber sin conocimiento, ni conocimiento sin base
en el saber.
El conocer es una forma de
actividad social cuyo producto es el conocimiento. Como tal, ese conocimiento –
y en particular su forma más elevada y compleja, el conocimiento científico -
está estrechamente ligado al desarrollo de las fuerzas productivas en el
mercado global. En ese sentido, es un hecho de civilización. El saber en cambio
es un hecho de cultura. Incluye lo conocido, pero más allá de eso abarca
aquellas formas de conducta y criterios de valor que caracterizan a cada
sociedad.
Lo importante, en todo caso,
es que el saber desempeña un importante papel en la definición de los temas y
la selección de los métodos del conocer. El conocer, por su parte, ayuda a
depurar al saber de sus expresiones más supersticiosas, y a ampliar y
enriquecer su expresión más consistente, que es el sentido común. De este modo,
así como los resultados del conocer se sedimentan en el saber, éste es un
elemento fecundante del conocer.
El caso de la malaria
ilustra esa relación. El saber popular le dio ese nombre a partir del hecho de
que los ambientes cálidos y pantanosos favorecían la incidencia de la
enfermedad debido en apariencia al “mal aire” producido por las aguas
estancadas. Descartado el aire, se llegó paso a paso a otro elemento ambiental:
el mosquito que servía de vector al parásito malaria falciparum,
cuya multiplicación se veía facilitada por el estancamiento de las aguas.
El conocimiento progresa con
rapidez. El saber cambia lentamente. El primero da los frutos; el segundo
ofrece la raíz. La Ciudad del Saber expresa, en este sentido, demandas muy
antiguas de identidad y de inclusión junto a tradiciones muy difundidas de
respeto a la educación, a la ciencia y la cultura.
Ella promueve, acoge y apoya
las actividades de producción, difusión y aplicación del conocimiento, pero lo
hace para contribuir a la formación de una sociedad próspera, equitativa,
inclusive y sostenible. La utopía hace parte del saber, como lo posible es
tarea del conocer. En las condiciones de Panamá, la Ciudad es una utopía que se
hace posible, y en ese hacerse, es.
Ciudad del
Saber, Panamá, 11 de mayo de 2018
Strambotic
www.publico.es
/ 02/03/18
El
pasado 14 de febrero, día de San Valentín, un antiguo alumno de un colegio de
Florida entró en su antigua escuela con un rifle semiautómatico y aniquiló a 17
personas, en la penúltima matanza en un país que tiene un peligroso
idilio con las armas. Dos semanas después, una iglesia de Filadelfia organizaba
una misa para bendecir a parejas que acarreaban sus armas, unos fusiles AR-15
análogos a los que utilizó Nikolas Cruz para perpetrar la matanza de Florida.
¿Estamos
locos?
Centenares
de peregrinos acarreando su AR-15 o incluso ataviados con una corona de balas,
acudieron al templo, que responde al paradójico nombre de World Peace
and Unification Sanctuary para asistir a una ceremonia religiosa de
bendición de las armas.
La
iglesia de la “Paz Mundial” considera que el rifle AR-15 simboliza el “cetro de
hierro” citado en el libro bíblico de la Revelación. Por este motivo, el líder
de la secta, el reverendo Sean Moon, pidió explícitamente a los feligreses que
acudieran con sus semiautomáticas a la estrambótica ceremonia, prueba
definitiva de que Dios no existe o bien es un cretino.
Tal
vez el apellido “Moon” les resulte familiar. Efectivamente, Sean Moon es el
hijo de Sun Myung Moon, el coreano que fundó la Iglesia de la
Unificación, más conocida como “secta Moon”, en 1954. La secta Moon
tiene un largo historial de abusos, ilegalidades y lavado de cerebro entre sus
seguidores. La congregación del pequeño de los Moon es una escisión de la
Iglesia de la Unificación original, que se ha desmarcado de la belicosa
ceremonia de Filadelfia.
Los
asistentes a la ceremonia del pasado domingo tuvieron que enseñar sus rifles a
la entrada de la iglesia, para garantizar que estuvieran descargados y
asegurados con un cierre de seguridad, no fuera a ser que algún feligrés se
liara a tiros en un arrebato místico.
Durante
el sermón del pasado 28 de febrero, el reverendo Moon rezó por “un reino de
policía de paz y milicia de paz en el que los ciudadanos puedan protegerse unos
a otros y proteger el florecimiento de la humanidad, amparados en el derecho
otorgado por Dios Todopoderoso para portar armas”.
La
ceremonia estaba orientada a bendecir a las parejas, no a “objetos inanimados”,
si bien los AR-15 fueron considerados en todo momento “equipamiento religioso”.
Amén.
Ahora
sabemos quién “inspira” a Trump… ¿o será él el inspirador?
