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Odio, frustración y valores reaccionarios
Gonzalo Berrón
www.alainet.org / 091018
La expresiva performance del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro,
del Partido Social Liberal (PSL), puede ser explicada por tres factores que
actuaron de forma simultánea: antipetismo (odio), rechazo al sistema político
(frustración) y la consolidación cultural de valores conservadores en la
sociedad brasileña.
Odio: Bolsonaro
reactivó y capitalizó el “antipetismo” visceral de las clases altas y medias, pero
lo llevó hasta los límites socioeconómicos de esas clases y capturó parte de
los sectores populares. Montado en el mismo sentimiento que movilizó una parte
de junio de 2013, que casi provocara la derrota de Dilma Rousseff en 2014 y que
le diera aire al poder judicial y el legislativo para avanzar en un impeachment
de dudosa legalidad, Bolsonaro aglutinó para sí el odio al PT que otrora
condensara el tradicional polo “tucano” (PSDB, el partido del ex presidente
Fernando Henrique Cardoso) de la ecuación política de los últimos 20 años del
Brasil. El candidato Geraldo Alckmin sólo obtuvo 6% de los votos (4to lugar), y
perdió 19 escaños en el Parlamento, la peor elección en la historia del
partido.
Frustración: En un marco de profunda frustración con la clase política, Bolsonaro
ha sido muy hábil en librarse de su pasado y construirse como el outsider que
no es: fue diputado federal por 27 años, estuvo afiliado al PP durante 11 años
de esos 27, el partido con mayor cantidad de cuadros procesados en la operación
Lava Jato. El vendaval de esta operación, con matices, claro, pues el principal
blanco siempre fue el PT, cayó sobre todos los partidos que formaron parte del
juego democrático desde el restablecimiento de la misma a fines de los 80. Los
escándalos de corrupción alcanzaron al PT, al PSDB, el MDB (ex PMDB, el partido
de Temer), DEM (ex PFL, el partido conservador más tradicional), y a muchos de
los llamados “partidos fisiológicos”, del centro pragmático, produciendo un
descrédito generalizado en la población en relación a la política. En un
contexto de “son todos ladrones”, “son todos iguales” o “sólo trabajan en
beneficio propio”, el ex capitán, con un estilo simplón y directo, pero de
mucha astucia, logró despegarse de esa clase y erigirse como una persona fuera
de ese sistema corrompido. Sin dudas, el hecho que no tenga denuncias fuertes
ha ayudado a fomentar esa imagen.
Valores reaccionarios: Los valores de tolerancia y respeto a la diferencia e inclusión social
que fueron promovidos mediante políticas públicas y como producto de
reivindicaciones sociales muy fuertes en la sociedad brasileña reactivaron, de
forma paulatina, reacciones quizás más fuertes aún de los sectores
conservadores. En la retórica conservadora, las políticas positivas en relación
a raza, género, sexo y condición socioeconómica fueron transformadas en
“privilegios”, en “paternalismo”, en atentado a la “familia”, en políticas de
fomento a personas que no quieren trabajar, o que no se merecen la ayuda del
Estado.
A esta reacción conservadora se le debe sumar el creciente peso social y cultural de las iglesias evangélicas, que
en Brasil están muy cercanas a superar el número de fieles de las iglesias
católicas. A pesar de su diversidad y de que no todos los fieles repiten en la
política lo que sus dirigentes indican, los evangélicos mayoritarios o más
activos políticamente son los más conservadores y sus valores dialogan con el
discurso de conservadorismo radical de Jair Bolsonaro: familia, anti gays y
unión LGBT, o aborto, más la noción de meritocracia, derivada de la
llamada “teología de la prosperidad” que atribuye al esfuerzo individual
la razón del éxito en la vida. Por ejemplo, el movimiento de mujeres #EleNão
(#ElNo) sirvió en la estrategia del candidato, para atizar con imágenes y
mensajes manipulados (fake news) los valores “de la izquierda” y contra la
familia que este movimiento pregonaría – y no la lucha por la amenaza a
derechos que las posiciones de Bolsonaro representan para las mujeres,
protagonistas de las principales movilizaciones de calle realizadas en el
contexto de la campaña electoral.
La guerra electoral. El bombardeo electoral de alta intensidad que las huestes del
candidato del PSL desataron contra el candidato del PT en los últimos 10 días
antes de la elección, fundamentalmente a través de las redes sociales
(whatsapp), se mostró extremadamente eficiente para activar el antipetismo
y la reacción conservadora. El aluvión de audios, videos y memes
circulando por las redes sociales, siendo un altísimo porcentaje de fakenews
o de información manipulada, desactivó el mayor tiempo de televisión que otros
candidatos tuvieron y acertó un golpe decisivo a Haddad y el PT que, tras una
campaña mayoritariamente basada en propuestas programáticas (“paz y amor”),
decidió ya tarde iniciar el contraataque sobre Bolsonaro.
Hoy las bolsas suben y el dólar cae, es la “euforia” del mercado en
relación a la posibilidad de un gobierno que promete no tocar los intereses
económicos de las elites brasileñas y mano dura para controlar las
contradicciones sociales que las medidas de ajuste y retroceso de la protección
social y laboral ya están generando en la población más pobre del Brasil.
En las tres semanas que vienen, se verá si es posible cambiar la
tendencia, iniciada con el retorno de la democracia brasileña, de que quien
gana el primer turno gana también el segundo. Bolsonaro ya dijo que seguirá su
campaña del mismo modo, Haddad intenta desde el minuto 1 agrupar al campo
democrático y hacer señas hacia el centro del espectro político para disputar
sectores democráticos liberales.
Tendrá al mismo tiempo que atacar al candidato del PSL para intentar una
“desconstrucción” de su figura en los medios, las redes y las calles. Y podrá,
finalmente debatir propuestas y programas frente a frente con Bolsonaro, que
aprovechó el atentado que sufrió en manos de una persona desequilibrada para
huir de los debates televisivos y la confrontación directa sobre políticas
públicas. Dependerá del talento personal del petista y del empeño del campo
democrático y popular evitar que el Brasil se transforme en otro de los tristes
casos de atraso político, social y cultural de la onda fascistoide del neoliberalismo
actual en el mundo.
Pablo Casado y la Hispanidad
José M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 18.10.18
Pablo Casado, el líder del PP, con motivo del
pasado “Día de la Hispanidad”, hizo en Andalucía una declaración que ha dado
pie para toda clase de comentarios. Casado dijo: “Se celebra el hito más
importante de la humanidad. En mi opinión, solo comparable a la romanización.
La Hispanidad es la etapa más brillante, no de España, sino del hombre… Porque
nunca antes el hombre había conseguido trasladar la cultura, la historia, la
religión, la historia de una nación, a tantos sitios a la vez”.
O sea, a juicio del señor Casado, el hecho
que recordamos el día de la Hispanidad es el acontecimiento
más importante en la historia de la humanidad, el hecho más brillante del
hombre. Sinceramente, me he quedado de piedra al leer semejante afirmación.
Porque no se trata de una exageración, sino de un disparate tan enorme,
que no me explico cómo un político, que se supone buen conocedor del derecho
internacional, de la ética política y del “Derecho de Gentes”, haya podido
afirmar y enaltecer un despropósito tan burdo.
La brillante gesta del Día de la
Hispanidad, lo que realmente recordamos es el
acontecimiento más importante del colonialismo, la vergüenza de la
invasión de lo ajeno y el consiguiente latrocinio de riquezas tan asombrosas,
que fueron necesarias las bulas pontificias para poder constituirse en
“ladrones heroicos”, que roban con la conciencia tranquila.
