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Suites violoncelle JS Bach / Marc Coppey

Odio, frustración y valores reaccionarios


Gonzalo Berrón
www.alainet.org / 091018

La expresiva performance del candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, del Partido Social Liberal (PSL), puede ser explicada por tres factores que actuaron de forma simultánea: antipetismo (odio), rechazo al sistema político (frustración) y la consolidación cultural de valores conservadores en la sociedad brasileña.

Odio: Bolsonaro reactivó y capitalizó el “antipetismo” visceral de las clases altas y medias, pero lo llevó hasta los límites socioeconómicos de esas clases y capturó parte de los sectores populares. Montado en el mismo sentimiento que movilizó una parte de junio de 2013, que casi provocara la derrota de Dilma Rousseff en 2014 y que le diera aire al poder judicial y el legislativo para avanzar en un impeachment de dudosa legalidad, Bolsonaro aglutinó para sí el odio al PT que otrora condensara el tradicional polo “tucano” (PSDB, el partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso) de la ecuación política de los últimos 20 años del Brasil. El candidato Geraldo Alckmin sólo obtuvo 6% de los votos (4to lugar), y perdió 19 escaños en el Parlamento, la peor elección en la historia del partido.

Frustración: En un marco de profunda frustración con la clase política, Bolsonaro ha sido muy hábil en librarse de su pasado y construirse como el outsider que no es: fue diputado federal por 27 años, estuvo afiliado al PP durante 11 años de esos 27, el partido con mayor cantidad de cuadros procesados en la operación Lava Jato. El vendaval de esta operación, con matices, claro, pues el principal blanco siempre fue el PT, cayó sobre todos los partidos que formaron parte del juego democrático desde el restablecimiento de la misma a fines de los 80. Los escándalos de corrupción alcanzaron al PT, al PSDB, el MDB (ex PMDB, el partido de Temer), DEM (ex PFL, el partido conservador más tradicional), y a muchos de los llamados “partidos fisiológicos”, del centro pragmático, produciendo un descrédito generalizado en la población en relación a la política. En un contexto de “son todos ladrones”, “son todos iguales” o “sólo trabajan en beneficio propio”, el ex capitán, con un estilo simplón y directo, pero de mucha astucia, logró despegarse de esa clase y erigirse como una persona fuera de ese sistema corrompido. Sin dudas, el hecho que no tenga denuncias fuertes ha ayudado a fomentar esa imagen.

Valores reaccionarios: Los valores de tolerancia y respeto a la diferencia e inclusión social que fueron promovidos mediante políticas públicas y como producto de reivindicaciones sociales muy fuertes en la sociedad brasileña reactivaron, de forma paulatina, reacciones quizás más fuertes aún de los sectores conservadores. En la retórica conservadora, las políticas positivas en relación a raza, género, sexo y condición socioeconómica fueron transformadas en “privilegios”, en “paternalismo”, en atentado a la “familia”, en políticas de fomento a personas que no quieren trabajar, o que no se merecen la ayuda del Estado.

A esta reacción conservadora se le debe sumar el creciente peso social y cultural de las iglesias evangélicas, que en Brasil están muy cercanas a superar el número de fieles de las iglesias católicas. A pesar de su diversidad y de que no todos los fieles repiten en la política lo que sus dirigentes indican, los evangélicos mayoritarios o más activos políticamente son los más conservadores y sus valores dialogan con el discurso de conservadorismo radical de Jair Bolsonaro: familia, anti gays y unión LGBT, o aborto, más la noción de meritocracia, derivada de la llamada “teología de la prosperidad” que atribuye al esfuerzo individual la razón del éxito en la vida. Por ejemplo, el movimiento de mujeres #EleNão (#ElNo) sirvió en la estrategia del candidato, para atizar con imágenes y mensajes manipulados (fake news) los valores “de la izquierda” y contra la familia que este movimiento pregonaría – y no la lucha por la amenaza a derechos que las posiciones de Bolsonaro representan para las mujeres, protagonistas de las principales movilizaciones de calle realizadas en el contexto de la campaña electoral.

La guerra electoral. El bombardeo electoral de alta intensidad que las huestes del candidato del PSL desataron contra el candidato del PT en los últimos 10 días antes de la elección, fundamentalmente a través de las redes sociales (whatsapp), se mostró extremadamente eficiente para activar el antipetismo y la reacción conservadora. El aluvión de audios, videos y memes circulando por las redes sociales, siendo un altísimo porcentaje de fakenews o de información manipulada, desactivó el mayor tiempo de televisión que otros candidatos tuvieron y acertó un golpe decisivo a Haddad y el PT que, tras una campaña mayoritariamente basada en propuestas programáticas (“paz y amor”), decidió ya tarde iniciar el contraataque sobre Bolsonaro.

Hoy las bolsas suben y el dólar cae, es la “euforia” del mercado en relación a la posibilidad de un gobierno que promete no tocar los intereses económicos de las elites brasileñas y mano dura para controlar las contradicciones sociales que las medidas de ajuste y retroceso de la protección social y laboral ya están generando en la población más pobre del Brasil.

En las tres semanas que vienen, se verá si es posible cambiar la tendencia, iniciada con el retorno de la democracia brasileña, de que quien gana el primer turno gana también el segundo. Bolsonaro ya dijo que seguirá su campaña del mismo modo, Haddad intenta desde el minuto 1 agrupar al campo democrático y hacer señas hacia el centro del espectro político para disputar sectores democráticos liberales.

Tendrá al mismo tiempo que atacar al candidato del PSL para intentar una “desconstrucción” de su figura en los medios, las redes y las calles. Y podrá, finalmente debatir propuestas y programas frente a frente con Bolsonaro, que aprovechó el atentado que sufrió en manos de una persona desequilibrada para huir de los debates televisivos y la confrontación directa sobre políticas públicas. Dependerá del talento personal del petista y del empeño del campo democrático y popular evitar que el Brasil se transforme en otro de los tristes casos de atraso político, social y cultural de la onda fascistoide del neoliberalismo actual en el mundo.

Pablo Casado y la Hispanidad


José M. Castillo S.

Pablo Casado, el líder del PP, con motivo del pasado “Día de la Hispanidad”, hizo en Andalucía una declaración que ha dado pie para toda clase de comentarios. Casado dijo: “Se celebra el hito más importante de la humanidad. En mi opinión, solo comparable a la romanización. La Hispanidad es la etapa más brillante, no de España, sino del hombre… Porque nunca antes el hombre había conseguido trasladar la cultura, la historia, la religión, la historia de una nación, a tantos sitios a la vez”.

O sea, a juicio del señor Casado, el hecho que recordamos el día de la Hispanidad es el acontecimiento más importante en la historia de la humanidad, el hecho más brillante del hombre. Sinceramente, me he quedado de piedra al leer semejante afirmación. Porque no se trata de una exageración, sino de un disparate tan enorme, que no me explico cómo un político, que se supone buen conocedor del derecho internacional, de la ética política y del “Derecho de Gentes”, haya podido afirmar y enaltecer un despropósito tan burdo.

La brillante gesta del Día de la Hispanidad, lo que realmente recordamos es el acontecimiento más importante del colonialismo, la vergüenza de la invasión de lo ajeno y el consiguiente latrocinio de riquezas tan asombrosas, que fueron necesarias las bulas pontificias para poder constituirse en “ladrones heroicos”, que roban con la conciencia tranquila.