Sobre los Centros de Pensamiento de la Universidad Nacional de Colombia
Extracto de la entrevista realizada al Profesor Alejo Vargas donde habla sobre la experiencia del Centro de Pensamiento y seguimiento al diálogo de paz, y la concepción de los centros de Pensamientos En la Universidad Nacional.
Brasil: Se clausura la ruta democrática
Atilio
Borón / Página12
www.publicogt.com / 070418
Lo
que antes requería la intervención de las fuerzas armadas hoy lo hacen nuevos
actores, convenientemente adoctrinados y entrenados por diversas agencias del
gobierno de Estados Unidos con sus programas de “buenas prácticas”. Estos
seleccionan jueces, fiscales, legisladores y periodistas y les ofrecen cursos
especializados sobre los temas de su incumbencia.
Uno
de esos jueces es precisamente Moro, que sin prueba alguna condenó a Lula a 9
años y seis meses de cárcel, lo cual quiere decir que aprendió muy bien las
lecciones que le dieron en el país del norte. El brasileño es tal vez el más
famoso de los muchos jueces y fiscales latinoamericanos que participan en estos
cursos de “buenas prácticas”.
En
su caso asistió al programa para instrucción de abogados ofrecido por la
Harvard Law School y también en un workshop
sobre lavado de dinero organizado por el Departamento de Estado, pese a que en
Estados Unidos hay cuatro estados –Delaware, Nevada, Wyoming y Dakota del Sur–
en donde se lava dinero de forma abierta y descarada. Moro aprendió que es una
“buena práctica” condenar a un acusado aunque no haya evidencias del delito. Lo
mismo había pasado antes con la pandilla de maleantes y corruptos que se adueñó
del Congreso brasileño, que sin prueba alguna condenó a Dilma Rousseff por
corrupción para luego destituirla en un proceso escandaloso que hundió a los
legisladores de ese país en la cloaca más maloliente de la política
internacional.
Pero
no basta con jueces y fiscales para concretar los planes destituyentes del
imperio. También se necesitan periodistas que aprendan y apliquen las malas
artes de la mentira sistemática, la desinformación, la fabricación amañada de
consensos, pergeñar y manipular a la opinión pública con vistosas
“pos-verdades” y blindar mediáticamente a los gobernantes y políticos amigos y
para linchar mediáticamente a los indeseables.
No
es casual que las opiniones vertidas por las oligarquías mediáticas sean
insólitamente tomadas como “pruebas” por esos jueces o fiscales cuyos cerebros
fueron prolijamente lavados en Estados Unidos. Por algo el ex presidente Rafael
Correa señala que el obstáculo principal que se interpuso a todos sus planes de
gobierno fueron los medios de comunicación, controlados a voluntad por la
oligarquía financiera y sus aliados.
En
el caso argentino el blindaje de los gobernantes y políticos amigos es
impresionante. Por ejemplo, el tema de los Panamá Papers ha desaparecido por
completo como también lo hizo el incendio intencional de Iron Mountain en donde
perdieron la vida diez bomberos y se convirtieron en humo documentos y
testimonios de suma importancia.
En
Brasil, actor principalísimo de la condena a Lula y la destitución de Dilma fue
la Red O Globo, violando como casi todos sus congéneres en toda América Latina
las reglas de una nobilísima profesión. En lugar de periodismo lo que hay,
salvo honrosas excepciones, son dispositivos de propaganda sólo interesados en
promover determinados intereses económicos y políticos y encubrir los delitos
de sus aliados. Pero no basta con jueces y periodistas corruptos: se precisa
también contar con legisladores inescrupulosos dispuestos a lo que sea “si el
precio es el correcto”.
Estas
categorías sociales han sido entrenadas por décadas por el gobierno de Estados
Unidos en lo que sería el sustituto funcional de la tenebrosa Escuela de las
Américas. El imperialismo incorporó a sus dispositivos de dominación el mal
llamado “golpe blando”, que en los hechos es una estrategia de destitución de
gobiernos progresistas –incluso aquellos que son tan sólo díscolos antes las
órdenes de la Casa Blanca– que provoca poco después un verdadero baño de
sangre.
Para
quien tenga dudas basta observar lo ocurrido en Honduras o lo que viene
ocurriendo en Paraguay o en Brasil, con Río de Janeiro completamente
militarizada, y con víctimas como Mariella Franco, crimen escandaloso que no se
pudo tapar como sí se hizo con el asesinato de Paulo Henrique Dourado, concejal
de la populosa barriada carioca de la Baixada Fluminense ocurrido apenas una
semana después del crimen perpetrado contra Mariella.
Al
pisotear los preceptos constitucionales el Superior Tribunal Federal deslegitima
la democracia y arroja a Brasil a los brazos de la violencia. Demuestra que de
ahora en más nuestros pueblos tendrán que idear otras estrategias de conquista
del poder, porque la ruta de la democracia parece desembocar fatalmente en la
venganza reaccionaria con la bendición del imperio. No hay muchos dispuestos a
tolerar este resultado.
