Por: Rev. Pbro. Manning Maxie Suárez
Licenciado en Teología Sagrada.
Email : rev.manningsuarez@outlook.com
Abstract:
Critical essay on the
priority task of the Church: Evangelization. Especially in our Latin America. A
theological reflection on the following questions: Will it make any sense today
to speak of a pastoral option in our Latin American Church? Is the Latin
American Church considering the search for new missionary strategies that are
in line with the socio-economic development of Latin America? Have the
different episcopal conferences carried out any serious evaluation of the good
practices and their methods used in the development of the evangelization of
our Latin America? What have been the fruits that the Latin American Church has
reaped during its actions of evangelization? Being a Church with more than 500
years of presence in different socio-political states, the Church must consider
the need to rethink itself for the benefit of everyone on the planet, an
opening of its principles and dogmas would allow us to have a broader concept
of our vision and mission in accordance with the current situation we live in
the world.
Key
Words: Evangelism, Pastoral,
Ecclesiology, Dogmas, Theology, Episcopal Conferences.
Resumen:
Ensayo crítico sobre la tarea prioritaria de la Iglesia: La
Evangelización. Especialmente en nuestra América Latina. Una reflexión teológica sobre los
siguientes cuestionamientos: ¿Tendrá
algún sentido hablar hoy día de una opción pastoral en nuestra Iglesia
Latinoamericana?, ¿Se plantea la Iglesia latinoamericana la búsqueda de nuevas
estrategias misioneras que vayan acorde con el desarrollo socio económico de
américa latina?, ¿Las diferentes conferencias episcopales han realizado alguna
evaluación seria de los buenas prácticas y sus métodos empleados en el
desarrollo de la evangelización de nuestra américa latina?, ¿Cuáles han sido
los frutos que la Iglesia latinoamericana han recogido durante su accionar de evangelización?. Siendo una Iglesia con más de 500 años de
presencia en diferentes estados socio políticos históricos, la Iglesia debe
plantearse la necesidad de repensarse a sí misma en beneficio de todos en el
planeta, una apertura de sus principios y dogmas permitirían tener un concepto
más amplio de nuestra visión y misión acordes con la actual situación que
vivimos en el mundo.
Palabras Claves: Evangelización,
Pastoral, Eclesiología, Dogmas, Teología, Conferencias Episcopales.
Introducción: Al
hacer una reflexión retrospectiva sobre el tema del accionar de la
evangelización de la Iglesia en América Latina.
Vienes a mi mente una serie de preguntas que son las que en parte, me
llevan a presentar el siguiente artículo: ¿Tendrá algún sentido hablar hoy día
de una opción pastoral en nuestra Iglesia Latinoamericana?, ¿Se plantea la
Iglesia latinoamericana la búsqueda de nuevas estrategias misioneras que vayan
acorde con el desarrollo socio económico de américa latina?, ¿Las diferentes
conferencias episcopales han realizado alguna evaluación seria de los buenas
prácticas y sus métodos empleados en el desarrollo de la evangelización de
nuestra américa latina?, ¿Cuáles han sido los frutos que la Iglesia
latinoamericana han recogido durante su accionar de evangelización?
Estas,
como muchas otras preguntas, han estado divagando en mi inquieta mente,
preocupado por la forma como se ha venido realizando la tarea de evangelización
en nuestras diferentes diócesis en nuestra Iglesia latinoamericana sin importar
si son católicos o protestantes.
Nuestra
Iglesia Latinoamericana es relativamente joven en el continente americano, si
tenemos en cuenta la misma historia de la humanidad. Y el planteamiento de un accionar evangélico
hacía fuera de ella es más joven aún; si tomamos como marco referencial el
hecho mismo de que, en las mayorías de nuestras diócesis el trabajo pastoral
casi siempre se dirige hacía sí misma, en el caso de las colonias españolas la
prioridad era ellos en principio al igual que las colonias inglesas y francesas
en el continente. Los nativos no eran
visto de la misma manera y los mismos eran tratados como personas no confiables
y no agradables por las sociedades de aquellos tiempos, situaciones que permanecieron
impresas en las mentes de aquellas sociedades hasta mediados del siglo XX.
Esto
marcó una Iglesia colonial donde su clero eran más capellanes que curas de
almas, lo que creaba un gran resentimiento social entre las poblaciones
originarias de esas colonias establecidas a la fuerza colonizadoras como
también con los negros esclavos y mestizos.
