Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez +
Docente Universitario
Email: manningsuarez@gmail.com
Orcid: www.orcid.org/0000-0003-2740-5748
Google Académico:
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Resumen
Este ensayo ofrece una síntesis crítica y documentada de la figura de John Wesley (1703–1791), fundador del metodismo, abordando su identidad, formación académica y religiosa, credos aceptados por el metodismo, postura teológica, ejes doctrinales y legado en el protestantismo. Desde una metodología histórico‑crítica con análisis documental de fuentes primarias y secundaria académicas (libros y artículos indexados), se muestra que Wesley integró pietismo, anglicanismo y ortodoxia patrística en una teología práctica centrada en la gracia preveniente, la fe activa en el amor, la santidad personal y social, y el gobierno conexionista. Se destacan su recepción de los credos ecuménicos, su doctrina del “amor perfecto” (perfección cristiana), su énfasis en los medios de gracia, su predicación itinerante y organización de bandas y clases, y su impacto global en la expansión del protestantismo evangélico, la misión moderna, el avivamiento transatlántico y la ética social cristiana. El ensayo concluye con aplicaciones para la Iglesia del siglo XXI en clave de discipulado, santidad pública y ecumenismo práctico
Palabras claves: John Wesley; Metodismo; Santidad; Gracia preveniente; Perfección cristiana; Credos ecuménicos; Reavivamiento evangélico; Conexión metodista; Teología práctica; Protestantismo moderno.
Abstract
This essay offers a critical, documented synthesis of John Wesley (1703–1791), founder of Methodism, addressing his identity, academic and religious formation, the creeds received by Methodists, theological stance, doctrinal core, and impact on Protestantism. Using a historical‑critical methodology and documentary analysis of academic sources, it shows that Wesley integrated Pietism, Anglicanism, and patristic orthodoxy into a practical theology centered on prevenient grace, faith working through love, personal and social holiness, and connexional polity. It highlights his reception of the ecumenical creeds, doctrine of “perfect love” (Christian perfection), emphasis on the means of grace, field preaching and small‑group organization, and his global impact on evangelical expansion, modern missions, transatlantic revival, and Christian social ethics. The essay concludes with applications for the twenty‑first‑century Church in terms of discipleship, public holiness, and practical ecumenism.
Keywords: John Wesley; Methodism; Holiness; Prevenient grace; Christian perfection; Ecumenical creeds; Evangelical revival; Connexionalism; Practical theology; Protestantism.
Metodología.
Enfoque histórico‑crítico: reconstrucción contextual del siglo XVIII (Inglaterra georgiana, avivamiento evangélico, Ilustración) y correlación teológica de conceptos clave.
Análisis documental: lectura de fuentes primarias (sermones y diarios de Wesley; Artículos de Religión) y secundarias especializadas indexadas en Scopus, Google Scholar, Dialnet y Latindex.
Hermenéutica teológica: interpretación de categorías soteriológicas (gracia, fe, santidad) y eclesiológicas (conexión, medios de gracia) a la luz de la tradición anglicana y patrística.
Método comparativo: contrastes entre metodismo y otras corrientes protestantes (luteranismo, calvinismo, pietismo moravo).
Objetivo general
Analizar de manera integral la vida, formación, credos, postura teológica, doctrina y legado de John Wesley, mostrando su relevancia para la Iglesia del siglo XXI.
Objetivos específicos
1. Describir la identidad histórica y vocacional de Wesley.
2. Exponer su formación académica y religiosa y su itinerario espiritual.
3. Delinear los credos aceptados por el metodismo.
4. Sistematizar su postura teológica y las notas de la santidad wesleyana.
5. Identificar los puntos doctrinales más importantes en la Iglesia Metodista.
6. Evaluar su impacto en el protestantismo moderno.
Contenido
¿Quién era John Wesley?
