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Semana de Actividades del 20 al 24 de Noviembre de Capital Financiero
Choque de civilizaciones 2
Thierry Meyssan
www.voltairenet.org
/ 101017
Desde
hace 16 años, los expertos en política internacional se han implicado en
numerosos debates tratando de determinar los objetivos de la estrategia de
Estados Unidos. Por supuesto, después de todo ese tiempo, hoy resulta más fácil
ver las cosas con claridad que al principio de esta etapa. Sin embargo, pocos
lo logran y muchos persisten en seguir defiendo teorías ya desmentidas por los hechos.
Basándose en las conclusiones de ese debate, Thierry Meyssan recuerda cuál es
la siguiente etapa prevista para los ejércitos de Estados Unidos, según sus
teóricos de antes de este periodo, una etapa cuya puesta en marcha puede
comenzar próximamente.
Las fuerzas que
concibieron y planificaron la destrucción del «Medio Oriente ampliado» [también
llamado “Gran Medio Oriente”] consideraban esta región un laboratorio donde
podían poner a prueba su nueva estrategia. En 2001, esas fuerzas incluían a los
gobiernos de Estados Unidos, del Reino Unido y de Israel, pero hoy han perdido
el poder político en Washington y ahora prosiguen su proyecto económico-militar
a través de empresas transnacionales privadas.
Esas fuerzas
concibieron su estrategia alrededor de los trabajos realizados, por un lado,
por el almirante Arthur Cebrowski y su asistente Thomas Barnett en el Pentágono
y, por otro lado, de los trabajos que realizaron Bernard Lewis y su asistente
Samuel Huntington en el Consejo de Seguridad Nacional [1].
El objetivo de
esas fuerzas era a la vez adaptar su dominación a la evolución de las técnicas
y la economía contemporáneas y extender esa dominación a los países del antiguo
bloque soviético. En el pasado, Washington controlaba la economía mundial a través
del mercado mundial de la energía. Para eso, imponía el dólar como moneda de
uso obligado en cualquier contrato vinculado al petróleo, utilizando la amenaza
de guerra contra todo el que no se plegara a esa obligación. Pero ese método no
podía mantenerse en una época en la que el gas proveniente de Rusia, Irán,
Qatar y –en poco tiempo– de Siria sustituye parcialmente el petróleo.
Retomando los
orígenes criminales de gran parte de los colonos estadounidenses, esas fuerzas
concibieron la idea de dominar a los países ricos extorsionándolos. Para tener
acceso no sólo a las fuentes de energías fósiles sino también a las materias
primas en general, los “Estados estables” (incluyendo a los ex soviéticos)
tendrían que recurrir a la «protección» del ejército de Estados Unidos y, en ciertos
casos, quizás a las fuerzas armadas del Reino Unido e Israel.
Para lograrlo
bastaría con dividir el mundo en dos, globalizar las economías solventes y
destruir toda capacidad de resistencia en el resto del mundo.
Esta visión del
mundo es radicalmente diferente a las que prevalecían en el Imperio británico y
el sionismo. Pero imponer ese cambio de paradigma sólo podía lograrse con una
fuerte movilización, originada por un shock sicológico, un «nuevo Pearl Harbor».
Eso fue el 11 de septiembre de 2001.
Si bien se trata
de un proyecto que puede parecer demasiado delirante y cruel, hoy podemos
observar al mismo tiempo que –16 años después– es efectivamente lo que está
aplicándose y que además ese proyecto está encontrando obstáculos inesperados.
La globalización
económica de los países solventes era prácticamente total cuando uno de ellos,
Rusia, se opuso militarmente a la destrucción de las capacidades de resistencia
en Siria y, posteriormente, a la integración forzada de Ucrania a la economía
global. Washington y Londres ordenaron por tanto a sus aliados la aplicación de
sanciones económicas contra Moscú y con ello interrumpieron el proceso de
globalización de las economías solventes.
Al iniciar su
proyecto de «rutas de la seda», China invirtió considerablemente en países que
estaban destinados a la destrucción. Las fuerzas promotoras del «nuevo mapa del
mundo» reaccionaron creando un Estado terrorista que bloquea la antigua Ruta de
la Seda en Irak y en Siria y convirtiendo en guerra la cuestión ucraniana, lo cual
bloquea el trazado original de la segunda ruta de la seda.