Mire, Sr. Casado, ¿Vd ha oído
hablar de la teología de la “plenitudo potestatis” y de los mares de tinta que
esa macabra teoría ha producido? Desde el papa Gregorio VII (s. XI)
hasta Inocencio III (ss. XII-XIII), se legitimó la vergonzosa doctrina del
poder ilimitado del papa. Una doctrina que les vino de perlas a las ambiciones
de Europa para poder meterse a ladrones de gran escala. Y así, dedicarse a
robar con buena conciencia.
Sin entrar en detalles, vamos a lo más
elemental. El día 8 de enero de 1454, el papa Nicolás V firmó la bula “Romanus
Pontifex”, por la que aquel Sumo Pontífice hizo donación de todos los reinos de
África al rey de Portugal. Y, por si aquello era poco, el papa le concedió al
monarca portugués que podía hacer esclavos suyos a todos los habitantes del
continente africano (Bullarium Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum
Pontificum, vol. V, 113 ss).
Hizo falta un documento tan solemne para poner
en marcha la vergonzosa y atroz historia del colonialismo, de la venta de
esclavos, del robo y del enriquecimiento a costa de los más desgraciados de
este mundo. Pero hay más, porque la vergonzosa y extravagante
donación, de Nicolás V al monarca portugués, fue ratificada por el “breve”
“Dudum pro parte”, del papa León X (en 1516) y por la bula “Aequum reputamus”,
de Pablo III (en 1534).
Pero la vergonzosa historia, que
el Sr. Casado exalta a lo más grandioso que ha hecho la humanidad, no
se detuvo con lo de Portugal y África. Ya, puestos a ocupar lo ajeno y a robar
lo que es de otros, vamos adelante, se dijeron los monarcas de antaño. Y, en
consecuencia, el papa Alejandro VI, en la bula “Inter caetera” (4 de mayo de
1493) le regalaba a la corona de España el oro, los aromas y otras muchísimas
cosas preciosas, cosa que el papa hacía “con liberalidad, por ciencia cierta y
en virtud de la plenitud de potestad apostólica que es nuestra” (“Bullarium…”,
vol. V, 362).
Por supuesto, esta atrocidad –ya en el s.
XVI– tuvo serios adversarios. El Sr. Casado, experto en Derecho Político, sabrá
que Francisco de Vitoria, Roberto Belarmino y Francisco Suárez,
por poner sólo algunos ejemplos, se opusieron a las generosidades pontificias
que acabo de indicar. Por lo que Vitoria y Belarmino estuvieron, no pocos años,
en el “Índice de Libros Prohibidos”.
¿No le vendría bien al Sr. Casado
repasar sus sesudos estudios de Derecho Político (y completar sus estudios)
para poder aspirar, con más y mejor equipaje intelectual, su necesaria
capacitación para aspirar a gobernarnos?
Chile-Bolivia, el comienzo del fin
www.rebelion.org / 011018
Después del fallo de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), lo único razonable es que Chile y Bolivia
inicien el diálogo amistoso que el mundo les está pidiendo. No basta con las
comisiones que tratan problemas fronterizos, comerciales, migratorios, etc. El
episodio de La Haya debe impulsar las relaciones chileno-bolivianas al más alto
nivel. Ha llegado el tiempo de reanudar relaciones diplomáticas a nivel de
embajadas para facilitar el diálogo. Y -¿por qué no?- de programar visitas
presidenciales que subrayen la nueva etapa que comenzarán a vivir las
relaciones de países hermanos.
Hubo tiempos mejores en las relaciones
chileno-bolivianas, como las de los años 50 por ejemplo, cuando el canciller
Horacio Walker, padre de la Democracia Cristiana, planteó la idea de un
corredor boliviano al Oceáno Pacífico.
En abril de 1952 estalló una revolución
nacionalista en Bolivia que tuvo importante influencia política en Chile. Los
trabajadores bolivianos, en particular los mineros, junto con fuerzas
policiales, se rebelaron contra el gobierno de la “rosca” oligárquica de
Patiño, Hochschild y Aramayo, amos de la minería. Fueron días de
enfrentamientos que se vieron coronados por la victoria popular al costo de
centenares de vidas. La gesta popular boliviana permitió la nacionalización de
la minería, la reforma agraria, el voto universal y la disolución y reforma del
ejército (lo cual sólo sería en apariencias). Fue la primera insurrección de
trabajadores en América Latina. Pero todavía faltaban siete años para la primera
revolución socialista en una isla caribeña, Cuba.
Los años 50 eran de tendencias
nacionalistas en Suramérica. Sin embargo, estos movimientos políticos y
sociales pronto mostrarían sus limitaciones. La revolución boliviana
rápidamente se degradó bajo los gobiernos del Movimiento Nacionalista
Revolucionario (MNR). En 1964 el ejército le dio el golpe de gracias. Los años
50, sin embargo, fueron la época del peronismo en Argentina y de una pálida
réplica en Chile: el ibañismo. Con sus luces y sombras los procesos de Bolivia,
Argentina y Chile se inter influenciaban y tenían en común el barniz del
nacionalismo.
La revolución del MNR en Bolivia encontró
eco solidario en Chile. El Partido Socialista Popular (Raúl Ampuero, Clodomiro
Almeyda), el Partido Agrario Laborista y el Partido Femenino (María de la Cruz)
apoyaron ese proceso. En 1952 esos partidos levantaron la candidatura
presidencial del ex dictador Carlos Ibáñez. La votación femenina volcó una
impresionante mayoría en favor del viejo general que levantaba una escoba para
barrer la corrupción de los gobiernos del Partido Radical. El presidente
argentino, general Juan Domingo Perón, visitó Chile y Bolivia. Fue orador en
grandes asambleas populares en ambos países.
En agosto de 1955 el presidente chileno
Carlos Ibáñez del Campo, hizo una visita de estado a Bolivia. El embajador de
Chile en La Paz, Alejandro Hales (que fue ministro de Ibáñez, Frei Montalva y
Aylwin), había preparado las condiciones para un positivo diálogo con el
presidente Víctor Paz Estenssoro en el que se abordó la mediterraneidad de
Bolivia.
En los años 70 el gobierno del presidente
Salvador Allende efectuó intentos por normalizar las relaciones. Sus propósitos
encontraron oídos receptivos en el breve gobierno popular del general Juan José
Torres (asesinado en Argentina en 1976). Pero luego se estrellaron con la
cerrada negativa de la dictadura del coronel Hugo Banzer, prohijada por EE.UU.
Las relaciones diplomáticas, interrumpidas
por Bolivia en 1962, las reanudó en 1975 -hasta 1978- el “abrazo de Charaña” de
los dictadores Pinochet y Banzer. Nuevamente Chile ofreció a Bolivia una salida
al mar, iniciativa que frustró Perú. El 2004 el presidente Ricardo Lagos
ofreció a Bolivia “relaciones aquí y ahora” (Monterrey, México). El 2006 el
presidente Lagos asistió a la toma del poder del presidente Evo Morales, el
primer presidente indígena de América Latina. A su vez el mandatario boliviano
asistió a la investidura presidencial de Michelle Bachelet y de Sebastián
Piñera (2010). Con este último no solo dialogó: también jugó fútbol.