Mire, Sr. Casado, ¿Vd ha oído hablar de la teología de la “plenitudo potestatis” y de los mares de tinta que esa macabra teoría ha producido? Desde el papa Gregorio VII (s. XI) hasta Inocencio III (ss. XII-XIII), se legitimó la vergonzosa doctrina del poder ilimitado del papa. Una doctrina que les vino de perlas a las ambiciones de Europa para poder meterse a ladrones de gran escala. Y así, dedicarse a robar con buena conciencia.

Sin entrar en detalles, vamos a lo más elemental. El día 8 de enero de 1454, el papa Nicolás V firmó la bula “Romanus Pontifex”, por la que aquel Sumo Pontífice hizo donación de todos los reinos de África al rey de Portugal. Y, por si aquello era poco, el papa le concedió al monarca portugués que podía hacer esclavos suyos a todos los habitantes del continente africano (Bullarium Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum Pontificum, vol. V, 113 ss).

Hizo falta un documento tan solemne para poner en marcha la vergonzosa y atroz historia del colonialismo, de la venta de esclavos, del robo y del enriquecimiento a costa de los más desgraciados de este mundo. Pero hay más, porque la vergonzosa y extravagante donación, de Nicolás V al monarca portugués, fue ratificada por el “breve” “Dudum pro parte”, del papa León X (en 1516) y por la bula “Aequum reputamus”, de Pablo III (en 1534).

Pero la vergonzosa historia, que el Sr. Casado exalta a lo más grandioso que ha hecho la humanidad, no se detuvo con lo de Portugal y África. Ya, puestos a ocupar lo ajeno y a robar lo que es de otros, vamos adelante, se dijeron los monarcas de antaño. Y, en consecuencia, el papa Alejandro VI, en la bula “Inter caetera” (4 de mayo de 1493) le regalaba a la corona de España el oro, los aromas y otras muchísimas cosas preciosas, cosa que el papa hacía “con liberalidad, por ciencia cierta y en virtud de la plenitud de potestad apostólica que es nuestra” (“Bullarium…”, vol. V, 362).

Por supuesto, esta atrocidad –ya en el s. XVI– tuvo serios adversarios. El Sr. Casado, experto en Derecho Político, sabrá que Francisco de Vitoria, Roberto Belarmino y Francisco Suárez, por poner sólo algunos ejemplos, se opusieron a las generosidades pontificias que acabo de indicar. Por lo que Vitoria y Belarmino estuvieron, no pocos años, en el “Índice de Libros Prohibidos”.

¿No le vendría bien al Sr. Casado repasar sus sesudos estudios de Derecho Político (y completar sus estudios) para poder aspirar, con más y mejor equipaje intelectual, su necesaria capacitación para aspirar a gobernarnos?


Chile-Bolivia, el comienzo del fin



Después del fallo de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), lo único razonable es que Chile y Bolivia inicien el diálogo amistoso que el mundo les está pidiendo. No basta con las comisiones que tratan problemas fronterizos, comerciales, migratorios, etc. El episodio de La Haya debe impulsar las relaciones chileno-bolivianas al más alto nivel. Ha llegado el tiempo de reanudar relaciones diplomáticas a nivel de embajadas para facilitar el diálogo. Y -¿por qué no?- de programar visitas presidenciales que subrayen la nueva etapa que comenzarán a vivir las relaciones de países hermanos.

Hubo tiempos mejores en las relaciones chileno-bolivianas, como las de los años 50 por ejemplo, cuando el canciller Horacio Walker, padre de la Democracia Cristiana, planteó la idea de un corredor boliviano al Oceáno Pacífico.

En abril de 1952 estalló una revolución nacionalista en Bolivia que tuvo importante influencia política en Chile. Los trabajadores bolivianos, en particular los mineros, junto con fuerzas policiales, se rebelaron contra el gobierno de la “rosca” oligárquica de Patiño, Hochschild y Aramayo, amos de la minería. Fueron días de enfrentamientos que se vieron coronados por la victoria popular al costo de centenares de vidas. La gesta popular boliviana permitió la nacionalización de la minería, la reforma agraria, el voto universal y la disolución y reforma del ejército (lo cual sólo sería en apariencias). Fue la primera insurrección de trabajadores en América Latina. Pero todavía faltaban siete años para la primera revolución socialista en una isla caribeña, Cuba.

Los años 50 eran de tendencias nacionalistas en Suramérica. Sin embargo, estos movimientos políticos y sociales pronto mostrarían sus limitaciones. La revolución boliviana rápidamente se degradó bajo los gobiernos del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR). En 1964 el ejército le dio el golpe de gracias. Los años 50, sin embargo, fueron la época del peronismo en Argentina y de una pálida réplica en Chile: el ibañismo. Con sus luces y sombras los procesos de Bolivia, Argentina y Chile se inter influenciaban y tenían en común el barniz del nacionalismo.

La revolución del MNR en Bolivia encontró eco solidario en Chile. El Partido Socialista Popular (Raúl Ampuero, Clodomiro Almeyda), el Partido Agrario Laborista y el Partido Femenino (María de la Cruz) apoyaron ese proceso. En 1952 esos partidos levantaron la candidatura presidencial del ex dictador Carlos Ibáñez. La votación femenina volcó una impresionante mayoría en favor del viejo general que levantaba una escoba para barrer la corrupción de los gobiernos del Partido Radical. El presidente argentino, general Juan Domingo Perón, visitó Chile y Bolivia. Fue orador en grandes asambleas populares en ambos países.

En agosto de 1955 el presidente chileno Carlos Ibáñez del Campo, hizo una visita de estado a Bolivia. El embajador de Chile en La Paz, Alejandro Hales (que fue ministro de Ibáñez, Frei Montalva y Aylwin), había preparado las condiciones para un positivo diálogo con el presidente Víctor Paz Estenssoro en el que se abordó la mediterraneidad de Bolivia.

En los años 70 el gobierno del presidente Salvador Allende efectuó intentos por normalizar las relaciones. Sus propósitos encontraron oídos receptivos en el breve gobierno popular del general Juan José Torres (asesinado en Argentina en 1976). Pero luego se estrellaron con la cerrada negativa de la dictadura del coronel Hugo Banzer, prohijada por EE.UU.

Las relaciones diplomáticas, interrumpidas por Bolivia en 1962, las reanudó en 1975 -hasta 1978- el “abrazo de Charaña” de los dictadores Pinochet y Banzer. Nuevamente Chile ofreció a Bolivia una salida al mar, iniciativa que frustró Perú. El 2004 el presidente Ricardo Lagos ofreció a Bolivia “relaciones aquí y ahora” (Monterrey, México). El 2006 el presidente Lagos asistió a la toma del poder del presidente Evo Morales, el primer presidente indígena de América Latina. A su vez el mandatario boliviano asistió a la investidura presidencial de Michelle Bachelet y de Sebastián Piñera (2010). Con este último no solo dialogó: también jugó fútbol.