Esas fuerzas se
proponen actualmente extender el caos a una segunda región, el sudeste
asiático. Al menos es hacia esa parte del mundo que están migrando los
yihadistas, según el Comité Antiterrorista de la ONU [2]. Con ese traslado, esas fuerzas cierran
el episodio 2012-2016 en el Medio Oriente –aunque eso no implica que no pueda
estallar una guerra alrededor de los kurdos– y preparan la destrucción del
sudeste asiático.
Sería esa la
segunda etapa del «choque de civilizaciones». Después de los musulmanes contra
los «judeocristianos» (sic) [3], ahora serán musulmanes contra budistas.
[1] Network Centric Warfare: Developing and Leveraging
Information Superiority, David S. Alberts, John J. Garstka y Frederick P.
Stein, CCRP, 1999. The Pentagon’s New Map, Thomas P. M. Barnett, Putnam
Publishing Group, 2004. «The Roots of Muslim Rage», Bernard Lewis, Atlantic
Monthly, septiembre de 1990. «The Clash of Civilizations?» y «The West Unique,
Not Universal», Samuel Huntington, Foreign Affairs, 1993 y 1996;
The Soldier and the State y The Clash of Civilizations and the Remaking of
World Order, Samuel Huntington, Harvard 1957 y Simon and Schulster 1996.
[2] «Daesh
parece estar migrando hacia el sudeste asiático», Red Voltaire, 8 de
octubre de 2017.
[3] Hasta los años 1990, el término
judeocristianos designaba solamente la comunidad de los judíos convertidos al
cristianismo alrededor de Jacobo el Justo [primer obispo de Jerusalén, también
llamado Santiago el Justo], comunidad disuelta después del saqueo de Jerusalén
por los romanos. Sin embargo, como los cristianos occidentales siguen
confiriendo un papel muy importante al Antiguo Testamento en su práctica
religiosa, defienden –a menudo sin ni siquiera darse cuenta– puntos de vista
judíos en vez de los puntos de vista cristianos. Por el contrario, los
cristianos del Oriente, fieles a la tradición de sus predecesores, se refieren
muy raramente a las escrituras judías y se niegan a leerlas durante la
eucaristía.
Un “mar de basura” invade las costas de Centroamérica
Cubadebate
30 octubre 2017
Un mar de cepillos de
dientes, tenedores, cucharas, platos y botellas de plástico. Esa es la imagen
que ha captado la fotógrafa y activista británica Caroline Power entre las
islas de Roatán y Cayos Cochinos, en el Caribe hondureño. “Ver que se asesine y
asfixie lentamente algo que me importa tanto fue devastador”, ha dicho Power al
diario británico The Telegraph.
“Esto
tiene que detenerse, piensen en sus vidas diarias. ¿Cómo se llevaron a casa la
comida sobrante la última vez que comieron en un restaurante? Es probable que
[el envoltorio] fuera espuma de poliestireno, se sirviera con un tenedor de
plástico y luego la pusieran en una bolsa de plástico”, escribió Power en
Facebook.
La publicación, del pasado 16
de octubre, ha sido compartida unas tres mil veces y ha tenido más de mil 100
reacciones en esa red social.
La fotógrafa, que se
especializa en imágenes submarinas, ha explicado que el hallazgo se produjo
durante un viaje de buceo a unos islotes que son conocidos porque apenas
rebasan el nivel del agua y permiten a las exploraciones avistamientos
“prístinos”. “Observar la basura y los desechos fue descorazonador”, ha
detallado la fotógrafa.
La organización ambientalista
Blue Planet Society argumentó que la causa del llamado “mar de plástico” es la
basura arrastrada por el fronterizo río Motagua desde Guatemala a las costas
hondureñas. Ambos países han tenido roces en los últimos tres años por la
contaminación del afluente.
“El Gobierno de Honduras
lamenta que a pesar de los distintos acercamientos ante el Gobierno de
Guatemala y los esfuerzos que se han venido realizando, los mismos no han sido
suficientes (…) y aún no se ven resultados concretos y palpables”, expresó la
Secretaría hondureña de Relaciones Exteriores en un comunicado que se divulgó
el pasado 23 de octubre.
Tegucigalpa ha exigido la
mitigación de los daños y una indemnización por “la inversión que el Gobierno
ha realizado”. El presidente guatemalteco, Jimmy Morales, ha dicho al diario Prensa
Libre que habló con su homólogo hondureño sobre las tareas para combatir este
problema, pero que “aún no están definidas”.
