Taiki
Namiki
www.envio.org.ni/junio2015
Llegué a Nicaragua en 2013
como cooperante, a través del programa de la Agencia de Cooperación
Internacional del Japón, para trabajar en Nitlapan, instituto de investigación
de la UCA, asesorando a pequeños productores y analizando sus estrategias.
Respetando el punto de vista local, siempre traté de insertar mi punto de
vista. Creo que la novedad siempre aparece cuando varias perspectivas se
fusionan. Creo que compartir experiencias nos enseña. Por eso comparto la mía.
Hay un dicho que dice “Las
manzanas siempre parecen mejores en el huerto del vecino”. Pronto percibí que
los nicaragüenses tenían idealizada la imagen de Japón por su tecnología y por
su cultura tradicional. Y sí, es cierto que tenemos un alto nivel tecnológico y
una cultura de la que estamos orgullosos. Pero también tenemos problemas
graves: altas tasas de suicidios y de personas padeciendo depresión,
envejecimiento de la población, conflictos con países cercanos…
Como no existe un país perfecto en el mundo y cada país es diferente, todos los
países pueden aprender de los demás. Ver mejores “las manzanas” del vecino es
una ilusión. Nicaragua tiene ventajas y recursos propios y puede llegar a ser
un país maravilloso aprovechando las riquezas que su naturaleza le regaló y la
que sus gentes tienen. Y precisamente por ser un país pequeño puede realizar
cosas que otros no pueden: puede desarrollar un modelo nuevo y único y
mostrarlo al mundo.
LA
CREENCIA EN DIOS
Cuando uno analiza la situación
de un país, la cultura nunca debe dejarse de lado. Según la definición de cultura que encontré
en el diccionario de la Real Academia Española, no me parece exagerado decir
que la cultura lo decide todo. Ahí se define “cultura” como “el conjunto de
conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico” y “el
conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo
artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” La cultura
decide nuestras acciones cotidianas. Y como la realidad de un país es la
acumulación de las acciones de su gente, la cultura define a un país.
Una de las grandes diferencias que sentí
entre la cultura nicaragüense y la japonesa es la creencia en Dios. Me sorprendía,
como a todos los japoneses, escuchar siempre el “si Dios quiere”, el “gracias a
Dios”, el “así lo quiso Dios”. Nos sorprende que a la pregunta “¿Cómo estás?”,
la respuesta sea siempre “Bien, gracias a Dios”. Para nosotros la salud es algo
que nosotros tenemos que cuidar, no algo que Dios decide. Nos sorprende que al
saludo ¡Nos vemos mañana!, siga el “Si Dios quiere”. Para nosotros el plan de
mañana no depende de Dios, nosotros lo decidimos.
Creer en Dios y atribuir las causas de algunos fenómenos a Dios no es negativo
y es cierto que los seres humanos no podemos controlarlo todo. El mundo es
mucho más complejo de lo que podemos imaginar y es arrogancia decir que todo
depende de nosotros. La creencia en Dios puede brindar paz y tranquilidad y en el
imprevisible mundo de hoy necesitamos alguien de quien depender y cuando
sufrimos o tenemos dificultades necesitamos de alguien que nos salve.
Mientras la tasa de suicidios en Nicaragua es relativamente baja, en Japón es
muy alta. El suicidio es uno de nuestros grandes problemas sociales. Japón es
un país industrializado, allí nadie muere de hambre y el seguro social
garantiza que todo el mundo tenga lo básico para sobrevivir, aunque no tenga
trabajo. ¿Por qué se suicidan entonces? Tal vez porque cuando sufren no tienen
quien los salve. En Japón la religión tradicional es el budismo o el sintoísmo.
Sin embargo, hay poca gente creyente.
