Aunque sabemos que hay falencia en cuanto a la historia, los historiadores no llegan a examinar las fuentes documentales y referencias con una historia uniforme o ecléctica que complete los vacíos que en la actualidad hay y solo se recopile aquellos acontecimientos que se cree importantes, descuidando aquellos fragmentos de la historia que ayudaron a entender aquellos acontecimientos que si se encuentran documentados.
En el caso panameño la memoria histórica a disposición del
público a través de los repositorios documentales es escasa. Precisamente en
conversación la historiadora Ana Elena Porras está relata que en las memorias
de su bisabuelo Belisario Porras se señala que durante los primeros años de
vida republicana el mencionado personaje varias veces en visita a Manuel Amador
Guerrero al palacio de las Garzas observaba que varios hombres se dirigían al
mar al área de las bóvedas. Estos esperaban que la marea estuviera baja y
disponían en el lecho marino varios documentos.
Posteriormente tras varios días el doctor Porras observando
la misma situación increpo a los hombres y les pregunto que llevaban esos
baúles a lo que contestaron que eran documentos de 1505 es decir la conquista
hasta el siglo XIX. Esta situación y muchas otras hacen ver el pobre
conocimiento y valor al pasado anteponiendo el valor material a cuestiones tan
identitarias y colectivas.
Carlos Endara señala que en nuestro país se pierden
esculturas, libros, se destruye la memoria y las bibliotecas desaparecen de
varias formas porque la ciudadanía desconoce la noción de derechos culturales y
su categoría de sujetos sobre esos derechos. Igualmente señala que existe una
actitud colonizadora que pretende desvirtuar el valor de las bibliotecas y la
comunidad desconoce su derecho a la información.
Otro tanto acontece en nuestro país al profesionalizar la
labor del historiador y formar una institución de historiadores que tengan una
visión transdisplinaria. Dentro de nuestra historia existen muchos mitos
agregados a nuestro conocimiento histórico que se adquieren desde la base de
nuestra enseñanza durante el periodo de aprendizaje en el colegio.
Castillero Calvo en su ensayo El oficio del historiador señala
que la enseñanza histórica y la formación de los ciudadanos han cambiado lo
semántico del tiempo como la experiencia y la expectativa. El reto que tenemos
como ciudadanos es mantener viva la memoria histórica fortaleciendo los
colectivos, los fondos documentales a través de espacios sinérgicos con la
historia positiva y negativa y brindado una visión sistémica alejada de
cualquiera pretensión narcisista.
El docente Dumas Myrie señala en su nota El mito del método didáctico en la historia panameña que el método es una esponja sistémica de procesos, que planifica el estado de las emociones y por tanto del transcurrir sociológico de la sociedad. Por otro lado, en la práctica pedagógica que realiza el docente a diario, el método de la historia es un arma contra la improvisación en el acontecer documental y social vivido a diario.
El quehacer documental de eventos tan traumáticos como la invasión o la propia década perdida de 1980 en Panamá conlleva afrontar una actitud conciliadora frente a los diferentes protagonistas de ese acontecimiento. Igualmente el escudriñar recursos aleatorios al tema principal de cualquiera investigación puede dar pistas al historiador de nuevos descubrimientos.
Tal es el caso de los conceptos teóricos al elaborar una investigación donde las fuentes no solo deben remitir al abuso de la labor de campo sino de artículos especializados sobre el tema que contrasten con esa labor hermenéutica y la epistemológica.
En conclusión cada historiador desde su cosmovisión debe
exigirse al máximo en aprovechar la temporalidad y espacio de los fenómenos frente
al uso de recursos tan básicos como son el elaborar un adecuado plan de trabajo
que integre los valores reales de cualquiera propuesta.
El hablar del abuso o no de la historia involucra primero hacer una mirada retrospectiva a cada una de las piezas olvidadas en ese carrito llamado investigación y que por falta de disciplina y visión sistémica no contrastamos con la realidad sencilla. Esto es más que el modelo científico de la duda y la búsqueda epistemológica porque involucra realizar análisis comparativos, hermenéuticos y del saber discernir entre lo subjetivo y objetivo.
Ahora bien, algunos investigadores,
como Philippe Ariès (1993), plantean que la historia se compone de dos esferas,
la esfera de lo visible y la esfera de lo invisible. En la primera, se tiene en
cuenta la historia del Estado, de la política, del derecho, del mercado
económico, de las relaciones sociales, de los discursos lógicos, de la
escritura, de la ideología, de la cultura erudita, del dominio de la conciencia
clara, mientras la segunda, ignorada hasta hace poco por los historiadores, se
había constituido en un espacio de médicos y psicólogos.
