Jorge Prosperi
A manera de
complemento obligado de mi publicación previa sobre la actividad física; comparto con ustedes un breve resumen de la
Nota Descriptiva de la OMS titulada “Alimentación sana”, la cual nos orienta sobre cómo llevar una
dieta saludable, evitando los alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas
para protegernos de las enfermedades no transmisibles, como la diabetes, las
cardiopatías, los accidentes cerebrovasculares y el cáncer. Es un tema de cual
hemos conversado antes, pero el impacto de las enfermedades no transmisibles entre los panameños,
obliga a reiterarlo las veces que sea necesario.
En Panamá, desde su implementación en el
2015, el Censo de Salud Preventiva ha detectado casos de
hipertensión arterial, diabetes mellitus, hiperlipidemias, obesidad/sobrepeso y
enfermedad renal en más de 270 mil personas. El porcentaje que se ha
identificado de las Enfermedades Crónicas No Transmisibles y factores de
riesgos es la siguiente: 36% para hipertensión arterial; 14% para diabetes
mellitus; 38% para hiperlipidemias; 43% para obesidad/sobrepeso; 3.24% para
enfermedad renal. En algunos casos las personas padecen una o varias
enfermedades. En mi opinión no es suficiente y debemos redoblar los esfuerzos
institucionales y sociales para abordar integralmente las enfermedades no
transmisibles, pues casi la mitad de los panameños padece de sobrepeso,
producto del consumo de alimentos ultraprocesados y la falta de suficiente
actividad física, lo cual genera estas enfermedades.
La OMS nos recuerda que “llevar una dieta
sana a lo largo de la vida ayuda a prevenir la malnutrición en todas sus
formas, así como distintas enfermedades no transmisibles y diferentes
afecciones. Sin embargo, el aumento de la producción y consumo de alimentos
procesados, la rápida urbanización y el cambio en los estilos de vida han dado
lugar a un cambio en los hábitos alimentarios. Ahora se consumen más alimentos
hipercalóricos, más grasas saturadas, más grasas de tipo trans, más azúcares
libres y más sal o sodio; además, hay muchas personas que no comen suficientes
frutas, verduras y fibra dietética, como por ejemplo cereales integrales”.
También subraya que “la composición exacta
de una alimentación saludable, equilibrada y variada depende de las necesidades
de cada persona (por ejemplo, de su edad, sexo, hábitos de vida, ejercicio
físico), el contexto cultural, los alimentos disponibles localmente y los
hábitos alimentarios. No obstante, los principios básicos de la alimentación
saludable son siempre los mismos”.
La publicación de la OMS hace
recomendaciones esenciales en una dieta saludable para protegernos, veamos:
Para
los adultos:
+comer frutas, verduras, legumbres (por
ejemplo, lentejas, judías), frutos secos y cereales integrales (por ejemplo,
maíz, mijo, avena, trigo o arroz integral no procesados);
+ al menos 400 g (5 porciones) de frutas y
hortalizas al día. Las patatas (papas), batatas (camote, boniato), la mandioca
(yuca) y otros tubérculos feculentos no se consideran como frutas ni
hortalizas.
+ limitar el consumo de azúcares libres a
menos del 10% de la ingesta calórica total, que equivale a 50 gramos (o unas 12
cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso saludable que consuma
aproximadamente 2000 calorías al día, si bien para obtener mayores beneficios,
se recomienda idealmente reducir su consumo a menos del 5% de la ingesta
calórica total. Son los fabricantes, los cocineros o el propio consumidor
quienes añaden a los alimentos la mayor parte de los azúcares libres. El azúcar
libre también puede estar presente en el azúcar natural de la miel, los
jarabes, y los zumos y concentrados de frutas;
+ limitar el consumo de grasa al 30% de la
ingesta calórica diaria. Las grasas no saturadas (presentes, por ejemplo, en el
aceite de pescado, los aguacates, los frutos secos, o el aceite de girasol,
canola y oliva) son preferibles a las grasas saturadas (presentes, por ejemplo,
en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el
queso, el ghee y la manteca de cerdo). Las grasas industriales de tipo trans
(presentes en los alimentos procesados, la comida rápida, los aperitivos, los
alimentos fritos, las pizzas congeladas, los pasteles, las galletas, las
margarinas y las pastas para untar) no forman parte de una dieta sana;
+ limitar el consumo de sal a menos de 5
gramos al día (aproximadamente una cucharadita de café) y consumir sal yodada.