Desde
los años 1950 y los consiguientes años, América Latina reclama para sí el
accionar de la Iglesia. Ella debe
entonces responder al llamado, con la misma fuerza que la caracterizó cuando
llegaron a nuestras tierras. Se hace
justo entonces reflexionar seriamente sobre la problemática y la encrucijada en
que se encuentra nuestra Iglesia hoy día, lo que nos proponemos hacer de manera
breve pero concisa como aporte a presentar la historia y las nuevas opciones
pastorales para una Iglesia que debe estar encarnada en la realidad de nuestra
América Latina.
No
temo en decir, que la Iglesia de hoy sigue desencarnada y es por ello, que el
hombre contemporáneo no ve atractivo su participación en una Institución que lo
aparta con sus principios canónigos y sus dogmas. Es necesario plantearnos la necesidad de
recurrir al testimonio de muchos historiadores y escritores de la época que nos
dicen sobre ese accionar de la Iglesia que contradice el mensaje revolucionario
de su fundador que tiene ese componente de “servicio” como norma de autoridad
en la comunidad de fieles, como a su vez, la comunión fraterna como signo de la
real presencia de Jesucristo en medio de los santos.
Replantear
una “evangelización” más inclusiva en América Latina, que sea acorde con la
vocación de la Iglesia fundada por Jesucristo, donde las diferentes personas
miembros de las comunidades de fe, se conviertan en verdaderos agentes de
evangelización dándole un sentido sacramental a la acción misma de la Iglesia
tanto en un ámbito local como Universal debe ser nuestro propósito.
Las
experiencias de los Obispos en esa histórica reunión en Medellín, Colombia
(1968), debe ser “la base” de reflexión en nuestras sociedades que son los
pobres. Los pobres en nuestra América
Latina son la mayoría de la población de cualquier país. La Iglesia debe encarnarse en esa realidad,
que como jinete apocalíptico, golpea las vidas de millones de personas en este
continente, más ahora en esta época de la Pandemia del Sar Covid-19. La Iglesia debe identificarse con esta
realidad, dejando atrás esa tendencia de predicar un evangelio desencarnado y
sumergirse en el sufrimiento del hombre latinoamericano para ayudar a estos
millones de seres en su promoción humana.
La
Iglesia latinoamerica debe ser sal para la tierra y luz para las oscuridades en
que vive la humanidad hoy día, sumarse al deseo de su fundador cuando señalaba
lo siguiente: “Ustedes son la sal de la tierra. Y si la sal pierde su sabor, ¿con qué se
salará? Ya no sirve más que para tirarla a la calle y que la pise la
gente. Ustedes son la Luz del
Mundo. No se puede ocultar una ciudad
situada en lo alto de un cerro; ni se enciende una vela para meterla debajo de
la olla, sino para ponerla en el candelero y que brille para todos los de la
casa. Empiece así a brillar la luz de ustedes ante los hombres; que vean el
bien que hacen ustedes y glorifiquen a su Padre del Cielo” (Mateo 5,
13-16).
La Evangelización en América Latina.
Comprender
el por qué del cómo llegó la Iglesia Cristiana a la América Latina es el asunto
que nos precede en esta investigación. A
raíz de su historia, un nuevo planteamiento del tema en nuestras tierras se
sumará a la misma.
El
testimonio dejado por los colonizadores, es en parte una de las causas por la
que el hombre contemporáneo es indiferente a la Iglesia de hoy. El análisis que podamos hacer hoy de esa
historia logrará una mejor comprensión de la misma dejando atrás cualquier
sentimiento como juicio negativo del accionar de la Iglesia.