Edmund of East Anglia, king and martyr, 20 November 870
Edmund was born about 840, became King of East Anglia in about 855, and in 870 faced a horde of marauding Danes, who moved through the countryside, burning churches and slaughtering villages wholesale. On reaching East Anglia, their leaders confronted Edmund and offered him peace on condition that he would rule as their vassal and forbid the practice of the Christian faith. Edmund refused this last condition, fought, and was captured. He was ill-treated and killed. His burial place is the town of Bury St. Edmunds.
Elizabeth of Hungary, princess and philanthropist, 19 November 1231
The numerous "St. Elizabeth's Hospitals" throughout the world are for the most part named, not for the Biblical Elizabeth, the mother of John the Baptist, but for this princess of Hungary. She was concerned for the relief of the poor and the sick, and with her husband's consent she used her dowry money for their relief. During a famine and epidemic in 1226, while her husband was away in Italy, she sold her jewels and established a hospital where she nursed the sick, and opened the royal granaries to feed the hungry.
After her husband's death in 1227, her inlaws, who opposed her "extravagances," expelled her from Wartburg. Finally an arrangement was negotiated with them that gave her a stipend. She became a Franciscan tertiary (lay associate) and devoted the remainder of her life to nursing and charity. She sewed garments to clothe the poor, and went fishing to feed them.
Hilda of Whitby, abbess and peacemaker, 18 November 680
Hilda (known in her own century as "Hild") was the grandniece of King Edwin of Northumbria, (see 12 Oct) a kingdom of the Angles. She was born in 614 and baptized in 627 when the king and his household became Christians. In 647 she decided to become a nun, and under the direction of Aidan (see 31 Aug) she established several monasteries. Her last foundation was at Whitby. It was a double house: a community of men and another of women, with the chapel in between, and Hilda as the governor of both; and it was a great center of English learning, one which produced five bishops (during Hilda's lifetime or that of the Abbey?). Here a stable-boy, Caedmon, was moved to compose religious poems in the Anglo-Saxon tongue, most of them metrical paraphrases of narratives from Genesis and the Gospels.
The Celtic peoples of Britain had heard the Gospel well before 300 AD, but in the 400's and 500's a massive invasion of Germanic peoples (Angles, Jutes, and Saxons) forced the native Celts out of what is now England and into Wales, Ireland, and Scotland. The invaders were pagans, and missionaries were sent to them in the north and west by the Celts, and in the south and east by Rome and other churches on the continent of Europe.
Roman and Celtic traditions differed, not in doctrine, but on such questions as the proper way of calculating the date of Easter, and the proper style of haircut and dress for a monk. It was, in particular, highly desirable that Christians, at least in the same area, should celebrate Easter at the same time; and it became clear that the English Church would have to choose between the old Celtic customs which it had inherited from before 300, and the customs of continental Europe and in particular of Rome that missionaries from there had brought with them. In 664 the Synod of Whitby met at that monastery to consider the matter, and it was decided to follow Roman usage.
Hilda herself greatly preferred the Celtic customs in which she had been reared, but once the decision had been made she used her moderating influence in favor of its peaceful acceptance. Her influence was considerable; kings and commoners alike came to her for advice. She was urgent in promoting the study of the Scriptures and the thorough education of the clergy. She died 17 November 680.
Bienaventurados los ateos porque encontrarán a Dios
María López
Vigil
Los dogmas del catolicismo, la religión en la
que nací, ya no me dicen nada. Las tradiciones y creencias del cristianismo,
tal como las aprendí, me parecen cada vez más ajenas. Son respuestas. Y ante el
misterio del mundo yo tengo cada vez más preguntas.
Sentimientos parecidos a los míos los
descubro en mucha otra gente, sobre todo jóvenes, sobre todo mujeres, que no niegan
a Dios, pero que buscan una espiritualidad que alimente de verdad el sentido de
sus vidas. Y en busca de ese tesoro, donde poner su corazón, toman distancia, se
apartan, revisan, hasta rechazan, la religión aprendida.
¿Qué nos pasa? ¿Qué me ha pasado? Que he
crecido, que he leído, que he buscado, que vivimos en un mundo radicalmente
diferente al mundo tribal, rural, pre-moderno, en el que se fraguaron los
ritos, dogmas, creencias, jerarquías y tradiciones de mi religión. El sistema
religioso que nos han enseñado habla de un concepto anticuado del mundo. Ya no podemos
caminar con esos “zapatos”, ya no me sirven.