La corrupción suprema: Sergio Moro
Enrique
Dussel*
www.jornada.unam.mx / 130418
El
sistema inmunológico en un cuerpo vivo es el conjunto de medios que posee el
organismo para defenderse de las enfermedades que puedan atacarlo. Si el
sistema inmunológico se enferma, es decir, si es atacado él mismo por una
enfermedad (como el sida en el organismo viviente humano), dicho organismo
queda desvalido, ya que ha perdido la capacidad de autodefenderse. Se ha
corrompido el sistema que impide la corrupción: es la corrupción suprema.
La
corrupción económica, entre otros aspectos, es apropiarse de bienes ajenos por
engaño, violencia u otra causa que sea ilegal o injusta. La corrupción política
es el arrogarse de un funcionario (es decir, el responsable del ejercicio de
una institución de la sociedad política) ser sede de la soberanía, que en último
término sólo reside en el pueblo.
Por
su parte, en el campo político es el sistema del derecho el analogado al
sistema inmunológico del organismo vivo; defiende al sistema político de la
corrupción de todo tipo. Si el sistema del derecho se corrompe deja al sistema
político desvalido ante todo tipo de corrupción. En el sistema del derecho
cuando se corrompe el juez, es decir, cuando no opera conforme a la justicia y
a la ley que debe defender, la
corrupción del juez es la corrupción suprema, porque es al juez al que se
le encomienda el ejercicio de la ley con justicia (siendo una corrupción mayor
que toda otra corrupción, tales como la del sistema económico, educativo, de
género, etcétera). Tal es el caso del juez Sergio Moro hoy en el caso de
Brasil.
La
cuestión que ocupa nuestra atención ya fue contemplada por Hammurabi (1730-1688
aC), hace unos 3 mil 700 años en el llamado Código de Hammurabi, cuando decretó
que para acusar a alguien hay que tener pruebas (§ 2), de no tenerlas el
acusador se transformaría en acusado, y hasta podría recibir la pena de muerte
(§ 2 y § 7), y “si un juez ha juzgado una causa [… y] a continuación cambia su
decisión […] se lo hará levantar de su asiento de justicia y no lo volverá a
ocupar jamás” (§ 6).
Por
ello, lo que me mueve a realizar estas reflexiones no es sólo la tradición
milenaria del derecho, sino la oportuna exhortación de Cuauhtémoc Cárdenas
(quien fue despojado injustamente, y la historia así lo recordará, de la
Presidencia mexicana habiéndola ganado de buena ley ante el fraude de Carlos
Salinas de Gortari) que lanza un llamado a la conciencia de todo luchador por
la justicia (La Jornada, 8/4/18).
El
tema es la corrupción del ejercicio del sistema del derecho y de los jueces en
América Latina.
Está
hoy claro que la motivación de la destitución de la presidenta del Brasil,
Dilma Rousseff, tenía como objetivo político (y no jurídico) impedir la
posibilidad de que Lula da Silva fuera electo nuevamente Presidente de la
República. Y esto se prueba por la premura en que se perpetró y no cumpliendo
muchas exigencias jurídicas del proceso debido en el caso de la condenación de
Lula.
De
manera que lo dictado por el juez Sergio Moro, condenando al acusado sin pruebas (proponiendo como
fundamento del juicio suposiciones subjetivas del juez), lo transforman a él
mismo de acusador en acusado (según lo contenido en el milenario Código de
Hammurabi, en los fundamentos del derecho vigente y en el sentido común
cotidiano).
Pero
lo más grave no es solamente la injusticia e ilegalidad del mismo juez, sino el
que se manifieste la corrupción de todo el sistema del derecho, ya que queda
involucrado el mismo Tribunal Supremo de Justicia, con miembros que cambian su
opinión debido a presiones externas a dicho tribunal.
Todo
esto nos recuerda el tema tan actual en la filosofía del derecho tratado de
manera tan autorizada por Giorgio Agamben, especialista del derecho romano y
filósofo actual del derecho.
Cuando
el juez es injusto se levanta la crítica de Sócrates que acepta la ley, pero
condena a los jueces injustos que decretan su muerte. Pero cuando se corrompe
la totalidad del sistema de la ley, la crítica se endereza contra el fundamento
de la legalidad misma, ya que se descubre de pronto la ilegitimidad de la
legalidad y de los jueces mismos. Es el pueblo, como sede última de la
soberanía que exclama en el estado de rebelión (más allá del estado de
excepción schmittiano): ¡Que se vayan todos! los representantes y las
instituciones corrompidas que se han tornado autorreferentes o que creen ser la
sede del poder, de la soberanía, de la potencia.