En
el año 1504, Isabel de Castilla, reina de Castilla y mejor conocida como Isabel
la Católica, consignó una orden que justifica la conversión de los “indios” en
las colonias españolas; al igual sabemos, que la “obra evangelizadora” iba
acompañada muy de cerca a las conquistas españolas, portuguesas, francesas y/e
inglesas por otro lado; y que estas fueron confirmadas en las bulas del papa Roderic
Llançol i de Borja mejor conocido como Alejandro VI (1) (en lo que compete a España y Portugal). Este Papa, dio a los reyes españoles,
derechos de posesión sobre los territorios que fuesen descubiertos por los
mismos, claro está, entre “La línea de demarcación de 100 millas al oeste de
las Azores y de las islas de Cabo Verde: todos los territorios a este lado de
la línea pertenecen a España, los del otro lado a Portugal”. (2)
Si
notamos, estos datos con el testimonio dejado en América por los conquistadores,
el cristianismo traído a América dependía en gran parte de la avanzada
conquistadora del imperio español, este testimonio de “evangelización” trajo a
nuestras tierras un “cristianismo impuesto”, como en el caso que nos cita el
historiador de la Iglesia Hedin: “Las tropas que entraban en un territorio
publicaban un requerimiento en que, bajo amenaza de los más graves castigos, se
invitaba o requería a los habitantes a abrazar el cristianismo y reconocer la
soberanía del rey de España. El que se
negaba, perdía la libertad o la vida”. (3)
Sumemos
a esto también lo que Rogier otro historiador, plantea sobre la situación de la
Iglesia en nuestro continente: “No menos funesto resultó el hecho de que la
Iglesia local, en su estado de completa dependencia, cada vez podía hacer menos
por defender a la población indígena de los abusos de la colonización”. (4)
Y
el hecho también de: “No haber interesado activamente a la población indígena
en el ministerio. Se descuidó hasta el
último momento la formación de un clero indígena”. (5)
También
se descuidó el caso de las mujeres indígenas quienes eran rechazadas en los
conventos. Notaremos en todo esto, sin
mencionar de fondo los problemas que llegaron a surgir con la venta de esclavos
y el mal trato a los indios, que “la Iglesia” como dice Fernando Castillo en su
escrito “Evangelización en América Latina”, operó en el proceso de colonización
como un aparato cultural de la dominación colonial; donde las estructuras
nucleares de los indígenas fueron trastocadas y los españoles o portugueses
iban imponiendo nuevas formas culturales. (6)
Este
panorama fúnebre sobre nuestra América Latina, no quiere ser en todo su aspecto
negativo; ya que la misma historia nos demuestra que hubo hombres de la Iglesia
que intervenían en contra de todas estas atrocidades e injusticias.
Antonio
de Montesinos, misionero dominico español, fue el primero en levantar su voz
donde después se le une el Obispo Bartolomé De Las Casas, fraile dominico,
Procurador o protector universal de todos los indios de las Indias, quien fue
hasta donde el mismo rey para obtener gracia y protección para los indios. Otro gran protector fue Fray Pedro de Gante,
fraile franciscano en México donde fue evangelizador y educador. Fray Toribio de Benavente O.F.M. (Motolinia el
cual significa pobre o afligido en náhuatl), misionero franciscano en los años
1524 en México. Después de estos grandes
hombres de la Iglesia se suman la Orden de los Padres Dominicos en el año 1526,
los Padres Agustinos en el año 1533 según los registros históricos.
Aún
con ese grito de ayuda y del llamado a la conciencia cristiana, los indios,
mestizos y mulatos siguieron siendo causa de injusticias, no solo social sino
también religiosamente. Así, notamos el
caso que se da en el año 1555 en el primer concilio de México, en donde a los
indios, mestizos y mulatos, se les prohíbe las órdenes mayores. (7)
Esta
situación desfavorable a estas etnias, permaneció de una forma u otra, hasta
principios del siglo XIX, y que siguió en el siglo posterior ya no en una forma
tan cruda debido en parte a los cambios característicos de la época, ha logrado
crear el ambiente para que generaciones futuras, con una mentalidad más adulta
y sumamente educada haya sido la encargada de criticar el proceso de la
evangelización del continente.
Por
tal motivo, vale la pena preguntarse en el fondo si de verdad la Iglesia como
tal ha realizado una tarea de “evangelización” o de “proselitismo” … ¿América
Latina es un territorio evangelizado o cristianizada? He aquí la necesidad de la misma
presentación.
A). - ¿Qué entendemos por evangelización en
América Latina?
Usualmente
en nuestros ámbitos, cuando hablamos hoy de la evangelización y de la necesidad
de la evangelización por mandato “16 Así pues, los once
discípulos se fueron a Galilea, al cerro que Jesús les había indicado. 17
Y cuando vieron a Jesús, lo adoraron, aunque algunos dudaban. 18
Jesús se acercó a ellos y les dijo:—Dios me ha dado toda autoridad en el
cielo y en la tierra. 19 Vayan, pues, a las gentes de
todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, 20 y enséñenles
a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte, yo estaré con
ustedes todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28,16-20),
hablamos de conversión = Metanoia. Hemos
de señalar que uno de los objetivos de la evangelización, es la conversión;
pero esta, no es esencialmente la evangelización sino un objetivo. (8) Así podemos distinguir dos realidades
diferentes pero que se complementan: Evangelización y Conversión.
La
conversión sigue a la evangelización, pero puede no seguirla también. Ahora bien, cuando nos referimos a la
evangelización, no nos referimos a esa “metanoia”, sino mas bien a “el mensaje
de las buenas noticias”; y estas anunciadas a los hombres del mundo, en especial
a los pobres. (9) Este
mensaje de las buenas nuevas, sobre todo, el que llegamos a encontrar en la
predicación Kerigmática, es en sí, el trabajo de la “evangelización primitiva
cristiana”.