Sabiendo, como sé, que el cristianismo en
todas sus versiones (católicos, protestantes, evangélicos, ortodoxos…) es una
religión poderosa, pero una más entre tantas que existen y
han existido en el planeta y en la historia, ya no puedo creer que la mía es la religión verdadera. Sería una
insensatez tan mayúscula como creer que mi lengua materna, el español, es entre
todas las lenguas, la mejor sólo porque nací en ella, es la que conozco y la
que sé hablar.
Encuentro arrogantes los postulados
religiosos que aprendí. Porque se presentan absolutos, rígidos, infalibles,
incuestionables, inmutables e impenetrables al paso del tiempo. Y la humildad
-que tiene la misma raíz, humus, que humanidad me parece un caminito esencial
ante el misterio del mundo, que ni la ciencia ni ninguna religión logra desentrañar
cabalmente.
Sabiendo, como sé, las riquezas que encierran
las variadísimas culturas humanas, los tantos mundos que hay en este mundo, no
puedo creer que en mi religión y en la Biblia esté “la” revelación de esa realidad
última que es Dios. Si así lo creyera, no podría evitar ser soberbia. Y no
podría dialogar de igual a igual con los miles y miles y miles de hombres y
mujeres que no lo creen así, que tienen otros libros sagrados, que van a Dios
por otros caminos en donde no hay escrituras santas que venerar y seguir.
¿Cómo creer en ese galimatías dogmático,
amalgamado con una filosofía superada, que afirma que en Dios hay tres personas
distintas con una única naturaleza y que Jesús es la segunda persona de esas
tres, pero con dos naturalezas? ¿Cómo creer lo que es absurdo y no entiendo si
mi cerebro es la obra maestra de la Vida? ¿Cómo creer que María de Nazaret es
Madre de Dios si Dios es Madre? ¿Cómo creer en la virginidad de María sin
asumir lo que ese dogma expresa de rechazo a la sexualidad y a la sexualidad de
las mujeres? ¿Cómo aceptar una religión tan masculinizada y, por tanto, tan
separada de aquella primera intuición que presentía a Dios en femenino al ver
el poder del cuerpo de la mujer que daba vida? ¿Cómo olvidarnos de que, por esa
experiencia vital, Dios “nació mujer” en la mente de la humanidad?
¿Cómo creer en el infierno sin convertir a
Dios en un tirano torturador como los Pinochet o los Somoza? ¿Cómo creer en el
pecado original, que nunca nadie cometió en ningún lugar, que es solamente el mito
con que el pueblo hebreo explicó el origen del mal en el mundo? ¿Cómo creer que
Jesús nos salvó de ese pecado si esa doctrina no es de Jesús de Nazaret sino de
Pablo de Tarso? ¿Cómo creer que Dios necesitaba de la muerte de Jesús para
lavar ese pecado? Jesús el profeta, ¿un cordero propiciatorio que aplaca con
sangre la cólera divina? ¿Cómo creer que Jesús nos salvó muriendo, cuando lo
que nos puede “salvar” del sinsentido es que nos enseñó a vivir? ¿Cómo creer
que como el cuerpo de Jesús y bebo su sangre, reduciendo así la Eucaristía a un
rito materialista, mágico y evocador de sacrificios arcaicos y sangrientos que
Jesús rechazó?
Sin embargo, dejando ya en mi camino tantas
creencias de la religión aprendida, no dejo a Jesús de Nazaret. Porque, así
como mi padre, mi madre y mis hermanos son mis referentes afectivos, y así como
pienso, hablo y escribo en español y esa lengua es mi referente cultural, Jesús
de Nazaret es mi referente religioso y espiritual, mi referente ético, el que
me es más familiar para tantear el camino que me abre al misterio del mundo.
Hoy, sabiendo, como sé, de la majestad
inabarcable del Universo en el que vivimos, con sus miles de millones de
galaxias, no puedo creer que Jesús de Nazaret sea la única y definitiva
encarnación de esa Energía Primera que es Dios. Eso no lo creyó Jesús. Esa
elaboración dogmática, hecha posteriormente y en contextos de luchas de poder,
escandalizaría a Jesús. Hoy, en vez de afirmar “creo que Jesús es Dios”,
prefiero decirme y decir: “Quiero creer en Dios como creyó Jesús”.
