Por: Miguel Antonio BernalLas descomedidas y autoritarias actuaciones de los gobernantes, acompañadas de una desenfrenada corrupción, nos indican que ya es tiempo de que los ciudadanos pasemos a la acción, a una decidida participación, sin espacio a ninguna resignación.Valiéndose de la pandemia viral, los gobernantes y los factores reales de poder que los mantienen, no han dejado de sabotear los derechos y las garantías ciudadanas, No se han ocultado para robar todo lo que puedan robar, tanto en el gobierno central, como en el legislativo, el judicial, en las entidades autónomas y, ahora, han salido al ataque despidadado contra la Caja de Seguro Social.Dado que para ellos el fin justifica los medios, están haciendo uso de todos los medios -y miedos-, a su alcance para lucrar, prevaricar, extorsionar, asaltar, robar, todo lo que pueda significar un mejor presente y un futuro de calidad para la población panameña.Los tiempos que decurren entonces, hacen obligatoriamente imperioso que dejemos a un lado la actitud de espectadores impasibles, uniformizados, atomizados, gregarizados y, encima, obedientes y sumisos.En la Grecia Antigua, se enseñaba que “hay que estar preparado para lo inesperado”. No podemos entonces, ahora que lo inesperado ha llegado, mantener una actitud contemplativa, sumisa y adocenada ante poderes descomedidos, arbitrarios y extralimitados, como los que vienen desplegando las autoridades con sus imposiciones ilegítimas.El descontento y desconcierto que la crisis del sistema evidencia, debe servir para que reaccionemos, protestemos, nos movilicemos. Ha llegado la hora de los ciudadanos, la hora de actuar!Nos corresponde a la ciudadanía, asumir nuestros compromisos y responsabilidades y liderar el movimiento ciudadano que conduzca a un ejercicio real y efectivo, del poder ciudadano. Debemos empoderarnos, Debemos unirnos para aguzar el ingenio y no darles ya más tregua a estos tiranos del neofeudalismo.No podemos permitir el creciente pisoteo y privatización de nuestros derechos ciudadanos, por los cuales la humanidad ha derramado tanta sangre y se han entregado tantas y tantas vidas.Ojalá, que no lleguemos a lo que señalaba con justeza Pascal: “Y, como no pudimos hacer que lo justo fuera fuerte, tuvimos que reconocer que lo fuerte era lo justo” .
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ES TIEMPO DE REACCIONAR
Canto Gregoriano - Salmos
Apresento-lhes o primeiro volume desta obra magnífica dos Monges Beneditinos do Mosteiro da Ressurreição: Salmos com Antífonas.
[0:00] 1. Salmo 22 (23): O bom pastor
[4:23] 2. Salmo 45 (46): Deus é refúgio e fortaleza
[7:50] 3. Salmo 32 (33): Hino à providência divina
[12:32] 4. Salmo 98 (99): Santo é o Senhor nosso Deus
[15:59] 5. Salmo 146 (147): Poder e bondade de Deus
[19:00] 6. Salmo 64 (65): Solene ação de graças
[22:42] 7. Salmo 18 (19): Louvor da criação
[27:32] 8. Salmo 79 (80): Visitai, Senhor, a vossa vinha
[33:09] 9. Salmo 33 (34): O Senhor é a salvação dos justos
[37:42] 10. Salmo 91 (92): Louvor do Senhor e criador
[41:16] 11. Salmo 110 (111): As grandes obras do Senhor
[44:02] 12. Salmo 48 (49): A vaidade das riquezas
[49:02] 13. Salmo 50 (51): Misericórdia, meu Deus!
[53:32] 14. Salmo 1: Os dois caminhos do homem
[56:13] 15. Salmo 46 (47): O senhor é o rei do universoCanto Gregoriano Católico
El mundo después de la pandemia
Thierry Meyssan
www.voltairenet.org | 17-03-2020
Las
reacciones políticas ante la pandemia de coronavirus se han caracterizado por
una serie de sorprendentes carencias de las democracias occidentales, desde la
existencia de graves prejuicios hasta la más flagrante ignorancia. Mientras tanto,
China y Cuba se han visto mucho mejor preparadas y capaces para enfrentar el
futuro.
El presidente de la República Popular China, Xi
Jinping, recibe al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, en noviembre de 2018.
Cuba facilitó a China la instalación del laboratorio ChangHeber, en la ciudad
china de Jilin, para producir un medicamento cubano utilizado con éxito en la
lucha contra el coronavirus. El hecho es que los presidentes de China y Cuba, clasificados
como “dictadores comunistas” protegen a sus conciudadanos mucho mejor que los dirigentes
de las “democracias liberales”.
El brusco cierre de las fronteras y, en muchos
países, el cierre también de las escuelas, las universidades, las empresas y
los servicios públicos, así como la prohibición de festividades, conmemoraciones
y otras actividades colectivas, modifican profundamente las sociedades, que, en
unos meses, ya no serán lo que fueron antes de la pandemia.
Esta realidad modifica, en primer lugar,
nuestra concepción de la libertad, concepto alrededor del cual se centró la
fundación de Estados Unidos. Según la visión estadounidense –visión defendida sólo
por Estados Unidos– la libertad no puede tolerar límites. Todos los demás
Estados admiten –por el contrario– que no hay libertad sin responsabilidad, y
estiman por ende que no es posible ejercer las libertades sin definir sus
límites. Hoy, la cultura estadounidense ejerce una influencia determinante a través
de casi todo el mundo. Pero la pandemia acaba de contradecir su visión de la
libertad.
El fin de
la sociedad totalmente abierta
Para el filósofo Karl Popper (1902-1994), en
una sociedad la libertad se mide en términos de apertura. Supuestamente, la
libre circulación de personas, mercancías y capitales es característica de la
modernidad. Esta manera de ver las cosas prevaleció durante la crisis de los
migrantes registrada en 2015. Por supuesto, algunos han subrayado desde hace tiempo
que ese discurso permite a especuladores como George Soros explotar a los trabajadores
de los países más pobres. Soros predica la desaparición de las fronteras y por
ende de los Estados, desde ahora y para favorecer la instauración futura de un
gobierno supranacional.
La lucha contra la pandemia de coronavirus vino
a recordarnos abruptamente que los Estados están ahí para proteger a sus
ciudadanos. En el mundo postcoronavirus, las «ONGs sin fronteras» tendrían por
ende que ir desapareciendo y los partidarios del liberalismo político tendrían
que recordar que sin Estado «el hombre es el lobo del hombre», según la
fórmula del filósofo británico Thomas Hobbes (1588-1679). Por ejemplo, la
Corte Penal Internacional (CJI) acabaría siendo algo absurdo a la luz del
Derecho Internacional.
El giro de 180 grados del presidente francés
Emmanuel Macron es una muestra de esa toma de conciencia. Hasta hace poco, el presidente
Macron denunciaba la «lepra nacionalista» asociándola a los «horrores del
populismo», pero ahora canta loas a la nación, único marco legítimo de
movilización colectiva.
El
interés general
La noción de «interés general», cuestionada por
la cultura anglosajona desde la traumatizante experiencia de Oliver Cromwell,
se hace indispensable cuando se trata de protegerse de una pandemia.
En el Reino Unido, el primer ministro Boris
Johnson, está teniendo dificultades para imponer las medidas que se hacen
necesarias ante la situación sanitaria, medidas de carácter “autoritario” que
los británicos sólo admiten en caso de guerra. En Estados Unidos, el presidente
Donald Trump, no puede decretar el confinamiento de la población para todo el territorio
nacional por ser esta una prerrogativa exclusiva de los diferentes Estados que
conforman la Unión. Así que el presidente de los Estados Unidos de América se ve
obligado a “torcer” los textos de leyes anteriores, como la famosa Stafford
Disaster Relief and Emergency Assistance Act.