Es
el pueblo brasileño el que se levanta clamando: ¡Han juzgado como culpable sin
pruebas al líder de un pueblo oprimido! ¡A ese Estado, a esa institución del
sistema del derecho, a ese juez corrupto llamado Sergio Moro, le exigimos que
se vayan! Es el clamor del consenso del pueblo (el consensu populi de Bartolomé
de Las Casas en el siglo XVI) fundamento de la legitimidad, que es por su parte
el fundamento de la legalidad justa y no corrupta, la última instancia de la
justicia (que funda la legitimidad y la legalidad no corrompidas).
El
pueblo brasileño tendría toda razón (fundamento) en no cumplir el juicio de
Sergio Moro, juez corrupto que opera desde una legalidad ya no legítima
(legítima sería si estuviera fundada en la voluntad del pueblo que Moro teme, y
por ello encamina sus juicios políticos, no jurídicos, contra la posibilidad de
que Lula da Silva sea elegido presidente). Por ello mismo, la lucha del pueblo
brasileño, el resto, indicado por Agamben, para liberar a Lula es de derecho;
de derecho fundado en la legitimidad (en el consenso del mismo pueblo) de
liberar al que le ha servido con honestidad y justicia, y por ello el pueblo lo
necesita.
La
situación involucra a toda América Latina, porque en Argentina, en México y en
otros países hermanos, no sólo en Brasil, el sistema del derecho y los jueces
corrompidos se han transformado y usado como dispositivos de dominación,
juzgando procesos políticos fraudulentos como de derecho y condenando a los
pocos políticos honestos, como en el caso del desafuero, lo que permite golpes
de Estado efectuados con camisas y guantes blancos, no ya manchados de sangre
como cuando actuaban los militares en nombre del Departamento de Estado en
tiempos de Henry Kissinger. Por ello Cuauhtémoc Cárdenas levantó con todo
derecho la voz, porque fue también objeto de un golpe de Estado con guantes
blancos.
La
corrupción del derecho es parte de la dictadura perfecta que se nos pretende
seguir imponiendo con nuevos dispositivos, diría M. Foucault.
¡Es
necesario que Lula da Silva no sea víctima (encarcelada) ni mártir (muerto)
sino vivo y presidente!
*Filosofo
"¿Somos pelagianos sin saberlo?"
José
M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 110418
El
papa Francisco, en su reciente Exhortación Apostólica "Gaudete et
Exultate", nos hace caer en la cuenta de que, quizá sin ser conscientes de
lo que nos ocurre a muchos cristianos, en realidad estamos viviendo nuestro
cristianismo a costa de recuperar y dar nueva vida a errores (y herejías), que
fueron rechazados por la Iglesia, hace siglos. Pero resulta que ahora, aquellos
errores de antaño se están rehabilitando, como si fueran las soluciones que
necesitamos.
Por
eso el Papa nos habla ahora del "pelagianismo actual". Cualquier
cristiano, medianamente cultivado, sabe muy bien que el pelagianismo es una
herejía, que difundió el monje Pelagio, en el s. V. En pocas palabras, lo que
enseñaba Pelagio es que no existe el pecado original y negaba la necesidad de
la gracia de Dios. Porque el monje Pelagio entendía que la voluntad humana
tiene un poder y una autonomía que le basta. De ahí que los pelagianos
relativizaban o incluso negaban la necesidad de recibir sacramentos o de
observar prácticas religiosas.
Justamente
lo que ahora piensa y hace mucha gente. Son los que no rezan ni van a misa.
Porque ellos están persuadidos de que tienen voluntad y libertad para ser
ciudadanos ejemplares. Otra cosa es que lo sean. Porque escandalosos y
corruptos, los tenemos en abundancia.
Frente
a estas ideas, el papa Francisco insiste, con toda razón, en que los pelagianos
(antiguos y modernos) "en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y
se sienten superiores a los demás". Con lo que, a mi modo de ver, los que
piensan y viven así, cumplen al pie de la letra lo que dice el Papa. Ellos son
los que tienen "la idea de que todo se puede con la voluntad humana".
Esto es lo que piensan y dicen. Pero ¿lo hacen?
Sabemos
de sobra que la Iglesia ha ido cambiando en muchas cosas. Pero casi siempre con
retraso. Y porque no ha tenido más remedio que cambiar. Por ejemplo, no hace
mucho, el conocido historiador Frederic Lenoir nos recordaba que la Inquisición
se abolió en el siglo XVIII, pero ¿por qué? ¿Acaso porque la institución tomó
conciencia de su abominable comportamiento y decidió enmendarse? No.
Simplemente porque ya no tenía los medios que necesitaba su voluntad de
dominación. Porque la separación de la Iglesia y el Estado privó a la Iglesia
del "brazo secular" en el que se apoyaba para quitarles la vida a los
herejes ("El Cristo filósofo", Madrid, Ariel, 29).
Pues
algo parecido es lo que está ocurriendo ahora con esto del "pelagianismo
actual". Me explico. Mucha gente no ha pensado lo que sabiamente ha dicho
Peter Sloterdijk: "sin una crítica de la verticalidad no podemos
avanzar". El "sistema vertical" ya no se sostiene. ¿Por qué?