Lo que queremos significar con este recuento parcial de hechos positivos en las relaciones chileno-bolivianas, es que después del fallo de la CIJ la actitud honorable y digna de ambos gobiernos es sentarse a dialogar. Somos hermanos y estamos destinados a hacer historia juntos. La guerra fratricida de 1879, impulsada por intereses oligárquicos en ambos países y por los imperios británico y norteamericano, tuvo consecuencias territoriales irreversibles por de pronto. El botín de guerra solo será superado en tiempos de unidad e integración latinoamericana que borrarán fronteras y chovinismos. Sin embargo, una salida soberana al mar para Bolivia no es imposible hoy mediante una negociación amistosa y desprejuiciada, con la mirada puesta en el futuro, tal como propusieron anteriores gobiernos chilenos.

La política de “ni un centímetro cuadrado” de costa para Bolivia, es irracional y va contra la lógica de la historia y de la justicia. Es vergonzoso que esa postura arrogante y chovinista, ni siquiera compartida por gobiernos reaccionarios como fueron los de González Videla y Pinochet, sea respaldada por la mayoría de los sectores políticos representados hoy en el Parlamento. Es otro reflejo del profundo retroceso que sufrió la evolución democrática de nuestro país a partir de 1973. Un fenómeno que ha corroído los principios doctrinarios de partidos que se dicen de centro y de izquierda.


MOOC como herramienta de cultura e Internacionalización de la Educación ...

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Webinar No. 4 del Seminario en línea “Webinar 2018: Potenciando la calidad educativa en comunidades sociales”; organizado por la Coordinación del Posgrado en Entornos Virtuales de la Universidad Tecnológica OTEIMA en Panamá.

Ver video en: https://youtu.be/ryELtJhCSoE

Silvio Rodríguez Lo Mejor De Lo Mejor Grandes Exitos

El fundamentalismo de derechas crece


José M. Castillo S.

El conocido sociólogo Anthony Giddens, director de la London School of Economics, publicó en 1999 un pequeño libro de divulgación (“Un mundo desbocado”), en el que analiza algunas cuestiones de actualidad. Y uno de los asuntos que estudia es el del “fundamentalismo”.

Un tema de actualidad. Porque el integrismo de derechas está cobrando fuerzas en la sociedad, en la política, en la religión y en otros ámbitos de la vida. Baste pensar lo que está ocurriendo en Italia, Hungría, Polonia, Austria, Suecia, EE. UU., Brasil, etc.

¿Por qué se presentan situaciones o momentos, en la historia, en los que el fundamentalismo da la cara con especial vigor y encuentra más acogida en amplios sectores de la sociedad? Sin duda alguna, un factor determinante del fundamentalismo es la “inseguridad”. La gente quiere sentirse segura. Pero ocurre que, ahora mismo, en este mundo casi todo está cambiando tanto y a tal velocidad, que cada día y por motivos muy diversos, son muchas las personas y los grupos humanos que se sienten inseguros y con miedo, sobre todo cuando miran al futuro.

Como es lógico, en estas situaciones, aumentan los miedos, Y, con los miedos, crece también la inseguridad. Se producen así las condiciones ideales para que, quienes pueden ofrecer motivos de seguridad a la gente, saquen tajada y hagan “su agosto”. Por eso, de tiempo en tiempo, aparecen dictadores o gobernantes que dominan a los pueblos y a las gentes, que se les someten con un entusiasmo que no es fácil entender.
Un ejemplo elocuente, en este orden de cosas, puede ser lo que ocurrió en la Alemania de la segunda guerra mundial. Un país en el que existió un cristianismo que hizo posible Auschwitz, o al menos no lo impidió. No hubo una protesta, una resistencia general de los cristianos en Alemania cuando Auschwitz se hizo visible, ni cuando se conoció más y más lo que allí ocurría. La mayoría de aquellos alemanes e incluso no pocos de aquellos facinerosos habían recibido durante años clases de religión cristiana, asistían con frecuencia al culto divino y escuchaban sermones e instrucciones morales (Thomas Ruster). Y nadie dijo ni pío. O pocos fueron los que se atrevieron a protestar. Es evidente que el miedo a la inseguridad sellaba las bocas. Es un ejemplo entre tantos otros, algunos de los cuales los tenemos aquí, entre nosotros.

Entonces, ¿en qué quedamos? ¿qué es y en que consiste el “fundamentalismo”? Guiddens ha encontrado una fórmula acertada: fundamentalismo es “tradición acorralada”. Y lo explica: el fundamentalismo “no tiene nada que ver con el ámbito de las creencias, religiosas o de otra clase. Lo que importa es cómo se defiende o sostiene la verdad de las creencias”. Ya sean creencias políticas, religiosas, sociales…

Si el “fundamentalismo” es “tradición acorralada”, no olvidemos que acorralado se ve el que se siente “encerrado y sin escapatoria”. ¿Por qué ahora mismo, en la Iglesia, en el Vaticano, hay gente importante que no soporta al papa Francisco? ¿Por qué los que no lo soportan son los fundamentalistas, los más fieles a su tradición, los que sostienen sus creencias como defendían las suyas los fariseos que se enfrentaron a Jesús?

Es evidente que tanto la derecha como la izquierda se sienten más seguras en la fidelidad a las tradiciones de antaño que aceptando los cambios que más necesita el “mundo desbocado” en que vivimos. Cambios que nos exigen ser “ciudadanos del mundo” antes que fundamentalistas aferrados a tradiciones que ya han perdido su razón de ser.

La cosa está clara. En estas condiciones, el fundamentalismo de la derecha crece con fuerza entre las gentes que hoy se sienten más inseguras. Porque los cambios, que se nos imponen, es al fundamentalismo al que ponen más nervioso. A fin de cuentas, es el fundamentalismo el que se siente más inseguro.


Los “Príncipes de las Tinieblas” que han desgarrado a Yemen


Nazanin Armanian

“Peligrosos niñatos” es como los círculos políticos de Oriente Próximo llaman, y no en voz baja, al príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohámed bin Salman (MBS) y su colega emiratí, Mohámed bin Zayed (MBZ). La gerontocracia, reliquia de los tradicionales concejos de “barbas blancas”, que alaban la moderación y el templo, les acusa a MBS de 33 años y a MBZ de 56 de estar sacrificando la vida de miles de personas en la región, así como la paz mundial por sus impertinentes ambiciones militares y hacer de reyes sin aun serlos.

Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), en los últimos años han intervenido militarmente en Yemen, Siria, Libia, han patrocinado el golpe de estado de Al Sisi en Egipto, han impuesto un bloque económico y político a Qatar, están financiado con 130 millones de dólares la alianza militar “G5 Sahel”, para el saqueo de África, y han llegado a amenazar a Irán.

En su inquietante aventura, los dos “chavales”, respaldados por un tercero, el yernísimo de Trump, Jared Kushner de 37 años, han desactivado el Consejo de Cooperación del Golfo (Pérsico), formando el Consejo de Coordinación Saudí-Emiratí para imponer sus directrices al resto de los países de la zona, aterrados por los mega almacenes de armas y el poderío económico de los chantajistas.

Aunque MBZ, mandatario de una pequeña federación de siete sultanatos de 9 millones de habitantes, se ha diseñado un perfil bajo, es el verdadero mentor del arrogante MBS, a quien no le preocupa la imagen que de su país al mundo, a pesar de sobornar a la prensa para ocultar la demolición de Yemen con sus gentes dentro.