El fin de
la libertad sin límites para el sector empresarial
En el plano económico, después de haber
decretado el cierre de todo tipo de negocios, desde los restaurantes hasta los
estadios de fútbol, ya no será posible seguir imponiendo la teoría de Adam Smith
sobre la necesidad supuestamente imperiosa de dejar que el mercado sea el
rector de la actividad económica. Habrá que reconocer por fin límites a la
sacrosanta libre empresa.
La lucha contra la pandemia ha venido a
recordarnos que el interés general puede justificar la imposición de límites a
cualquier actividad humana.
Las
carencias
La crisis del coronavirus también ha puesto de relieve
las carencias y fallos de nuestras sociedades. Por ejemplo, el mundo entero
sabe que China fue la primera nación en sufrir los efectos de la pandemia… y
sabe también que acabó controlándola y levantando las medidas autoritarias que
había tenido que adoptar para lograrlo. Pero pocos saben cómo lograron los chinos
derrotar el coronavirus.
La prensa internacional ha optado por ignorar
los agradecimientos que el presidente chino Xi Jinping expresó, el 28 de
febrero, al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. La prensa internacional
también ha preferido no hablar de la importancia que tuvo para China el uso del
medicamento cubano denominado Interferón Alfa 2B (IFNrec). Por supuesto, esa prensa
sí ha hablado del uso de la cloroquina, que ya se utilizaba contra el
paludismo. Pero ha guardado silencio sobre las investigaciones destinadas a
encontrar una vacuna contra el coronavirus: China ya está en condiciones de
realizar los primeros ensayos con humanos a finales de abril y el laboratorio
del Instituto de Investigación sobre Vacunas y Sueros de San Petersburgo ya
tiene preparados 5 prototipos de vacunas contra el coronavirus.
Esos “olvidos” denotan la “selectividad
informativa” que practican las grandes agencias de prensa. Nos repiten
constantemente que vivimos en una «aldea planetaria» (Marshall McLuhan), pero
sólo nos informan sobre el microcosmo occidental.
Esa ignorancia resulta muy útil a los grandes
laboratorios occidentales, entregados a una competencia desenfrenada en el
sector de las vacunas y las ventas de medicamentos. Sucede exactamente lo mismo
que en los años 1980. En aquella época, una epidemia de «neumonía de los
gays», identificada como SIDA en 1983, provocaba una hecatombe entre los
homosexuales de San Francisco y Nueva York. Cuando la enfermedad llegó a Europa,
el entonces primer ministro de Francia, Laurent Fabius, retrasó el uso del
test de diagnóstico elaborado en Estados Unidos para que el Instituto Pasteur
tuviera tiempo de elaborar y patentar un test francés. Estaban en juego
ganancias ascendentes a miles de millones de dólares… que costaron miles de
fallecimientos innecesarios.
La
geopolítica después de la pandemia
La epidemia de histeria que acompaña la
expansión del coronavirus está desviando la atención de la actualidad
política. Cuando esta se termine y los pueblos recuperen el sosiego, el mundo
será quizás muy diferente. La semana pasada dedicábamos este espacio a la
amenaza que el Pentágono hace pesar actualmente sobre la existencia de Arabia
Saudita y de Turquía, dos países que se hallan en la mira de Estados Unidos [1].
Las respuestas, por separado, de Arabia Saudita y de Turquía fueron dos apuestas
muy peligrosas: Arabia Saudita inició un ataque contra la industria
estadounidense del petróleo de esquistos mientras que Turquía amenazó con
implicar a Estados Unidos en una guerra contra Rusia. Son dos amenazas tan graves
que habrán de tener respuestas muy rápidamente, el mundo no podrá darse el lujo
de esperar tres meses para enfrentarlas.
“Estamos ante una emergencia educativa, en la educación nos estamos jugando el presente y el futuro”
Josefina Vijil y Melba Castillo
www.envio.org.ni / marzo 2020
Josefina
Vijil y Melba Castillo, educadoras y expertas en Pedagogía, fundadoras del
CIASES (Centro de Investigación y Acción Educativa Social), presentaron, a dos
voces, las razones de la “emergencia educativa” en la que se encuentra hoy
Nicaragua, por el deplorable estado en que se encuentra el sistema educativo
nacional, en una charla con Envío que transcribimos.
¿Cuál es el contexto en el que se desarrolla
hoy la educación en el mundo? ¿Y en qué contexto se está desarrollando en
Nicaragua? Las respuestas a estas preguntas y un breve diagnóstico con algunos
datos de cómo nuestro sistema educativo tiene hoy la educación primaria y
básica, nos permiten afirmar que estamos ante una emergencia educativa. Es
urgente entenderlo así. Y es urgente responder a esta emergencia priorizando
algunos cambios fundamentales si queremos que Nicaragua tenga viabilidad como
país.
Después de hacer un diagnóstico histórico de cómo se ha desarrollado la educación en Nicaragua en los últimos cien años llegamos a una conclusión: los problemas educativos que hoy tenemos los arrastramos desde hace cien años y todos los cambios que se le han hecho al sistema educativo han terminado en fracasos. ¿Por qué? Porque no han sido políticas de Estado, sino políticas de gobierno, determinadas por el interés de ganar elecciones, de ganar votos, cambios que duran lo que los gobiernos duran. La falta de políticas de Estado adecuadas ha hecho que Nicaragua llegue al siglo 21 con problemas del siglo 19 aún no resueltos en materia educativa. También en otras materias, pero de ésas no vamos a hablar hoy… Después de cien años el sistema educativo nicaragüense ya dio lo que podía dar, ya no funciona ni para nuestro país ni en el mundo de hoy.
Es
urgente cambiar. Y no tenemos mucho tiempo para hacerlo.
En el año 2006 ya veíamos que el cambio era urgente. Aquel año ya planteamos las siete prioridades que hoy seguimos planteando. En el año anterior, el censo de 2005 -el último que se ha hecho en nuestro país-, reveló un dato novedoso: el 58.4% de la población nicaragüense tenía 15 años o más. Estábamos ante un fenómeno demográfico inédito. La base de la pirámide demográfica nacional siempre había sido mayoritariamente de niñas y niños menores, dependientes de la población adulta. Eso exigía mucha inversión en una población no productiva. El censo mostró que, por primera vez en nuestra historia, la mayoría de la población estaba en edad de poder trabajar. Nicaragua había entrado en la etapa que se llama “bono demográfico”. Para el país se abría un período novedoso en cuanto a inversión y a trabajo. Cuando en varios países asiáticos se dio este fenómeno aprovecharon el bono demográfico para invertir en educación y en desarrollo tecnológico.
El economista Adolfo Acevedo trabajó mucho las posibilidades que abría a nuestro país el bono demográfico y aportó datos comparativos que demuestran cómo Corea del Sur aprovechó su período de bono demográfico para hacer un cambio en la matriz productiva y un cambio tecnológico que tuvo grandes repercusiones positivas en el crecimiento económico del país y en los niveles de ingresos de las familias. Un país como Corea del Sur, que en 1974 estaba al mismo nivel de pobreza que Nicaragua, nos dejó atrás con una rapidez impresionante. No quiere decir que en esos países del Sudeste Asiático se resolvieron todos los problemas, pero sí resolvieron problemas educativos importantes que nosotros ni siquiera hemos empezado a resolver.
Ante esta oportunidad, aquel año 2006 lanzamos
una alerta social destacando la urgencia de hacer cambios en la educación,
señalando como prioridad, por razón del bono demográfico, la de intensificar la
formación que se daba a adolescentes y jóvenes para que eso les permitiera
conseguir empleos de calidad o emprender en áreas de mayores ingresos o de
mayor complejidad y esto tuviera un impacto positivo en ellos, en sus familias,
en sus comunidades y en el país.
Hacerlo exigía reformar en serio la educación secundaria y técnica. Una de las cosas que planteamos entonces fue que la secundaria y las carreras técnicas no fueran exactamente iguales en todos los municipios del país, sino vinculadas a la matriz productiva de cada municipio y a los planes de desarrollo municipal que ya había o que pudiera haber. En un pilotaje que hicimos sobre la municipalización de la educación, el alcalde de Catarina, un municipio de Masaya de apenas 11 kilómetros cuadrados, con potencial para ser una “cajita de oro”, nos dijo lamentándose: “Tengo en el municipio jóvenes abogados hasta para pavimentar con ellos las calles, pero no tengo un solo joven técnico que haga innovaciones a lo que desde hace cien años se hace aquí en jardinería o en turismo”.