¿Y en qué Dios
creía Jesús, el Moreno de Nazaret? Nos enseñó que Dios es un padre, también una
madre, que se preocupa por buscarnos, -el pastor que busca a su oveja, la mujer
que busca su dracma-, que nos espera con ansia, que siempre acoge, que se
indigna ante las injusticias y ante el poder que explota y oprime, que toma
partido por los de abajo, que no quiere pobres ni ricos, que quiere que a nadie
le sobre y a nadie le falte, que apuesta por la equidad y la dignidad de todos,
que nos quiere hermanos, que nos quiere en comunidad, que no quiere señores ni
siervos, tampoco siervas, que nos da siempre oportunidades, que se ríe y
festeja, que celebra banquetes a los que invita a todos, que es alegre y es
bueno, que es un abbá, una immá.
Todas las religiones del mundo, toditas, se
parecen en algo: todas afirman que son las verdaderas y se ufanan de que sus
divinidades son las más poderosas. Todas se sostienen en creencias, en ritos,
en mandamientos y en mediadores. La mayoría de los mandamientos que imponen son
prohibiciones: lo que no se puede hacer, lo que no se puede pensar, lo que no
se puede decir... Y los mediadores que dominan las religiones son variadísimos:
son libros, lugares, tiempos y objetos sagrados y, sobre todo, son personas
sagradas a las que hay que creer, obedecer y reverenciar.
Cuando uno lee la buena noticia de los
Evangelios, cuando capta su esencia, descubre que Jesús no fue un hombre
religioso. Jesús fue un laico en contradicción permanente con los hombres
piadosos y sagrados de su tiempo, fariseos y sacerdotes. Jesús no propuso
creencias sino actitudes. No lo vemos nunca practicando ningún rito sino
acercándose a la gente. Le dio la vuelta a varios mandamientos, tal como eran
interpretados por los piadosos de su tiempo. Y no respetó ni los lugares
sagrados (oraba en el monte) ni los tiempos sagrados (“El sábado es para la gente,
no la gente para el sábado”).
Jesús fue un hombre espiritual y un maestro
ético. Jesús no quiso fundar ninguna religión y, por eso, no es responsable de
ninguno de los dogmas construidos desde el poder sobre la memoria apasionada de
quienes lo conocieron. Jesús propuso una ética de relaciones humanas. Inspiró
un movimiento espiritual y social de hombres y mujeres que buscando a Dios
buscaran la justicia y construyeran su sueño, el Reino de Dios, que él concibió
como una utopía contrapuesta a la realidad de opresión, injusticia, que le tocó
vivir en su país y en su tiempo.
Cuando ninguna persona es sagrada todas las
personas se vuelven sagradas. Cuando ningún objeto es sagrado todos los objetos
merecen ser cuidados. Cuando ningún tiempo es sagrado todos los días que me es
dado vivir se convierten en sagrados. Cuando ningún lugar es sagrado veo en la
Naturaleza entera el sagrado templo de Dios. Esto también nos lo enseñó Jesús.
La irreverencia, la provocación, la gracia,
el humor, la audacia y la novedad de la espiritualidad de Jesús de Nazaret han
sido aprisionadas desde hace siglos en la dogmática cristológica. Esa dogmática
nos hace prisioneros de un pensamiento único, nos encierra en una jaula. No nos
deja volar porque no nos deja preguntar, sospechar, dudar… Los barrotes de esa
cárcel provocan miedo. Miedo a desobedecer la palabra autorizada de quienes
“saben de Dios”, las jerarquías de la religión. Miedo a ser castigados por
pensar y por decir lo que pensamos.
Hoy, sabiendo que vivo “en torno a una
estrella del montón, en una zona corriente de una galaxia vulgar, agrupada con
otras igualmente anodinas en un cúmulo ordinario”, como describe este “barrio
cósmico” que es la Tierra un prestigioso físico, no puedo dejar de sentir
petulantes y esclerotizadas, irrelevantes para mi vida, las certezas y las
normas de la religión organizada por una burocracia jerárquica que, además, en
tantas cosas ha traicionado el mensaje de Jesús.
Me encuentro más cercana a la Vida que Jesús
defendió y dignificó en esa religiosidad, en esa espiritualidad que es
reverencia y asombro ante el misterio del mundo. Hallo más sentido espiritual en
la “religiosidad cósmica” de la que habló el judío Einstein cuando dijo: “El
misterio es lo más hermoso que nos es dado sentir”. Einstein reconoce que esa
experiencia de lo misterioso “cuna del arte y de la ciencia ha generado también
la religión”. Pero añade: “La verdadera religiosidad es saber de esa Existencia
impenetrable para nosotros, saber que hay manifestaciones de la Razón más
profunda y de la Belleza más resplandeciente” que nunca nos son del todo
asequibles. Y concluye: “A mí me basta con el misterio de la eternidad de la
Vida, con el presentimiento y la conciencia de la construcción prodigiosa de lo
existente”.