Las dos monarquías árabes sunitas son dictaduras absolutistas de clanes familiares, sin instituciones políticas o sociales, dirigidas por un varón, que, aunque simulan movimiento, no es hacia delante: lo hacen sobre el mismo punto, justamente para no cambiar nada, actualizando la Edad de Piedra sobre todo en lo que refiere a los derechos de la mujer. La asociación de los señores de guerra MBS-MBZ que ha puesto fin al sistema colegiado que dirigía los dos estados, no oculta sus diferencias: el primero está obsesionado por Irán mientras el segundo por Qatar y la organización religiosa de Hermandad Musulmana, rival del wahabismo.

Según WikiLeaks, este príncipe, después de que EEUU en 2001 bombardeara la sede del canal qatarí Al Jazeera en Kabul, le pidió en 2003 hacer lo mismo con las instalaciones de la emisora en Doha. El jeque emiratí consiguió que Donald Trump vinculara a Qatar con el terrorismo yihadista y guardara silencio sobre los vínculos de ELLA y Arabia con el Estado Islámico. The New York Times señaló directamente al papel de los dos jeques en la destitución de Rex Tillerson, después de que el Secretario de Estado de Trump impidiera un ataque militar saudí-emiratí a Qatar y exigiera el fin al bloqueo que sufre el país desde el junio de 2017 por tierra, mar y aire. ¡Es increíble cómo dos pequeños estados, al igual que Israel, tengan tal influencia sobre las políticas de la superpotencia!

MBS sueña con transformar Arabia en un EAU: una dictadura militarista con rostro amable, diversificar la economía, reducir el papel de la casta religiosa, aunque le será difícil al saudí simular un federalismo que aparenta EAU, reducir la influencia de la poderosa secta religiosa wahabita y establecer “a César lo que es César”, con unas supuestas reformas –como crear una ciudad de ocio y permitir la conducción de mujeres-, con el fin de cambiar la legitimidad tribal-religiosa por otra político-carismática. Pero, los métodos empleados por este joven no son nada “amables”, ni con los suyos: fue capaz de secuestrar al primer ministro libanés, a 11 príncipes y 38 ex ministros saudíes, y someterles a su voluntad, simulando a Don Corleone.

Hace tres años, y días antes de irse de vacaciones a las Maldivas, MBS ordenó la agresión militar a Yemen, provocando la catástrofe humanitaria más grave del mundo después de la Segunda Guerra, en la que 20 millones de seres humanos agonizan de hambre y enfermedades ante la indiferencia del planeta. De paso, MBS que ha arrancado la máscara de “demócrata” a sus cómplices occidentales -quienes le dan la gasolina para mantener el fuego de este infierno-, se niega a reconocer su fracaso integral en Yemen. A pesar de miles de vuelos de muerte sobre el país y gastar 5.000 millones de dólares al mes en su destrucción, insiste en intensificar los bombardeos para un imposible triunfo. Los objetivos de Riad en Yemen siguen sin cumplirse:

. Establecer su dominio político-militar sobre el destino de Yemen.

. Construir un oleoducto que saldría de Hadramaut, en Arabia, y terminaría en el puerto de Adén, para así esquivar el Golfo Arábigo y el estrecho de Ormuz para exportar su petróleo en caso de una guerra con Irán. También ha rehabilitado el antiguo oleoducto IPSA (Iraqí Pipeline in Saudi Arabia) construido por Sadam Husein durante la guerra que mantuvo con Irán (1980-88), en el puerto del Mar Rojo.

. Convertirse en el gendarme de la zona, ocupando el lugar del Sha de Irán en los años setenta, aplastando los movimientos progresistas de la región, como el de Dhofar.


Ambiciones talasocráticas de EUA

A falta de considerables reservas petrolíferas, los EAU pretende dominar las rutas comerciales marítimas de la región, convirtiéndose en una potencia. Por el momento ha alquilado puertos en el Cuerno de África (Eritrea y Yibuti), controla Socotra, la más importante de las cerca de 200 islas que tienen Yemen, ha ocupado militarmente el puerto de Adén con la ayuda de los mercenarios de Al Qaeda y el uso de los drones marca Depredador XP, que se despliegan de la base militar que ostenta en Assab, Eritrea, para atacar la resistencia yemení. Ha amenazado al gobierno de Yemen que, si le obliga a desocupar el puerto, prestaría su apoyo a los rebeldes hutíes, a pesar de que se supone que EAU está atacando este país bajo el pretexto de “luchar contra los chiitas hutíes patrocinados por Irán”.

Estados Unidos, vigila

Es falso que EEUU y otros países occidentales sólo prestan apoyo logístico a los invasores. El 26 de marzo del 2015, EEUU y Reino Unido bombardearon el aeropuerto de Saná, hospitales, escuelas, hogares, dejando cientos de muertos y heridos, entre ellos un centenar de niños. Un día antes, John Kerry había viajado a Arabia Saudí, y un día después, Riad, a través de su embajador en Washington anunciaba la guerra.

Entre los objetivos de EEUU en Yemen están:

. Entrenar a la “OTAN sunnita” en un combate real antes de enfrentarla con Irán.

. Controlar el estrecho de Bab-el-Mandeb, desde donde China comercia con los países del Mar Rojo y del Mediterráneo.

. Proteger los intereses de Israel, ya que este estrecho conecta y le une con el Océano Índico.

A Washington no se le escapa que, el Príncipe Bin Salman:

. Está desestabilizando la monarquía saudí: no sólo ha implantado una impopular austeridad, recortando los subsidios y salarios mientras se compra el super yate Sereno por 500 millones de dólares, sino que también persigue a los hombres poderosos del reino y confisca sus fortunas: en la retina, el asesinato del poderoso rey Faisal en marzo de 1975 a mano de su sobrino el príncipe Faisal bin Musa’id.

. Ha establecido buenas relaciones con Rusia, comprándole armas que incluyen los misiles S-400.

. Ha congelado la prometida venta del 5% de la petrolera Aramco. Pues, MBS no contaba con que para la entrada de la compañía en la bolsa debería revelar sus cuentas, incluidas las B, que oculta la corrupción y el robo de la renta del recurso natural del país por la “familia” al Saud. Tampoco ha explicado cómo los activos externos netos del país cayeron de los 730.000 millones de dólares del 2011 a los 493.000 millones en 2017.

. No ha podido aislar a Qatar y forzarle a romper sus relaciones cordiales con Irán.

EEUU también vigila a MBZ:

. Su autoritarismo, que amenaza la integridad de la federación: vale que el jeque presione al emirato Dubái para que se aleje de Irán, pero que el príncipe Rashid bin al Sharqi, del emirato Fujairah, tenga que pedir asilo político en Qatar, huyendo de la “tiranía de MBZ” como afirmaba, hay un trecho. Es más, que ambos “jóvenes” hayan establecido un gran negocio con China, y están abandonando el dólar en sus transacciones en favor de yuan, puede que sea, incluso, imperdonable.

Los “niñatos” no tienen ninguna intención de poner fin a la guerra contra Yemen, y si sus planes siguen adelante, la región se hundirá en más conflictos y además con nuevos actores involucrados: Qatar, para protegerse de EEUU, Arabia y EAU ha cedido una base militar a su aliado turco, el  “Hermano Musulmán” Tayyeb Erdogan.


¿Qué expresa el fenómeno político de Bolsonaro?