Muchas propuestas hicimos para aprovechar el bono demográfico, pero nadie las tomó en cuenta y aquel año 2006 Daniel Ortega ganó las elecciones, no le hizo caso a nuestra propuesta ni a ninguna otra que viniera de la sociedad civil sobre otros temas. Y así hemos llegado hasta hoy, sabiendo que en 2035 terminará para Nicaragua el bono demográfico. Nos quedan apenas 15 años para aprovecharlo. ¿Qué pasará si esa oportunidad queda en nada…? Tendremos generaciones de jóvenes que no han trabajado formalmente, que no han cotizado a la seguridad social y que no contarán con la formación necesaria para que resulte sostenible cambiar la matriz productiva del país hacia empleos de mayor calidad. Nicaragua se volverá un país de ancianos que no reciben jubilación y que no lograron ahorrar para su vejez. ¿Quién los mantendrá, quién mantendrá a las personas que irán envejeciendo? Eso se volverá una bomba de tiempo.
Diez años después de no ser escuchadas, en
2016, volvimos a hacer un diagnóstico de la educación, insistiendo en la
urgencia de reformarla. Y volvimos a hacer una propuesta con las siete
prioridades que ya habíamos planteado en 2006, revisadas a la luz de los
cambios que habían ocurrido en el contexto mundial. “Prioridades de la
educación nicaragüense para el siglo 21” fue el título que dimos a nuestra
propuesta. Está en Internet: www.ciases.org.ni y también en https://www.envio.org.ni/articulo/4395
En los diez años que median entre nuestra primera propuesta y la otra hemos visto al mundo desplazarse a una velocidad vertiginosa hacia lo que se conoce como “la cuarta revolución industrial”, una revolución tecnológica que, como advierten muchos autores, modificará la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos a una escala y complejidad que provocará cambios que la humanidad nunca antes había experimentado. En su libro “Sálvese quien pueda” el periodista Andrés Oppenheimer dice que en 2030 el 70% de la población mundial desempeñará su labor profesional de manera independiente o subcontratada.
La cuarta revolución está transformando a gran velocidad lo que antes considerábamos como “mediano plazo”, unos cincuenta años, reduciéndolo a apenas cinco años. En espacios cada vez más breves las sociedades tendrán que adaptarse a los desafíos que el acelerado desarrollo de la ciencia y de la tecnología les impondrá. Los cambios que esa revolución requiere en la matriz productiva son impresionantes. Si no tomamos en serio esos cambios iremos perdiendo viabilidad como país.
Los estudios que se han hecho sobre la cuarta revolución industrial indican que los nuevos poderes del cambio estarán en la ingeniería genética y en la neurotecnología, en la inteligencia artificial. La tendencia a la automatización ya está en marcha. Toda actividad que implique repetir muchas veces la misma operación será sustituida por la automatización. Hay estudios que indican doce ámbitos en los que están las carreras del futuro. Todas tienen que ver con lo que una máquina no puede hacer por nosotros. El Fondo Monetario advierte que la automatización es muy positiva para el crecimiento económico, aunque muy negativa para la equidad, lo que significa que quienes más van a sufrir con estos cambios son los mismos de siempre, los más pobres. Hay un estudio del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) de 2019 que señala que en Nicaragua el 65% de los empleos actuales está en riesgo de automatización y que podrían dejar de existir… ¿Qué desafíos plantea todo esto a la educación que hoy tenemos?
Estamos tomando conciencia que hemos perdido una docena de años desaprovechando el bono demográfico, estamos conociendo los desafíos de la cuarta revolución industrial, sin que podamos evadirlos y sabiendo que tendremos que correr para adaptarnos, y esto sucede en momentos en los que Nicaragua atraviesa la peor crisis de derechos humanos, de democracia y de violencia de su historia en tiempos en que no estamos en guerra; en momentos que son también de desgaste emocional generalizado en todos los ámbitos de la vida y en todos los ambientes sociales.
Hoy Nicaragua vive una crisis de institucionalidad gravísima. La escalada que ha tenido la crisis, la violencia de las medidas con las que el gobierno ha respondido, nos han colocado ante hechos inéditos, nunca antes vistos en el país, a pesar de haber sobrevivido Nicaragua a tantas dictaduras. Hoy, como siempre, algo que se ha mantenido como una constante en la vida nacional es el caudillismo en la cultura política, que se traduce, entre tantas otras cosas, en esa imposibilidad de crear colectivos de gente que piensen y actúen juntas. Muchas personas extranjeras nos dicen: ¿Por qué si conozco a tantos nicaragüenses, que individualmente son tan brillantes, no se pueden poner de acuerdo y hacer algo relevante para su país? A los nicas nos cuesta mucho priorizar y dejar nuestras ideas personales para asumir las de otros, que pueden ser mejores. Es en este difícil marco nacional, y con esta cultura caudillista que no hemos superado, que nos toca entender la urgencia de mejorar la educación. Y nos tocará entenderlo en un diálogo nacional en el que nos pongamos de acuerdo para hacer algo relevante: reformar nuestro sistema educativo porque en la educación nos jugamos el presente y el futuro.
Los problemas que la educación en Nicaragua tiene no pueden ser resueltos mientras exista esta crisis política, esta crisis de legitimidad, esta crisis de institucionalidad y este estado de represión. Para que podamos empezar a resolver los problemas educativos necesitamos que haya un proceso de re-institucionalización que haga posibles los cambios. Hoy ningún cambio es posible. Ni siquiera podemos hablar con un funcionario del Ministerio de Educación. Ni siquiera tenemos estadísticas. Ni siquiera podemos entrar a una escuela pública. Acabamos de terminar una investigación que comenzamos en 2018, la interrumpimos ese año y la volvimos a retomar en 2019, para saber qué pasa en las aulas de primer grado con la utilización del método Fónico, Analítico, Sintético (FAS), el que se está usando para enseñar a leer y a escribir. Nos preocupaba que el Ministerio de Educación determinó en 2015 que ése sería el único método empleado para la enseñanza de la lectura y la escritura, sin explicar a la ciudadanía por qué se tomó esta decisión ni ofrecer evidencias que la justificaran. Queríamos saber si eso se estaba cumpliendo y qué resultados estaba teniendo. No pudimos disponer de una muestra representativa de todas las escuelas del país por la falta de acceso a las bases de datos de las escuelas y por la dificultad en entrar en escuelas públicas. Recurriendo a organizaciones que trabajan con escuelas públicas pudimos entrar a unas pocas. El resto de la muestra fueron escuelas subvencionadas.
Eso que investigábamos es relevante. Porque hoy sabemos, por ejemplo, las áreas del cerebro que se activan cuando leemos. Antes no sabíamos lo que sucedía y cómo sucedía. Y saberlo nos da pistas sobre lo que funciona mejor para que los niños aprendan a leer sin problemas y cuando necesitan aprenderlo, que es en el primer grado. Porque si a esa edad no aprenden a leer comprendiendo lo que leen tendrán dificultades para continuar su aprendizaje en los años siguientes. La tecnología ha transformado ya el cerebro humano. Desde muy pequeños los niños son especialmente proclives a la tecnología, se familiarizan inmediatamente con lo que la tecnología requiere.
Pero la lectura es un proceso diferente.
Aprender a leer es un proceso más complejo que aprender a usar la tecnología.