Lo que queremos significar con este
recuento parcial de hechos positivos en las relaciones chileno-bolivianas, es
que después del fallo de la CIJ la actitud honorable y digna de ambos gobiernos
es sentarse a dialogar. Somos hermanos y estamos destinados a hacer historia
juntos. La guerra fratricida de 1879, impulsada por intereses oligárquicos en
ambos países y por los imperios británico y norteamericano, tuvo consecuencias
territoriales irreversibles por de pronto. El botín de guerra solo será
superado en tiempos de unidad e integración latinoamericana que borrarán
fronteras y chovinismos. Sin embargo, una salida soberana al mar para Bolivia
no es imposible hoy mediante una negociación amistosa y desprejuiciada, con la
mirada puesta en el futuro, tal como propusieron anteriores gobiernos chilenos.
La política de “ni un centímetro cuadrado”
de costa para Bolivia, es irracional y va contra la lógica de la historia y de
la justicia. Es vergonzoso que esa postura arrogante y chovinista, ni siquiera
compartida por gobiernos reaccionarios como fueron los de González Videla y
Pinochet, sea respaldada por la mayoría de los sectores políticos representados
hoy en el Parlamento. Es otro reflejo del profundo retroceso que sufrió la
evolución democrática de nuestro país a partir de 1973. Un fenómeno que ha
corroído los principios doctrinarios de partidos que se dicen de centro y de
izquierda.
MOOC como herramienta de cultura e Internacionalización de la Educación ...
MOOC como herramienta de cultura e Internacionalización de la Educación ...
Webinar No. 4 del Seminario en línea “Webinar 2018: Potenciando la calidad educativa en comunidades sociales”; organizado por la Coordinación del Posgrado en Entornos Virtuales de la Universidad Tecnológica OTEIMA en Panamá.
Ver video en: https://youtu.be/ryELtJhCSoE
Webinar No. 4 del Seminario en línea “Webinar 2018: Potenciando la calidad educativa en comunidades sociales”; organizado por la Coordinación del Posgrado en Entornos Virtuales de la Universidad Tecnológica OTEIMA en Panamá.
Ver video en: https://youtu.be/ryELtJhCSoE
El fundamentalismo de derechas crece
José M. Castillo S.
www.religiondigital.com / 091018
El conocido sociólogo Anthony Giddens, director de la
London School of Economics, publicó en 1999 un pequeño libro de divulgación
(“Un mundo desbocado”), en el que analiza algunas cuestiones de actualidad. Y
uno de los asuntos que estudia es el del “fundamentalismo”.
Un tema de actualidad. Porque el
integrismo de derechas está cobrando fuerzas en la sociedad, en la política, en
la religión y en otros ámbitos de la vida. Baste pensar lo que está ocurriendo
en Italia, Hungría, Polonia, Austria, Suecia, EE. UU., Brasil, etc.
¿Por qué se presentan situaciones o
momentos, en la historia, en los que el fundamentalismo da la cara con especial
vigor y encuentra más acogida en amplios sectores de la sociedad? Sin duda
alguna, un factor determinante del fundamentalismo es la “inseguridad”. La
gente quiere sentirse segura. Pero ocurre que, ahora mismo, en este mundo casi todo
está cambiando tanto y a tal velocidad, que cada día y por motivos muy
diversos, son muchas las personas y los grupos humanos que se sienten inseguros
y con miedo, sobre todo cuando miran al futuro.
Como es lógico, en estas situaciones,
aumentan los miedos, Y, con los miedos, crece también la inseguridad. Se
producen así las condiciones ideales para que, quienes pueden ofrecer motivos
de seguridad a la gente, saquen tajada y hagan “su agosto”. Por eso, de tiempo
en tiempo, aparecen dictadores o gobernantes que dominan a los pueblos y a las
gentes, que se les someten con un entusiasmo que no es fácil entender.
Un ejemplo elocuente, en este orden de
cosas, puede ser lo que ocurrió en la Alemania de la segunda guerra mundial. Un
país en el que existió un cristianismo que hizo posible Auschwitz, o al menos
no lo impidió. No hubo una protesta, una resistencia general de los cristianos
en Alemania cuando Auschwitz se hizo visible, ni cuando se conoció más y más lo
que allí ocurría. La mayoría de aquellos alemanes e incluso no pocos de
aquellos facinerosos habían recibido durante años clases de religión cristiana,
asistían con frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones
morales (Thomas Ruster). Y nadie dijo ni pío. O pocos fueron los que se
atrevieron a protestar. Es evidente que el miedo a la inseguridad sellaba las
bocas. Es un ejemplo entre tantos otros, algunos de los cuales los tenemos
aquí, entre nosotros.
Entonces, ¿en qué quedamos? ¿qué es y en
que consiste el “fundamentalismo”? Guiddens ha encontrado una fórmula acertada:
fundamentalismo es “tradición acorralada”. Y lo explica: el fundamentalismo “no
tiene nada que ver con el ámbito de las creencias, religiosas o de otra clase.
Lo que importa es cómo se defiende o sostiene la verdad de las creencias”. Ya
sean creencias políticas, religiosas, sociales…
Si el “fundamentalismo” es “tradición
acorralada”, no olvidemos que acorralado se ve el que se siente “encerrado y
sin escapatoria”. ¿Por qué ahora mismo, en la Iglesia, en el Vaticano, hay
gente importante que no soporta al papa Francisco? ¿Por qué los que no lo
soportan son los fundamentalistas, los más fieles a su tradición, los que
sostienen sus creencias como defendían las suyas los fariseos que se
enfrentaron a Jesús?
Es evidente que tanto la derecha como la
izquierda se sienten más seguras en la fidelidad a las tradiciones de antaño
que aceptando los cambios que más necesita el “mundo desbocado” en que vivimos.
Cambios que nos exigen ser “ciudadanos del mundo” antes que fundamentalistas
aferrados a tradiciones que ya han perdido su razón de ser.
La cosa está clara. En estas condiciones,
el fundamentalismo de la derecha crece con fuerza entre las gentes que hoy se
sienten más inseguras. Porque los cambios, que se nos imponen, es al
fundamentalismo al que ponen más nervioso. A fin de cuentas, es el
fundamentalismo el que se siente más inseguro.
Los “Príncipes de las Tinieblas” que han desgarrado a Yemen
Nazanin Armanian
www.publico.es /031018
“Peligrosos niñatos” es como los círculos
políticos de Oriente Próximo llaman, y no en voz baja, al príncipe heredero de
Arabia Saudí, Mohámed bin Salman (MBS) y su colega emiratí, Mohámed bin Zayed
(MBZ). La gerontocracia, reliquia de los tradicionales concejos de “barbas
blancas”, que alaban la moderación y el templo, les acusa a MBS de 33 años y a
MBZ de 56 de estar sacrificando la vida de miles de personas en la región, así
como la paz mundial por sus impertinentes ambiciones militares y hacer de reyes
sin aun serlos.
Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos
(EAU), en los últimos años han intervenido militarmente en Yemen, Siria, Libia,
han patrocinado el golpe de estado de Al Sisi en Egipto, han impuesto un bloque
económico y político a Qatar, están financiado con 130 millones de dólares la
alianza militar “G5 Sahel”, para el saqueo de África, y han llegado a amenazar
a Irán.
En su inquietante aventura, los dos
“chavales”, respaldados por un tercero, el yernísimo de Trump, Jared Kushner de
37 años, han desactivado el Consejo de Cooperación del Golfo (Pérsico),
formando el Consejo de Coordinación Saudí-Emiratí para imponer sus directrices
al resto de los países de la zona, aterrados por los mega almacenes de armas y
el poderío económico de los chantajistas.