John Wesley (1703–1791), presbítero anglicano inglés, líder del avivamiento evangélico y organizador del metodismo, fue un pastor, teólogo práctico y reformador eclesial. Hijo del rector Samuel Wesley y de Susanna Annesley, se formó en el ethos devocional puritano‑anglicano. Ordenado en 1728, fue capellán, misionero en Georgia (1735–1737) y, tras su experiencia de “corazón extrañamente calentado” en Aldersgate (1738), inició predicación itinerante al aire libre, organización de “clases” y “bandas”, y un sistema conexionista que integró disciplina, catequesis y caridad. Murió en Londres dejando sociedades metodistas extendidas en Gran Bretaña, Irlanda y Norteamérica. (Heitzenrater, 1995, pp. 1–60).6 ; Cf. (Wesley, Journal, 1986, pp. 63–70).7
¿Cuál fue su formación académica y religiosa?
Educado en Charterhouse School y Christ Church, Oxford; fellow del Lincoln College (1726). En Oxford cofundó el “Holy Club” con Charles Wesley y George Whitefield, practicando rigurosamente oración, ayuno, comunión frecuente, visita a cárceles y pobres: de ahí el apodo “metodistas”. Influencias decisivas: anglicanismo clásico (Hooker), arminianismo anglicano (Jeremy Taylor), mística y disciplina (Kempis, William Law), pietismo moravo (Zinzendorf) y patrística griega (Crisóstomo, Macario). Tras las tensiones en Georgia y el encuentro con moravos, articuló la justificación por la fe y la seguridad filial en Aldersgate, sin abandonar la sacramentalidad anglicana ni la disciplina eclesial. (Outler, 1964, pp. 21–35).2 ; Cf. (Wesley, 1984, pp. 71–80).4
¿Cuáles son los credos religiosos aceptados por los metodistas?
El metodismo histórico, dentro de la tradición anglicana, acoge los credos ecuménicos como normas de fe: el Credo Apostólico y el Niceno‑Constantinopolitano, y, en varios cuerpos metodistas, el Credo de Atanasio como testimonio doctrinal.
Además, mantiene los Artículos de Religión (derivados de los Treinta y Nueve Artículos anglicanos, adaptados por Wesley para los metodistas de Norteamérica en 1784) y el Exhorto de Wesley a las Homilías.
Estas normas doctrinales, junto con los Sermones estándar y las Notas al Nuevo Testamento, constituyen “estándares doctrinales” en muchas denominaciones metodistas. (United Methodist Church, 2016, pp. 65–78).8 ; Cf. (Wesley, 1784/1984, pp. 743–756).9
¿Cuál fueron su postura teológica?
La postura teológica de John Wesley se articula, ante todo, desde una soteriología arminiana de cuño católico‑evangélico: la gracia preveniente es universal y antecede toda respuesta humana, habilitando una cooperación real del creyente sin anular la iniciativa divina.
En este horizonte, Wesley rechaza la reprobación incondicional y afirma tanto la seriedad de la libertad como la posibilidad de apostatar, lo que preserva la responsabilidad ética y pastoral de la vida cristiana. Su célebre defensa de la “Free Grace” subraya que la economía de la salvación no excluye a nadie, y que la predestinación particularista erosiona el carácter moral del evangelio y la urgencia misionera.
Así, la salvación es don que convoca a respuesta: el Espíritu despierta, llama y capacita; el ser humano, movido por esa gracia, consiente y coopera en arrepentimiento y fe, en una dinámica sinérgica ordenada al amor de Dios y del prójimo (Wesley, Sermons I, “Free Grace”, 1984, pp. 485–492).4
Sobre ese fundamento, Wesley entiende la justificación por la fe como entrada real en la vida de Dios, cuya forma es “la fe que obra por el amor”: no mera imputación forense aislada, sino unión vivificante con Cristo que inaugura la nueva creación y la adopción filial.
El testimonio interno del Espíritu otorga certeza filial, no como licencia antinomiana, sino como fuente de obediencia gozosa y transformación moral. La santificación, entonces, es el itinerario que conduce hacia la “santificación entera” o perfección en el amor: una maduración que, por purificación de las raíces del pecado, dispone al creyente a amar plenamente a Dios y al prójimo.