Creer en Dios y atribuirle a Dios lo que
sucede puede ser positivo, pero también puede ser dañino. No podemos evitar
un terremoto, pero sí podemos mitigar sus efectos. No podemos eliminar la
posibilidad de padecer enfermedades, pero sí podemos prevenirlas. No todo
depende de Dios. Los seres humanos podemos controlar muchos aspectos de nuestra
vida, aunque no todos. Y los pobres no son pobres porque así lo quiera Dios. No
se puede usar el nombre de Dios como pretexto para no esforzarse en salir de la
pobreza. Hay que confiar en Dios, sí, pero después de haber hecho todos los
esfuerzos de nuestra parte.
LA
CULTURA DE AHORRO
Mi primera tarea en Nicaragua fue analizar un aspecto cultural: comparar
la cultura de ahorro en Japón y en Nicaragua partiendo de la evidencia de que los japoneses ahorran mucho y los
nicaragüenses no ahorran.
La cultura de ahorro de las personas influye en la economía de su país. En
Japón, la gran cantidad de ahorro de la población que había en los bancos
contribuyó al desarrollo económico del país porque facilitó préstamos bancarios
para nuevas inversiones y eso hizo crecer la economía. Las empresas japonesas,
en vez de distribuir ganancias entre los accionistas o aumentar salarios,
ahorran mucho. Tienen más beneficios no distribuidos que las empresas
extranjeras, lo que ha contribuido a una estabilidad de largo plazo y a la
posibilidad de invertir en investigación y desarrollo obteniendo tecnología del
más alto nivel, muy competitiva en el mercado internacional.
Hice una pequeña, y naturalmente imprecisa, encuesta: le pedí a algunos
nicaragüenses y a algunos japoneses que respondieran a esta pregunta: “Si te
dijeran que puedes recibir mil dólares ahora mismo o esperar un año para
recibir más, ¿hasta cuánto quisieras que aumentaran esos mil dólares para estar
dispuesto a esperar un año?” En promedio, los nicaragüenses dijeron que
esperarían ese año sólo hasta llegar a 1,500 dólares. Los japoneses dijeron que
esperarían el año hasta llegar a 1,100 dólares. Los nicaragüenses prefieren
tener mil dólares ahora mismo, aunque puedan ganar 1,400 dólares dentro de un
año, lo que significa un 40% de interés anual, muy alto en relación al interés
que ofrecen los bancos. Los nicaragüenses prefieren dinero hoy, no más dinero
mañana. Esto, naturalmente, no tiene que ver únicamente con la cultura, tiene
que ver con necesidades, incluso básicas, no satisfechas.
EL
SENTIDO DEL TIEMPO
Ahorrar no es otra cosa que invertir en el futuro, no gastar dinero hoy
para tenerlo mañana. Para analizar la cultura de ahorro de un país hay que
investigar cómo la gente entiende el tiempo: el pasado, el presente y el
futuro.
Percibí que los nicaragüenses viven más
en el presente y los japoneses más en el futuro. Vivir en el hoy desmotiva para
ahorrar. No es buena ni es mala la cultura orientada al hoy o al mañana.
Sólo son diferentes y creo que pueden aprender una de la otra. Pienso que la
que se orienta al futuro tiene la ventaja de un mayor desarrollo económico y
que la orientada al presente privilegia el disfrute y la satisfacción de la
gente. Pienso también que el desarrollo económico no tiene otro sentido que el
de disfrutar más de la vida y vivirla con mayor satisfacción. El sentido de una
sociedad desarrollada no es otro que el que su población tenga tiempo y
posibilidades para gozar de ese desarrollo y disfrutar de cada día de su vida.
Lo importante es aprender de todas las culturas, conociendo sus ventajas y sus
desventajas. No hay que aplaudir sin reserva ni la cultura propia ni la cultura
ajena. En mi tiempo en Nicaragua sentí que los nicaragüenses saben disfrutar el
hoy y los japoneses piensan más en el futuro. Albert Einstein dijo que tenemos
que aprender del ayer, vivir el presente y tener esperanza en el mañana. Los japoneses pueden aprender de los
nicaragüenses cómo vivir el presente disfrutándolo y los nicaragüenses pueden
aprender de los japoneses cómo construir esperanza en el mañana.