Aunque MBZ, mandatario de una pequeña
federación de siete sultanatos de 9 millones de habitantes, se ha diseñado un
perfil bajo, es el verdadero mentor del arrogante MBS, a quien no le preocupa
la imagen que de su país al mundo, a
pesar de sobornar a la prensa para ocultar la demolición de Yemen con sus
gentes dentro.
Las dos monarquías árabes sunitas son
dictaduras absolutistas de clanes familiares, sin instituciones políticas o
sociales, dirigidas por un varón, que, aunque simulan movimiento, no es hacia
delante: lo hacen sobre el mismo punto, justamente para no cambiar nada,
actualizando la Edad de Piedra sobre todo en lo que refiere a los derechos de
la mujer. La asociación de los señores de guerra MBS-MBZ que ha puesto fin al
sistema colegiado que dirigía los dos estados, no oculta sus diferencias: el
primero está obsesionado por Irán mientras el segundo por Qatar y la
organización religiosa de Hermandad Musulmana, rival del wahabismo.
Según WikiLeaks, este príncipe, después de
que EEUU en 2001 bombardeara la sede del canal qatarí Al Jazeera en Kabul, le
pidió en 2003 hacer lo mismo con las instalaciones de la emisora en Doha. El
jeque emiratí consiguió que Donald Trump vinculara a Qatar con el terrorismo
yihadista y guardara silencio sobre los
vínculos de ELLA y Arabia con el Estado Islámico. The New York Times
señaló directamente al papel de los dos jeques en la destitución de Rex
Tillerson, después de que el Secretario de Estado de Trump impidiera un ataque
militar saudí-emiratí a Qatar y exigiera el fin al bloqueo que sufre el país
desde el junio de 2017 por tierra, mar y aire. ¡Es increíble cómo dos pequeños
estados, al
igual que Israel, tengan tal influencia sobre las políticas de la
superpotencia!
MBS sueña con transformar Arabia en un
EAU: una dictadura militarista con rostro amable, diversificar la economía,
reducir el papel de la casta religiosa, aunque le será difícil al saudí simular
un federalismo que aparenta EAU, reducir la influencia de la poderosa secta
religiosa wahabita y establecer “a César lo que es César”, con unas supuestas
reformas –como crear una ciudad de ocio y permitir la conducción de mujeres-,
con el fin de cambiar la legitimidad tribal-religiosa por otra
político-carismática. Pero, los métodos empleados por este joven no son nada
“amables”, ni con los suyos: fue capaz de secuestrar
al primer ministro libanés, a 11 príncipes y 38 ex ministros saudíes, y
someterles a su voluntad, simulando a Don Corleone.
Hace tres años, y días antes de irse de
vacaciones a las Maldivas, MBS ordenó la agresión militar a Yemen, provocando
la catástrofe
humanitaria más grave del mundo después de la Segunda Guerra, en la
que 20 millones de seres humanos agonizan de hambre y enfermedades ante la
indiferencia del planeta. De paso, MBS que ha arrancado la máscara de
“demócrata” a sus cómplices occidentales -quienes le dan la gasolina para
mantener el fuego de este infierno-, se niega a reconocer su fracaso integral
en Yemen. A pesar de miles de vuelos de muerte sobre el país y gastar 5.000
millones de dólares al mes en su destrucción, insiste en intensificar los
bombardeos para un imposible triunfo. Los objetivos de Riad en Yemen siguen sin
cumplirse:
. Establecer su dominio político-militar
sobre el destino de Yemen.
. Construir un oleoducto que saldría de
Hadramaut, en Arabia, y terminaría en el puerto de Adén, para así esquivar el
Golfo Arábigo y el estrecho de Ormuz para exportar su petróleo en
caso de una guerra con Irán. También ha rehabilitado el antiguo
oleoducto IPSA (Iraqí Pipeline in Saudi Arabia) construido por Sadam Husein
durante la guerra que mantuvo con Irán (1980-88), en el puerto del Mar Rojo.
. Convertirse en el gendarme de la zona,
ocupando el lugar del Sha de Irán en los años setenta, aplastando
los movimientos progresistas de la región, como el de Dhofar.
Ambiciones
talasocráticas de EUA
A falta de considerables reservas
petrolíferas, los EAU pretende dominar las rutas comerciales marítimas de la
región, convirtiéndose en una potencia. Por el momento ha alquilado puertos en
el Cuerno de África (Eritrea y Yibuti), controla Socotra, la más importante de
las cerca de 200 islas que tienen Yemen, ha ocupado militarmente el puerto de
Adén con la ayuda de los mercenarios de Al Qaeda y el uso de los drones marca
Depredador XP, que se despliegan de la base militar que ostenta en Assab,
Eritrea, para atacar la resistencia yemení. Ha amenazado al gobierno de Yemen
que, si le obliga a desocupar el puerto, prestaría su apoyo a los rebeldes
hutíes, a pesar de que se supone que EAU está atacando este país bajo el
pretexto de “luchar contra los chiitas hutíes patrocinados por Irán”.
Estados
Unidos, vigila
Es falso que EEUU y otros países
occidentales sólo prestan apoyo logístico a los invasores. El 26 de marzo del
2015, EEUU y Reino Unido bombardearon el aeropuerto de Saná, hospitales,
escuelas, hogares, dejando cientos de muertos y heridos, entre ellos un
centenar de niños. Un día antes, John Kerry había viajado a Arabia Saudí, y un
día después, Riad, a través de su embajador en Washington anunciaba la guerra.
Entre los objetivos de EEUU en Yemen
están:
. Entrenar a la “OTAN sunnita” en un
combate real antes de enfrentarla con Irán.
. Controlar el estrecho de Bab-el-Mandeb,
desde donde China comercia con los países del Mar Rojo y del Mediterráneo.
. Proteger los intereses de Israel, ya que
este estrecho conecta y le une con el Océano Índico.
A Washington no se le escapa que, el Príncipe
Bin Salman:
. Está desestabilizando la monarquía
saudí: no sólo ha implantado una impopular austeridad, recortando los subsidios
y salarios mientras se compra el super yate Sereno por 500 millones de dólares,
sino que también persigue a los hombres poderosos del reino y confisca sus
fortunas: en la retina, el asesinato del poderoso rey Faisal en marzo de 1975 a
mano de su sobrino el príncipe Faisal bin Musa’id.
. Ha establecido buenas relaciones con
Rusia, comprándole armas que
incluyen los misiles S-400.
. Ha congelado la prometida venta del
5% de la petrolera Aramco. Pues, MBS no contaba con que para la
entrada de la compañía en la bolsa debería revelar sus cuentas, incluidas las
B, que oculta la corrupción y el robo de la renta del recurso natural del país
por la “familia” al Saud. Tampoco ha explicado cómo los activos externos netos
del país cayeron de los 730.000 millones de dólares del 2011 a los 493.000
millones en 2017.
. No ha podido aislar a Qatar y forzarle a
romper sus relaciones cordiales con Irán.
EEUU también vigila a MBZ:
. Su autoritarismo, que amenaza la
integridad de la federación: vale que el jeque presione al emirato Dubái para
que se aleje de Irán, pero que el príncipe Rashid bin al Sharqi, del emirato
Fujairah, tenga que pedir asilo político en Qatar, huyendo de la “tiranía de
MBZ” como afirmaba, hay un trecho. Es más, que ambos “jóvenes” hayan
establecido un gran negocio con China, y están abandonando el dólar en sus
transacciones en favor de yuan, puede que sea, incluso, imperdonable.