Nótese
que este “evangelizar”, no es un mensaje impuesto, sino que es un mensaje
presentado a manera de invitación como opción para la salvación. Así vemos en el libro de los Hechos de los
apóstoles 2,14-36.; 3,12-26. Y en otros pasajes como la epístola de san Pablo a
los Corintios “Ahora, hermanos, quiero que se acuerden del evangelio que
les he predicado. Éste es el evangelio que ustedes aceptaron, y en el cual
están firmes” (1 Cor. 15,1); “6 Estoy muy sorprendido
de que ustedes se hayan alejado tan pronto de Dios, que los llamó mostrando en
Cristo su bondad, y se hayan pasado a otro evangelio. 7 En
realidad no es que haya otro evangelio. Lo que pasa es que hay algunos que los
perturban a ustedes, y que quieren trastornar el evangelio de Cristo” (Gálatas
1, 6-7).
El
“anuncio”, busca en estos textos, el arrepentimiento sincero, la conversión =
para borrar los pecados “19 Por eso, vuélvanse ustedes a Dios
y conviértanse, para que él les borre sus pecados” (Hch. 3,19), y el
don del Espíritu Santo como un carisma de parte de Dios a raíz del bautismo “38
Pedro les contestó: —Vuélvanse a Dios y bautícese cada uno en el nombre
de Jesucristo, para que Dios les perdone sus pecados, y así él les dará el
Espíritu Santo. 39 Porque esta promesa es para ustedes
y para sus hijos, y también para todos los que están lejos; es decir, para
todos aquellos a quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar” (Hch.
2,38-39). Ellos son los objetivos de la
evangelización, pero la evangelización como tal es “el anuncio de la
buena noticia” (Gál. 1,7). (10) La Evangelización es en fin “Una clara
proclamación de que, en Jesucristo, Hijo de Dios hecho hombre, muerto y
resucitado, “se ofrece” la salvación a todos los hombres, como don de la gracia
y de la misericordia de Dios (EN27). He aquí lo que es base, centro y a la vez
culmen de su dinamismo, el contenido esencial de la evangelización”. (11)
Esta
predicación “Kerigmática”, (12) es acompañada por la experiencia de
la comunidad después de anunciarla. En
fin, hablar hoy de la evangelización (el anuncio o proclamación de las buenas
nuevas), en América Latina, es despojarse de todas las falsas ideas que
acompañaron a la misma al llegar a nuestro continente el evangelio de Cristo;
esta proclamación debe ir más allá, debe encarnarse en la realidad salvífica de
la comunidad que la proclama como a su vez viviendo la cruda realidad en que
viven nuestros pueblos latinoamericanos.
Por
eso, al replantear la evangelización en América Latina, no podemos dejar de
mirar al pasado para poder corregir y enmendar un tipo de actitud que ha
manchado la obra de evangelización en nuestras tierras. Así, es acertado el señalamiento de Orlando
Costas cuando al mismo se refiere con estas palabras: “En primer lugar, para
evangelizar eficazmente en nuestra situación se necesita superar las
contradicciones históricas que han caracterizado la proclamación del evangelio
en América Latina”. (13)
Estas contradicciones que son
notorias, son las que se plantean hoy día la generación contemporánea; no para
superarlas, sino poniendo en toda su crítica una desvalorización de todo
aquello que creíamos importante como sostén de nuestras vidas en una “sociedad
cristianizada”.
De
tal forma que nuestra sociedad está “cristianizada”, pero la “cristianización”
es en sí una cultura aparte a la ya existente en el continente. Hablar de una sociedad cristianizada es
hablar de una sociedad que en principio ha aceptado toda una forma de vida
diferente a la que normalmente llevaba; de manera que sus costumbres y sus
tradiciones son cambiadas de igual forma por “otras mejores”.
En
el caso de América Latina, el evangelio como tal no fue, ni es “presentado”,
“anunciado”, sino que ha sido “impuesto”.
Nótese así que en el caso de los indios: “Son bautizados, sin embargo,
los indios o nativos de la región colonizada son renegados y hasta tratados
como “animales”. Al bautizarlos, se
supone que son parte de “un cuerpo”; pero los mismos no participan del mismo en
nada, obligándolos en parte a los mismo a recurrir a la ya conocida “religión
popular” que es sencillamente “el producto del proceso de colonización y de la
actividad de la Iglesia en él”. (14)
Este
proceso, en América Latina, es duramente criticado no desde ahora, sino desde
sus principios (Montesinos, De Las Casas).