Olmedo Beluche

Las elecciones presidenciales brasileñas tienen al mundo entero discutiendo sus implicaciones, no sólo por la importancia de Brasil y su peso en la economía mundial y latinoamericana, sino por las implicaciones impredecibles de la muy probable victoria del candidato Jair Bolsonaro. Sin tapujo alguno, Bolsonaro expresa un proyecto político que se proclama: misógino, homofóbico, racista, antidemocrático y represivo.

No es la versión “tropical” de Donald Trump, sino algo mucho peor. Para encontrar referentes con que comparar a Bolsonaro muchos han tenido que remitirse a Adolfo Hitler y a Benito Mussolini. Así de grave es la cosa. Como ellos, Bolsonaro apela al descontento popular, en especial de las capas medias de la sociedad, incluyendo segmentos de la clase obrera, les señala algunos supuestos responsables (migrantes, favelianos y el propio Partido de los Trabajadores) y les promete “orden”.

La irrupción del fenómeno Bolsonaro y su impresionante respaldo popular ha sorprendido hasta a los más duchos analistas políticos, que debaten todo tipo de explicaciones y respuestas posibles. Uno de ellos es el ampliamente conocido marxista argentino, Atilio Borón, quien ha dedicado varios artículos al tema, pero queremos referirnos a uno de ellos, con el que deseamos hacer una especie de “diálogo virtual”: “Bolsonaro: tres hipótesis y una sospecha

Atilio Borón atribuye el vuelco del electorado popular hacia el proyecto derechista de Bolsonaro a un problema de conciencia producido por el supuesto de que las políticas sociales del PT al “sacar de la pobreza” a millones de familias, éstas adquirieron una especie de conciencia falsa de tipo consumista (¿pequeñoburguesa?) perdiendo la conciencia comunitaria y solidaria que tenían antes como pobres, antes de ser redimidos por el PT y cuando votaban por éste partido.

En general, toda la intelectualidad de los partidos reformistas, populistas o progresistas, encarados ante la crisis de estos proyectos, tan robustos hasta hace 5 años, tienden a cargar las culpas sobre una especie de conciencia inmadura de los sectores populares y señalan que la tarea está en “seguir educando”.

De esta manera, estas vertientes políticas eluden cualquier autocrítica de las políticas del “progresismo”. Escurren el bulto y le echan la culpa a la inmadurez de las masas. Al respecto ya hemos escrito en “La crisis del progresismo y la ofensiva de la derecha en Latinoamérica”.

Muy resumidamente queremos responder al enfoque de Borón con las siguientes ideas:

1+ El fenómeno Bolsonaro, al igual que Hitler, Mussolini, Trump y otros es un producto de la grave crisis del sistema capitalista y el alto sufrimiento que está produciendo esta crisis en buena parte de la humanidad con pobreza, desempleo, bajos salarios, inseguridad, migraciones forzadas de millones de personas (como lo de Honduras) y hambre. Constituye una búsqueda desesperada de una salida a la crisis del sistema por parte de un sector de las masas.

2+ En algunos casos, sobre todo cuando ya ha gobernado el “progresismo” o la socialdemocracia (Europa), y fracasado en resolver la crisis, el fenómeno se expresa como voto a la ultraderecha. Pero cuando no ha gobernado, hay vuelcos a la izquierda. Por ejemplo, la reciente victoria de López Obrador en México, o la buena votación al congreso obtenida por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) en Brasil en el primer turno de estas elecciones.

3+ Ante la falta de salidas a este sistema que agobia sus vidas, las personas se aferran a cualquier propuesta que les dé algo de esperanzas, desde la religión hasta un carismático fascista que con el dedo les señala unos chivos expiatorios a quienes responsabilizar: la “ideología de género”, los inmigrantes, los chavistas, etc. Hitler culpaba a los comunistas y judíos, y la mayoría del pueblo alemán le creía.

4+ El cambio del electorado que hace un par de lustros confió en el PT, Lula y Dilma, para el caso brasileño, y ahora lo hace en Bolsonaro, no se debe al “éxito” de la política social de los gobiernos petistas, “que sacaron de la pobreza a millones”, sino todo lo contrario: es una prueba del fracaso del reformismo petista que no resolvió ningún problema de fondo y, por el contrario, quedó embarrado en la trampa de la corrupción. Si fuera como dice Borón, sucedería todo lo contrario a lo que señala: la gente seguiría votando por sus benefactores.

5+ Veinte años después de diversos tipos de regímenes “progresistas” en América Latina, el resultado es que: seguimos siendo la región con mayor desigualdad social del planeta, seguimos siendo países dependientes mono exportadores, sustentados sobre las rentas de las exportaciones de algún tipo de materias primas, las oligarquías tradicionales siguen ostentando el mismo o mayor grado de control económico y político.

6+ Los programas sociales (transferencias, como las llama el Banco Mundial), han sido solo un paliativo a la pobreza, pero no han modificado en absoluto las condiciones de vida, por ello es falso decir que se sacó a esas personas de la pobreza. Se les ayudó a sobrellevar la pobreza, que no es lo mismo.

7+ Los pueblos, convertidos en electores, buscan afanosamente una tabla de salvación frente a las desesperantes condiciones de vida que impone este capitalismo en decadencia. Los límites del “progresismo” han consistido en su incapacidad para romper los diques de la desigualdad y la explotación capitalista.

8+ Mientras hubo crecimiento económico, por los buenos precios de las materias primas, en especial el petróleo, el Estado dirigido por partidos progresistas tuvo suficiente para programas sociales y la acumulación capitalista.  Había la falsa ilusión de que se podía hacer un “capitalismo más humano”.

9+ Ahora que los precios de las exportaciones se fueron a pique y se vino el déficit fiscal, el imperialismo financiero impone los “ajustes”, los recortes de las ayudas sociales, para volcar todo lo posible a la ganancia empresarial. Se acabó la ilusión, vuelve el capitalismo descarnado. Ahora se evidencia que no ha cambiado nada y la situación de las mayorías sigue siendo desesperada. Eso lleva a los electores a buscar otras alternativas, especialmente aquellas muy apoyadas en los poderosos medios de comunicación, como Bolsonaro.

10+ Tal vez constituya una perogrullada, pero hay que decirlo: la única manera de enfrentar eficazmente a la extrema derecha y la burguesía que la sustenta es construyendo proyectos políticos anticapitalistas y, cuando se es gobierno, atreverse a la nacionalización de la banca, la gran industria y el comercio exterior apoyados en la movilización de la clase trabajadora organizada. Porque la alternativa sigue siendo “socialismo o barbarie” (Rosa Luxemburgo). La barbarie de este capitalismo decadente.

11+ Lo que ha fracasado y ha permitido el éxito de Bolsonaro, es apostar por una política de conciliación con la burguesía, en los marcos de una democracia burguesa representativa y controlada. Dándole a los trabajadores algunas ayudas sociales para no tocar el corazón del capitalismo. Ese sistema fue estable sólo en tiempos de bonanza capitalista, como en la fase del boom de la postguerra, sobre el que se sustentaron los gobiernos de la socialdemocracia europea, alternándose con liberales y socialcristianos. Pero en un momento de crisis profunda del capitalismo, la lucha de clases, la lucha por la renta nacional se dirime en la imposición de una de las dos clases sociales: o a través de un gobierno represivo de la burguesía, o a través de una verdadera revolución socialista obrera.