Los “niñatos” no
tienen ninguna intención de poner fin a la guerra contra Yemen, y si
sus planes siguen adelante, la región se hundirá en más conflictos y además con
nuevos actores involucrados: Qatar, para protegerse de EEUU, Arabia y EAU ha
cedido una base militar a su aliado turco, el “Hermano Musulmán” Tayyeb
Erdogan.
¿Qué expresa el fenómeno político de Bolsonaro?
Olmedo Beluche
olmedobeluche@hotmail.com / 20 10 18
Las elecciones presidenciales brasileñas
tienen al mundo entero discutiendo sus implicaciones, no sólo por la
importancia de Brasil y su peso en la economía mundial y latinoamericana, sino
por las implicaciones impredecibles de la muy probable victoria del candidato
Jair Bolsonaro. Sin tapujo alguno, Bolsonaro expresa un proyecto político que
se proclama: misógino, homofóbico, racista, antidemocrático y represivo.
No
es la versión “tropical” de Donald Trump, sino algo mucho peor. Para encontrar
referentes con que comparar a Bolsonaro muchos han tenido que remitirse a
Adolfo Hitler y a Benito Mussolini. Así de grave es la cosa. Como ellos,
Bolsonaro apela al descontento popular, en especial de las capas medias de la
sociedad, incluyendo segmentos de la clase obrera, les señala algunos supuestos
responsables (migrantes, favelianos y el propio Partido de los Trabajadores) y
les promete “orden”.
La irrupción del fenómeno Bolsonaro y su
impresionante respaldo popular ha sorprendido hasta a los más duchos analistas
políticos, que debaten todo tipo de explicaciones y respuestas posibles. Uno de
ellos es el ampliamente conocido marxista argentino, Atilio Borón, quien ha
dedicado varios artículos al tema, pero queremos referirnos a uno de ellos, con
el que deseamos hacer una especie de “diálogo virtual”: “Bolsonaro: tres hipótesis y una sospecha”
Atilio Borón atribuye el vuelco del
electorado popular hacia el proyecto derechista de Bolsonaro a un problema de
conciencia producido por el supuesto de que las políticas sociales del PT al
“sacar de la pobreza” a millones de familias, éstas adquirieron una especie de
conciencia falsa de tipo consumista (¿pequeñoburguesa?) perdiendo la conciencia
comunitaria y solidaria que tenían antes como pobres, antes de ser redimidos
por el PT y cuando votaban por éste partido.
En general, toda la intelectualidad de los
partidos reformistas, populistas o progresistas, encarados ante la crisis de
estos proyectos, tan robustos hasta hace 5 años, tienden a cargar las culpas
sobre una especie de conciencia inmadura de los sectores populares y señalan
que la tarea está en “seguir educando”.
De esta manera, estas vertientes políticas
eluden cualquier autocrítica de las políticas del “progresismo”. Escurren el
bulto y le echan la culpa a la inmadurez de las masas. Al respecto ya hemos
escrito en “La crisis del progresismo y la ofensiva de la derecha en
Latinoamérica”.
Muy resumidamente queremos responder al
enfoque de Borón con las siguientes ideas:
1+ El fenómeno Bolsonaro, al igual que
Hitler, Mussolini, Trump y otros es un producto de la grave crisis del sistema
capitalista y el alto sufrimiento que está produciendo esta crisis en buena
parte de la humanidad con pobreza, desempleo, bajos salarios, inseguridad,
migraciones forzadas de millones de personas (como lo de Honduras) y hambre.
Constituye una búsqueda desesperada de una salida a la crisis del sistema por
parte de un sector de las masas.
2+ En algunos casos, sobre todo cuando ya
ha gobernado el “progresismo” o la socialdemocracia (Europa), y fracasado en
resolver la crisis, el fenómeno se expresa como voto a la ultraderecha. Pero
cuando no ha gobernado, hay vuelcos a la izquierda. Por ejemplo, la reciente
victoria de López Obrador en México, o la buena votación al congreso obtenida
por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en Brasil en el primer turno de
estas elecciones.
3+ Ante la falta de salidas a este sistema
que agobia sus vidas, las personas se aferran a cualquier propuesta que les dé
algo de esperanzas, desde la religión hasta un carismático fascista que con el
dedo les señala unos chivos expiatorios a quienes responsabilizar: la
“ideología de género”, los inmigrantes, los chavistas, etc. Hitler culpaba a
los comunistas y judíos, y la mayoría del pueblo alemán le creía.
4+ El cambio del electorado que hace un
par de lustros confió en el PT, Lula y Dilma, para el caso brasileño, y ahora
lo hace en Bolsonaro, no se debe al “éxito” de la política social de los
gobiernos petistas, “que sacaron de la pobreza a millones”, sino todo lo
contrario: es una prueba del fracaso del reformismo petista que no resolvió
ningún problema de fondo y, por el contrario, quedó embarrado en la trampa de
la corrupción. Si fuera como dice Borón, sucedería todo lo contrario a lo que
señala: la gente seguiría votando por sus benefactores.
5+ Veinte años después de diversos tipos
de regímenes “progresistas” en América Latina, el resultado es que: seguimos
siendo la región con mayor desigualdad social del planeta, seguimos siendo
países dependientes mono exportadores, sustentados sobre las rentas de las
exportaciones de algún tipo de materias primas, las oligarquías tradicionales
siguen ostentando el mismo o mayor grado de control económico y político.
6+ Los programas sociales (transferencias,
como las llama el Banco Mundial), han sido solo un paliativo a la pobreza, pero
no han modificado en absoluto las condiciones de vida, por ello es falso decir
que se sacó a esas personas de la pobreza. Se les ayudó a sobrellevar la
pobreza, que no es lo mismo.
7+ Los pueblos, convertidos en electores,
buscan afanosamente una tabla de salvación frente a las desesperantes
condiciones de vida que impone este capitalismo en decadencia. Los límites del
“progresismo” han consistido en su incapacidad para romper los diques de la
desigualdad y la explotación capitalista.
8+ Mientras hubo crecimiento económico,
por los buenos precios de las materias primas, en especial el petróleo, el
Estado dirigido por partidos progresistas tuvo suficiente para programas
sociales y la acumulación capitalista. Había la falsa ilusión de que se
podía hacer un “capitalismo más humano”.
9+ Ahora que los precios de las
exportaciones se fueron a pique y se vino el déficit fiscal, el imperialismo
financiero impone los “ajustes”, los recortes de las ayudas sociales, para
volcar todo lo posible a la ganancia empresarial. Se acabó la ilusión, vuelve
el capitalismo descarnado. Ahora se evidencia que no ha cambiado nada y la
situación de las mayorías sigue siendo desesperada. Eso lleva a los electores a
buscar otras alternativas, especialmente aquellas muy apoyadas en los poderosos
medios de comunicación, como Bolsonaro.
10+ Tal vez constituya una perogrullada,
pero hay que decirlo: la única manera de enfrentar eficazmente a la extrema
derecha y la burguesía que la sustenta es construyendo proyectos políticos
anticapitalistas y, cuando se es gobierno, atreverse a la nacionalización de la
banca, la gran industria y el comercio exterior apoyados en la movilización de
la clase trabajadora organizada. Porque la alternativa sigue siendo “socialismo
o barbarie” (Rosa Luxemburgo). La barbarie de este capitalismo decadente.