Aprender a leer no es un acto natural, es un acto convencional, que surgió
cuando la humanidad inventó la escritura. Aprender a leer exige que alguien nos
lo enseñe, exige darles a los niños pistas que les enseñen no sólo a leer sino
a entender lo que leen. Y todo eso exige un método adecuado porque ese
aprendizaje es la base de los que seguirán, porque la lectura nos sirve para
seguir aprendiendo. De ahí la relevancia de nuestra investigación. Obtuvimos
alguna información, pero nos falta mucha porque hay miles de niñas y niños
nicaragüenses que están aprendiendo o no, a leer con ese método y no sabemos
qué efectos está teniendo, qué está pasando con la herramienta fundamental con
la que nuestra niñez va a seguir aprendiendo.
En tantos otros aspectos, ¿cómo está hoy la educación que debemos mejorar con urgencia? Veamos sólo algunos datos, sabiendo que hay algunos más específicos que desconocemos porque el Ministerio de Educación no publica estadísticas. Antes teníamos acceso a las bases de datos de matrícula por escuela. Sabíamos número de alumnos, número de escuelas en cada municipio y en cada departamento y en cada nivel educativo. Hoy ya no tenemos acceso a esas cifras, que son las más básicas. Afortunadamente, tantos años de trabajo en educación y en tantos lugares nos han permitido conseguir algunos datos que algunos funcionarios nos hacen llegar y otros que sacamos de fuentes internacionales y de otras fuentes no especializadas en educación, como son los datos del Banco Central o los de encuestas de hogares hechas por organismos especializados.
Hay un conjunto de problemas educativos que países vecinos ya resolvieron y que Nicaragua no ha resuelto aún. Uno es el acceso universal, el acceso a la escuela para toda la niñez del país. Este gobierno tiene años diciéndonos que el acceso ha mejorado, que la matrícula se ha incrementado, pero la realidad es que la matrícula no ha crecido de manera importante. Y todavía un 10% de niñas y niños, los más pobres como siempre, están fuera de la institución escolar porque hay un solo modelo de escuela y no hemos podido pensar en modelos alternativos como han hecho en otros países. Y porque son niños de familias con dificultades económicas o que viven en zonas muy alejadas. Y traerlos a la escuela requiere de acciones que el Estado no asume.
En el año 2017 la encuesta nacional de FIDEG (Fundación Internacional para el Desafío Económico Global), nos brindó otro dato: la tasa nacional de analfabetismo. Según el Ministerio de Educación andaba por el 5%. Según la encuesta de FIDEG, alcanzaba el 15.4% a nivel nacional, y en las zonas rurales y en el Caribe superaba el 21%. Estamos así regresando a un analfabetismo que dábamos por superado.
Otro indicador muy importante es el de los años de escolaridad promedio de la población que, según los datos de FIDEG, era de 6.4 años para la población de 10 años y más, y solo de 4.8 años en las zonas rurales. Este indicador está vinculado a los años de educación obligatoria que establecen las leyes. En Nicaragua la ley establece una obligatoriedad de 7 años: el tercer grado de preescolar y los 6 años de primaria. Nicaragua es el único país de América Latina y el Caribe con tan escaso nivel de obligatoriedad, cuando desde hace más de 25 años la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) dijo que el umbral educativo mínimo para salir de la pobreza y para mantenerse fuera de la pobreza es al menos 12 años de escolaridad.
Otro indicador es el que el Banco Mundial llama “pobreza de aprendizaje”. En ése, Nicaragua aparece mal: el 70% de los niños de 10 años no entiende lo que lee aun cuando sean textos sencillos. Quiere decir que un niño de esa edad, que ya está en tercero o cuarto grado, a veces en quinto o sexto, todavía no comprende lo que lee. Esto tiene consecuencias. La primera, es que el padre le dice: “En la escuela no estás haciendo nada, ¡a trabajar!” Los sacan de la escuela porque ganan más poniéndolos a trabajar que teniéndolos en la escuela donde no aprenden porque ni siquiera saben leer. Nosotros hicimos un estudio de lo que le cuesta a una familia poner a un hijo a estudiar y demostramos que una familia invierte tres veces más en la educación de ese niño que lo que invierte el gobierno. Una familia pobre, a la que le cuesta todavía más la inversión, evalúa la escuela con criterios de prisa: quiere resultados visibles y los quiere pronto y si el chavalo está cancaneando en la lectura o no sabe leer es que no está aprendiendo nada.
Otro dato, siempre con la información de la encuesta de FIDEG: la tasa neta en educación secundaria alcanzaría sólo el 62% a nivel nacional. En las ciudades, llega a segundaria el 74% y en las zonas rurales el 49%. De manera general significa que 4 de cada 10 jóvenes nicaragüenses no tienen acceso a la educación secundaria.
Otro dato importante es el presupuesto para la educación primaria. En Nicaragua es el más bajo de Centroamérica y de América Latina. Nicaragua destina 500 dólares al año por estudiante de primaria. Costa Rica dedica algo más de 4 mil dólares, y el promedio en América Latina es de 2,300 dólares por estudiante de primaria al año. El presupuesto que hoy se dedica a la educación es el 3.8% del PIB, cuando debería ser por lo menos el 7%. En un momento llegamos a dedicar el 4.5% del PIB, pero año con año se ha ido reduciendo. En el presupuesto de 2020 le quitaron a Educación 700 millones de córdobas y se los pasaron a la Policía y al Ministerio de Gobernación, encargado de las cárceles, que va a construir una moderna cárcel en León. Y en la Policía, ¿cuál es el rubro al que el gobierno destina más recursos? A “protección de personalidades”. En Nicaragua la protección de la familia en el poder y sus allegados nos cuesta 10 millones de dólares anuales, algo escandaloso en un país tan pobre como Nicaragua.
Todos estos datos que hemos mencionado se refieren sólo a la educación básica y media. No estamos hablando de educación universitaria, un bien público nacional que ha experimentado un proceso de destrucción con este gobierno y aún desde antes, desde la década de los años 80. Nicaragua fue el segundo país de Centroamérica en tener una Universidad de gran prestigio, después de la Universidad San Carlos de Guatemala. Hasta hace poco venían de Centroamérica a León, conocida como “la inteligencia” de Nicaragua, a estudiar en nuestra Universidad nacional, que se forjó con esfuerzo. Con mucho empeño el régimen de Ortega ha venido destruyendo este patrimonio nacional, con la estrategia de encontrar en la juventud universitaria su base de apoyo. La autonomía universitaria, un logro que costó muertos, ha sido totalmente anulada. Después de las protestas de abril de 2018, las universidades públicas han expulsado a decenas de estudiantes universitarios y les han borrado ilegal y cruelmente sus expedientes académicos. Ni les dejan entrar en la Universidad. Les han decretado “muerte civil”. También en secundaria circulan listas de muchachos que participaron en protestas, a los que se prohíbe matricular en cualquier instituto y no pueden estudiar. Se les decreta también “muerte civil”. Decenas de profesores han sido despedidos y algunos encarcelados por ejercer su derecho a la protesta. Y, además, a lo interno de la Universidad se ha creado una mafia. Es impresionante cómo este régimen ha instalado un sistema de mafia en todo en lo que ha puesto su mano… Por bonos de alimentación y por becas se intenta controlar a los estudiantes de distintas maneras, que guardan silencio porque si no, no podrían estudiar.
Por este contexto de crisis nacional, por un contexto internacional desafiante en el marco de la cuarta revolución industrial y con estas cifras que evidencian el atraso educativo, consideramos que la educación en Nicaragua es una emergencia nacional. Y no queremos dejar de llamarla así. Si no resolvemos ahora los problemas, en diez o veinte años más este país no será viable. Llegaremos a un punto en que no vamos a tener la posibilidad de recuperar lo perdido. La brecha será tan grande que ya será imposible. Para entender mejor las dimensiones que esa brecha ya tiene hoy basta con voltear la cabeza y mirar a Costa Rica. En pocos años veremos que la brecha se ha profundizado tanto que ya no habrá puentes para cruzarla…
¿Qué proponemos? Lo que proponemos ante esta emergencia es que veamos la educación como un problema de todos y como una responsabilidad de todos. La educación no es propiedad del gobierno. Todos tenemos el derecho, también el deber, de aportar al proceso educativo. La educación afecta a las familias, a nuestros hijos, a nuestros nietos, a los empresarios que reciben a los jóvenes que salen del sistema educativo mejor o peor preparados… A todos. Y por eso Nicaragua tiene que tomar decisiones.