En fin, tal y como se plantea Bonino Míquez, referente al historiador de
las misiones en México y Perú en el siglo XVI, P. Ricard: “Lo que se fundó en
América Latina no fue una Iglesia Latinoamericana, sino una Iglesia española
trasplantada con su liturgia, edificios, leyes, fiestas y devociones”. (15)
El
“Kerigma” como tal, si fue predicado, fue hacía los mismos que lo trajeron; y
el bagaje cultural del imperio opresor fue consolidándose hasta que las
culturas indígenas se subyugaron o desaparecieron como la situación de Cuba,
República Dominicana, Puerto Rico, Costa Rica entre otros; y que decir de los
esclavos africanos de quien la misma Iglesia como tal, participó y no se
encargó mucho de este problema hasta entrado el siglo XX y XXI.
Ante
esta realidad, sin sumar la incursión de la política en la Iglesia durante los
siglos XVIII y posteriores no son tampoco los más loables, debido a que su
consolidación fue gracias a los diferentes grupos de poder que llegaron a estas
tierras por razones diversas, pero no muy agradables para los que vivieron por
siglos en estos territorios (la esclavitud del negro africano y antillano, las
invasiones militares tanto españolas, inglesas y americanas como
francesas). Ante tal realidad, La
Iglesia latinoamericana, surgida de todo este proceso doloroso, resucita para
responder, retomar como obligación propia, la historia pasada y plantearse una
mejor forma de llevar ese mensaje de salvación a pueblos latinoamericanos sin
ningún tipo de opresión, manipulación, ni dominación política. Sino haciéndose eco de una mayor comprensión
de la situación socio política y económica latinoamericana que clama de la
misma una mayor entrega.
Referencias bibliográficas
1
- |Obsérvese el trabajo de Rogier, L.J. Nueva historia de la Iglesia. Tomo IV. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1977. (1. América Española y Portuguesa. Págs. 195-199).
2.
Jedin, Hubert. Manual de historia de la Iglesia. Tomo V.
Editorial Herder. Barcelona, 1972. (“Misiones en el territorio español de
patronato” pág. 783). = Las bulas papales: Inter caetera del 3 y 4 de mayo de
1943 y la Eximia devotionis del 4 de mayo de 1493.
3.
Ibid,
pág, 785-786.
4. Rogier, L. J. Op. Cit. pág. 196.
5. Ibid, pág. 198.
6.
Castillo,
Fernández. “Evangelización en América Latina”. Revista Concilium. Año XIV, tomo
II. No. 134-137. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1978. Págs. 110-115.
7.
Jedin, Hubert. Op. Cit. Pág. 791.
“Hasta entrado el siglo XIX mantuvo la Iglesia el carácter de una institución
extranjera”.
8.
Notese así a
Hollenweger, Walter. “Objetivos
de la Evangelización”. Revista Concilium. Año XIV, Tomo II. No.
134-137. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1978. Pág, 53.
9.
Veáse
a Floristán, Casiano. La Evangelización, tarea del cristianismo. Ediciones
Cristiandad. Madrid, 1978. Pág.19. Cf. Fernández, Castillo. Op. Cit. Pág. 112. =
Gutiérrez, Gustavo. “El fenómeno de la contestación en América Latina”. Revista
Concilium. Año VII, tomo III. No. 67-70. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1971.
Pág. 203.
10. Belloso, José M.
Rovira. Fe y Nueva sensibilidad histórica. Ediciones Sígueme. Salamanca, 1972.
Pág. 369-370.
11. Documento de Puebla No.
351.
12. Sobre este aspecto:
Jeremías, Joachim. Abba y el mensaje central del N.T. Ediciones Sígueme.
Salamanca, 1983. Pág. 207. Cf. Langer, Wolfgang. Kerigma y Catequesis. Editorial Verbo Divino. Estella, 1970. Pág.
35. Y a Stanley, David. “La predicación
primitiva: Esquema Tradicional”. Revista Concilium. Año II, Tomo III. No.
18-20. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1966. Pág. 453.
13. Congreso
Latinoamericano de Evangelización. América Latina y La Evangelización en los
años 80. Lima, 1979. Pág 285.
14. Sobre el mismo,
Fernández, Castillo. Op. Cit. Pág. 114.
15. Obsérvese a Bonino, J.
Míquez. “La piedad popular en América Latina”. Revista Concilium. Año X, Tomo
II. No. 94-96. Ediciones Cristiandad. Madrid, 1974. Pág. 442.