UNA
GRAN DESIGUALDAD
Cuando llegué a Managua no me gustó nada la impuntualidad de la gente.
Tampoco me gustó que para llegar a cualquier lugar tenía siempre que utilizar
un auto, un taxi o un bus. No existe en Managua un centro de la ciudad donde
caminar y pasear, no existe un espacio común donde compartir e interactuar con
otra gente. Obviamente, esto depende de la planificación física de la ciudad.
Pienso que esa planificación modela la mentalidad de la gente.
Nicaragua es uno de los países del mundo
con una mayor desigualdad en los ingresos, una realidad que se hace visible en
todo y por todas partes. Son muchas las causas de esta desigualdad y una de
sus consecuencias es, precisamente, la planificación de la ciudad. En Managua los
espacios físicos donde transcurre la vida están divididos según las clases
sociales. Todos los barrios pobres tienen al lado un barrio de ricos. La gente
con recursos vive en zonas buenas, tiene vehículos nuevos, acude a escuelas,
universidades y oficinas limpias y ordenadas y compra en centros comerciales de
lujo. Sólo ven la pobreza a través de las ventanillas de sus autos. Cuando los
espacios están así divididos, la sociedad también está dividida.
En las ciudades de Japón toda la población comparte prácticamente los mismos
espacios. Y aunque hay zonas donde viven los ricos y zonas donde viven los
pobres, hay muchos espacios donde la gente de diferente clase social coincide,
porque cuando van a estudiar y a trabajar todos usan el mismo transporte y van
por el mismo camino. Lo normal es que quien gana 100 mil dólares al año se
traslade en el mismo tren que un estudiante cualquiera.
LA
IDEA DEL BIEN COMÚN
El filósofo Michael Sandel dice: “La
democracia no necesita equidad perfecta. Lo que necesita es que los ciudadanos
compartan la vida común. Lo importante es que la gente de diferentes clases
sociales y diferentes situaciones se encuentren en la vida. La gente debe verse
y conocerse en la vida cotidiana. Es así como la gente empieza a pensar en el
bien común”.
Para construir desarrollo tiene que haber mucha gente que comparta una visión
común de la sociedad. Y un primer paso es coincidir, conectarse, comunicarse
entre las diferentes clases sociales. Y después hablar, conversar, tratar de
entenderse. Dicen que el factor que llevó a Japón a tan alto desarrollo
económico fue la unidad nacional. Fue mucha la gente que se esforzó y trabajó
duro, mucha la que compartía una visión común del país que querían, mucha la
gente que compartía los mismos espacios…
Las diferencias entre ricos y pobres como resultado de sus diferentes esfuerzos
y trabajos es lógica y es esencial en la dinámica económica, pues si aunque uno
trabaje más no gana más, nadie trabajará más ni se esforzará más. Pero en
Nicaragua pareciera que la dicotomía entre esfuerzo y ganancias es algo
estructural y nadie puede superar las diferencias sólo con su esfuerzo y su
trabajo.
Por ser esta división algo estructural, quienes no tienen recursos
aceptan la pobreza como algo natural y quienes los tienen también la han
naturalizado, y como sólo ven la pobreza desde lejos, no reflexionan sobre sus
causas ni tratan en serio de resolverlas. Aunque todos son nicaragüenses viven
en dos mundos totalmente diferentes.
No se puede lograr desarrollo ni una sociedad unida sin promover el intercambio
entre las clases sociales. La interacción entre gente de diferentes clases
sociales promueve una mentalidad que entiende lo que es el bien común, lo
promueve y lo cuida. Sólo esa interacción promueve una democracia sana.
EL
CRECIMIENTO ECONÓMICO
Estando en Nicaragua escuché varias charlas en las que salía a colación
una gráfica que muestra la evolución del PIB per cápita de Nicaragua y el de
Corea del Sur en los últimos cincuenta años. A mediados de los años 70 el PIB per cápita de Nicaragua era mayor que
el de Corea del Sur y hoy esta relación se ha invertido drásticamente. En
mucha charlas escuché que Nicaragua tenía que aprender de Corea del Sur.