En tal caso es preciso conocer la
realidad antes de emitir un juicio. Y por eso no escapa de cualquiera propuesta
investigativa rebuscar bases documentales y teóricas sobre lo que se ha escrito
sobre el tópico a tratar. En cierta ocasión como bachiller mis primeros pasos
en esta ardua labor que no reconoce premios ni estatuillas me complació
colaborar como asistente de investigación. Es un camino difícil en la cual solo
se mantiene la constancia con la perseverancia.
Es preciso recordar el papel de las
bibliotecas, archivos y salas especializadas en la conservación y propagación
del quehacer de las colectividades científicas. Aún más importante es la labor
de difusión a través de comunidades académicas de uso público en la red tanto
de episodios poco conocidos y escabrosos, pero con aspectos coyunturales y
otros con poca suerte por ser escenificados por actores a los que el control
social del Estado no favorece.
En este sentido Carlos Eduardo
Rodríguez señala que el archivo
y la historia ocupan hoy espacios diferentes pues han surgido nuevos
participantes que alguna vez estuvieron al margen y que han consolidado la
formación de nuevos acervos así como nuevas consideraciones técnicas con el
cambio tecnológico.
También
el exponencial incremento de los archivos y documentos producidos por el Estado
ha obligado a una nueva perspectiva acerca de la administración de estos
registros. Esta serie de tensiones da oportunidad para reflexionar sobre la
ausencia o pérdida de los archivos, la importancia de la documentación y la
naturaleza del acceso a los mismos ante el resguardo de la construcción de la
memoria histórica del país.
Más allá de la ebullición de
sentimientos nacionalistas nuevos derroteros encaminan la visión de una
historia global y conciliadora. Esta debe olvidar los temas de la colonialidad
y la cosmovisión eurocéntrica para centrarse en una que busque alternativas a
los problemas de la historia de los pueblos americanos. Alejarse de los
patrones de dominio y valor material sobre cualquier proyecto debe ser la
constante anteponiendo la parte axiológica.
Max Ferro señala que otra gran crisis
de la historia es la relación que se ha creado entre la historia erudita,
considerada científica (si bien, en realidad la mayor parte de las veces
simplemente era erudita, no demostrativa), y las otras formas de la historia
-ayer la novela y hoy las diferentes maneras que adoptan el cine o la
televisión para hacer historia. Es un tanto loco decir que la historia solo
mira el lado ideal de las cosas. Incluso para escribir una novela histórica hay
que revisar las fuentes documentales.
El manejo del pensamiento crítico
frente a cualquier problema investigativo nos lleva a preguntar: ¿Qué
conocimientos previos tengo del tema? ¿Qué reconozco en el tema de manera
literal? Y ¿qué puedo aportar? En cierta medida la balanza entre lo absurdo y
lo trivial se nota en la visión de un todo y no algo fragmentario.
Según, Alfredo Castillero Calvo en su ensayo titulado mitos, realidades y conciencia histórica:
nuevos retos del historiador panameño, aunque hay falencias en cuanto a la
historia, los historiadores no llegan a concluir las recopilaciones para llegar
a una historia uniforme que complete los vacíos que en la actualidad hay y solo
se recopile aquellos acontecimientos que se cree importantes, descuidando
aquellos fragmentos de la historia panameña que ayudaron a entender aquellos
acontecimientos que se encuentran documentados…
El saber si enaltecemos un personaje o evento
por ser su aniversario solo es una aproximación al debate de la clase o circulo
de poder que representa. La historia debe mirar al hombre con sus virtudes y
defectos igual que los acontecimientos.
Seria mejor olvidar las diferencias y centrar su legado en su historia
chica o microhistoria.
En conclusión el ser o no historiador solo es
una cuestión académica. Todos como colectividad pertenecemos a una especie
social que representa las mejores cosas y son esas las que deben ser recordadas
y preservadas para provecho del Estado y la memoria histórica.
Docente
Twitter: @dumas997
Conclusión
Finalmente este trabajo nos lleva a preguntarnos ¿Esta la ciencia histórica velando por el rescate de la memoria de episodios que otros sectores o el contrato social que regenta el poder no quiere que rescatemos? Entonces es ahí donde la labor de las historias de individuos particulares o acontecimientos se miran del lado humano.