Mucha gente no ha caído en la cuenta del cambio seguramente más profundo que
estamos viviendo. Un hecho que está cambiado la vida de la gente y que consiste
en que el "poder opresor" está siendo sustituido por el "poder
seductor" (Byung-Chul Han). Cuando yo veo la cantidad de gente que, por
todas partes y a todas horas, va enganchada a la pantallita del móvil, y a eso
le hacen más caso que a cualquier amenaza, me digo a mí mismo: ¡Esto es más
serio y más determinante de lo que imaginamos!
La
religión fue determinante mientras el poder opresor (el pecado, la culpa, el
infierno...) tuvo la fuerza suficiente para influir en la vida de los creyentes.
Ese poder y esa fuerza se han debilitado y cada día interesan menos y pueden
menos. ¿Qué queda en pie? El poder seductor de lo que nos impresiona y nos
atrae.
¿Por
qué el papa Francisco atrae a tanta gente que ni tiene creencias religiosas?
Por una razón muy sencilla. Porque tiene poder seductor. Es verdad que este
papa tiene enemigos, sobre todo en los ambientes clericales y tradicionales.
Por la sencilla razón de que esos ambientes han vivido, en gran medida, del
poder opresor (de Dios, del obispo, del párroco, del pecado y del infierno). En
la medida en que los "clericales" y "tradicionales" se
quedan sin "poder opresor", en esa misma medida se ven desarmados y
tienen la impresión de que se hunden.
Por
el contrario, si leemos y releemos las páginas de los evangelios, lo que allí
se palpa es que Jesús tuvo un "poder seductor" irresistible. Lo más
claro, en este sentido, es el poder que, en el Evangelio, tiene el
"seguimiento" de Jesús. Basta una palabra, "sígueme". Eso
es todo. Ni un programa de vida, ni un motivo, ni un ideal. Nada (D.
Bonhoeffer). Y sabemos que, por la fuerza de esa palabra, la gente dejaba sus
casas, sus familias, se olvidaba de comer, perdía toda seguridad.... La fuerza
de la seducción era irresistible. Como insoportable fue, para los sumos sacerdotes
y "hombres de la religión", el poder seductor de Jesús. Hasta que
decidieron matarlo (Jn 11, 47-53).
¿Pelagianismo
actual? Como exactamente concluye Francisco, mientras "en cada hermano,
especialmente en el más pequeño, frágil, indefenso y necesitado veamos presente
la imagen misma de Dios", y les tratemos en consecuencia, el futuro estará
cada día más despejado. Una religión así, tiene y tendrá un poder irresistible.
Frankestein contra el heredero de Stroessner
www.rebelion.org
/ 210418
El
oficialista hijo del secretario del dictador Stroessner, y el líder de una
alianza de liberales y partidos de izquierda –que hasta hace poco se odiaban,
pero ahora buscan encarnar el cambio– son los principales candidatos que
disputan la presidencia guaraní este domingo. Ambos tienen un discurso
marcadamente conservador.
Su nombre es Mario Abdo Benítez, tal como se llamaba su padre, quien fue el secretario privado del dictador paraguayo Alfredo Stroessner y avaló sus atrocidades. Tiene 46 años, se hace llamar “Marito”, es el candidato presidencial del oficialista Partido Colorado o Asociación Nacional Republicana (ANR), que sostuvo a la tiranía paraguaya durante 35 años (1954-1979).
Mantiene
un discurso moderno y de defensa de la democracia, aunque reivindica “las
buenas obras” del viejo general –para los todavía muchos nostálgicos de aquella
época– y resucita sus clásicos símbolos, como el uso del pañuelo colorado
partidario en el cuello de los ministros, la intención de reactivar el servicio
militar obligatorio y de rechazar tajantemente cualquier proyecto de ley que
busque aprobar el aborto o el matrimonio igualitario. Varias encuestas lo
señalan como el favorito a ganar las elecciones de este domingo.
Su
principal contrincante es el abogado Efraín Alegre, de 55 años, del Partido
Liberal Radical Auténtico (PLRA), la mayor fuerza de oposición, quien fue
ministro de Obras Públicas durante los primeros años del gobierno del ex obispo
católico y líder de izquierda Fernando Lugo (2008-2012), aunque en 2011 el
entonces mandatario lo destituyó para intentar frenar su solapada campaña hacia
la presidencia.