No sé si a mí me basta esa formulación, pero
sí sé que me resulta significativa porque me abre a nuevas preguntas. Y la
religión, el sistema religioso en el que me educaron, no me abrió. Me cerró
llenándome de respuestas fijas, preestablecidas, muchas de ellas amenazantes,
angustiantes, generadoras de miedo, de culpa y de infelicidad. Es tiempo de
humanizarnos. Y el sistema religioso, obligándonos a pensar a Dios de una única
manera, imponiéndonos normas morales severas y faltas de compasión y
obligándonos a cultos y ritos rutinarios y rígidos, nos deshumaniza.
¿Creo en Dios? ¿Qué
es la fe? “Es un amor”, me respondió hace ya muchos años un campesino
analfabeto en la República Dominicana cuando yo se lo pregunté. Nunca lo
olvido. Sentí una explicación tan sencilla como profunda.
Si Dios es, es
quien me mueve siempre hacia el amor, hacia los demás, sean personas, animales,
árboles… Ese movimiento, ese impulso es a compartir, a simpatizar, a cuidar, a
hacerme responsable, a meterme en el agua que guarda en su fondo ese pozo de todo
lo que está vivo. La amistad es la felicidad de no poder tocar nunca el fondo
de ese pozo. Eso es amor: un pozo sin fondo en el que poder beber. Eso debe ser
Dios. En el amor que tengo a quienes quiero yo siento a Dios.
Si Dios es, es
belleza. El derroche de belleza de la Naturaleza -las estrellas del cielo, los
ojos de los perros, la forma de las hojas, el vuelo de los pájaros, los colores
y sus matices, el mar-, todo ese inconmensurable y siempre sorprendente listado
de hermosuras, todas parecidas, todas diferentes, todas relacionadas, esa
belleza que yo no puedo ni abarcar ni entender, que deslumbra mis ojos y mi
mente, que la ciencia nos descubre y nos explica, siento que tiene “la firma”
de Dios. En el fondo de toda la belleza que veo en todo lo que existe yo siento
a Dios.
Si Dios es, es
alegría. En la fiesta, en la música y el baile, en las formas indefinibles que
adopta la alegría cuando es profunda, en la palabra, en la compañía, en la
celebración, en los logros, en el esfuerzo de creatividad, y muy especialmente
en las risas y en las sonrisas de la gente, yo siento que Dios es más cercano
que nunca.
Si Dios es, es
también justicia. Es la justicia que la historia que conozco y en la que vivo no
le ha garantizado nunca a la gente buena. Que no le garantizó a aquel campesino
pobre y analfabeto que me definió la fe como “un amor”.
Pero Dios
siempre está más allá de todo amor, de toda belleza, de toda alegría, siempre
inalcanzable, innombrable, indescifrable, siempre más allá de la idea que de
Dios me hago, más allá de mi propio deseo y nostalgia. Maimónides, el gran
pensador judío de la Edad Media, escribió un tratado teológico-filosófico con
este fascinante título: "Guía para perplejos". Dice él:
"Describir a Dios mediante negaciones es la única manera de describirlo en
un lenguaje apropiado".
Ni una pizca de
esa perplejidad la encuentro ya en el sistema religioso en el que nací. Y es
con estos “ladrillos” de pensamiento y de sentimiento, con este pensar y este
sentir, con los que he ido construyendo a tientas una espiritualidad,
convencida, como decía el poeta León Felipe, que nadie va a Dios por el mismo
camino por el que voy yo. La espiritualidad es un camino personal, la religión
es un corsé colectivo. Un “yugo pesado”, en palabras de Jesús.
En su libro La ola es el mar, el monje benedictino
Willigis Jäger comenta: “Una
persona sagaz dijo: La religión es un
truco de los genes”. Jäger se toma
muy en serio esa afirmación. Y explica: “Cuando la especie humana alcanzó el
nivel evolutivo adecuado para plantearse preguntas sobre su origen, su futuro y
el sentido de su existencia, desarrolló la capacidad para dar respuesta a esas
preguntas. El resultado de este proceso es la religión, que durante milenios ha
desempeñado magníficamente su tarea y aún sigue haciéndolo hoy. La religión
forma parte de la evolución humana. Y si hoy llegamos a un punto en que sus
respuestas ya no satisfacen, es un indicio de que la evolución ha dado un paso
hacia adelante y está surgiendo en la humanidad una nueva capacidad para
comprendernos como seres humanos”.