En aquel año 2006 se aprobó la primera Ley de Educación que ha tenido nuestro país. Pasamos muchos años haciéndole aportes a la ley, hubo larguísimos procesos de consulta, pero al final los diputados decidieron, sin tomar en cuenta aportes importantes. La ley que rige hoy la educación tiene muchos vacíos, muchas lagunas. La hemos analizado y tenemos una propuesta de reforma, que sería una de las primeras medidas a tomar cuando todo esto cambie. Tendremos que tomar decisiones de fondo cuando salgamos de esta crisis y ya sin este gobierno, puesto que en este contexto y con el gobierno actual es imposible cualquier solución a los problemas de la educación.
Cuando esto cambie, lo que proponemos para ese momento es un gran diálogo nacional sobre la educación con la participación de todos los sectores, profesores, ONG, familias, empresarios, partidos políticos… Deberá ser un diálogo con una metodología que permita realmente dialogar. Porque dialogar no es que acudan todos y que todos hablen. Dialogar es ir construyendo consensos en la medida en que todos hablan hasta que haya productos concretos de ese diálogo. Habrá que encontrar una metodología que permita el diálogo y que del diálogo salgan acuerdos nacionales que orienten las políticas educativas nacionales.
Debería ser un diálogo en el que no vamos a llegar discutir minucias. Lo que debemos discutir son decisiones estratégicas que nos lleven a compromisos y a propuestas que concluyan en un acuerdo que ilumine la política educativa durante cincuenta años, una política que los sucesivos gobiernos administrarán. Se puede hacer, se debe hacer. En 1994, Costa Rica acordó un Plan de Educación y desde entonces se trabaja con ese plan, al que obviamente se le han hecho ajustes, pero el plan en sus términos generales se mantiene.
Para este diálogo hemos identificadas 7 prioridades con un conjunto de tareas. Y no porque sólo sean siete las necesidades, sino porque ésas son las más importantes y porque las siete son catalíticas: si respondemos a esas prioridades eso acelerará la resolución de otros problemas que tenemos. Creemos que debemos partir de lo más importante porque en la medida en que se resuelve lo más importante lo otro resulta más fácil de resolver. En Nicaragua tenemos la costumbre de hacer listados de infinitas necesidades... Pero con esas largas listas no avanzamos. Porque no tenemos grandes recursos financieros ni tampoco tenemos mucho tiempo para todo lo que tendremos que hacer. Entonces, ¿qué debemos priorizar con pocos recursos y con poco tiempo?
La primera prioridad es ampliar el acceso a la educación con equidad.
En Nicaragua seguimos empleando un concepto de
“igualdad” que es anticuado, de los años 50, en el que igualdad significa “lo
mismo para todos”. Hay programas de almuerzo escolar en el que les dan comida a
todos los niños. Resultado: la comida no es buena y muchos niños la botan
porque no la necesitan. Uno llega a algunas escuelas y puede ver la comida
desperdiciada… ¿Qué necesitamos? Saber qué niños necesitan la comida y a ésos
dársela. Esto permitirá dar mejor comida a quienes la necesitan y no mala comida
a todos. El concepto que debe guiarnos
es equidad, no igualdad. Y ese concepto lo tiene que asimilar todo el
sistema educativo en todos los aspectos.
Si priorizamos el acceso con equidad, esto nos llevará a preguntarnos quiénes no acceden a la escuela, quiénes se quedan fuera. Son los más pobres, los niños que están en los semáforos limpiando vidrios o vendiendo o pidiendo limosna. La vida de esos niños se ha socializado en la calle y sus ritmos de atención están regulados por los diez minutos en los que cambia el semáforo del verde al rojo… ¿Cómo se sentirán en una escuela en donde todo está regulado por 45 o 90 minutos? 90 minutos sentados, 90 minutos atentos… Para que haya equidad con esos niños hay que construir otros modelos educativos, diferentes de los actuales, modelos que sean capaces de responder a lo que ellos necesitan para aprender. También habrá que pensar el acceso con equidad para los jóvenes rurales que viven en lugares donde no hay escuela, donde no hay maestros porque hay pocos niños. ¿Qué modalidades buscar para comunidades con menos niños?
Para lograr el acceso a la educación con equidad hay que tener una mirada que enfoque adecuadamente quiénes necesitan qué y cómo dárselo, una mirada que descubra dónde invertir para que no se desperdicien los recursos. Hay muchas experiencias internacionales que nos pueden iluminar. Habrá que tomar decisiones basadas en evidencias y adecuarlas a cada contexto. Estandarizar sin considerar contextos y necesidades particulares es la mejor manera de desperdiciar los recursos.
La segunda prioridad -no las estamos enunciando en orden de importancia- es la formación de los maestros para que brinden una educación de calidad.
Necesitamos formar maestros para el siglo 21.
Son muy serios los problemas que tenemos en la formación docente. Hoy tenemos
maestros formados en procesos carentes de calidad, maestros que están
reproduciendo los problemas de pobreza y desigualdad del país, que reproducen
en sus alumnos los problemas que tuvieron ellos y que su deficiente formación
no resolvió…
Es importante tener maestros que sean lectores,
que lean comprendiendo lo que leen, que enseñen a sus alumnos esa habilidad
fundamental. En la comunidad de Lechecuagos, en León, validamos un modelo de
formación inicial para maestros rurales con especialidad en multigrado y cuando
estábamos en la clase de Pedagogía nos dimos cuenta de que ninguno comprendía
lo que leía. Entonces, decidimos posponer la Pedagogía y darles clase de
lectura. Y sólo cuando aprendieron a leer con comprensión seguimos adelante.
De nada sirve que cerremos los ojos a un problema que existe en el actual magisterio: su falta de formación, su escasa preparación. Muchas de las maestras y maestros que entraron en la Escuela Normal en 2018 y 2019 fueron egresados de programas, ya descontinuados, de primaria y secundaria acelerada. Y los convertirán en maestros estudiando sólo los sábados. Y serán esos maestros los que darán clases a niños de primer grado, una etapa tan importante en el aprendizaje de un niño… Reproducirán hasta el infinito el círculo vicioso de la pésima calidad educativa que tiene atrapada a Nicaragua.
Esto no puede seguir así. Tan importante como formar a un neurocirujano es formar un maestro. Un maestro tocará la vida de por lo menos 40 niños cada año y va a trabajar 30-40 años. Saquen la cuenta de cuántas vidas va a tocar un único maestro… para bien o para mal. Formar en servicio, cuando ya el maestro está dando clases, es muchísimo más caro e ineficiente que formarlo inicialmente. La formación docente no puede seguir estando en manos del Ministerio de Educación en Escuelas Normales de baja calidad que son de nivel secundario. Hay muchas experiencias en el mundo que no necesariamente pasan por licenciaturas. Nosotras tenemos una experiencia validada y sistematizada y hemos formado una generación de docentes con nivel de Técnico Superior.
La tercera prioridad es mejorar la calidad de la educación, orientada por estándares adecuados, que incluyan, además de las herramientas básicas del aprendizaje, el desarrollo de la inteligencia emocional y los valores ciudadanos.