Ciertamente, Nicaragua puede aprender mucho de Corea del Sur. Especialmente
desde el punto de vista económico, porque ese país, al igual que Japón,
lograron aumentar exitosamente el nivel de vida de su población. Sin embargo,
podemos poner en duda el considerar el PIB per cápita como criterio del
desarrollo de un país. Hay otros criterios. Actualmente, se mide también el índice de felicidad de los países y
Nicaragua aparece muy por encima de Japón y de Corea del Sur.
Hay que cuestionar también el
criterio del crecimiento económico como el criterio que determina, mejor que
ninguno, el avance de una sociedad. Como los recursos naturales de la Tierra no
son infinitos, los países tendrán, tarde o temprano, que dejar de crecer
económicamente. El cambio climático nos está alertando de los daños que le
hemos hecho a la Naturaleza y el PIB no refleja esos daños. Pienso que
Nicaragua no debe repetir ni imitar la trayectoria que han recorrido los países
industrializados. Lo que debe hacer es pensar y crear su propio modelo de
desarrollo. El mundo necesita hoy otros modelos de desarrollo y Nicaragua
podría aportar un modelo alternativo.
LOS
EMPRENDIMIENTOS
El instituto de investigación y desarrollo donde trabajé, promueve el
emprendimiento a través de servicios financieros y no financieros.
“Emprendimiento” es hoy una palabra clave en el campo del desarrollo. Hay
muchas organizaciones internacionales que tratan de promover emprendimientos
alrededor del mundo.
El objetivo del emprendimiento es aumentar la productividad y ofrecer un valor
nuevo a la sociedad. Según un informe del Banco Mundial de 2014, el problema de
la economía en América Latina no es la falta de emprendimientos, sino la falta
de innovación. El texto destaca que en América Latina entran nuevas empresas a
la economía en mayor cantidad que en otras regiones del mundo y lo que es
inferior en relación a otras regiones es el número de patentes y la inversión
en I+D (investigación+desarrollo), los indicadores de la innovación.
Los emprendimientos necesitan de servicios financieros, entre los que los más
famosos son las microfinanzas, que tienen como principal objetivo brindar un
fondo semilla a los emprendedores para que puedan iniciar nuevos negocios. El
objetivo del “programa de incubación de empresas” en el que trabajé financia
emprendimientos y recupera el fondo semilla con los intereses del préstamo.
Si lo importante de un emprendimiento no es el negocio en sí, sino su
productividad, hay autores que destacan que, para aumentar la productividad, la
creación de empleo es un mejor camino, porque si la productividad no aumenta,
la pobreza no disminuye. Esto no quiere decir que sea inútil promover
emprendimientos. Sobre todo entre las mujeres, iniciar un negocio contribuye a
su empoderamiento y al bienestar social al mejorar la vida de sus familias.
Quienes no tienen trabajo tienden a malgastar su tiempo no haciendo nada. Eso
es una pérdida social. Cuando se acumula mucha gente en esa situación el país
pierde muchas oportunidades de desarrollo. Una de las soluciones es promover
emprendimientos. Otra razón para promover emprendimientos es empoderar a la
gente y motivarla a mejorar sus vidas. La premisa que está detrás de esta idea
es que quienes tienen un empleo son muchas veces explotados por sus patronos.
En las zonas rurales quienes no tienen tierra trabajan para quienes la tienen y
no siempre en condiciones justas y quienes tienen tierra trabajan con más
eficiencia y mayor motivación.
LOS
EMPRENDEDORES
Todo esto es cierto, pero no todo el mundo es emprendedor. Cuando
entrevisté a unas mujeres desempleadas de una comunidad de León, una me dijo:
“Usted es de Japón ¿verdad? Pues yo lo que quiero es que una empresa japonesa
venga aquí y nos dé empleo”. Ella no me dijo “Quiero que me financien para
empezar un negocio”. Prefieren tener empleo a tener un microfinanciamiento.
