Por: Guillermo Castro H.
Desde hace una
década, el Foro Económico Mundial, que convoca anualmente en Davos, Suiza, a
los principales dirigentes empresariales y políticos del sistema mundial, da a
conocer un Informe de Riesgos Globales elaborado por
especialistas del más alto nivel. El informe analiza los riesgos según su
grado de impacto y probabilidad, y los clasifica en cinco categorías:
económica, medioambiental, geopolítica, social y tecnológica.
En 2008, por ejemplo, los cinco factores de riesgo más probables eran el
colapso en el valor de los activos; la inestabilidad en el Medio Oriente; los
Estados fallidos o en vías de fallar; el alza del precio del gas y el petróleo,
y las enfermedades crónicas en el mundo desarrollado. Los de más alto impacto,
por su parte, eran el colapso en el valor de los activos; el aislamiento con
respecto a la globalización por parte de países desarrollados; el lento
crecimiento de la economía de China; el alza de los precios del petróleo y el gas,
y la posibilidad de pandemias.
Diez años después, el panorama es otro. Ahora, los factores de riesgo
ambiental figuran en un lugar destacado tanto por su impacto como por su
probabilidad. Se trata, en particular, de los fenómenos meteorológicos extremos,
desastres naturales, y el fracaso de las iniciativas de mitigación y adaptación
ante el cambio climático, así como las crisis relacionadas con el agua. A esto
el informe agrega, en su análisis de la situación global, la pérdida de
biodiversidad y el colapso del ecosistema global, y los desastres ambientales
provocados por la actividad humana.
Esos riesgos ambientales operan, además, en un entorno caracterizado por
situaciones de “desigualdad e injusticia”, asociadas tanto a la creciente
“disparidad de ingresos y riqueza” como al impacto de la automatización y la
digitalización en el mercado laboral; de “tensión política a nivel nacional e
internacional”, en particular en Asia y Medio Oriente, y de “vulnerabilidad
cibernética” que permite ciberataques y fraudes de datos. Y a ellos se agregan,
en el plano económico, “los precios insostenibles de activos, altos niveles de
endeudamiento, en particular en China, y la presión continuidad sobre el
sistema global financiero.”
En cuanto al futuro, el informe destaca una serie de riesgos potenciales.
En lo económico, las guerras comerciales y “una cascada de crisis económicas o
financieras“. En lo social, “el incremento de la desigualdad como resultado de
la bioingeniería y de drogas que potencian las habilidades cognitivas“ y “la
insuficiencia del suministro de alimentos global“. En lo político, lo que llama
“las olas populistas que amenazan el orden social” y “la geopolítica de la
identidad.” Finalmente, en lo tecnológico, “los efectos adversos de la
Inteligencia Artificial sobre la eficiencia de internet”, la intensificación de
los ciberataques entre estados, y la fragmentación de internet por temas
regulatorios, de ciberseguridad o proteccionistas.
En todo esto destacan dos elementos de interés para la Ciudad. Uno, la
creciente dependencia del mercado global respecto a las tecnologías de la
información. Otro, la del deterioro ambiental del planeta, en sí mismo como en
su relación con el deterioro de las condiciones de vida de miles de millones de
personas, y con el desgaste de la institucionalidad política en todos los
niveles del sistema mundial, que se expresa en la debilidad de la gestión de
los riesgos que plantea ese deterioro.
Desde la perspectiva de la Ciudad, lo planteado por el informe confirma las
previsiones que hemos venido haciendo sobre las tendencias de evolución de
algunos aspectos preocupantes en nuestro entorno operativo local y global. Y,
sobre todo, confirma la necesidad de una estrategia que vincule a la innovación
con el cambio social necesario para encarar en toda su complejidad los riesgos
que enfrentamos.
A esto cabe agregar un hecho de especial importancia para nosotros. El
informe, en efecto, facilita la tarea de identificar áreas de demanda en las
que la Ciudad ha venido acumulando una importante experiencia a lo largo de
década y media, como la gestión de la innovación, las tecnologías de la
información, la biotecnología, la salud pública y la gestión ambiental.
Los riesgos que señala el informe son compartidos por todas las sociedades del
planeta. En cada una de ellas, enfrentar esos riesgos demandará formas
innovadoras de gestión del conocimiento, la economía, la sociedad y las
relaciones con la naturaleza. Así de poderosa fue la intuición del porvenir que
llevó a concebir y crear a la Ciudad. Su momento verdadero ha llegado, y el
país cuenta con ella para enfrentarlo.
Ciudad del Saber,
Panamá, 9 de febrero de 2018