A pesar de los
caminos errados y de los tiempos perdidos, cuánto me alegro de que, antes de
morirme, desarrollé esa capacidad y pude vivir en el tiempo de ese paso hacia
adelante.
Canadá gasta 75.000 euros para evitar pagar un tratamiento de 4.100 euros a una indígena
Ashifa Kassam - Toronto
www.eldiario.es/06/10/2017
Para muchos, el legado de Canadá de
relaciones coloniales ha sido un legado de "humillación, abandono y
abuso", afirmó Trudeau ante la ONU. ZumaGlobal/ EFE
Días después de
que Justin Trudeau afirmase en Naciones Unidas que su gobierno estaba
trabajando para mejorar la calidad de vida de los pueblos indígenas de Canadá,
ha salido a la luz que el ejecutivo se ha gastado más de 75.000 euros en gastos
legales para evitar gastarse 4.100 euros en la ortodoncia de una adolescente
que sufre dolores crónicos.
La radiotelevisión pública de Canadá (CDC) publicó los datos,
obtenidos gracias a la Ley de Acceso a la Información. Los gastos están
relacionados con una batalla judicial en marcha que enfrenta al Gobierno
federal y a Josey Willier, una adolescente de la tribu india Sucker Creek que
se ha quejado durante dos años de dolores de cabeza y mandíbula crónicos a
causa de los defectos e irregularidades en la posición de los dientes.
En 2014, dos
ortodoncistas advirtieron que si no le ponían aparato, Willier acabaría
necesitando una agresiva operación de mandíbula. Uno de ellos afirmó que
probablemente los problemas de Willier empeorarían y podrían dejarle con
dificultades para comer y hablar.
La familia acudió
a un programa de ayuda del Gobierno federal para ayudar a pagar los 4.100 euros
de tratamiento. Dicho programa cubre el coste de los servicios de sanidad,
cobertura dental básica y tratamiento de ortodoncia cuando sea necesario en
términos médicos para las comunidades que viven en las reservas indias.
El Ministerio de
Salud de Canadá rechazó la solicitud de la familia, afirmando que sus problemas
bucales no eran lo suficientemente serios como para garantizar el aparato. Tres
recursos a la decisión del Ministerio resultaron infructuosos. Con la ayuda de
un abogado que trabaja de forma gratuita, la familia llevó el caso al tribunal
federal del país, donde un juez determinó que la negativa a pagar era una decisión
"razonable".
Durante un periodo
de 16 meses, el Gobierno federal se ha gastado al menos 75.000 euros en gastos
legales para luchar contra la solicitud de pago. Probablemente los costes
aumenten, ya que la familia presentó en junio un recurso contra la decisión del tribunal
federal, alegando que no tuvo en cuenta el dolor crónico que sufre
Willier, así como la posible necesidad de operar.
"Creo que es
atroz", declaró Cindy Blackstock a la CBC. Blackstock dirige la First
Nations Child and Family Caring Society, que ha intervenido en el caso de
Willier. "Como contribuyente, estoy totalmente anonadada de que Canadá se
gaste 75.000 euros defendiéndose contra una inversión de 4.100 euros para
ayudar a una menor. Podrían haber utilizado ese dinero para pagar los servicios
de ortodoncia de 18 menores", añadió.
La respuesta
oficial
En un comunicado a
the Guardian, el Ministerio de Sanidad de Canadá hace referencia al proceso
utilizado para evaluar la solicitud de Willier. "En este caso, el problema
no es el valor monetario o la viabilidad de la solicitud", sostiene.
"Como todas las peticiones de ortodoncia, un dentista licenciado revisó el
caso presentado para su aprobación y posteriormente fue revisado de nuevo por
otros tres ortodoncistas durante los tres procesos de recurso, los cuales se
mostraron en línea con la primera evaluación. Las pruebas no apoyan la
solicitud de cobertura", añade.
El Ministerio
sostiene que el plan que cubre a las comunidades indígenas es más generoso que
los planes privados de la mayoría de los canadienses. El cuidado dental
–excepto las operaciones y unos pocos programas de prevención para menores– no
se incluye en el sistema sanitario universal y se financia a menudo a través de
seguros privados o ahorros. Un informe de 2014 sitúa a Canadá como uno de los países de la OCDE que menos fondos públicos dedica al cuidado
dental: solo el 6% de este tipo de cuidados, comparado con el 7,9%
en Estados Unidos y el 79% en Finlandia.