Ni todo el mundo es emprendedor ni
quiere hacerse emprendedor. Algunos prefieren trabajar para alguien. Eso
depende de su personalidad. Si aceptamos que esto es así, podemos desarrollar
las capacidades de quienes quieran hacerse emprendedores y divulgar que existen
fondos semilla para iniciar un negocio, pero creo que no debemos entusiasmar a
la gente con la idea de que siendo emprendedores tendrán éxito porque el
resultado puede ser que se sobre-endeuden.
Las microfinanzas funcionan bien
si quienes reciben el préstamo tienen suficiente motivación y habilidad para
manejar sus negocios. Si no,
el sobre-endeudamiento empeorará su situación. Y ya vimos que en Nicaragua la
gente piensa más en el hoy que en el futuro y esa forma de pensar promueve una
imagen demasiado optimista de cómo pagar las deudas. Y ya sabemos que el
sobre-endeudamiento no es sólo negativo para los clientes. Lo es también para
las financieras y para la economía del país.
Lo principal es encontrar buenos emprendedores y buenas emprendedoras, con
aspiraciones, habilidades y motivación. Si invertimos en esta gente, generarán
empleo. Lo principal será distinguir entre los posibles emprendedores y los
posibles trabajadores porque no siempre coinciden.
LA
INNOVACIÓN
Al igual que la palabra “emprendimiento”, la palabra “innovación” se
utiliza con mucha frecuencia cuando se habla de economía y de negocios. Pero
cuando decimos “se necesita innovación” prácticamente no estamos diciendo nada.
La innovación puede darse en la administración de una empresa, en su
organización, en sus operaciones, en sus servicios, en su logística…
Las empresas japonesas tienen ventaja en la innovación de servicios, ésa es el
área en que siempre innovan. El servicio al cliente en Japón es más que
perfecto. Los trenes llegan a las estaciones sin un minuto de atraso, los
McDonald sirven hamburguesas en treinta segundos, los meseros son
extremadamente corteses… Esta excelencia en el servicio tiene sus raíces en la
cultura japonesa. Pero los japoneses no son tan buenos en marketing y en
ventas, aun cuando la tecnología de las empresas japonesas es de primera.
Vemos que la innovación en la creación de nuevos productos ocurre casi
siempre en Estados Unidos, mientras esos nuevos productos se modifican, para
mejorarlos, casi siempre en los países asiáticos. Teléfonos inteligentes,
tabletas, servicio de buscadores y tantas otras novedades tecnológicas nacen
siempre en Estados Unidos, pero son Corea del Sur o Japón quienes crean algo
superior al original.
Cada país tiene ventajas y desventajas en el área de la innovación. ¿En qué
áreas se puede promover la innovación en Nicaragua teniendo en cuenta la
cultura de su población? Promover la innovación es encontrar la ventaja
comparativa de un país e invertir concentradamente en eso.
EL
VALOR AGREGADO
¿Qué es el desarrollo económico?
En teoría, es la suma del valor agregado generado en el país en un año. Para lograr desarrollo económico hay que
enfocarse en el valor agregado y eso requiere de innovación. Observando la
actividad económica en Nicaragua, encontré que no se está logrando agregar
valor a sus productos.
En los supermercados encontré jugo de naranja empacado en Costa Rica por una
empresa que compra las naranjas en Nicaragua. Las compran baratas, las procesan
en su industria y exportan a Nicaragua el jugo de naranja en un empaque bonito
para que los nicaragüenses lo compren. El valor agregado lo ponen los
costarricenses, que aprovechan el recurso natural nicaragüense y a los
consumidores nicaragüenses.
Un día visité una granja de gallinas ponedoras. “Se reproducen, ¿verdad?