Desde
ese momento, Alegre pasó a ser un abierto opositor a Lugo y fue uno de los que
votó en el juicio político o golpe parlamentario para desalojarlo del poder, en
junio de 2012, tras la matanza de campesinos y policías por un conflicto de
tierras en Curuguaty. En 2017 estuvieron nuevamente enfrentados, cuando
insólitamente Lugo acompañó al actual presidente, Horacio Cartes, en su intento
de violar la Constitución e imponer por la fuerza la posible reelección de
ambos. En esa coyuntura, Alegre se había aliado a su actual contrincante Marito
para impedir la reelección de Cartes y de Lugo, algo que finalmente lograron en
marzo y abril de 2017, tras graves incidentes de represión policial contra
manifestantes, que acabaron con la quema del edificio del Congreso y el
asesinato por la Policía de un joven militante liberal.
Ahora,
aunque a muchos les resulte difícil creer, Alegre y Lugo dejaron atrás sus
peleas y de nuevo aparecen abrazados en las campañas del frente electoral Gran
Alianza Nacional Renovada (Ganar), que, además del conservador Partido Liberal
y del izquierdista Frente Guasu, aglutina a otras organizaciones del centro y
de la izquierda, como el Partido Revolucionario Febrerista (PRF), el Partido
Democrático Progresista (PDP), el Partido Encuentro Nacional (PEN), el frente
Avancemos País (AP) y el Partido del Movimiento al Socialismo (P-Mas). Lugo es
el principal sostén político de Alegre y lo acompaña activamente como primer
candidato a senador por el Frente Guasu, tratando de trasmitirle la alta
preferencia electoral que el ex obispo aún conserva.
La
heterogénea formación, presentada oficialmente en febrero de 2018, ha sido
bautizada por algunos analistas como “la oposición Frankestein”, recordando al
célebre monstruo de la clásica novela de Mary Shelley, creado con retazos
diferentes de otros entes humanos.
Dura pelea política
Desde
la caída de la dictadura del general Alfredo Stroessner, en febrero de 1989,
esta será la séptima vez que los paraguayos acuden a las urnas en elecciones
generales para elegir presidente, vicepresidente, senadores, diputados,
gobernadores, juntas departamentales y representantes al Parlasur. Las
elecciones municipales se realizan en fechas distintas, con tres años de
diferencia.
Para
los comicios de este domingo están habilitados 4.241.507 electores y existen
15.597 candidatos inscriptos para ocupar los 782 cargos en pugna. Compiten 23
partidos políticos, 17 movimientos, 17 alianzas electorales y cuatro
concertaciones. El 57 por ciento del electorado está compuesto por jóvenes.
En
este diverso abanico, la mayor parte de la atención electoral está concentrada
solamente en los dos principales candidatos a la presidencia, repitiendo una
vez más el clásico juego del bipartidismo que ha tenido en jaque a la historia
política paraguaya desde que sus dos mayores partidos, el Colorado
(representado por el color rojo) y el Liberal (por el color azul), fueran
creados en el mismo año, 1887 –luego de la Guerra de la Triple Alianza contra
Brasil, Argentina y Uruguay (1864-1870)–. Han llegado al poder principalmente a
través de conspiraciones y golpes de Estado, con muy pocas experiencias de
elecciones democráticas, hasta la dictadura de Stroessner.
Con
una síntesis de modernismo y caudillismo tradicional, Marito es considerado un
líder emergente en el Partido Colorado, luego de haber logrado derrotar en las
elecciones internas a la lista promovida por el multimillonario empresario y
actual presidente, Horacio Cartes, quien apadrinaba al economista Santiago Peña
como su eventual sucesor.
La
inesperada caída de Cartes cortó el proyecto hegemónico de un sector
empresarial ligado a los grandes negociados con las obras públicas y el
contrabando de cigarrillos a Brasil, pero el actual presidente logró
recuperarse del golpe, tejer una alianza con Marito y apostar sus fichas a ser
elegido como primer senador del Partido Colorado, por más que la Constitución
paraguaya prohíbe que los ex presidentes sean senadores activos y sólo les
reserva la función de senadores vitalicios, con voz pero sin voto, y sin dieta
parlamentaria.
Demostrando
una vez más la gran influencia de sus millonarios recursos sobre el corrupto
Poder Judicial paraguayo, Horacio Cartes logró que la Corte Suprema de Justicia
emitiera una resolución especial el pasado 11 de abril, habilitando las
candidaturas a senador de él mismo (Cartes), del ex presidente colorado Nicanor
Duarte Frutos y del actual vicepresidente, Juan Afara, para que todos puedan
ser electos con presunta legalidad, aunque la Constitución lo prohíba.
La
mayor parte de los legisladores de la oposición, incluyendo al actual
presidente del Congreso, Fernando Lugo, han prometido que tras las elecciones
no los dejarán jurar en sus cargos (como ya ocurrió hace dos períodos con el ex
presidente Duarte Frutos, quien fue electo senador, pero a quien nunca le
dejaron asumir y ejercer), lo cual demuestra que la dura batalla política que
había desencadenado el intento de reelección de Cartes y Lugo hace un año
todavía no se ha acabado.