Las noticias de
los costes legales del Gobierno han salido a la luz una semana después de que
Trudeau utilizase su discurso en las Asamblea General de la ONU para destacar la
lucha de las comunidades indígenas del país. Para muchos, el legado de Canadá
de relaciones coloniales ha sido un legado de "humillación, abandono y
abuso", afirmó el primer ministro.
Trudeau prometió
que su gobierno lo haría mejor. "Hemos estado trabajando duro para
corregir injusticias pasadas y garantizar una calidad de vida mejor para los
pueblos indígenas de Canadá", señaló. "Aunque este camino está
inexplorado, tengo confianza en que llegaremos a la reconciliación",
añadió.
Hugh of Lincoln, bishop, protector of the oppressed, 17 November 1200
As a sign of his remorse for his role in the murder of the Archbishop Thomas a Becket, King Henry II founded the first house in England of the strict monastic order called the Carthusians. Difficulties arose with the first two priors, and a French noble recommended Hugh de Avalon, who at that time had been a monk at the mother house of the order for 17 years.
On his arrival in England in 1176, Hugh found that the building of the monastery had not begun. Worse, no compensation had been paid to those who would have to lose their lands and property to make room for it. Hugh refused to take office until these persons had been paid "to the last penny." He intervened again on behalf of the builders, whose pay was not forthcoming.
Henry loved him for his plain speaking. "I do not despair of you," Hugh said to him at their first interview; "I know how much your many occupations interfere with the health of your soul." Henry, impressed by his frankness, swore that while he lived he should not leave his kingdom, and took so much pleasure in his conversation, and paid so much heed to his counsels, that a rumor arose that Hugh was his son. Hugh's biographer wrote that "of all men only Hugh could bend that rhinosceros to his will." When Henry was in danger of shipwreck, he cried out, "If only my Carthusian Hugh were awake and at prayer, God would not forget me."
This affection never diminished, though Hugh dared to oppose the king, particularly in the matter of keeping bishoprics vacant in order that their revenues might fall to the king's treasury. One of the worst examples was Lincoln, which, except for a few months, had been without a bishop for eighteen years. Hugh was elected to the post in 1186, and his monastic superiors ordered him to accept. After so long a period of neglect, there was great need of reform. Hugh employed priests of great piety and learning, and made the fullest use of his authority in disciplining his clergy. He took a stern view of the ill-treatment of the poor by the royal foresters, and when a subject of the church of Lincoln suffered at their hands he excommunicated their chief.
He also refused to appoint a royal favorite to a meaningless but lucrative post. Henry was furious, and summoned him to his presence. He came, and Henry turned away his face and would not speak, but by way of ignoring his presence took out a torn glove and began to sew it. At last Hugh said, "How like you are to your relations at Falaise." The king might have resented this allusion to the humble birth of William the Conqueror's mother, the daughter of a glove-maker, but he only laughed, and the quarrel was made up.
Riots against the Jews broke out in England at the time of the Third Crusade. In defence of the persecuted, Hugh faced armed mobs in Lincoln, Stamford and Northampton and compelled their submission.
Hugh refused to raise money for the foreign wars of King Richard the Lion-Heart, calmed the king's rage with a kiss, and persisted in his refusal: this was the first clear example on record of the refusal of a money-grant demanded directly by the crown, and an important legal precedent. Richard said, "If all bishops were like my lord of Lincoln, not a prince among us could raise his head against them."
His relations with King John were less happy. John showed him an amulet, which he said was sacred and would preserve him. Hugh replied, "Do not put your trust in lifeless stone, but only in the living and heavenly stone, our Lord Jesus Christ." The following Easter he preached at length on the duties of kings, and the king slipped out partway through.
Devout, tireless, and forgetful of self, Hugh also had wit, a temper that he described as "more biting than pepper," and a great love and concern for children and the defenceless. He visited leper-houses and washed the ulcerous limbs of their inmates.
He was fond of animals, and they of him. Birds and squirrels came readily to his hand. He had a swan that would feed from his hand, follow him about, and keep guard over his bed, so that no one could approach it without being attacked.
In 1200 the king sent him on an embassy to France. His mission was a success, but he took ill and returned to England to die on 16 November 1200. John Ruskin called him "the most beautiful sacerdotal (priestly) figure known to me in history."
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