11+ Lo
que ha fracasado y ha permitido el éxito de Bolsonaro, es apostar por una
política de conciliación con la burguesía, en los marcos de una democracia
burguesa representativa y controlada. Dándole a los trabajadores algunas ayudas
sociales para no tocar el corazón del capitalismo. Ese sistema fue estable sólo
en tiempos de bonanza capitalista, como en la fase del boom de la postguerra,
sobre el que se sustentaron los gobiernos de la socialdemocracia europea,
alternándose con liberales y socialcristianos. Pero en un momento de crisis
profunda del capitalismo, la lucha de clases, la lucha por la renta nacional se
dirime en la imposición de una de las dos clases sociales: o a través de un
gobierno represivo de la burguesía, o a través de una verdadera revolución
socialista obrera.
12+ Hoy es más acuciante que nunca la
construcción de alternativas políticas consecuentemente anticapitalistas, con
dirigentes honestos y probados, sin las máculas de la corrupción. Pero un
prerrequisito de esto es un balance autocrítico de la fase populista o
progresista anterior sin escurrir las responsabilidades políticas de los
dirigentes, ni cargarlas sobre las espaldas de los sufridos pueblos.
Por supuesto, al margen de las diferencias
que pueda haber, la tarea inmediata es procurar evitar el triunfo electoral de
Bolsonaro, que puede terminar liquidando las conquistas democráticas del pueblo
brasileño una vez que haya ganado, tal y como hizo Hitler en 1933. Lo cual
requiere la unidad de fuerzas populares y democráticas, en torno al voto
crítico a Fernando Haddad en la segunda vuelta. Voto crítico.
¿SOLO TRES?
Por: Dr. Miguel Antonio
Bernal
En efecto, luego
de literalmente “pelotear” durante más
de doce meses con el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el
licenciado Juan Carlos Arauz, contra el último párrafo del Artículo 246-A del
Código Electoral, modificado por la Ley 29 de 29 de mayo de 2017, el cual
dispone que: "En cada elección, solamente podrán postularse tres
candidatos presidenciales por libre postulación, que serán los que
acrediten las tres mayores cantidades de adherentes". (Gaceta Oficial
28289-A, martes 30 de mayo de 2017 Subrayado
nuestro), obedeciendo las órdenes de la plutocracia imperante,
se aprestan a asfixiar la participación ciudadana, manteniendo la improsulta
medida.
Poco les importa
generar un resentimiento constitucional y un descontento popular mayor al
existente. No les interesa saber que, con su actuar, abonan al desencanto y al
pesimismo ciudadano, que lo que hacen es sembrar vientos. Acostumbrados a no
concebir a los ciudadanos como personas, los manipuladores del poder han
ordenado un nuevo pisoteo a la dignidad ciudadana, coartando aún más el derecho
al sufragio y al poder elegir.
Pero, no actúan
solos. Paso a paso, han ido sumando a los que hacen “política” en base al
“húndete tu, siempre y cuando flote yo”; a los que dicen ser caras nuevas pero
que, en el fondo, son los nuevos camaleones de la farsa que antecede la
tragedia. Han sumado también, como ya lo hemos dicho, a los que han optado por
guardar silencio cómplice, porque “calladitos se ven más bonitos” y que
aguardan que lo más rancio de la plutocracia los mime.
El
sínodo “de los jóvenes”
José Arregi
www.religiondigital.com / 121118
Se llamaba más bien "Sínodo sobre los
jóvenes", cosa muy distinta. Y así ha sido en realidad. Los jóvenes no han sido sujeto, sino más
bien objeto. ¿Para qué entonces un Sínodo?
El término proviene del griego syn (con) y
hodos (camino o viaje), de modo que significa "camino o viaje
conjunto". Pero el Derecho Canónico lo define como "asamblea de
obispos escogidos... que se reúnen... para fomentar la unión estrecha entre el
Romano Pontífice y los Obispos". No es un viaje, sino una reunión. Y el
sujeto son los obispos con el papa al frente. ¿Merecía la pena?
Viajaron a Roma y allí se quedaron, del 3 al 28 de
octubre (25 días con todo pagado), 267 obispos, más 20 sacerdotes y religiosos
y 23 expertos; y luego el resto: 49 oyentes, entre los cuales 34 jóvenes (bien elegidos entre los más
afines y sumisos, lejos del perfil medio de la juventud actual), todos ellos
con voz restringida y sin voto.
Una foto lo dice todo: en la tribuna
presidencial el papa Francisco, y el amplio hemiciclo cubierto de sotanas
negras, obispos con fajines y solideos fucsia, y cardenales con fajines y
solideos rojos en las primeras filas del centro. Majestuoso.
Allá al fondo, donde mis ojos ya no
distinguen, debieron de estar los oyentes sin voto, unos pocos jóvenes entre
ellos. Seguro que en algún lugar estuvieron también los colores del mundo de
hoy y las bienaventuranzas de Jesús, pero en la foto no alcanzo ni a divisarlo.
Es
la imagen real de la Iglesia institucional: masculina, célibe, clerical y
jerárquica.
Una Iglesia que Jesús nunca imaginó:
ni eligió a los 12 apóstoles como dirigentes de su grupo de seguidores con
Pedro al frente, ni se le pasó por la cabeza que fueran a tener sucesores en
una Iglesia futura en la que ni siquiera pensó. Y aun cuando la hubiera
organizado y proyectado exactamente así hace 2000 años, aun en ese caso irreal
podría la Iglesia seguir manteniendo ese modelo. Sería tan anacrónico como que
tuviéramos que seguir hablando arameo como Jesús, o vistiendo como él túnica y
sandalias o lo que fuera. Jesús fue un profeta reformador, que dijo: "El
espíritu sopla donde quiere", "Está escrito, pero yo os digo", y
"A vino nuevo odres nuevos".
La institución eclesiástica lo olvidó muy
pronto y sigue repitiendo lenguajes, dogmas y formas del pasado. No es, pues,
extraño que nada nuevo se contenga en el documento final del Sínodo episcopal
sobre los jóvenes, un texto largo, frío y plano. Se menciona a menudo el
"viaje", pero no se avanza en nada. Afirma que los jóvenes son
"lugar teológico" (n. 64), pero ignora la voz y el voto de la inmensa
mayoría de la juventud, a la que se recuerda que deben "reconocer el papel
de los pastores y no avanzar por sí mismos" (n. 66).
Nada nuevo en cuestiones relativas a la
sexualidad, a la orientación sexual y al género. Invita a los jóvenes a
redescubrir la castidad. Y solo menciona a los homosexuales para decir que han
de ser "acompañados" (n. 150), como quien tiene algún problema. A
transexuales, bisexuales o intersexuales, ni siquiera los menciona. No existen.
"Hombre y mujer los creó", y punto.
¿Y sobre la mujer? Reclama, sí, su
presencia "en los cuerpos eclesiales en todos los niveles", pero
"respetando el papel del ministerio ordenado" (n. 148), es decir, sin
tocar la supremacía clerical masculina. Todo
queda como estaba: ¿dónde está el "viaje"? O ¿para qué tanto viaje?
Lo más audaz es seguramente el párrafo
sobre la formación de los seminaristas, donde se dice: "demasiados jóvenes
que se presentan en seminarios o casas de formación son bienvenidos sin un
conocimiento adecuado de su historia" (n. 163). Asunto crucial. En efecto,
los seminarios se nutren en general de jóvenes de otro mundo que ansían ponerse
el alzacuellos y la casulla, y aspiran a la mitra y al báculo. Y puesto que de
los seminaristas de hoy saldrán los curas, obispos y cardenales de mañana,
¿cómo podremos esperar de ellos el fin del clericalismo (sínodo, episcopado y
papado incluidos)?