Entonces, ¿dónde están los pollitos?”, pregunté. “Compramos pollitos de Costa
Rica… Es que las gallinas ponedoras de calidad las tienen allá”, me
contestaron. Cuando les pregunté si en Nicaragua no se podían criar gallinas
ponedoras de calidad, me dijeron que el sistema de incubación no era bueno
aquí. ¿Por qué no existe una empresa nicaragüense que provea gallinas ponedoras
de buena calidad a las granjas nacionales? La empresa tica está aprovechando la
mano de obra barata y el mercado nicaragüense para vender sus pollitos. La
tecnología más avanzada de Costa Rica está agregando valor, quedándose con más
ganancias, mientras los nicaragüenses siembran y recogen naranjas y engordan
pollitos...
EL
LARGO PLAZO
Para generar valor agregado hay que invertir en investigación y
desarrollo, tener paciencia y una mirada de largo plazo. El filósofo japonés
Sontoku Ninomiya dijo: “La economía sin
moral es un crimen y la moral sin economía es una ilusión.” Para mejorar la
sociedad necesitamos desarrollar la economía y entender que la esencia del
desarrollo económico está en el valor agregado. Optimizar los recursos de
Nicaragua es la clave. Encontrar las ventajas comparativas que tiene Nicaragua
y convertirlas en valor agregado es el camino.
LA
COOPERACIÓN INTERNACIONAL
En Japón, y antes de venir a Nicaragua, no tuve ocasión de interactuar
con organizaciones internacionales o con agencias de cooperación internacional.
En Nicaragua he tenido muchas ocasiones de encontrarme con quienes trabajan en
el área de la cooperación. Las organizaciones de Naciones Unidas, el Banco
Mundial, el BID, ONG internacionales -Visión Mundial, Care, Oxfam
Internacional- y agencias de cooperación bilaterales, como USAID o JICA, juegan
roles muy importantes aquí.
Ciertamente, la cooperación internacional es necesaria. Japón recibió mucha
cooperación internacional después de la Segunda Guerra Mundial. Sin esa ayuda
mi país no se hubiera podido recuperar tan rápidamente del desastre que
representó la guerra.
Trabajando en Nicaragua he podido ver con frecuencia aspectos negativos de la
cooperación. La cooperación le puede quitar a la gente del país una motivación
sana para progresar. En la gira por Nicaragua que realizó un cónsul honorario
de Japón fui su traductor. Y pude ver que, en cualquier visita o al terminar
cualquier charla, se nos acercaba mucha gente para pedirle alguna donación.
Sentí que era una manera de aprovecharse de quien consideraban poderoso o rico.
La ayuda extranjera puede bloquear las
capacidades de un país. La cooperación internacional apoya, juega un rol
subsidiario, pero no puede ser el motor del desarrollo del país. En
Nicaragua parece haber mucha gente con una mentalidad muy dependiente de la
cooperación.
LA
NECESARIA EVALUACIÓN
Otro problema que he observado es que mucha de la gente mejor preparada
en Nicaragua trabaja para la cooperación internacional porque le pagan mejor.
Pienso que si las instituciones nacionales no atraen a los mejores recursos
humanos no habrá desarrollo. Creo que las agencias de cooperación tienen que
priorizar el fortalecimiento de los recursos humanos de Nicaragua y evitar
fomentar una mentalidad de dependencia.
Y creo que deben establecer criterios para medir cómo los proyectos de
cooperación han contribuido a mejorar los recursos humanos nacionales. Veo que en los proyectos de cooperación falta un
sistema de evaluación. Pienso que una evaluación, cuantitativa y
cualitativa, debe medir los resultados de todo proyecto un año después de
finalizado y nuevamente, cinco años después.
Albert Einstein dijo: “Educación es lo
que queda después de olvidar lo que se ha aprendido en la escuela”. El rol
de la cooperación internacional debe ser ése: educar. Quienes son educados
deben evaluar a los profesores para ver si realmente la educación que
recibieron les sirvió o no. Y cuando se educa, el examen final mide si
realmente los estudiantes lograron aprender lo importante. Hay muchos métodos
educativos: clases, charlas presenciales, debates, tareas y lecturas
individuales… En todos ellos el objetivo central de la educación es el
crecimiento de los alumnos y no la satisfacción de los profesores.