12+ Hoy es más acuciante que nunca la construcción de alternativas políticas consecuentemente anticapitalistas, con dirigentes honestos y probados, sin las máculas de la corrupción. Pero un prerrequisito de esto es un balance autocrítico de la fase populista o progresista anterior sin escurrir las responsabilidades políticas de los dirigentes, ni cargarlas sobre las espaldas de los sufridos pueblos.

Por supuesto, al margen de las diferencias que pueda haber, la tarea inmediata es procurar evitar el triunfo electoral de Bolsonaro, que puede terminar liquidando las conquistas democráticas del pueblo brasileño una vez que haya ganado, tal y como hizo Hitler en 1933. Lo cual requiere la unidad de fuerzas populares y democráticas, en torno al voto crítico a Fernando Haddad en la segunda vuelta. Voto crítico.


Phil Collins - Finally...The First Farewell Tour Paris 2004 HQ

¿SOLO TRES?

Por: Dr. Miguel Antonio Bernal


Mientras Varela y su gobierno practican el cipayismo a ultranza, los diputados construyen nuevos laberintos para usufructuar los dineros del pueblo, con el decidido aval del encubridor de la Contraloría, los 12 magistrados (TE + CSJ), continúan con su gárgola de galimatías jurídicas para redoblar el pseudoconstitucionalismo en que nos han hundido.

En efecto, luego de literalmente “pelotear”  durante más de doce meses con el recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el licenciado Juan Carlos Arauz, contra el último párrafo del Artículo 246-A del Código Electoral, modificado por la Ley 29 de 29 de mayo de 2017, el cual dispone que: "En cada elección, solamente podrán postularse tres candidatos presidenciales por libre postulación, que serán los que acrediten las tres mayores cantidades de adherentes". (Gaceta Oficial 28289-A, martes 30 de mayo de 2017 Subrayado nuestro), obedeciendo las órdenes de la plutocracia imperante, se aprestan a asfixiar la participación ciudadana, manteniendo la improsulta medida.

Poco les importa generar un resentimiento constitucional y un descontento popular mayor al existente. No les interesa saber que, con su actuar, abonan al desencanto y al pesimismo ciudadano, que lo que hacen es sembrar vientos. Acostumbrados a no concebir a los ciudadanos como personas, los manipuladores del poder han ordenado un nuevo pisoteo a la dignidad ciudadana, coartando aún más el derecho al sufragio y al poder elegir.

Pero, no actúan solos. Paso a paso, han ido sumando a los que hacen “política” en base al “húndete tu, siempre y cuando flote yo”; a los que dicen ser caras nuevas pero que, en el fondo, son los nuevos camaleones de la farsa que antecede la tragedia. Han sumado también, como ya lo hemos dicho, a los que han optado por guardar silencio cómplice, porque “calladitos se ven más bonitos” y que aguardan que lo más rancio de la plutocracia los mime.

 Insisto enfáticamenteque el escándoloso silencio y la manipulación mediática y cortesana del “solo tres”: “tendrá graves consecuencias en el desenvolvimiento de los meses y tiempos a venir. Ello es así puesto que al avalar lo de “solo tres”, se avala la exclusión del ciudadano y su derecho al sufragio libre de poder escoger”. 

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El sínodo “de los jóvenes”

José Arregi

Se llamaba más bien "Sínodo sobre los jóvenes", cosa muy distinta. Y así ha sido en realidad. Los jóvenes no han sido sujeto, sino más bien objeto. ¿Para qué entonces un Sínodo?

El término proviene del griego syn (con) y hodos (camino o viaje), de modo que significa "camino o viaje conjunto". Pero el Derecho Canónico lo define como "asamblea de obispos escogidos... que se reúnen... para fomentar la unión estrecha entre el Romano Pontífice y los Obispos". No es un viaje, sino una reunión. Y el sujeto son los obispos con el papa al frente. ¿Merecía la pena?

Viajaron a Roma y allí se quedaron, del 3 al 28 de octubre (25 días con todo pagado), 267 obispos, más 20 sacerdotes y religiosos y 23 expertos; y luego el resto: 49 oyentes, entre los cuales 34 jóvenes (bien elegidos entre los más afines y sumisos, lejos del perfil medio de la juventud actual), todos ellos con voz restringida y sin voto.

Una foto lo dice todo: en la tribuna presidencial el papa Francisco, y el amplio hemiciclo cubierto de sotanas negras, obispos con fajines y solideos fucsia, y cardenales con fajines y solideos rojos en las primeras filas del centro. Majestuoso.

Allá al fondo, donde mis ojos ya no distinguen, debieron de estar los oyentes sin voto, unos pocos jóvenes entre ellos. Seguro que en algún lugar estuvieron también los colores del mundo de hoy y las bienaventuranzas de Jesús, pero en la foto no alcanzo ni a divisarlo.

Es la imagen real de la Iglesia institucional: masculina, célibe, clerical y jerárquica. Una Iglesia que Jesús nunca imaginó: ni eligió a los 12 apóstoles como dirigentes de su grupo de seguidores con Pedro al frente, ni se le pasó por la cabeza que fueran a tener sucesores en una Iglesia futura en la que ni siquiera pensó. Y aun cuando la hubiera organizado y proyectado exactamente así hace 2000 años, aun en ese caso irreal podría la Iglesia seguir manteniendo ese modelo. Sería tan anacrónico como que tuviéramos que seguir hablando arameo como Jesús, o vistiendo como él túnica y sandalias o lo que fuera. Jesús fue un profeta reformador, que dijo: "El espíritu sopla donde quiere", "Está escrito, pero yo os digo", y "A vino nuevo odres nuevos".

La institución eclesiástica lo olvidó muy pronto y sigue repitiendo lenguajes, dogmas y formas del pasado. No es, pues, extraño que nada nuevo se contenga en el documento final del Sínodo episcopal sobre los jóvenes, un texto largo, frío y plano. Se menciona a menudo el "viaje", pero no se avanza en nada. Afirma que los jóvenes son "lugar teológico" (n. 64), pero ignora la voz y el voto de la inmensa mayoría de la juventud, a la que se recuerda que deben "reconocer el papel de los pastores y no avanzar por sí mismos" (n. 66).

Nada nuevo en cuestiones relativas a la sexualidad, a la orientación sexual y al género. Invita a los jóvenes a redescubrir la castidad. Y solo menciona a los homosexuales para decir que han de ser "acompañados" (n. 150), como quien tiene algún problema. A transexuales, bisexuales o intersexuales, ni siquiera los menciona. No existen. "Hombre y mujer los creó", y punto.
¿Y sobre la mujer? Reclama, sí, su presencia "en los cuerpos eclesiales en todos los niveles", pero "respetando el papel del ministerio ordenado" (n. 148), es decir, sin tocar la supremacía clerical masculina. Todo queda como estaba: ¿dónde está el "viaje"? O ¿para qué tanto viaje?