Todo
indica que el viejo aparato de la Iglesia Católica tendrá que derrumbarse por
entero para que algo nuevo surja en su lugar. Y esto no es pesimismo, sino esperanza en el movimiento que Jesús el
itinerante inauguró. El Espíritu es joven y vibra en el corazón de todos los
seres, transformando la vida y sus formas.
Brasil. La derrota cultural y electoral ¿llevará a la reconstrucción del campo popular?
Aram Aharonian
Clae *
Resumen Latinoamericano / 28 10 18
El ultraderechista Jair Bolsonaro fue
electo presidente de Brasil para los próximos cuatro años, un resultado que
consolida la ofensiva de las fuerzas conservadores en la región, y pone en
jaque a las fuerzas progresistas del país, que de ahora en más deberán
centrarse en la resistencia y en la reconstrucción de partidos y movimientos
sociales.
No hubo milagros y prácticamente se
repitieron los guarismos de la primera vuelta: la imposición del imaginario
colectivo desde los sectores de la derecha fue contundente antes de la primera
vuelta presidencial, y cuando el progresismo reaccionó, se encontró desvalido
en medio de una guerra para la que no estaba preparado.
No se trata de una derrota electoral: eso
no sería tan grave, sino de una derrota cultural que comenzó a salir a la
superficie desde el inicio del segundo mandato de Dilma Rousseff. Y,
aprovechando esa derrota e impedir que Luiz Inácio Lula da Silva fuera
presidente de Brasil por tercera vez, la derecha brasileña y el poder fáctico
optaron por destruir al país, sin importarle las consecuencias, con el apoyo
militante, mediático (y financiero) de las iglesias evangélicas, en especial
las pentecostales.
Las evangélicas se convirtieron (ante el
repliegue de la Iglesia Católica y de su opción por los pobres) en un aparato
político -no solo en Brasil sino en varios países de Latinoamérica y el
Caribe-, eficaz no solo por la acción cotidiana y persistente de sus
pastores-agitadores y la difusión mediática de sus mensajes (son propietarios
de la segunda red de televisión del país, la Record) sino por su incidencia en
el sector más conservador brasileño.
Este sector (se calcula en un 30% de la
población), está arraigado en los sectores más atrasados incluso del sector
popular y ha mostrado, a la largo de las últimas dos décadas, preferencias
políticas inestables, ya que desde principios de siglo apoyaron al PT (y se
mantuvieron allí gracias a las políticas sociales de sus gobiernos), y ahora
cortaron sus amarras y respalda a Bolsonaro, gracias en parte a la campaña de
la prensa hegemónica que atribuyó la enorme corrupción del país solo a los
trabalhistas.
Un estudio sobre consumo y política entre
jóvenes de las periferias de las grandes ciudades, de las investigadoras Rosana
Pinheiro-Machado y Lucia Mury Scalco (Universidad Federal de Río Grande do Sul)
señala que “se puede inferir que la adhesión bolsonarista tiene alguna de sus
raíces en el propio modelo de desarrollo lulista enfocado en la agencia
individual y en el consumo –y no en el cambio estructural de los bienes
públicos vinculado a un proceso de movilización colectiva”.
Este argumento es legítimo, aunque
incompleto, añaden, ya que las políticas liberales tenían potencia política,
además de que el ideal de la felicidad era algo finalmente avistado en el
horizonte de los ciudadanos de baja renta. Esperanza y odio son categorías
excluyentes, pero cohabitan ganando mayor o menor espacio según el contexto, y
por eso no se puede hablar exclusivamente de un viraje conservador.
También puede inferirse que el crecimiento
del bolsonarismo en las periferias es fruto del golpe de 2016. El lulismo fue
incapaz de promover cambios estructurales y la agenda de austeridad del
gobierno de facto de Temer profundizó la exclusión. La violencia estructural
–el racismo, la discriminación de clase, el patriarcado anclado en la figura
del supermacho- y la presencia de la iglesia, del narcotráfico y de la policía
siempre fueron los modelos preponderantes junto –claro está- con las prácticas
cotidianas de resistencia, creatividad, amor y reciprocidad, señalan las
investigadoras.
Lo que puede ocurrir en el Brasil de 2019
es algo peor que la dictadura de 1964, porque esa fue resultado de un golpe
castrense que derrocó a un presidente constitucional, nacionalista y popular,
Joao Goulart. Ahora, los herederos de la dictadura llegan a través de las urnas
al poder, obviamente tras el sacudón del golpe policial-judicial-parlamentarrio
con apoyo militar de 2016.
Jair Messias Bolsonaro dice que
el error de la dictadura fue no haber matado y desaparecido tanta gente como lo
hizo Augusto Pinochet en Chile. Adriano Diodo, ex presidente de la Comisión de la
Verdad, señala que el surgimiento de Bolsonaro muestra que la dictadura
venció la batalla ideológica gracias a la amnesia dictada por los medios y la
impunidad dada por la ley de Amnistía decretada en 1979 por el general dictador
(y exjefe del servicio secreto) Joao Baptista Figueiredo, que sigue en vigor.
Según Temer, “la transición comenzará el
lunes o el martes” y los integrantes de su Gobierno pondrán a disposición del
presidente electo “toda la información necesaria”.
Pese a la tardía remontada del candidato
del PT Fernando Haddad en la última semana, su comando de campaña sabía que el
“milagro” era difícil de construir en tan poco tiempo, después que su partido
perdió mucho tiempo confiando en que el gobierno de facto permitiría a Lula
participar en la contienda electoral.
Las palabras de Bolsonaro no dejan margen
a ninguna duda, transparentan sus intenciones y su personalidad homofóbica,
misógina, xenófoba, de odio a los negros, a los pobres, a los campesinos
sin tierra, a los pobladores sin techo. A pesar de todo eso, muchos de ellos
votaron por él.
La izquierda
¿Quién nos salva de los salvadores de la
Patria? Se pregunta el catedrático y periodista Gilberto Maringoni, quien
señala que cada 30 años aparece uno, abrazado por los medios hegemónicos, en
medio de la crisis. En 1960 fue la tragedia con Janio Quadros, en 1990 la farsa
de Collor de Mello, y en 2018 Bolsonaro, tragedia y engaño al mismo tiempo y
mezclados.
Son aventureros irresponsables y rabiosos,
con un discurso monocorde: barrer la corrupción, terminar con los robos. Todos
presentan soluciones simples para problemas complejos, todos seducen a los
incautos, todos tienen seguidores casi fanáticos, que no oyen voces diferentes.
Los dos primeros llevaron al país al borde del abismo. El tercero dará un paso
al frente, agrega.
El PT apostó a que el candidato sería
Lula, que según las encuestas tenía más del 45% en la intención de votos a
mediados de agosto, en la ingenua creencia que el aparato institucional del
gobierno de facto (además del determinante poder fáctico) lo iban a permitir.
Desde la caída de Dilma Rousseff no se vio intento alguno de rearmar una fuerza
progresista, antifascista… hasta las últimas dos semanas de la campaña.
Los movimientos sociales que
llevaron a Lula y al PT al poder, habían sido desarmados: cooptados por el
Estado en parte, sin mayor participación real en el tipo de democracia impuesta
por el PT. Los antes poderosas centrales sindicales, el Movimiento de los
Trabajadores Sin Tierra, el de los Sin Techo, entre muchos otros, habían
abandonado las calles. No se trabajó en construir un movimiento, una fuerza
progresista; no surgieron nuevos cuadros (políticos, administrativos,
gerenciales). Todo quedó cobijado bajo la figura del caudillo.