Es decir: ¡no más comida chatarra!, la cual contiene, por lo general,
altos niveles de grasas, sal, condimentos o azúcares (que estimulan el apetito
y la sed, lo que tiene un gran interés comercial para los establecimientos que
proporcionan ese tipo de comida) y numerosos aditivos alimentarios, como el
glutamato monosódico (potenciador del sabor) o la tartracina (colorante
alimentario). Hagamos el esfuerzo y abandonemos los alimentos ultraprocesados y
las bebidas azucaradas.
Para
los Lactantes y niños pequeños:
En los dos primeros años de la vida de un
niño, una nutrición óptima impulsa un crecimiento sano y mejora el desarrollo
cognitivo. Además, reduce el riesgo de sobrepeso y obesidad y de desarrollar
enfermedades no transmisibles más adelante. Los consejos para una alimentación
saludable durante la lactancia y la niñez son los mismos que en el caso de los
adultos, si bien los consejos que figuran a continuación también son
importantes.
*Debe alimentarse a los lactantes
exclusivamente con leche materna durante los primeros seis meses de vida.
*La lactancia materna debe continuar al menos
hasta los dos años.
*A partir de los seis meses de edad,
deberán introducirse en la alimentación del niño alimentos complementarios,
variados, adecuados, inocuos y nutritivos, sin abandonar la lactancia materna. *No
deberá añadirse sal o azúcar a los alimentos complementarios.
El documento ofrece “consejos prácticos
para mantener una alimentación saludable”, evitando el consumo de alimentos
ultraprocesados, cuya lectura completa recomiendo. También ofrece ideas para
promover una alimentación sana. Destaco las siguientes medidas prácticas que
pueden adoptar las instancias normativas a fin de crear un marco propicio para
la alimentación saludable:
+ Armonizar las políticas y los planes de
inversión nacionales, en particular las políticas comerciales, alimentarias y
agrícolas, para promover la alimentación saludable y proteger la salud pública:
+ ofrecer más incentivos a los productores
y los minoristas para que cultiven, utilicen y vendan frutas y verduras
frescas;
+ desincentivar la continuación y el
aumento de la producción de alimentos procesados con grasas saturadas y
azúcares libres por la industria alimentaria;
+ alentar la reformulación de la composición
de los productos alimentarios, con el fin de reducir su contenido en sal,
grasas (saturadas y de tipo trans) y azúcares libres;
+ aplicar las recomendaciones de la OMS
sobre la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigida a los niños;
+ promulgar normas que fomenten hábitos de
alimentación saludables garantizando la disponibilidad de alimentos sanos,
inocuos y asequibles en parvularios, escuelas, otras instituciones públicas y
lugares de trabajo;
+ estudiar la posibilidad de formular instrumentos
normativos de observancia facultativa, como políticas sobre comercialización y
etiquetado de los alimentos y medidas de incentivación o disuasión de carácter
económico (por ejemplo, impuestos y subvenciones) para promover una
alimentación saludable; y
+ alentar a los servicios de comedor y
restauración transnacionales, nacionales y locales a que mejoren la calidad
nutricional de los alimentos que ofrecen, garanticen la disponibilidad y la
accesibilidad de opciones sanas y revisen el tamaño y precio de las
raciones.
Promover entre los consumidores la demanda
de productos alimentarios y comidas saludables:
+ sensibilizar a los consumidores sobre la
dieta sana;
+ formular políticas y programas escolares
que animen a los niños a adoptar una dieta sana;
+ educar a los niños, los adolescentes y
los adultos en materia de nutrición y hábitos alimentarios saludables;
+ promover el aprendizaje de habilidades
culinarias, incluso en las escuelas;
+ ayudar a mejorar la información sobre los
productos alimentarios en los puntos de venta, por ejemplo, mediante un
etiquetado que garantice una información precisa, normalizada y comprensible
sobre su contenido nutricional, en consonancia con las directrices de la
Comisión del Codex Alimentarius; y
+ proporcionar asesoramiento sobre la
alimentación y la dieta en los servicios de atención primaria de salud.
Promover hábitos alimentarios adecuados
entre los lactantes y los niños pequeños:
* aplicar el Código Internacional de
Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna y las subsiguientes
resoluciones de la Asamblea Mundial de la Salud que sean pertinentes;
* aplicar políticas y prácticas que
promuevan la protección de las madres trabajadoras;
* promover, proteger y apoyar la lactancia
materna en los servicios de salud y los servicios comunitarios, incluso
mediante la Iniciativa Hospitales Amigos del Niño.
Por su parte el MINSA, desarrolla el Programa de Salud Nutricional para “contribuir al mejoramiento
de la salud de las personas, a través de la educación, prevención, atención,
vigilancia e investigación alimentaria nutricional, en el marco de las normas
de nutrición, para garantizar el óptimo estado nutricional a la población”.