Lo más audaz es seguramente el párrafo sobre la formación de los seminaristas, donde se dice: "demasiados jóvenes que se presentan en seminarios o casas de formación son bienvenidos sin un conocimiento adecuado de su historia" (n. 163). Asunto crucial. En efecto, los seminarios se nutren en general de jóvenes de otro mundo que ansían ponerse el alzacuellos y la casulla, y aspiran a la mitra y al báculo. Y puesto que de los seminaristas de hoy saldrán los curas, obispos y cardenales de mañana, ¿cómo podremos esperar de ellos el fin del clericalismo (sínodo, episcopado y papado incluidos)?

Todo indica que el viejo aparato de la Iglesia Católica tendrá que derrumbarse por entero para que algo nuevo surja en su lugar. Y esto no es pesimismo, sino esperanza en el movimiento que Jesús el itinerante inauguró. El Espíritu es joven y vibra en el corazón de todos los seres, transformando la vida y sus formas.


Brasil. La derrota cultural y electoral ¿llevará a la reconstrucción del campo popular?


Aram Aharonian
Clae *
Resumen Latinoamericano / 28 10 18

El ultraderechista Jair Bolsonaro fue electo presidente de Brasil para los próximos cuatro años, un resultado que consolida la ofensiva de las fuerzas conservadores en la región, y pone en jaque a las fuerzas progresistas del país, que de ahora en más deberán centrarse en la resistencia y en la reconstrucción de partidos y movimientos sociales.

No hubo milagros y prácticamente se repitieron los guarismos de la primera vuelta: la imposición del imaginario colectivo desde los sectores de la derecha fue contundente antes de la primera vuelta presidencial, y cuando el progresismo reaccionó, se encontró desvalido en medio de una guerra para la que no estaba preparado.

No se trata de una derrota electoral: eso no sería tan grave, sino de una derrota cultural que comenzó a salir a la superficie desde el inicio del segundo mandato de Dilma Rousseff. Y, aprovechando esa derrota e impedir que Luiz Inácio Lula da Silva fuera presidente de Brasil por tercera vez, la derecha brasileña y el poder fáctico optaron por destruir al país, sin importarle las consecuencias, con el apoyo militante, mediático (y financiero) de las iglesias evangélicas, en especial las pentecostales.

Las evangélicas se convirtieron (ante el repliegue de la Iglesia Católica y de su opción por los pobres) en un aparato político -no solo en Brasil sino en varios países de Latinoamérica y el Caribe-, eficaz no solo por la acción cotidiana y persistente de sus pastores-agitadores y la difusión mediática de sus mensajes (son propietarios de la segunda red de televisión del país, la Record) sino por su incidencia en el sector más conservador brasileño.

Este sector (se calcula en un 30% de la población), está arraigado en los sectores más atrasados incluso del sector popular y ha mostrado, a la largo de las últimas dos décadas, preferencias políticas inestables, ya que desde principios de siglo apoyaron al PT (y se mantuvieron allí gracias a las políticas sociales de sus gobiernos), y ahora cortaron sus amarras y respalda a Bolsonaro, gracias en parte a la campaña de la prensa hegemónica que atribuyó la enorme corrupción del país solo a los trabalhistas.

Un estudio sobre consumo y política entre jóvenes de las periferias de las grandes ciudades, de las investigadoras Rosana Pinheiro-Machado y Lucia Mury Scalco (Universidad Federal de Río Grande do Sul) señala que “se puede inferir que la adhesión bolsonarista tiene alguna de sus raíces en el propio modelo de desarrollo lulista enfocado en la agencia individual y en el consumo –y no en el cambio estructural de los bienes públicos vinculado a un proceso de movilización colectiva”.

Este argumento es legítimo, aunque incompleto, añaden, ya que las políticas liberales tenían potencia política, además de que el ideal de la felicidad era algo finalmente avistado en el horizonte de los ciudadanos de baja renta. Esperanza y odio son categorías excluyentes, pero cohabitan ganando mayor o menor espacio según el contexto, y por eso no se puede hablar exclusivamente de un viraje conservador.

También puede inferirse que el crecimiento del bolsonarismo en las periferias es fruto del golpe de 2016. El lulismo fue incapaz de promover cambios estructurales y la agenda de austeridad del gobierno de facto de Temer profundizó la exclusión. La violencia estructural –el racismo, la discriminación de clase, el patriarcado anclado en la figura del supermacho- y la presencia de la iglesia, del narcotráfico y de la policía siempre fueron los modelos preponderantes junto –claro está- con las prácticas cotidianas de resistencia, creatividad, amor y reciprocidad, señalan las investigadoras.

Lo que puede ocurrir en el Brasil de 2019 es algo peor que la dictadura de 1964, porque esa fue resultado de un golpe castrense que derrocó a un presidente constitucional, nacionalista y popular, Joao Goulart. Ahora, los herederos de la dictadura llegan a través de las urnas al poder, obviamente tras el sacudón del golpe policial-judicial-parlamentarrio con apoyo militar de 2016.

Jair Messias Bolsonaro dice que el error de la dictadura fue no haber matado y desaparecido tanta gente como lo hizo Augusto Pinochet en Chile. Adriano Diodo, ex presidente de la Comisión de la Verdad, señala que el surgimiento de Bolsonaro muestra que la dictadura venció la batalla ideológica gracias a la amnesia dictada por los medios y la impunidad dada por la ley de Amnistía decretada en 1979 por el general dictador (y exjefe del servicio secreto) Joao Baptista Figueiredo, que sigue en vigor.

Según Temer, “la transición comenzará el lunes o el martes” y los integrantes de su Gobierno pondrán a disposición del presidente electo “toda la información necesaria”.

Pese a la tardía remontada del candidato del PT Fernando Haddad en la última semana, su comando de campaña sabía que el “milagro” era difícil de construir en tan poco tiempo, después que su partido perdió mucho tiempo confiando en que el gobierno de facto permitiría a Lula participar en la contienda electoral.

Las palabras de Bolsonaro no dejan margen a ninguna duda, transparentan sus intenciones y su personalidad homofóbica, misógina, xenófoba, de odio a los negros, a  los pobres, a los campesinos sin tierra, a los pobladores sin techo. A pesar de todo eso, muchos de ellos votaron por él.

La izquierda
¿Quién nos salva de los salvadores de la Patria? Se pregunta el catedrático y periodista Gilberto Maringoni, quien señala que cada 30 años aparece uno, abrazado por los medios hegemónicos, en medio de la crisis. En 1960 fue la tragedia con Janio Quadros, en 1990 la farsa de Collor de Mello, y en 2018 Bolsonaro, tragedia y engaño al mismo tiempo y mezclados.

Son aventureros irresponsables y rabiosos, con un discurso monocorde: barrer la corrupción, terminar con los robos. Todos presentan soluciones simples para problemas complejos, todos seducen a los incautos, todos tienen seguidores casi fanáticos, que no oyen voces diferentes. Los dos primeros llevaron al país al borde del abismo. El tercero dará un paso al frente, agrega.

El PT apostó a que el candidato sería Lula, que según las encuestas tenía más del 45% en la intención de votos a mediados de agosto, en la ingenua creencia que el aparato institucional del gobierno de facto (además del determinante poder fáctico) lo iban a permitir. Desde la caída de Dilma Rousseff no se vio intento alguno de rearmar una fuerza progresista, antifascista… hasta las últimas dos semanas de la campaña.