Wesley rechaza toda noción de impecabilidad absoluta; habla de una perfección dinámica, perfectibilidad en caridad, susceptible de crecimiento y de tentación, cuya nota es el amor perfecto que ordena afectos, intenciones y obras en la vida cotidiana y comunitaria (Wesley, Sermon 10, 1984, pp. 106–118).4; Cf. (Wesley, A Plain Account, 1872/1984, pp. 365–430).1
Finalmente, su teología se encarna en una eclesiología conexionista y en una “vía media” práctica entre entusiasmo y racionalismo. La Iglesia se organiza en sociedades, clases y bandas bajo un gobierno itinerante y disciplinado, con superintendentes y reglas pastorales orientadas a custodiar los medios de gracia públicos, privados e institucionales (Palabra, sacramentos, oración, ayuno, obras de misericordia), al servicio de una misión evangelizadora y caritativa.
Esta praxis se sostiene en la primacía de la Escritura leída en comunión con la tradición, ejercitando la razón y discerniendo la experiencia del Espíritu; de ahí que la reflexión posterior hablara del “cuadrilátero wesleyano” como una hermenéutica integrada.
El resultado es una teología intrínsecamente pastoral: doctrinas al servicio del discipulado, de la santidad personal y social, y de una iglesia en salida que forma conciencias, transforma costumbres y trabaja por el bien común (Heitzenrater, 1995, pp. 160–185).6 ; Cf. (Outler, 1964, pp. 9–12).2
¿Cuáles son los puntos más importantes de su doctrina cristiana en la Iglesia Metodista?
Los ejes doctrinales de Wesley se ordenan en torno a la economía de la gracia, entendida en su triple dinamismo: preveniente, justificante y santificante. La gracia preveniente despierta la conciencia y habilita la respuesta de fe; la justificante reconcilia con Dios por medio de Cristo; la santificante transforma integralmente la vida, orientándola hacia la consumación en el amor.
De aquí se sigue la exigencia de una fe viva que actúa por el amor: la salvación no es mero estatus forense, sino vida nueva que se verifica en obediencia gozosa, rechaza el antinomianismo y produce frutos concretos de caridad y justicia.
La doctrina metodista, por tanto, es holística y dinámica, abarcando todo el arco de la existencia cristiana desde el primer despertar espiritual hasta la madurez en la caridad (Wesley, Sermon 85, 1984, pp. 441–455).4 ; Cf. (Wesley, Sermon 45, 1984, pp. 310–320).4
En este horizonte, Wesley propone la perfección cristiana o “entera santificación” como posibilidad y deseabilidad presentes: no implica impecabilidad, sino una consagración plena que ordena el corazón al amor perfecto a Dios y al prójimo. Se trata de un estado relacional dinámico, susceptible de crecimiento y prueba, que intensifica la caridad y afina la intención recta.
La ruta hacia esa meta se recorre por los medios de gracia: oración, lectura y meditación bíblica, Eucaristía frecuente, ayuno, conferencias cristianas y obras de misericordia.
Estos medios no son fines en sí mismos, sino canales ordinarios por los que el Espíritu comunica y acrecienta la vida divina en la comunidad, con una marcada prioridad por la santidad social, es decir, por la visibilización del amor en estructuras, prácticas y relaciones que procuran el bien común (Wesley, Plain Account, 1872/1984, pp. 391–409).1 ; Cf. (Wesley, Sermon 16, 1984, pp. 151–162).4 ; (Rattenbury, 1941, pp. 97–118).5
Finalmente, la doctrina se hace praxis mediante una ética social y un gobierno eclesial conexionista al servicio de la misión. Wesley impulsó iniciativas de salud, microcréditos, alfabetización y reforma carcelaria, y alentó tempranas convicciones abolicionistas, resumiendo su visión en la máxima “no hay santidad sino social”.
Para sostener esta misión, estructuró sociedades, clases y bandas; promovió la itinerancia y la predicación al aire libre; formó un laicado catequizado y activo; y utilizó la himnología como pedagogía teológica.
Así, la teología metodista se verifica en un cuerpo eclesial en movimiento, que integra discipulado, cuidado de los pobres y evangelización, bajo un orden conexional que garantiza acompañamiento, rendición de cuentas y expansión misionera (Hempton, 2005, pp. 120–136).3 ; Cf. (Heitzenrater, 1995, pp. 200–245).6
¿Qué impacto ha tenido en el protestantismo?