La
analista política Estela Ruiz Díaz señaló (Última Hora, 15-IV-18) que “esta
decisión (de la Corte Suprema de Justicia) alteró la última semana de la
campaña. Cartes está testeando el clima electoral para decidir si renuncia en
junio o cumple su mandato y asume la senaduría activa el 16 de agosto. El
domingo se aclarará el panorama. Si la ANR (Partido Colorado) y sus satélites
logran una mayoría cómoda en el Senado para permitir su juramento, irá hasta el
final de su mandato, pero si se cumplen los vaticinios de las encuestas que
anuncian pérdida de bancas del partido de gobierno, renunciará al cargo para
jurar el 30 de junio con los otros 44 (senadores de la Cámara alta). Sin
embargo, esto tampoco será fácil, ya que Fernando Lugo, presidente del Senado y
ante quien deben jurar los electos, anunció que no tomará juramento a Cartes,
Afara y Nicanor”.
Una
vez más, el panorama de la política paraguaya no dependerá tanto de lo que
dicen las leyes, sino de cómo se las interpreta según la conveniencia de los
grupos dominantes, y cuál será la reacción que esto provoque en la ciudadanía,
que en vísperas de los comicios permanece muy apática.
Cambios monocromos
“Es
la campaña más triste que he visto. No hay ningún entusiasmo, parece que el 22
de abril no vamos a votar; vamos a ir al doctor, a una visita obligatoria a un
análisis rectal y tenemos que hacerla. Nos va a molestar, pero lo tenemos que
hacer”, comentó el analista político Marcello Lacchi en una columna del diario
paraguayo Abc Color al retratar la poca pasión que han despertado las diversas
candidaturas.
El
columnista político e investigador de derechos humanos Alfredo Boccia coincidió
con su colega (Última Hora, 7-IV-18): “Los dos candidatos principales no se
caracterizan por ser magnéticamente carismáticos o por deslumbrar con una
oratoria envolvente. Se han difuminado las polarizaciones. Hay tanta policromía
entre los corruptos y mentecatos, tanta amnesia entre los desleales de ayer y
los aliados de hoy, tanto desencanto entre aquellos que parecían confiables y
defraudaron, que no sorprende la apatía ciudadana. Da la impresión de que el 22
de abril, el sillón (presidencial) de los López cambiará de inquilino, pero el
poder no cambiará de dueño. La supremacía fáctica nacional –los grupos
empresariales enriquecidos gracias a sus negocios con el Estado, la oligarquía
ganadera y sojera, y los zares del tráfico fronterizo- está contenta”.
En
la confrontación de los principales candidatos parece haber, de nuevo,
simplemente dos colores: colorado versus azul, aunque en las filas de la
oposición se intente mostrar una imagen de arco iris.
Más
aun, Marito y Alegre han evitado ir a debates televisados que impliquen alguna
confrontación de ideas o algo parecido que los arranque del libreto
estrictamente preparado por sus asesores. El único gran debate mediático en el
que aceptaron confrontar fue en el promovido el domingo 15 de abril por el
grupo empresarial Desarrollo en Democracia, en donde no se admitieron
posibilidades de interpelarse unos a otros, ni se pudieron profundizar temas
candentes, como la reforma agraria, el narcotráfico, el crimen organizado, la
discriminación hacia la comunidad Lgtbi, entre otras cuestiones. Se notaron las
grandes carencias programáticas y la falta de capacidad para improvisar sin
libreto, principalmente del candidato colorado.
Prohibido girar a la
izquierda
Si
hay algo que distingue a ambos contendientes es el discurso marcadamente de
derecha en que acabaron coincidiendo, para ponerse a tono con la fuerte ola de
conservadurismo que ha impregnado a una gran mayoría de la sociedad paraguaya,
luego del derrocamiento del gobierno de Lugo, cuando se empezaron a borrar los
pocos avances que se habían logrado, tras incorporar nuevos conceptos de
educación sexual y actitudes contra la discriminación en los programas
pedagógicos.
La
ofensiva conservadora de los llamados grupos “provida”, capitaneados por
sectores de la aún influyente Iglesia Católica, condiciona fuertemente a los
actuales candidatos. Los grupos de presión habían obligado al gobierno de
Cartes a borrar la palabra “género” de los textos del Ministerio de Educación y
estuvieron a punto de hacer desaparecer al propio Ministerio de la Mujer por su
afán de utilizar dicha palabra.
A
pesar de provenir de una familia “disfuncional”, en que su padre tuvo varias
uniones de hecho, y de que él mismo se divorció y volvió a casarse, el
candidato colorado asumió desde un primer momento una fuerte defensa de la
familia monógama y repitió incontables veces que vetará cualquier proyecto de
ley a favor del aborto y del matrimonio igualitario.