Los movimientos sociales que llevaron a Lula y al PT al poder, habían sido desarmados: cooptados por el Estado en parte, sin mayor participación real en el tipo de democracia impuesta por el PT. Los antes poderosas centrales sindicales, el Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra, el de los Sin Techo, entre muchos otros, habían abandonado las calles. No se trabajó en construir un movimiento, una fuerza progresista; no surgieron nuevos cuadros (políticos, administrativos, gerenciales). Todo quedó cobijado bajo la figura del caudillo.

Entonces, no sorprende que la izquierda brasileña no se dio por enterada de que en el mundo se imponía un nuevo tipo de guerra y redujo su accionar a la denuncia permanente, generalmente desoída e invisibilizada. Este tipo de campañas, habituales en las democracias formales, junto al uso de los perfiles de los usuarios de redes sociales para manipular la opinión pública, ya había sido usada en la campaña de Barack Obama antes que en la de Donald Trump.

Uno de los problemas mayores de la izquierda (no solo la brasileña, claro) es su endogamia: sus mensajes van dirigidos a los ya convencidos. Incluso se busca solidaridad internacional, como si lo que escribiera un notable intelectual del exterior pudiera influir en el imaginario colectivo y sustituir toda la basura informativa lanzada por los medios hegemónicos y las llamadas redes sociales.

Comunicacionalmente, es reactiva y no proactiva. Está siempre denunciando al enemigo y a la vez adoptando la agenda de este (incluso cuando está en poder), en lugar de difundir las informaciones propias, emanadas de una agenda propia.

El pensamiento crítico no aparece por arte de magia: precisa lectura, reflexión, debate…hay que cultivarlo. Y hay que reinventar las formas de intervención, sin olvidar que aún en estas guerras cibernéticas, la confianza personal, el trabajo de base, de alfabetización política, determina la posibilidad de sumar El zig-zag del fake-candidato

Disminuir la diferencia alcanzada por Bolsonaro en la primera vuelta sería un logro importante, ya que el adversario, aunque ganase la disputa electoral, estaría bajo fuerte presión al asumir el 1º de enero, analizó el último jueves el comando de campaña petista. Algo similar dijo el viernes último Lula desde su celda, al cumplir 73 años: es importante, como mínimo, que de las urnas salga una oposición fortalecida.

En las últimas semanas Bolsonaro tuvo un recorrido sinuoso y un significativo vuelco, sobre todo luego de conocerse las declaraciones de uno de sus hijos, quien recordó que para cerrar la Corte Suprema del país no se requería más que un soldado y un cabo, luego de asegurar que mandará a los “rojos” (del PT y sus aliados) a la cárcel o al exilio y decretará que movimientos sociales sean considerados grupos terroristas.

El candidato de la ultraderecha comenzó por imponer silencio absoluto a sus asesores, tratando de divulgar en las redes sociales declaraciones para construir una imagen de tranquilidad y pacificación nacional, todo lo contrario a los dichos en los últimos meses. Incluso, habló de su respeto absoluto a la Constitución, hizo un llamado para unir a todos los brasileños y garantizó que sabrá respetar opiniones divergentes.

Las declaraciones de Paulo Guedes, su “futuro” ministro de Economía, habían encendido luces de alarma, incluso en el establishment, sumándose a sus propias idas y venidas en sus proyectos económicos, lo que demostraba que no había proyecto de país. Pero eso no era importante para él, a sabiendas que el modelo se lo iban a imponer desde afuera.

Brasil se llenó en los últimos dos meses de fábricas de mentiras, que utilizaron la data y los perfiles, que los mismos usuarios proporcionaron a las megaempresas y son vendidos –por ejemplo por Facebook- para que empresas nada éticas como Cambridge Analytica los usen para las campañas de whatsapp, tuit, y otras redes sociales.

Estos servicios, develó la misma prensa hegemónica, eran pagados por el llamado poder fáctico, los empresarios que se beneficiarán con las mentiras propagadas  y prepagadas. Hoy las guerras se producen tras la propagación de mentiras, como sucedió en Libia y Túnez, en Irak, Afganistián, Egipto y Siria, ahora en Yemen y Venezuela. Construyen la “verdad” requerida por Estados Unidos y sus socios transnacionales y locales.

En el caso de Brasil, la siembra del odio al PT, comenzó en el segundo mandato de Lula, y creció exponencialmente a partir del gobierno de Dilma Roussef. Anclados en medias verdades, como los casos de corrupción, los grupos de poder fueron fertilizando mentes y preparando el terreno para las elecciones de este año, señala la analista Elaine Tavares de la Universidad de Santa Catarina.

Lo que no esperaban, quizá, es que un candidato, fuera del circuito tradicional de los partidos y de los grupos de poder, sintetizara de manera tan acabada toda la carga de prejuicio, moralismo, miedo y odio que la clase dominante, que tras el susto inicial, ya se va acercando al candidato fascista, porque reconoce que él hoy comanda a las masas y eso es todo lo que interesa. Bolsonaro es el mascarón de proa de las élites económicas.

Rematar la Amazonia

El frente más poderoso del Congreso –la bancada del ganado-, que reúne a latifundistas, grileiros (criminales que se apropian de tierras públicas a través de sicarios), representantes del agronegocio y parlamentarios conservadores ha tenido con el gobierno de facto de Michel Temer un papel muy activo en el avance sobre las áreas protegidas de la Amazonia.

La intención de Bolsonaro, amparado en la bancada mayoría  es la de transformar las tierras indígenas y las áreas de conservación, hoy las principales barreras contra la devastación y deforestación de la selva, en pastizales para ganados, plantaciones de soja y extracción mineral. Obviamente apoyan a Bolsonaro, que sumará 52 diputados a la bancada, y ya anunció la fusión del ministerio del Ambiente con el de Agricultura, en menos de un representante de la bancada del ganado.

El ultraderechista habló de limitar las multas ambientales, que terminará con el “actiovismo chiíta ambiental”, anunció que no habrá más tierras para indígenas y que éstas se podrán vender. Su concepto de democracia es original: “las minorías tienen que inclinarse ante la mayoría” o “simplemente desaparecer”.

Poder copado

El Ejecutivo está en manos de usurpadores y el poder Judicial está copado por magistrados ultraderechistas (muchos de ellos propuestos por el PT), que promovieron la censura previa, prohibieron el libre debate y suspendieron incluso, en los dos últimos días de la campaña, la libertad de reunión y de opinión en varias universidades, el secuestro de material y suspensión de sus actividades académicas con las comunidades. Y a ellos se suman los militares, en actividad o retirados (ahora hasta parlamentarios).

El Tribunal Supremo Electoral, convertido en cuartel general del bolsonarismo, fabricó órdenes para favorecer al candidato ultraderechista mientras ordenaba mantener la propaganda calumniosa contra Fernando Haddad, donde lo califican de pedófilo. Una forma de ajusticiamiento que quizá usen las milicias verdes bolsonaristas de ganar las elecciones, para dejar fuera de combate a las personas que piensan diferente.

Hoy, los dos meses que separan de la asunción del nuevo presidente marcarán el paso de la política y el futuro del Brasil. Y da la oportunidad de que el movimiento antifascista, progresista, de izquierda, que comenzó a diseñarse desde las bases sirva para la reconstrucción del espacio popular, de la mano de los movimientos sociales. La construcción siempre se hace desde abajo: lo único que se construye desde arriba es un pozo. Este pozo.

* Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)