Actualmente el currículo está lleno de
contenidos conceptuales, declarativos. “¿Qué es la fotosíntesis?” Y sigue la
definición: “Es el proceso de conversión de la materia que ta-ta-ta…” Pero cada
día aprendemos algo que no sabíamos de ese proceso y de tantos otros. Hay que
cambiar esa forma de educar con conceptos, esa educación en la que todo lo
tengo que memorizar y recitar de memoria. Hay que cambiarla por una educación
en la que lo que tengo que desarrollar son habilidades, procedimientos,
metodologías, porque esa definición que me obligan a aprender hoy la tengo en
Internet. Fechas, nombres, definiciones, conceptos, ya no hay que enseñarlos ni
aprenderlos, mucho menos memorizarlos para repetirlos… Nada de eso lo tenemos
que enseñar. Tenemos que enseñar a leer
comprensivamente, a escribir creativamente, a investigar, a sintetizar, a
valorar si una información es mejor que otra y por qué, a pensar lógicamente, a
pensar críticamente, a analizar problemas desde ángulos que no habíamos
imaginado, a encontrar soluciones innovadoras, a pensar de forma divergente…
En América Latina los estudios que se han hecho de los programas de “una computadora por niño”, que tan de moda se pusieron hace unos años, demostraron que no necesariamente los niños aprendían más o que aprendían más rápido con una computadora. Posiblemente fueron programas mal dirigidos. Y posiblemente faltaron guías apropiadas para el aprendizaje. Aún ahora hay escuelas en las que se dice: “Si no tengo una computadora no puede investigar”. No es así. Si no tengo un método no puedo investigar. Lo fundamental no es tener la computadora, lo fundamental es conocer y aplicar un método para investigar en la computadora o en donde sea. A menudo no es sólo el alumno el que no conoce el método, tampoco lo conoce el maestro que lo orienta. Y por eso el alumno “copia y pega”. Nadie le ha enseñado a hacer algo distinto. Copiar y pegar se vuelve una rutina e investigar con un método requiere de enseñanza. La habilidad de investigar tiene que ser enseñada.
Tenemos, sobre todo, que enseñarles a decir “la propia palabra”, la propia opinión. Tenemos que enseñarles a decir lo que les convence y lo que no les convence. Ésa es la educación de calidad que necesitamos, con estándares educativos que orienten habilidades y no con ese currículo descriptivo que tenemos ahora ante el que el maestro va como “carreta en bajada” intentando cumplir con todo lo que se le pide porque si no lo sancionan y al final lo que menos le importa es si el niño aprendió o no porque a todos los van a pasar de grado porque lo que le importa al Ministerio son estadísticas que digan que todos pasaron… El cambio esencial que debemos lograr cuando transformemos el sistema educativo será formar en el estudiantado de todos los niveles el pensamiento crítico, la capacidad de reflexión crítica, el pensamiento divergente para que interpretan la realidad de maneras diferentes y encuentren soluciones nunca antes imaginadas.
Tenemos también que enseñarles a conocer su poder. Este gobierno ha tenido éxito en instalar en la sociedad un discurso muy desempoderador: tenemos que agradecerles como favores lo que son nuestros derechos. Es el modelo populista, donde no hay ciudadanos que exigen derechos, sino clientes o mendigos a quienes les dan limosnas o regalos que deben agradecer. Es un modelo que desempodera a la gente, que hace que crea que no tiene poder, que sienta que no tiene derechos. O que son otros quienes tienen que concederles derechos. En eso el gobierno ha sido efectivo. Es lo más ruin de este modelo populista. Y es lo que más nos va a costar superar cuando todo esto pase.
Debemos dejar de reproducir este modelo dañino, que se expresa también en lo que escuchamos hoy, hasta en boca de algunos dirigentes: “A los jóvenes no nos dan espacio…”, “A los campesinos no nos dan espacio…”. Cuando escuchamos estas expresiones debemos recordar un concepto muy importante del gran educador que fue Paulo Freire. Cuando hablaba del poder decía que el poder de alguien no tiene que ver tanto con la cantidad de poder que tenga, sino con el uso que hace del poder que tiene, por muy pequeño que sea ese poder. Decía él que, si uno sólo tiene un metro cuadrado de poder y no lo usa, ese poder se lo quitará el poder superior al suyo. Decía que la única manera de tener más poder es usar el poder que tenemos, puesto que todos siempre tenemos algo de poder. Eso requiere analizar todo lo que no podemos, pero también todo lo que sí podemos, y hacer eso que sí podemos. Y, además, comprender que si nos unimos a otros nuestro poder será cada vez mayor.
La cuarta prioridad es reformar la educación media y técnica para aprovechar los pocos años de bono demográfico que todavía nos quedan.
Para eso proponemos secundarias aceleradas con
habilitación laboral de calidad. También, educación sexual en las escuelas para
que las adolescentes no se embaracen demasiado pronto, ya que ése es el
principal factor que las saca del estudio y les exige dedicarse al cuidado del
hijo, restándoles oportunidades. En Nicaragua hay más niñas matriculadas que
niños y los niños varones abandonan más la escuela que las niñas porque los
sacan a trabajar. Las niñas son más y tienen niveles de aprendizaje mejores que
los niños, lo que demuestra que en Nicaragua las mujeres están aprovechando
mejor las oportunidades. En el resto de Centroamérica sucede al revés. Pero
esta ventaja que tiene Nicaragua se pierde al llegar las niñas a la secundaria
por la frecuencia de los embarazos adolescentes. De ahí, la importancia de la
educación sexual en las escuelas.
La quinta prioridad es aumentar la inversión en educación.
Con la inversión que hoy tenemos sólo se pueden
pagar los gastos fijos. Necesitamos un presupuesto para pagar bien al personal
del Ministerio y a los profesores y maestras, pero también son necesarios
recursos para mejorar la infraestructura, los materiales didácticos, para
mejorar la formación docente… Para mejorar los libros de texto, tan deficientes
hoy, no sólo por la grotesca visión partidarizada que dan de la historia
nacional, sino por su nulo valor literario. Son libros mal escritos. Es
lamentable que, en un país como Nicaragua, con una literatura de tan alta
calidad, premiada en el mundo, se les ofrezcan a los niños libros de texto con
calidad literaria cero. Es lamentable que en un país de poetas sean los
funcionarios del Ministerio quienes escriben poemas y cuentos en los libros de
texto… Con estos materiales se están formando hoy los niños y en el camino
están perdiendo lo que es un bien nacional. Somos el país de Rubén Darío, pero
Darío se queda en una élite. El rico bagaje cultural que ha acumulado este país
no está hoy en los libros de texto que tienen en sus manos nuestros niños.
La sexta prioridad es reorganizar el sistema educativo formando un auténtico liderazgo educativo a nivel municipal.
Habrá que cambiar la lógica del sistema
educativo actual, que es como un enano cabezón, porque todo está centralizado
en Managua. A las escuelas de todo el país llega todo ya hecho, las
municipalidades son sólo correas de transmisión y tienen al frente a un
personal contratado sobre todo por razones partidarias, con muy poca capacidad
técnica. Creemos que en el nivel central sólo tiene que haber un grupo reducido
altamente calificado y en cada municipio un liderazgo municipal de alta calidad
que tome las decisiones más convenientes a las necesidades y características
del municipio.
La séptima prioridad es evaluar de manera periódica y sistemática cómo va la educación en el país, no porque las evaluaciones sean la panacea, sino porque necesitamos “semáforos”, necesitamos información que nos vaya diciendo si vamos en la vía correcta o no.
La evaluación nos permitirá también innovar y
evaluar qué resultados va teniendo la innovación. Hasta ahora, como el
Ministerio ni brinda datos ni sabemos si evalúa, sólo contamos con un insumo,
las pruebas estandarizadas que hace la UNESCO a nivel continental para evaluar
Lectura y Matemáticas en niñas y niños de tercero y sexto grado. Y esas pruebas
nos dicen que a Nicaragua le está yendo muy mal y nos confirman que
efectivamente, nos estamos quedando atrás.
Estas siete prioridades tienen tres pre-condiciones. La primera, solucionar la crisis y establecer la democracia y la institucionalidad del país terminando el estado de sitio de facto y restableciendo las libertades. La segunda, entender que la educación es responsabilidad de todos. Y la tercera, instalar un gran diálogo para debatir éstas y otras propuestas…
Estas siete prioridades tienen tres pre-condiciones. La primera, solucionar la crisis y establecer la democracia y la institucionalidad del país terminando el estado de sitio de facto y restableciendo las libertades. La segunda, entender que la educación es responsabilidad de todos. Y la tercera, instalar un gran diálogo para debatir éstas y otras propuestas…
Cuando todo esto pase, las medidas que habrá que tomar serán todas complejas y dolorosas y requerirán de un gran consenso nacional. Creo que lo primero que habrá que hacer será reorganizar el funcionamiento del Ministerio de Educación y los recursos que se invierten en su deficiente funcionamiento. Si no se reestructura el Ministerio no se podrá hacer nada más. Sólo después se irán asumiendo las prioridades.