Entonces, no sorprende que la izquierda
brasileña no se dio por enterada de que en el mundo se imponía un nuevo
tipo de guerra y redujo su accionar a la denuncia permanente, generalmente
desoída e invisibilizada. Este tipo de campañas, habituales en las democracias
formales, junto al uso de los perfiles de los usuarios de redes sociales para
manipular la opinión pública, ya había sido usada en la campaña de Barack Obama
antes que en la de Donald Trump.
Uno de los problemas mayores de la
izquierda (no solo la brasileña, claro) es su endogamia: sus mensajes van
dirigidos a los ya convencidos. Incluso se busca solidaridad internacional,
como si lo que escribiera un notable intelectual del exterior pudiera influir
en el imaginario colectivo y sustituir toda la basura informativa lanzada por
los medios hegemónicos y las llamadas redes sociales.
Comunicacionalmente, es reactiva y no
proactiva. Está siempre denunciando al enemigo y a la vez adoptando la agenda
de este (incluso cuando está en poder), en lugar de difundir las informaciones
propias, emanadas de una agenda propia.
El pensamiento crítico no aparece por arte
de magia: precisa lectura, reflexión, debate…hay que cultivarlo. Y hay que
reinventar las formas de intervención, sin olvidar que aún en estas guerras
cibernéticas, la confianza personal, el trabajo de base, de alfabetización
política, determina la posibilidad de sumar El zig-zag del fake-candidato
Disminuir la diferencia alcanzada por
Bolsonaro en la primera vuelta sería un logro importante, ya que el adversario,
aunque ganase la disputa electoral, estaría bajo fuerte presión al asumir el 1º
de enero, analizó el último jueves el comando de campaña petista. Algo similar
dijo el viernes último Lula desde su celda, al cumplir 73 años: es importante,
como mínimo, que de las urnas salga una oposición fortalecida.
En las últimas semanas Bolsonaro tuvo un
recorrido sinuoso y un significativo vuelco, sobre todo luego de conocerse las
declaraciones de uno de sus hijos, quien recordó que para cerrar la Corte
Suprema del país no se requería más que un soldado y un cabo, luego de asegurar
que mandará a los “rojos” (del PT y sus aliados) a la cárcel o al exilio y
decretará que movimientos sociales sean considerados grupos terroristas.
El candidato de la ultraderecha comenzó
por imponer silencio absoluto a sus asesores, tratando de divulgar en las redes
sociales declaraciones para construir una imagen de tranquilidad y pacificación
nacional, todo lo contrario a los dichos en los últimos meses. Incluso, habló
de su respeto absoluto a la Constitución, hizo un llamado para unir a todos los
brasileños y garantizó que sabrá respetar opiniones divergentes.
Las declaraciones de Paulo Guedes, su
“futuro” ministro de Economía, habían encendido luces de alarma, incluso en el
establishment, sumándose a sus propias idas y venidas en sus proyectos
económicos, lo que demostraba que no había proyecto de país. Pero eso no era
importante para él, a sabiendas que el modelo se lo iban a imponer desde
afuera.
Brasil se llenó en los últimos dos meses
de fábricas de mentiras, que utilizaron la data y los perfiles, que los mismos
usuarios proporcionaron a las megaempresas y son vendidos –por ejemplo por
Facebook- para que empresas nada éticas como Cambridge Analytica los usen para
las campañas de whatsapp, tuit, y otras redes sociales.
Estos servicios, develó la misma prensa
hegemónica, eran pagados por el llamado poder fáctico, los empresarios que se
beneficiarán con las mentiras propagadas y prepagadas. Hoy las guerras se
producen tras la propagación de mentiras, como sucedió en Libia y Túnez, en Irak,
Afganistián, Egipto y Siria, ahora en Yemen y Venezuela. Construyen la “verdad”
requerida por Estados Unidos y sus socios transnacionales y locales.
En el caso de Brasil, la siembra del odio
al PT, comenzó en el segundo mandato de Lula, y creció exponencialmente a
partir del gobierno de Dilma Roussef. Anclados en medias verdades, como los
casos de corrupción, los grupos de poder fueron fertilizando mentes y
preparando el terreno para las elecciones de este año, señala la analista
Elaine Tavares de la Universidad de Santa Catarina.
Lo que no esperaban, quizá, es que un
candidato, fuera del circuito tradicional de los partidos y de los grupos de
poder, sintetizara de manera tan acabada toda la carga de prejuicio, moralismo,
miedo y odio que la clase dominante, que tras el susto inicial, ya se va
acercando al candidato fascista, porque reconoce que él hoy comanda a las masas
y eso es todo lo que interesa. Bolsonaro es el mascarón de proa de las élites
económicas.
Rematar la Amazonia
El frente más poderoso del Congreso –la
bancada del ganado-, que reúne a latifundistas, grileiros (criminales que se
apropian de tierras públicas a través de sicarios), representantes del
agronegocio y parlamentarios conservadores ha tenido con el gobierno de facto
de Michel Temer un papel muy activo en el avance sobre las áreas protegidas de
la Amazonia.
La intención de Bolsonaro, amparado en la
bancada mayoría es la de transformar las tierras indígenas y las áreas de
conservación, hoy las principales barreras contra la devastación y deforestación
de la selva, en pastizales para ganados, plantaciones de soja y extracción
mineral. Obviamente apoyan a Bolsonaro, que sumará 52 diputados a la bancada, y
ya anunció la fusión del ministerio del Ambiente con el de Agricultura, en
menos de un representante de la bancada del ganado.
El ultraderechista habló de limitar las
multas ambientales, que terminará con el “actiovismo chiíta ambiental”, anunció
que no habrá más tierras para indígenas y que éstas se podrán vender. Su
concepto de democracia es original: “las minorías tienen que inclinarse ante la
mayoría” o “simplemente desaparecer”.
Poder copado
El Ejecutivo está en manos de usurpadores
y el poder Judicial está copado por magistrados ultraderechistas (muchos
de ellos propuestos por el PT), que promovieron la censura previa, prohibieron
el libre debate y suspendieron incluso, en los dos últimos días de la campaña,
la libertad de reunión y de opinión en varias universidades, el secuestro de
material y suspensión de sus actividades académicas con las comunidades. Y a
ellos se suman los militares, en actividad o retirados (ahora hasta
parlamentarios).
El Tribunal Supremo Electoral, convertido
en cuartel general del bolsonarismo, fabricó órdenes para favorecer al
candidato ultraderechista mientras ordenaba mantener la propaganda calumniosa
contra Fernando Haddad, donde lo califican de pedófilo. Una forma de
ajusticiamiento que quizá usen las milicias verdes bolsonaristas de ganar las
elecciones, para dejar fuera de combate a las personas que piensan diferente.
Hoy, los dos meses que separan de la
asunción del nuevo presidente marcarán el paso de la política y el futuro del
Brasil. Y da la oportunidad de que el movimiento antifascista, progresista, de
izquierda, que comenzó a diseñarse desde las bases sirva para la reconstrucción
del espacio popular, de la mano de los movimientos sociales. La construcción
siempre se hace desde abajo: lo único que se construye desde arriba es un pozo.
Este pozo.
* Periodista y comunicólogo uruguayo.
Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la
Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de
Análisis Estratégico (CLAE)
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