Su
adversario, Efraín Alegre, aunque siempre se manifestó en contra de la unión de
personas del mismo sexo, intentó marcar una diferencia en diciembre último,
cuando expresó en un posteo en su cuenta de Twitter: “Yo creo en el matrimonio
entre el hombre y la mujer, como lo dice nuestra Constitución, pero eso no
significa que desconozca una realidad, y me comprometo en crear una solución
para encontrar una figura jurídica que proteja el patrimonio de las parejas”.
Eso
fue suficiente para que los sectores conservadores lo catalogaran de “progay” y
“proaborto” con tanta virulencia que el candidato Alegre, temeroso de perder
los votos conservadores, se vio obligado a firmar una declaración pública en la
que se comprometió –en el caso de ser electo presidente– a “respetar, proteger,
defender y promocionar la vida, desde la concepción hasta la muerte; la
familia, conformada por el hombre, la mujer y los hijos…”, marcando una ruptura
con sus aliados de izquierda, celosos defensores del aborto y el matrimonio igualitario.
“No
se sabe si (Alegre) recuperó la confianza de algunos votantes, lo claro es que
se alejó de una postura histórica del Frente Guasu y de los votantes
progresistas”, indicó Ruiz Díaz.
Con
respecto a las promesas electorales del candidato colorado, la analista sostuvo
que Abdo Benítez “no planteó novedades ni propuestas disruptivas, dando a
entender que seguirá la senda marcada por Horacio Cartes y otros gobiernos
colorados. En la campaña interna fue más abierto, con un fuerte mensaje sobre
la institucionalidad y la lucha contra la corrupción, pero apenas ganó se metió
en el caparazón partidario y su mensaje apunta solamente al electorado
republicano”.
Diez candidatos y
ninguna mujer
Aunque
Marito y Alegre polarizan las opciones electorales, en realidad son diez los
candidatos que disputan la presidencia de la República, sólo que los ocho
restantes ni siquiera aparecen en las encuestas. En su mayoría provienen de
movimientos y partidos no tradicionales, creados en los últimos meses tan sólo para
sostener candidaturas principalmente personalistas, entre ellas las de un
militar retirado, un viejo caudillo stronista
que ahora fundó un partido verde, un músico cantautor popular, un economista
veterano y hasta un odontólogo barrial. Lo llamativo es que todos son hombres y
entre ellos no hay ninguna mujer, en un momento en que se discute en el
Congreso paraguayo un proyecto de ley de paridad que establece que las listas
electorales deban incluir mitad hombres y mitad mujeres.
La
mayoría de los partidos que en su momento se disputaron la posibilidad de ser
la tercera fuerza política en el país no han presentado candidaturas a la
presidencia, aunque sí a los demás cargos electivos.
Algunos
grupos de izquierda que no forman parte de la alianza Ganar, como la plataforma
feminista Kuña Pyrenda, han decidido presentar sus propias candidaturas al
Congreso. Su principal referente, la líder feminista Lilian Soto, ex ministra
de la Función Pública, apunta a llegar por primera vez al Senado.
Otra
fuerza de consideración, el partido Paraguay Pyahura, brazo político de la
poderosa Federación Nacional Campesina, ha decidido una vez más no presentarse
a elecciones, por considerar que en estos comicios no existen verdaderas
opciones que favorezcan al sector popular, y llama a sus afiliados y
simpatizantes a anular su voto.
Un país “demasiado
igual”
Gane
quien gane el domingo, el próximo gobierno seguirá siendo marcadamente
conservador y sin muchas sorpresas, aunque una eventual victoria de Efraín
Alegre le daría al devaluado proceso democrático paraguayo la necesaria
alternancia que hasta ahora casi no se ha dado durante cerca de un siglo de
historia.
Desde
que el Partido Colorado llegó al gobierno en 1947, solamente en una oportunidad
pudo ser desalojado del poder, en 2008, tras la victoria electoral del ex
obispo Fernando Lugo, al frente de una alianza entre el Partido Liberal y los
partidos de izquierda, pero no pudo llegar a concluir su mandato debido a que
los liberales le retiraron su apoyo y se aliaron con los colorados para hacerle
un juicio político, también considerado golpe parlamentario, en junio de 2012.
El período tuvo que ser completado por el vicepresidente, el liberal Federico
Franco, con un período de gran inestabilidad y con muchas denuncias de
corrupción, posibilitando el retorno del Partido Colorado al gobierno, de la
mano del magnate Horacio Cartes, en 2013.
En
su análisis sobre el largo proceso de la transición tras el stronismo, que desemboca en estas
elecciones, Alfredo Boccia sostuvo que a los controladores del poder “el
sistema democrático paraguayo les resultó más funcional que la dictadura. Han
logrado disciplinar a un electorado desquiciado por la desesperanza que, en
masoquistas y resignadas filas, marchará a votar por aquellos que les han
negado siempre la plena calidad humana. Los que siempre los han dejado sin
hospitales, escuelas ni sueños. Vislumbro un país demasiado igual. Lo que
paraguayamente significa demasiado desigual”.
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