Si logramos tener elecciones legítimas y creíbles y se abre un nuevo período de gobierno, éste será sumamente complejo, muy accidentado, con bandas paramilitares, con la Policía y el Ejército en crisis institucional y con una Coalición donde no todo el mundo estará articulado en la misma dirección. La tarea principal de ese nuevo gobierno será la re-institucionalización del país, crear instituciones en la que todos podamos creer, lograr la independencia de los poderes del Estado, comenzar los procesos de justicia...
Para ponernos en una ruta diferente a la actual en el sistema educativo necesitaremos por lo menos una década, para responder a la emergencia educativa y seguir adelante. El camino no será fácil, pero la ruta está clara y tenemos en el país la capacidad y los recursos para hacerlo. Necesitamos la voluntad política. Ojalá todos los sectores lo tengan claro y exista la voluntad de invertir los recursos y esfuerzos que la emergencia educativa requiere para hacer de Nicaragua un país viable.
Coronavirus, agronegocios y estado de excepción
www.alainet.org / 02/03/2020
Mucho se dice sobre el coronavirus Covid-19, y
sin embargo, muy poco. Hay aspectos fundamentales que permanecen en la sombra.
Quiero nombrar algunos de éstos, distintos pero complementarios.
El primero se refiere al perverso mecanismo del
capitalismo de ocultar las verdaderas causas de los problemas, para no hacer
nada sobre ellas porque afecta sus intereses, pero sí hacer negocios con la
aparente cura de los síntomas. Mientras tanto los estados gastan enormes
recursos públicos en medidas de prevención, contención y tratamiento, que
tampoco actúan sobre las causas, por lo que esta forma de “enfrentar” los
problemas se transforma en negocio cautivo para las trasnacionales, por ejemplo,
con vacunas y medicamentos.
La referencia dominante a virus y bacterias es
como si estos fueran exclusivamente organismos nocivos que deben ser
eliminados, prima un enfoque de guerra, como en tantos otros aspectos de la
relación del capitalismo con la naturaleza. Sin embargo, por su capacidad de
saltar entre especies, los virus y bacterias son parte fundamental de la co-evolución
y adaptación de los seres vivos, así como de sus equilibrios con el ambiente y
de su salud, incluyendo a los humanos.
El Covid-19 que ahora ocupa titulares
mundiales, es una cepa de la familia de los coronavirus, que provocan
enfermedades respiratorias generalmente leves, pero que pueden ser graves para
un muy pequeño porcentaje de los afectados, debido a su vulnerabilidad. Otras
cepas de coronavirus causaron el síndrome respiratorio agudo severo (SARS por
sus siglas en inglés), considerado epidemia en Asia en 2003, pero desaparecido
desde 2004 y el síndrome respiratorio agudo de Oriente Medio (MERS),
prácticamente desaparecido. Al igual que el Covid-19, son virus que pueden
estar presentes en animales y humanos, y como sucede con todos los virus, los
organismos afectados tienden a desarrollar resistencia, lo cual genera a su vez
que el virus mute nuevamente.
Hay consenso científico de que el origen de
este nuevo virus –al igual que todos los que se han declarado o amenazado ser
declarados como pandemia en años recientes, incluyendo la gripe aviar y la
gripe porcina que originó en México– es zoonótico. Es decir, proviene de
animales y luego muta, afectando a humanos. En el caso de Covid-19 y SARS, se
presume que provino de murciélagos. Aunque se culpa al consumo de éstos en
mercados asiáticos, en realidad el consumo de animales silvestres en forma
tradicional y local no es el problema. El factor fundamental es la destrucción
de los hábitats de las especies silvestres y la invasión de éstos por asentamientos
urbanos y/o expansión de la agropecuaria industrial, con lo cual se crean
situaciones propias para la mutación acelerada de los virus.
La verdadera fábrica sistemática de nuevos
virus y bacterias que se trasmiten a humanos, es la cría industrial de animales,
principalmente aves, cerdos y vacas. Más del 70 por ciento de los antibióticos
a nivel global se usan para engorde o prevención de infecciones en animales no
enfermos, lo cual ha producido un gravísimo problema de resistencia a los
antibióticos, también para los humanos. La OMS llamó
desde 2017 a que “las industrias agropecuaria, piscicultora y
alimentaria dejen de utilizar sistemáticamente antibióticos para estimular el
crecimiento de animales sanos”. A este caldo, las grandes corporaciones
agropecuarias y alimentarias, le agregan además dosis regulares de antivirales
y pesticidas dentro de las mismas instalaciones.
No obstante, es más fácil y conveniente señalar
unos cuantos murciélagos o civetas -a los que seguramente se les destruido su
hábitat natural- que cuestionar estas fábricas de enfermedades humanas y
animales.
La amenaza de pandemia es también selectiva. Todas
las enfermedades que se han considerado epidemias en las dos décadas recientes,
incluso el Covid19, han producido muchos menos muertos que enfermedades comunes
como la gripe –de la cual según la OMS mueren hasta 650,000 personas por año
globalmente. No obstante, estas “nuevas” epidemias motivan medidas extremas de
vigilancia y control.
Tal como plantea el
filósofo italiano Giorgio Agamben, se afirma así “la tendencia
creciente a utilizar el estado de excepción como paradigma normal de gobierno”.
Refiriéndose al caso del Covid-19 en Italia,
Agamben señala que “el decreto-ley aprobado inmediatamente por el gobierno “por
razones de salud y seguridad pública” da lugar a una verdadera militarización
“de los municipios y zonas en que se desconoce la fuente de transmisión”, una
fórmula tan vaga que permite extender el estado excepción a todas las regiones.
A esto, agrega Agamben, se suma “el estado de miedo que se ha extendido en los
últimos años en las conciencias de los individuos y que se traduce en una
necesidad de estados de pánico colectivo, a los que la epidemia vuelve a
ofrecer el pretexto ideal. Así, en un círculo vicioso perverso, la limitación
de la libertad impuesta por los gobiernos es aceptada en nombre de un deseo de
seguridad que ha sido inducido por los mismos gobiernos que ahora intervienen para
satisfacerla.”
- Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC
“Esta crisis va a empujar hacia arriba a los cuidadores”
Alain
Touraine
Alain Touraine (Hermanville-sur-Mer, 1925) es uno de los últimos supervivientes de una
generación brillante que marcó las ciencias sociales y el pensamiento
occidental desde mediados del siglo XX hasta el inicio del XXI. Como sociólogo,
su campo de estudio ha abarcado desde las fábricas que en la posguerra
levantaron el país a la sociedad postindustrial, y desde los movimientos
sociales a la crisis de la modernidad. Con sus intervenciones en el debate
público —en Francia, pero también en otros países europeos como España y en
América Latina—, Touraine se convirtió en un referente de lo que en su país
llaman la segunda izquierda —de carácter socialdemócrata y netamente
antitotalitaria—. El sociólogo, premio Príncipe de Asturias de
Comunicación y Humanidades en 2010, conversó con Ideas por teléfono desde su confinamiento en París.
PREGUNTA.
Estamos en guerra, dicen Emmanuel Macron, Pedro Sánchez, Donald Trump. ¿Es
correcto?
RESPUESTA. Técnicamente la guerra enfrenta a un
ejército A que invade el territorio del país B. Hacen falta al menos dos y
ocurre entre humanos. Aquí, en cambio, lo que vemos es lo humano contra lo no
humano. No critico el empleo de la palabra guerra, pero sería una guerra sin
combatientes. No hay un estratega: el virus no es un jefe de gobierno. Y, del
lado de lo humano, creo que vivimos en un mundo sin actores.