Podríamos citar los siguientes:
1. Reavivamiento transatlántico: contribuyó a la cultura evangélica moderna junto a Whitefield y Edwards, con énfasis en conversión, experiencia religiosa y misión. (Hempton, 2005, pp. 45–80).3
2. Expansión
denominacional:
metodismo y movimientos de santidad, wesleyanismo y pentecostalismo heredaron
su énfasis en santificación y experiencia del Espíritu. (Dayton, 1987, pp.
19–46).10
3. Renovación litúrgico‑catequética: recuperación de la comunión frecuente y de la catequesis por himnos; influencia en prácticas pastorales. (Rattenbury, 1941, pp. 201–230).5
4. Ética social protestante: impulso a diaconía, educación popular y reforma moral; base para metodismo social del siglo XIX y Evangelio Social. (Hempton, 2005, pp. 130–140).3
5. Ecumenismo práctico: mantenimiento de los credos ecuménicos y cooperación intereclesial sin rupturas doctrinales innecesarias. (Outler, 1964, pp. 29–35).2
Conclusiones
La identidad de Wesley integra ortodoxia ecuménica y reforma práctica fomentó la credalidad clásica, disciplina sacramental y fervor evangélico, ofreciendo un modelo de fidelidad creativa para la Iglesia global. (Outler, 1964, p. 35).2
Su teología de la gracia preveniente y de la perfección en el amor sostiene un discipulado que une piedad personal y justicia social, pertinente en contextos de fragmentación cultural y desigualdad. (Wesley, 1984, pp. 365–430).1
Los medios de gracia, la formación en pequeñas comunidades y la misión itinerante pueden inspirar hoy estrategias de discipulado digital, micro comunidades urbanas y cuidado integral. (Heitzerater, 1995, pp. 220–245).6
La recepción de los credos ecuménicos y el énfasis en la santidad social ofrecen un camino de unidad visible: “verdad en amor” y cooperación interdenominacional para el bien común. (United Methodist Church, 2016, pp. 67–70).8
Prácticas para el siglo XXI:
A.
Cultivar
hábitos regulares de oración, Escritura y Eucaristía como “medios ordinarios de
gracia”.
B.
Establecer
clases/bandas de acompañamiento espiritual con métricas de crecimiento en amor.
C.
Integrar
diaconía, justicia y evangelización en proyectos medibles de impacto local.
D.
Formar
laicos para la predicación y el liderazgo conexionista.
E. Promover ética digital, finanzas solidarias y alfabetización, a la manera de los “fondos de préstamo” wesleyanos. (Hempton, 2005, pp. 130–140).3
Referencias bibliográficas
[1] Wesley, J. (1984). A Plain Account of Christian Perfection. In A. C. Outler (Ed.), The Works of John Wesley (Vol. 11, pp. 365–430). Nashville: Abingdon. (Trabajo original publicado en 1872).
[2] Outler, A. C. (1964). John Wesley. New York: Oxford University Press.
[3] Hempton, D. (2005). Methodism: Empire of the Spirit. New Haven: Yale University Press.
[4] Wesley, J. (1984). Sermons I–IV. In A. C. Outler (Ed.), The Works of John Wesley (Vols. 1–4). Nashville: Abingdon.
[5] Rattenbury, J. E. (1941). The Eucharistic Hymns of John and Charles Wesley. London: Epworth Press.
[6] Heitzenrater, R. P. (1995). Wesley and the People Called Methodists. Nashville: Abingdon.
[7] Wesley, J. (1986). The Journal of John Wesley (N. Curnock, Ed.). London: Epworth Press.
[8] The United Methodist Church. (2016). The Book of Discipline of The United Methodist Church: Doctrinal Standards and Our Theological Task. Nashville: United Methodist Publishing House.
[9] Wesley, J. (1984). The Articles of Religion (1784). In F. Baker (Ed.), The Works of John Wesley (Vol. 10, pp. 743–756). Nashville: Abingdon.
[10] Dayton, D. W. (1987). Theological Roots of Pentecostalism. Metuchen, NJ: Scarecrow Press.