EL
DESARROLLO
Durante mi trabajo en Nicaragua escuché la palabra “desarrollar” todos
los días, a todas horas. Siento que mientras más decimos la palabra más podemos
olvidar su sentido original.
Algunas personas consideran que desarrollar es sinónimo de modernizar. Otras
piensan que es fomentar el crecimiento del PIB. Otras imaginan que significa
alcanzar un alto nivel de vida. Un día, un amigo me dijo que el verbo
“desarrollar” tenía dos partes: “des” y “arrollar”. Vi en esa idea una clave
para repensar el sentido del desarrollo: el
desarrollo es un proceso de ir suprimiendo, quitando (“des-arrollando”) los
obstáculos que detienen el avance de un país.
Desde esa perspectiva, una sociedad desarrollada es una sociedad donde
la gente vive a su propio ritmo y según su estilo con autoestima y confianza.
El famoso economista Amartya Sen reconstruyó la definición de desarrollo cuando
promovió que éste se enfocara en las “capacidades” de las que dispone cada
persona para convertir sus derechos en libertades reales.
Si el desarrollo consiste en quitar lo
que obstaculiza el avance de un país a partir de su esencia cultural y de sus
capacidades, hay que definir primeramente cuál es esa esencia y cuáles son esas
capacidades. Lo primero es pensar a
dónde quiere llegar ese país y lo que pueden aportar el gobierno, las empresas,
las familias, los individuos...
Corresponde al gobierno nicaragüense enfrentar la dicotomía estructural que
separa a unas clases sociales de otras y superarla. Le corresponde, sin imitar
el modelo económico de otros países, construir un modelo propio. Corresponde a
las familias, como escuela principal de la vida, educar a niñas y niños en el
intercambio con personas de todas las clases sociales y enseñarles que podemos
cambiar y mejorar, que no existe un destino fatal decidido de antemano.
Corresponde a las empresas enfocarse en promover valor agregado y en las
ventajas comparativas de Nicaragua. Y corresponde a la cooperación
internacional entender que su rol es subsidiario, educar y establecer criterios
válidos para medir qué beneficio dejan sus proyectos.
LOS
NIÑOS DE NICARAGUA
En Nicaragua aprendí muchas cosas. Uno de los últimos días en este país
viajé a León y en la carretera, ya a las diez de la noche, encontré a un niño
vendiendo las artesanías que hacía su mamá. Me acerqué y le pregunté a qué hora
había empezado a vender. Me dijo que a las 7 de la mañana. Más de doce horas
bajo un sol ardiente… Me dijo que le dolía la cabeza, que sentía que iba a
desmayarse. No había vendido nada. La calidad de las artesanías era mínima y
era obvio que nadie quería comprarlas. Compré una botella de agua y se la di.
Me dio las gracias y se echó a llorar. Yo también lloré.
Hubiera podido regalarle dinero, lo que lo habría alegrado en ese momento. Pero
no lo hice porque eso no solucionaba su problema y era él mismo quien tenía que
resolverlo. Le dije: “Mirá, tenés que estudiar y no vender lo que no se vende.
O tenés que ver cómo mejorar esas artesanías para que se vendan bien”. Me
despedí de él sin saber si lo que había hecho era lo mejor.
A pesar del muchísimo dinero que llega a Nicaragua de la cooperación
internacional hay muchos niños como él. ¿Cómo apoyarlos? Es para que no haya
niños como él que seguiré trabajando en el mundo de la cooperación
internacional. Quiero contribuir a que sus vidas mejoren. Es mi compromiso.
FUE COOPERANTE DE JICA (AGENCIA DE
COOPERACIÓN INTERNACIONAL DE JAPÓN) EN NICARAGUA. ESTUDIA DESARROLLO SOSTENIBLE
EN LA UNIVERSIDAD PARA LA PAZ DE COSTA RICA.