P.¿Sin
actores?
R. Nunca había visto un presidente de Estados
Unidos tan raro como Donald Trump, tan poco presidencial, un personaje tan
fuera de las normas y fuera de su papel. Y no es casualidad: Estados Unidos ha
abandonado el papel de líder mundial. Hoy ya no hay nada. Y en Europa, si se
fija en los países más poderosos, nadie responde. No hay nadie en lo alto de la
tabla.
P. ¿Y
abajo?
R. No existe un movimiento populista, lo que
hay es un derrumbe de lo que, en la sociedad industrial, creaba un sentido: el
movimiento obrero. Es decir, hoy no hay ni actores sociales, ni políticos, ni
mundiales ni nacionales ni de clase. Por eso, lo que ocurre es todo lo
contrario de una guerra, con una máquina biológica de un lado y, del otro,
personas y grupos sin ideas, sin dirección, sin programa, sin estrategia, sin
lenguaje. Es el silencio.
P.
¿Recuerda un momento similar en su vida?
R. Quizá existió la misma sensación durante la
crisis del 29, yo había nacido un poco antes: todo desaparecía y no había
nadie, ni en la izquierda ni en los gobiernos. Pero es verdad que el vacío fue
rápidamente llenado por el señor Hitler. Lo que más me impresiona ahora, en
tanto que sociólogo o historiador del presente, es que hacía mucho tiempo que
no sentía un tal vacío. Hay una ausencia de actores, de sentido, de ideas, de
interés incluso: la única preferencia del virus es hacia los viejos. Tampoco
hay remedio ni vacuna. No tenemos armas, vamos con las manos desnudas, estamos
encerrados solos y aislados, abandonados. No hay que estar en contacto y hay
que encerrarse en casa. ¡Esto no es la guerra!
P. Usted
tenía 14 años en 1940, al inicio de la verdadera guerra, la Segunda Guerra
Mundial. ¿Le recuerda a aquel momento?
R. No. En aquel momento, para un chico francés
de mi edad en aquella época, no había nada más banal que una guerra
franco-alemana. Aquello ya se había jugado varias veces. La ocupación, después,
sí marcó toda mi juventud. Ahora es otra cosa: estamos en el vacío, reducidos a
la nada. No hablamos, no debemos movernos, ni comprender.
P. ¿Cómo
hemos llegado aquí?
R. Hemos vivido dos buenos siglos en la
sociedad industrial, en un mundo dominado por Occidente durante unos 500 años.
Hoy hemos creído, y fue el caso en los últimos 50 años, que vivíamos en un
mundo americano. Ahora quizá viviremos en un mundo chino, pero tampoco estoy en
absoluto seguro. América se hunde y China está en una situación contradictoria,
que no puede durar eternamente: quiere practicar el totalitarismo maoísta para
gestionar el sistema mundial capitalista. Nos encontramos en ningún lugar, en
una transición brutal que no ha sido preparada ni pensada.
P. ¿Habla
de hoy mismo, en pleno confinamiento, o de nuestra época en general?
R. De ambos. Pero me gustaría dar el punto de
vista de alguien encerrado. Yo mismo me encuentro en ningún lugar, puesto que
no tengo derecho a salir a la calle.
P. ¿Le
angustia esta situación?
R. No, porque mi vida consiste en estar en casa
trabajando. Me siento, de alguna manera, protegido en las mismas condiciones
que todos los días.
P. ¿Dónde
está Europa?
R. ¿Usted ha escuchado muchos mensajes europeos
estos días? Yo no. Soy muy europeísta, probablemente demasiado. La marcha de
Reino Unido no es poca cosa. El ascenso de los iliberales como Matteo Salvini
en Italia tampoco. Esta epidemia tiene lugar en un periodo en el que no sabemos
ni cómo ni por qué. Es demasiado pronto para saber qué hacer económicamente, y
políticamente no se nos pide otra cosa que quedarnos encerrados en casa. Estamos
en el no-sentido, y creo que mucha gente se volverá loca por la ausencia de
sentido.
P. ¿Habrá
un regreso del nacionalismo y el populismo?
R. Pero esto ya estaba aquí. Ahora hay dos
decisiones fundamentales para Europa. Primero, la liberación por medio de las
mujeres. Es decir, el derrumbamiento de la razón en el centro de la
personalidad y la recomposición de los afectos en torno a la razón y la
comunicación, una sociedad del care
[en inglés, cuidados]. Y segundo, la acogida de los migrantes, que considero un
problema de peso. Nuestros países europeos se definen hoy por su actitud ante
los migrantes.
P. ¿El
virus no lo cambia todo? Las consecuencias económicas, nuevas costumbres
sociales con más distancia, otras prioridades…
R. No lo creo. Habrá otras catástrofes. Me
extrañaría mucho que en los diez años que vienen no hubiese catástrofes
ecológicas importantes, y los diez últimos años se han perdido. Atención, las
epidemias no lo son todo. Y creo que entramos en un nuevo tipo sociedad: una
sociedad de servicios, como decían los economistas, pero de servicios entre
humanos. Esta crisis empujará hacia arriba la categoría de los cuidadores: no
pueden seguir estando mal pagados. Al mismo tiempo, con estas crisis hay
posibilidades de que un choque económico produzca reacciones que llamo de tipo
fascista. Pero no me gustaría hablar demasiado del futuro, prefiero centrarme
en el presente.
P. Hoy
nos gobierna el virus.
R. No el virus, sino nuestra impotencia para
combatirlo, pero se acabará encontrando una vacuna.
RESENTIMIENTO CONSTITUCIONAL
Por: Dr. Miguel Antonio Bernal
La impunidad de la corrupción, ha conquistado el tejido social
panameño, hasta dominar mentalmente a la gran mayoría de las autoridades, así
como a centenares de miles de ciudadanos.
En medio de ello, la descomposición socio-económica va de la mano
de la putrefacción de la denominada clase política. El orden mediocre (que raya
en lo bajocre), que buscan establecer, ha logrado ganar terreno e imponernos su
ausencia de valores, ética, moral y de principios humanistas.
Los últimos diez meses de gobierno han permitido la toma del poder
por quienes han distorsionado y envenenado aun más, las relaciones
socioeconómicas de nuestra formación social. La falsedad, las trampas, el
oportunismo puede que sean necesidades sociales ajenas a la pesrona, pero que
son requeridas por los factores reales de poder que dominan nuestro Panamá.
La llegada del Coronavirus y la pandemia que ha generado, ha
servido de excusa, pretexto, leitmotiv,
para deformar y distorsionar también, las normas jurídicas, su procedimiento y
demás, con el ánimo de sentar las bases para un sistema más autoritario del ya
existente, dónde los derechos sociales, políticos, económicos, fundamentales y
sus garantías, puedan ser pisoteados al gusto de los que abusan y manipulan
irracionalmente el poder político que detentan sin control.
El constitucionalista y catedrático español, Pablo Lucas Verdú,
nos enseña en su obra “El
Sentimiento Constitucional” ,
que: “ El resentimiento
constitucional se caracteriza por el desencanto, el derrotismo, el pesimismo
que es propio de pueblos en los cuales su insatisfacción agota su
insensibilidad”.
Nuestra realidad social y el pulso de la nación, hoy por hoy,
arrojan un diágnostico inquietante del resentimiento reinante. Negarlo o
desconocerlo no lo hará desaparecer.
Los abusos de poder y la extralimitación de funciones, están a la
orden del día.
La cadena de decretos y resoluciones impuestas por el Ejecutivo,
con la activa complicidad -por acción u omisión- del Legislativo y de los
jueces y magistrados del país, sirven de alimento para que los resentimientos
hayan entrado en un proceso de acumulación que, en cualquier momento,
producirán una erupción social imparable.
Cabe recordarles, nuevamente, a los opresores y herederos de Alí
Babá que gobiernan, que “podrán engañar a muchos durante algún tiempo, pero
no podrán angañar a todos, todo el tiempo”.
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